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Capítulo 3.

Narra Ava:

Luego de pensar por unos minutos más como salir de este sitio nos acomodamos rendidos en el suelo tratando de encontrar una posición cómoda, es obvio que no saldremos de aquí hoy, y por mi parte estoy bastante cansada y necesito dormir, así sea en una mina en un suelo rústico y desagradable.

De nada me sirvió quejarme por no querer dormir en este sitio, igual no hay más alternativa, era eso o quedarme despierta.

Y esa fue nuestra primera noche.

(...)

Despierto por los dolores en mi espalda, creo que haberme caído a una altura de unos siete metros y luego dormir en un suelo rústico no es la mejor cura para mi dolor de espalda.

Pero, ¿Qué más podía hacer? El cuerpo de Ben ya acurrucaba a alguien más.

Y ni siquiera la estaba acurrucando a ella, se acurrucaba él mismo.

Y ahora... ¿Y el desayuno?

Bien Ava, te mando saludos.

Tengo un hambre mortal y sé que no soy la única, Ben me mira con ganas de querer devorarme y no precisamente como yo he querido que lo haga. Me levanto agarrándome la espalda y me pongo en pie, estiro las piernas y los brazos mientras los otros dos hacen lo mismo.

—Muero por comer algo —dice Ben con un rostro desaliñado.

Si no estuviésemos atrapados con su novia le diría que me comiera a mí, pero en este momento no sería apropiado.

—Yo también tengo hambre —dice Haile estirándose.

—Bien... ¿Por qué no dejamos de quejarnos y vemos que podemos comer? —propongo.

—¿Qué especie de comida esperas encontrar en una mina? ¿Hamburguesas, sándwiches? —contesta Ben, frunzo el ceño—. Lo único que podemos encontrar son piedras, no te hagas ilusiones.

Creo que alguien se despertó de malas.

—No tengo muy altas expectativas pero algo más aparte de tierra y piedras debe haber en este sitio —respondo, rueda los ojos y el garabato de su novia hace lo mismo—. ¿Me ayudarán a buscar algo de comer o qué?

—Come piedras, eso es lo único que encontrarás —dice Ben lanzándome un puñado de ellas.

—Bien, si no quieren ayudarme a buscar comida entonces ayúdenme a seguir intentando salir de aquí —digo dirigiéndome al hueco cubierto de rocas inestables, lo observo por segundos y me pongo a pensar:

Al caer, pude haber muerto, ¿Por qué sobreviví para soportar esto? Es más, ¿Cómo también sobrevivieron ellos?

¿Estaba escrito en alguna parte que esto debía pasar?

—Es inútil —murmura Haile—. No saldremos de aquí por allí.

—Existe una posibilidad —susurro más para mí misma—. Podemos hacer algo para escalar y que no nos haga hacer tanto movimiento para no mover tanto las rocas y que no caigan sobre nosotros.

—¿Qué propones hacer? ¿Acaso tienes el número de spiderman? —dice Ben mirándome como si fuese idiota.

—Al menos pienso opciones para salir de aquí —digo mirándolo sin entender su repentina actitud.

—Opciones inútiles —bufa dándome la espalda.

Echemos la culpa al hambre por su mal carácter.

—Aunque señorita inteligencia promedio perfecto tenga razón, no podríamos escalar, estamos un tanto débiles —dice Haile.

Por fin dice algo inteligente.

—Tiene razón —contesta Ben.

¿En serio? No me sorprende que apoye lo que dice.

Suspiro y me tiro en el suelo de nuevo, recojo mis piernas y me coloco en posición fetal.

Tengo hambre, quiero salir de aquí.

Me siento como una hormiga cuando la encierran en un frasco, indefensa, sin nada que pueda hacer y sola.

