Marinette se encontraba sola en el patio de la escuela, su mejor amiga, Alya, tenía gripe por lo que no podía asistir a clases.

-¿Por que tenía que faltar ahora que más la necesito?- suspiró para después sentarse en una banca. -Ni si quiera yo se lo que me pasa...-

Centrada en sus pensamientos, no se dio cuenta de que cierto rubio la miraba a lo lejos, preocupandose al ver el estado de a quien consideraba su amiga.

-Oye hermano, te estoy hablando.- habló algo molesto, Nino.

-Perdona amigo... Pero ¿podemos hablar más tarde?

Él joven entendió, ya que justo antes de responderle, él modelo había ido en camino a ver a la de ojos azules.

-¿Marinette?- Se sentó a su lado.

La de rasgos orientales se giro a verlo totalmente sorprendida.

-¿A-Adrien?- se limpió con disimulo una lágrima que caía por su mejilla. -¿Q-Qué pasa?- trato de regalarle la mejor de sus sonrisas-

Él simplemente negó.

-Eso es lo que quiero preguntarte... ¿Qué pasa?-

La joven sonrio levemente.

-Nada, tranquilo, estoy bien no...-

-Una persona no llora por nada...- interrumpió. -¿Puedo ayudarte en algo?-

Ella simplemente negó a la vez que miraba nuevamente al suelo.

-No me pasa nada, en verdad.-

-... ¿Confías en mi?-

No hubo respuesta por su parte, el joven estaba por irse hasta que ella lo tomó de la mano.

-Últimamente me he sentido rara... No sé, me siento más torpe que nunca.- soltó una débil risa. -Creó que estoy enloqueciendo, no me hagas caso.-

Adrien suspiro para después soltarse de su agarre y posar la mano sobre su mejilla, dándole una leve caricia en la misma.

-No estás loca, Marinette, es normal que te sientas así, todos alguna vez nos sentimos torpes, inmaduros... Solos...- sonrío. -Pero no dejes que tu subconsciente de engañe, eres una excelente persona, la más lista, valiente, decidida y sobre todo eres una gran amiga, nunca dudes de ti, porque eres más de lo que piensas.- le guiño el ojo.

Ella se quedo sin palabras, toralmente sonrojada por sus palabras, por sus caricias, sólo fue capaz de sonreír bobamente.

-Y-Yo... E-Eh... G-Gracias, eres muy lindo... Q-Quiero decir, a-amable.- carraspeo.

El rubio soltó una risita ante su forma nerviosa de actuar, leventandose para después acariciar su cabeza de forma amigable.

-Vayamos a clase Marinette, después... No se, si tu quieres podríamos jugar algunos videojuegos después.- sonrío.

La joven asintió rápidamente a la vez que se ponía de pie.

-¡Me encantaría!-

-Bien... Entonces ya esta, es una cita.- le guiño el ojo para después comenzar a alejarse, antes de llegar a las escaleras se giró para verla nuevamente.- Por cierto... Te vez mucho mejor cuando sonríes.- dicho eso siguió rumbo a su salón dejando ahí a una sonrojada Marinette.

-Una cita...- se llevó las manos al rostro. -¡Adrien me invito a una cita!-

Es así como a veces pequeñas acciones logran grandes resultados en alguien decaído.

Un acto de verdadera amistad puede ayudar bastante en alguien ue se encuentre mal emocionalmente.

El cariño no sólo suele demostrarse en palabras... También en actos.