Marinette se encontraba en su habitación cociendo un disfraz de gato, el cual fue un pedido por la madre de Manon, ya que, la menor tenía un festival en la escuela,a donde se te quería ir disfrazado de algún animal, la niña como gran fanática de Chat Noir le pidio a su niñera que le hiciera un disfraz haciendo referencia al héroe.

-¡Te esta quedando genial Marinette!- hablo impresionada Tikki.

-Gracias.- sonrió la azabache a la vez que se recargaba en su asiento para estirarse un poco. -Ya casi termino.- bostezo.

Poco después un sonido proveniente del balcón de la joven llamo la atención de ambas, volteando así en esa dirección.

-¿Princesa?- logró escuchar un susurro.

-Pasa gatito.-

El joven rubio entró en la habitación de la azabache, una vez ahí se destransformo quedando así como civil.

-Pensé que estarías dormida.-

La joven suspiró.

-Tengo trabajo que hacer.- le señaló las telas que tenía regadas por toda la habitación. -La mamá de Manon viene mañana por el disfraz.-

El modelo tomo la prenda para verla mejor.

-Soy yo o es una versión miniatura de Chat Noir.- alzó una ceja divertido.

-Estas es lo correcto.- sonrió. -Manon es una gran admiradora tuya... Bueno, de ese gato.- le guiño el ojo.

Adrien soltó una carcajada para después dejar el disfraz en su lugar.

-Tiene buen gusto... Como yo.- sonrió ladinamente.

Marinette simplemente rodo los ojos para después acercarse a el y abrazarlo.

-No cambias.-

-Así me amas.- presumió para después acercarse a su rostro y robarle un beso que ella correspondió gustosa.

La de ojos azules disimuladamente fue subiendo las manos a su cabeza, colocándole así una diadema con orejas de gato y posteriormente separarse del beso.

-Te vez adorable.- sonrió burlona la azabache.

-Ja-ja, que graciosa.- se cruzó de brazos. -Aunque... Si, soy adorable.-

La franco-china negó a la vez que se acercaba nuevamente a su pareja para acomodarle la diadema.

-No tienes remedio.- beso claramente sus labios.

-Ni lo tendré.- le acaricio la mejilla para después fundirse en otro beso.

Momentos como esos, por más breves que fueran, eran los más especiales para ellos.