Ya que, estoy sola. Estos dos no son de mucha ayuda y sólo parecen apoyarse entre ellos. Creo que si terminamos asesinando a alguien para comerlo, seré yo. Y lo peor no es eso, lo peor es darme cuenta que las palabras de Alissa eran ciertas de esta forma. Tal vez por eso caí en este hoyo con ellos, para darme cuenta que el hecho de que una persona te importa no significa que tú le importes a ella.

Creo que mi amor por Ben Gosling de miles de años está disminuyendo en decepción en tan solo un día.

Ya no me siento como una hormiga, ahora me siento como una cucaracha, como un bicho, un horrible, feo y sucio bicho.

¡Eso es! ¡Bichos!

Eso puede ser lo que nos mantenga vivos.

Según esos programas de Animalplanet, comer bichos es un buen plato de comida cuando quedas atrapado. Obviamente nosotros no somos como "Aprueba de todo" pero, si él no ha muerto por comer gusanos no creo que a nosotros nos mate eso.

Me levanto del suelo y Ben se me queda viendo cuando empiezo a buscar algún insecto.

—¿Qué haces? —pregunta Haile con el ceño fruncido.

—Busco insectos.

—¿Para comértelos? —pregunta en broma, pero deja de sonreír cuando se da cuenta que es en serio—. ¿De verdad comerás bichos? Que asco.

La ignoro y sigo en mi búsqueda de algún pequeño insecto, que no se vea tan asqueroso y que pueda comerlo sin vomitar. Encuentro una araña, aunque a decir verdad, encuentro varias, supongo que encontré su nido así que tomo una y la observo por unos segundos.

¿En serio soy capaz de comerla?

Suspiro e ignoro el rostro de asco de Haile acompañado con el de Ben. Antes de comerla pienso:

Si sigues aquí morirás de hambre en unos días, tal vez uno más, o dos, pero morirás, Ava, no hay comida y mucho menos agua, sólo suciedad, salidas mortales e insectos. Así que, cómelo.

Sin pensar más, abro mi boca y la como. Cruje al masticarla con mis dientes, Haile hace como si va a vomitar mientras la trago.

No sé si es el hambre que tengo pero, no sabe tan mal.

Tomo otra y la como igual.

—No está tan mal —digo masticando—. Cuando de verdad hay hambre hasta las piedras saben blandas.

—Quiero probar —dice Ben acercándose al nido, toma una con los dedos y la observa por unos largos segundos.

—¡Si comes eso no pienses que volverás a besarme! —exclama Haile, Ben la ignora y la come, arruga la cara pero no la escupe—. ¿A qué sabe? —curiosea.

—A araña —responde y toma otra igual que yo.

Todos comemos menos Haile. Admito que no fue un gran buffet pero al menos ya mi estómago no ruje como el motor de un auto. Y ya que hemos comido un poco, podemos seguir pensando en cómo salir de aquí. No pienso pasar otra noche en este sitio con estos dos.

—Debemos seguir pensando en cómo salir —digo, Ben frunce el ceño.

—¿Otra vez con eso?

—Por mi parte, ya no quiero volver a comer arañas y dormir en el suelo rústico, ya me basto con una vez —Ben me ignora y sólo se sienta en el suelo de brazos cruzados, no puedo creer que no quiera hacer ni el mínino esfuerzo por salir de aquí, de Haile lo creo pero ¿De Ben?—. ¿En serio te quedarás ahí? ¿No piensas ni mover un dedo para ayudarme a salir de aquí? —se queda callado sin decir ni una palabra, mi rostro se pone rojo, pero no de un sonrojo por su hermosa sonrisa, sino de rabia por su ignorancia.

Creo que jamás pensé que Ben Gosling podría ser tan inútil e ignorante.

Me volteó y me dirijo hacia otra parte de la mina, hasta el acantilado podría ser menos suicida que permanecer con ambos.

