37: Aprende a vivir en libertad
Las gotas siguen cayendo, pero al menos ahora no lo hacen con tanta fuerza. Cada vez se vuelven más débiles, como yo, como mi corazón.
Mi mente está más nublada que el cielo, acaricio a Verdad intentando comprender lo que ocurre a mi alrededor.
Algo dentro de mí ha cambiado, el vacío en el pecho ahora se siente distinto, hay un peso sobre mis hombros que ya no existe, y no sé como sentirme al respecto. Desde el momento en el que comprendí que Ella no me necesitaba en su vida, sentí como si las cuerdas invisibles que ataban mis muñecas se soltaran.
Quiero creer que me quiere, o al menos que lo hizo, que no soy tan solo un plan de emergencia para cuando ya no puede soportar más su vida.
«Este era el desafío del que hablaba Madre, el que nos llega a todos.»
Entender que mi presencia con ella lo que hará es dañarla más fue lo más difícil, y es lo que más duele.
Porque comprender no es lo mismo que aceptar, y me haya querido o no, puedo decir que mi amor por ella fue real y siempre lo será. Al menos ahora sé que su felicidad no está conmigo, mucho menos su cordura.
Mirko intenta sonreír, acerca sus dedos a Verdad y la acaricia con suavidad. Los cortes en su rostro y las heridas en su cuerpo se han cerrado un poco, al menos ahora está limpio y curándose.
Veo lágrimas en su rostro y me odio por no poder odiarlo después de sus mentiras, no soy capaz de odiar a alguien que sufre. La piel oscura de Theo se ha tornado casi gris, está acostado y con sus dedos dibuja figuras de neón en el aire.
La pobre chica recién llegada intenta cambiar las gasas de mi amigo, pero él se mueve y hace gestos graciosos para ver si logra hacernos reír.
No puedo odiarlo, porque él no me odia a mí.
Miro la ventana y me concentro, las gotas se vuelven más delgadas, la lluvia aminora aún más. Mis manos tiemblan, estoy sedienta y mareada.
«¿Cómo he podido causar una catástrofe tan grande?»
Siempre había pensado que el agua resultaba algo puro, pacífico, magnífico. Una tormenta tan fuerte que causa inundaciones y un accidente de tránsito que deja los dos padres de un pequeño en coma no es para nada algo que veía venir. Mucho menos entender que había sido causada por mi dolor.
Recuerdo el día en que Marco me apartó en Karma, y como estuve a punto de atacarlo sin darme cuenta. Quizás debería estar más consciente de lo que ocurre alrededor, o dentro de mí.
La chica sonríe, no es mejor enfermera que Cutler pero hace el intento; al menos se trata de un buen reemplazo. ¿Quién podría haber pensado que algo tan trágico podría traer al menos una cosa buena? Nina tiene casi 72 horas de haber sido creada, por un niño en una situación parecida a Mario que necesitaba con todas sus ansias alguien que curara a su hermana menor. Un niño puro, como Ella cuando la conocí.
Mirko se pone de pie y yo lo miro sin verlo, Theo sonríe y se incorpora con lentitud. Extiende su mano, como si quisiera decirle algo y el cabello de mi amigo se torna rojizo. Incluso moribundo, el barbudo luce imponente. Quizás es por eso que me resulta adorable cuando agarra a mi amigo por el cuello de la camisa y le planta un beso en la comisura de los labios.
—Tenemos que hablar con Madre —susurra temblando, con la piel de gallina y una sonrisa que grita que todos sus problemas desaparecieron por unos segundos. Theo ríe, yo río, Nina ríe y en este instante todo es perfecto de nuevo.
Yo asiento, lo sé, no nos queda otra opción. Inhalo, cierro los ojos e intento detener la lluvia de una buena vez. Poco a poco las gotas se vuelven más finas, sé que estoy a punto de lograrlo. Verdad nos guía hasta la puerta y Mirko la sigue como si fuera lo más normal del planeta, cuando lo miro solo se encoge de hombros. Si ella quiere liderar, supongo que la seguiremos.
Recorremos el camino en silencio, desde la enfermería hasta el piso superior. No quiero ir, no quiero hablar con nadie.
Sé que estaba desesperada por llegar a la adultez, salir del rito de paso de una vez por todas y pertenecer por fin a los demás.
¡Pero esto no era lo que quería que ocurriera!
A pesar de sentir menos peso, algo en mí está vacío.
«¿Cuándo se habrán enterado los demás de lo que éramos? ¿Les habría dolido la separación tanto como a mí?»
Llegó el turno de contar tu historia. ¿Es Elara la primera avin que conoces?
Háblame de ti. De tus sueños, tus inquietudes. Quiero escucharte, estar allí como tú lo estuviste para Elara a lo largo de toda la historia.
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