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𝐢𝐯. 𝖺 𝗇𝗈𝗍𝖾

004. ┊໒ ⸼۰CHAPTER FOUR
Una nota

El expreso de Hogwarts, una reluciente máquina de vapor de color escarlata, estaba allí, y de él salían nubes de vapor que convertían en oscuros fantasmas a los numerosos alumnos de Hogwarts y sus padres, reunidos en el andén. Roy, Jack y Lydia, entraron a coger sitio, y no tardaron en colocar su equipaje en un compartimiento de uno de los vagones centrales del tren. Luego bajaron de un salto otra vez al andén para despedirse de sus familias.

—Quizá nos veamos antes de lo que piensas —le dijo Sirius a Lydia, sonriendo, al abrazarla.

—¿Por qué? —le preguntó Harry muy interesado.

—Ya lo verás —respondió James—. Pero no le digan a Remus que he dicho algo, porque, al fin y al cabo, es «información reservada»

—Sí, ya me gustaría volver a Hogwarts este año —dijo Sirius con las manos en los bolsillos, mirando el tren con nostalgia.

—¿Por qué? —quiso saber Jack, intrigado.

—Porque van a tener un curso muy interesante —explicó James, parpadeando—.
Quizá podría hacer algo de tiempo para ir y echar un vistazo a…

—¿A qué? —preguntó Roy con curiosidad.

—¡Mamá, quiero saber!

—Se van a enterar en Hogwarts —respondió Lily—. Ahora suban al tren, recuerden que los amo mucho —con eso dicho, un abrazo y un beso, ambos hermanos subieron al tren.

—Yo quería saber que pasaba —se quejo Roy con molestia.

—Tía Lily dijo que nos enteraremos en Hogwarts —rodó los ojos Lydia—. Ahora vamos a la reunión de prefectos —tomo su brazo y comenzó a caminar junto a Jack que los seguía.

Todo bajo la vista de Hermione que veía como Roy sonreía con emoción al tener a Lydia cerca. La chica suspiro mientras caminaba a su propio vagón.


( . . . )


La lluvia no había mejorado, caía con mucha fuerza. El viento azotaba los árboles del camino a Hogwarts. Hace tiempo que habían llegado a la estación pero muchos habían decidido quedarse para no mojarse, otros se aventuraban. Lydia fue una de las que decidió aventurarse junto a Jack, Roy decidió quedarse por temor a enfermarse. A lo lejos vio a Hermione, parecía que no sabía que hacer, se acercó a ella.

—¿Todo bien? —ella brincó del susto.

—¡Roy! —tocó su corazón calmando su respiración.

Roy sonrió con diversión y se acercó más a ella.

—¿Qué haces aquí?

—Lo mismo que tú, no quiero mojarme —levanto sus hombros.

—Ya veo... —miro a la lluvia y después a ella—. Nos vamos a perder los carruajes y el banquete si seguimos aquí —le hizo saber.

Hermione mordió su labio por sus palabras.

—¿Y que hacemos? —preguntó—. Si vamos a la lluvia nos mojaremos y nos podremos enfermar y luego faltaremos a las clases y vamos a reprobar y-

—Respira —la tomó de los hombros mientras la movía levemente—. No vamos a reprobar nada —sonrió con cariño por su pequeño discurso—. Iremos en ese carruaje —señalo el último carruaje, solo hacían falta ellos en la estación.

—Pero- —se quedó callada por la mirada de Roy—. Todavía llueve mucho.

—Usaremos un paruja —le dijo sacando su varita.

—¿Un qué? —lo miró como si estuviera loco.

—Un artefacto muggle, para la lluvia, ya sabes —conjuro un hechizo dejando ver un paraguas.

Hermione no soportó la carcajada y se rió con ganas, Roy frunció el ceño por eso.

—¿Que-

—¡Eso es un paraguas! —dijo riendo.

—¡Ahh! —asintió—. Lo siento, aún no se muy bien las cosas muggles, mi madre nos enseña a Harry y a mi pero se me complica un poco —se vio avergonzado.