—Si encuentras una salida nos avisas —escupe Ben, cierro mis manos en puños y las apretó con fuerza, justo ahora no estoy pensando en brincarle encima y besarlo con lujuria, quiero brincarle encima y golpearlo hasta que quede morado. Pero no lo hago, lo ignoro y camino por la oscuridad hasta llegar al acantilado. Lo observo por largos minutos, tratando de encontrar alguna forma de salir de esté sitio viva, pero no la encuentro y empiezo a pensar que no la hay.

Me siento a unos centímetros del acantilado, ni tan lejos ni tan cerca, puedo sentir la brisa soplarme la cara y el agua moverse y chocar con las piedras. ¿El acantilado está afuera de la mina o la mina está dentro del acantilado?

Desde aquí adentro sólo se ve prfundidades de agua.

Me levanto con mucho cuidado y me agarro de las rocas de la pared de adentro de la mina, asomo mi cabeza y veo hacia abajo, hacia la profunda distancia que hay de donde estoy hacia la salida, hacia el mar y las rocas, intento ver a los lados pero empiezo a marearme, los nervios de poder resbalarme y caer hacen que me suden las manos y mi agarre sea inestable, mucho más de lo que ya es. Mis manos empiezan a temblar y mis dedos empiezan a soltarse haciendo que empiece a perder el control. Intento respirar y tranquilizarme pero no puedo, mi corazón late cada vez más rápido, siento un nudo en la garganta y en cuestión de segundos cuando logro lanzarme hacia dentro de la mina de nuevo, vomito.

Mi cuerpo tiembla y mi corazón no logra tranquilizarse hasta después de unos minutos.

¿Cómo hice eso? ¿Por qué arriesgue mi vida por esa estupidez?

¿Cómo eres tan idiota, Ava?

Me alejo del acantilado y empiezo a llorar descontroladamente y sin algún consuelo. Caí en este sitio por no escuchar a Alissa, por salvar a alguien que aparentemente no movería ni una pelusa por mí. Caí en este sitio por estúpida, por creer que podría ser el príncipe azul de alguien cuando, la verdad es, que ese no es mi papel y más aún cuando los tales príncipes azules no existen.

Me siento e intento tranquilizarme, miro la vista que se puede ver desde el hueco que da al acantilado, observo el cielo, las nubes, el atardecer... Pero eso no logra calmarme, sólo me entristece más el hecho de que se hace de noche y pasaré otro día aquí.

Me acomodo en el rústico suelo y sigo sollozando, tal vez llorar no me saque de aquí pero está es la única manera de desahogarme.

Mientras las silenciosas lágrimas resbalan por mis mejillas y los molestos mocos de mi nariz empiezan a aflojarse, pienso en todo lo que ha cambiado en estos dos días: lo primero sería mi obsesión por Ben Gosling, mi manera de verlo ya no es la misma, supongo que no lo conocía, no había pasado suficiente tiempo con él, y ahora que sé cómo que es y que es un ignorante, no creo quererlo como el padre de mis hijos.

Y no es como si él se muriera por serlo.

Lo segundo sería yo y mi testarudez: no escuché a Alissa, fui tan testaruda que me cegué yo misma y ahora estoy en una estúpida mina arrepentida y atrapada con un inútil jugador de fútbol y su garabato de novia.

Lo tercero sería mi manera de ver a las personas: Ben no es lo que yo pensaba que era, no es inteligente ni mucho menos amable, y aunque debería decir que juzgue a Haile sin conocerla, no lo diré porque la marsupial esa es tan hueca como siempre pensé.

Y aunque debería odiarla menos porque ya Ben no me interesa como antes, aun me gusta pero no con tanta intensidad, no puedo lidiar con la tan pesada personalidad de su novia.

Y pues mírenme a mí, acurrucándome a mí misma criticando a los demás.

Pues en algún momento todo esto se los diré en la cara, y ese momento será cuando me interese levantarme e ir a ver si siguen vivos o si están conspirando para matarme y comerme.

Debo estar muy alerta, con esos dos nunca se sabe.

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El acantilado en multimedia.

Espero que les haya gustado...


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