Sábado por la noche, un día en el cual las parejas aprovechaban para salir por las románticas calles de la ciudad del amor.

Adrien y Marinette no eran la excepción, ambos querían aprovechar que no tenían mucho que hacer para salir como una pareja normal ahora que recién comenzaban una relación formal.

-Que hermosa noche...- suspiro la joven a la vez que recargaba su cabeza sobre el hombro de su ahroa novio.

-No tan hermosa como tu, princesa.- sonrió el rubio a la vez que pasaba un brazo por los hombros de la azabache.

Marinette inevitablemente se sonrojo, por más que lo intentaba, aún no podía hacerse a la idea de que no estaba soñando, seguía sin creer que Adrien Agreste, el chico más guapo de todo París (para ella) estaba ahí, a su lado, abrazandola, disfrutando de su noviazgo.

Sin duda alguna era un sueño hecho realidad.

-Adrien... Gracias por estar siempre a mi lado.- sonrió levemente.

El joven, enternecido por las palabras de su pareja, se acercó a su rostro para darle así un corto beso en los labios y posteriormente mirarla totalmente embelesado, realmente se sentía afortunado de tenerla a su lado.

-Te amo...- susurró.

-Yo también te amo.- sonrió.

Una suave brisa se hizo presente, provocando en la azabache un pequeño escalofrío.

-¿Estas bien?-

La de ojos azules asintió.

-Solamente me dio un poco de frío, no te preocupes.-

Adrien se separó de ella para así quitarse el abrigo negro que traía puesto.

-¿Q-Qué haces?- parpadeo confundida.

-Nada.- le colocó la prenda sobre los hombros de ella. -Simplemente me aseguró de que mi novia no se resfrie.- le guiño el ojo.

Aquella acción conmovió profundamente a la franco-china, simplemente él era perfecto, agradecía profundamente haber revelado sus identidades, de no ser por eso nunca habrían declarado sus sentimientos y formalizar su relación.

Sin duda estaban hechos el uno para el otro.