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Día 26: Casándose.

Seis meses habían pasado desde que Adrien se animó a proponerle matrimonio y posteriormente a pedir su mano para formalizar aún más su compromiso con Marinette.

Ahora que el gran día al fin llegó, cierta azabache se encontraba nerviosa.

-¿Qué voy a hacer si se arrepiente? ¿Qué tal si después de todo el ya no quiere estar conmigo y se mudo lejos oara evitar estar aquí?-

Alya, quien era la dama de honor, solamente escuchaba atentamente las historias que se creaba su mejor amiga.

-Mari...- se levantó de donde se encontraba para caminar hacía ella y ayudarle a acomodar el velo. -Él te ama profundamente, no sería capaz de hacer algo así.- sonrió. -Y si lo pensara no viviría para contarlo.- le guiño un ojo provocando un ligero escalofrío en la azabache.

-Eso me tranquiliza... Creo.- suspiró.

-Disculpen que las interrumpa... Pero ya es hora de irnos a la iglesia.- habló la madre de Marinette. -Cielo...- se acercó a ella tratando de controlar las ganas de llorar. -Estas hermosa.- sonrió.

-Gracias, mamá.- correspondió la sonrisa.

-Bueno...- la morena tomó el ramo y el resto de las cosas. -Llego la hora.-

La joven asintió totalmente segura de sí, estaba lista para dar ese paso.

[...]

Mientras tanto, en la iglesia se encontraba un nervioso Adrien, quien ya esperaba en el altar a su prometida, junto a su mejor amigo Nino.

-Oye viejo, me estas poniendo nervioso a mi y eso que yo no soy el que se casa.-

-Perdona, pero... Estoy muy inquieto... ¿Y si ella se arrepiente? ¿Y si se da cuenta de que no me ama? ¿Y si...?-

El de lentes se acercó al joven para tomarlo de los hombros.

-Calmate, hermano, esa mujer te ama con toda su alma, ella jamás te dejaría aquí sin explicación alguna.- sonrió. -Relajate y esperala.-

El rubio suspiró para luego asentir.

-Bien...- la marcha nupcial comenzó a sonar provocando que volviera a ponerse nervioso, em cualquier momento vería entrar por las puertas de la iglesia a su prometida.

[...]

-Cariño...- Tom Dupain observaba con melancolía a su hija, quién se posicionaba a su lado para después tomarlo del brazo. -Estás preciosa...-

-Gracias, papá...- sonrio levemente para luego mirar al frente y apretar con fuerza su ramo.

Las puertas del lugar se abrieron dandole paso a ella y a su padre, ambos caminaban rumbo al altar, Marinette seguía insegura comforme a cada paso que daba, pero al posar sus zafiros con las esmeraldas del rubio, aquello desapareció, regresandole la seguridad que necesitaba.

-Muchacho... El día de hoy te entrego uno de mis más grandes tesoros.- sonrió. -Mi hija, te pido que la cuides con tu vida, amala y respetala por el resto de tus días... Eso es lo único que te voy a pedir.- tomó la mano de la joven para entregarsela al de ojos verdes. -¿Puedo confiar en ti?- pregunto casi al borde de las lágrimas.

Adrien tomó la mano de su amada, quién no pudo evitar llorar ante las conmovedoras palabras de su progenitor.

-Por supuesto...- sonrió. -Su hija también es mi más grande tesoro y la cuidare así tenga que ser con mi vida.-

El mayor asintió satisfecho con su respuesta, le dio un beso en la mejilla a la azabache para luego ir y tomar asiento.

[...]

-Yo, Marinette Dupain-Cheng, te acepto a ti, Adrien Agreste, como mi legítimo esposo, para amarte, respetarte, estar a tu lado en la salud y la enfermedad, acompañarte en momentos de felicidad y de tristeza, ser tu compañera por el resto de nuestras vidas.-

El rubio acaricio la mejilla de la joven y mirandola a los ojos procedió a decir sus votos.

-Yo, Adrien Agreste, te acepto a ti, Marinette Dupain-cheng, como mi legítima esposa, para amarte, respetarte, estar a tu lado en la salud y la enfermedad, acompañarte en momentos de felicidad y de tristeza, ser tu compañero por el resto de nuestras vidas.-

El sacerdote les dio su bendición declarandolos finalmente marido y mujer.

Ambos sellaron esa promesa con un beso, sonriendo al separarse, después de todo eran Ladybug y Chat Noir, algo como el matrimonio no sería nada comparado con otras cosasba las que se habían enfrentado.

-¿Nos vamos Señora Agreste?-

-Claro, Señor Agreste.-

La pareja de recién casados se encaminó a la salida de la iglesia, para dirigirse a la limosina y en compañía de Gorila, ir a donde seria la recepción.

-¿Sabes que es lo mejor de las bodas?

Ella lo miró totalmente confundida.

-¿Qué?-

Él sonrió ladinamente para luego acercarse más a ella.

-La luna de miel.- susurró.

Aquella respuesta provocó un fuerte sonrojo en Marinette, quién le dio un golpe a modo de juego.

-Gato tonto.-

-Pero por ti, My Lady.-

No había duda, casarse fue la mejor decisión que habían tomado.

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