—Esta bien, todos podemos equivocanos—sonrió.

El paraguas era mágico, transparente y salía de la varita de Roy. También era pequeño.

—Tendremos que juntarnos para no mojarnos —Roy puso su mano sobre el hombro de Hermione—. ¿No te molesta?

La chicha negó enseguida y el chico comenzó a caminar directo al carruaje, una vez ahí ambos subieron y se sentaron juntos para no mojarse. El resto del camino fue silencioso, pero Hermione no desaprovechó la ocasión para mirar al chico del cual estaba enamorada.

Una vez que llegaron al castillo, la lluvia se había reducido, Roy ayudo a Hermione a bajar y ambos comenzaron a caminar directo al comedor.

—Muchas gracias por eso —agradeció la chica.

—No es nada, lo haría por cualquiera —la sonrisa de Hermione flaqueo pero fingió que no le dolió el comentario.

«Por supuesto que lo haría por cualquiera, ¿por qué pensó que ella era especial?» se reprendió mentalmente mientras caminaba hacía donde estaban sus amigos.

—¿Dónde estabas? —Lydia le preguntó.

—Por ahí —fue lo único que dijo—. ¿Qué dice Dumbledore?

—No lo sé, algo de un anunció importante que dará cuando la cena termine.

—¿Dónde está el nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras? — preguntó Roy, mirándo a la mesa de los profesores.

—¡A lo mejor no han podido encontrar a nadie! —dijo Hermione, preocupada. Lo había escuchado desde su asiento.

—Lo dudo —negó Lydia.

El profesor Dumbledore se puso en pie. Sonreía a los alumnos, con los brazos abiertos en señal de bienvenida.

—Tengo sólo dos palabras que decirles —dijo, y su profunda voz resonó en el Gran Comedor—: ¡A comer!

—¡Obedecemos! —dijeron Harry y Roy en voz alta, cuando por arte de magia las fuentes vacías de repente aparecieron llenas ante sus ojos.


( . . . )


Una vez terminados los postres y cuando los últimos restos desaparecieron de los platos, dejándolos completamente limpios, Albus Dumbledore volvió a levantarse.

El rumor de charla que llenaba el Gran Comedor se apagó al instante, y sólo se oyó el silbido del viento y la lluvia golpeando contra los ventanales. Unos cuantos anuncios aburridos de cada año, al igual que un nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras que daba miedo. Pero lo que llamó la atención de Roy fue otra cosa.

—Es también mi doloroso deber informarles de que la Copa de quidditch no se celebrará este curso.

—¿Qué? —dijo Roy sin aliento.

Le iba a dar un para cardíaco.

—¿Escuché mal? —Roy se dirigió a Lydia quien negó con su cabeza.

—Esto se debe a un acontecimiento que dará comienzo en octubre y continuará a lo largo de todo el curso, acaparando una gran parte del tiempo y la energía de los profesores… pero estoy seguro de que lo disfrutaran enormemente. Tengo el gran placer de anunciar que este año en Hogwarts… tenemos el honor de ser la sede de un emocionante evento que tendrá lugar durante los próximos meses, un evento que no se celebraba desde hacía más de un siglo —dijo con una grata emoción levantando las manos—. Es un gran placer para mí informarles de que este curso tendrá lugar en Hogwarts el Torneo de los tres magos.

Roy abrió los ojos en grande al escucharlo, había leído del torneo de los tres magos, también su madre le había contado sobre eso. Era peligroso, demasiado, el premio ni siquiera valía la pena.

—¿Todo bien, Roy? —el chico se giro a mirar a Hermione quién lo miraba con preocupación.

Iban directo a los dormitorios de Gryffindor. La cena había terminado.

—Si, solo algo distraído por lo de la cena —le resto importancia con una débil sonrisa—. ¿Y tú, como estás?

—Estoy bien —le sonrió.

—Increible, espero que duermas bien, Hermione —se acercó a ella para besarle la frente.

Era una muestra de cariño que no esperaba, pero fue una alegría a su corazón.

—Descansa —con eso dicho comenzó a caminar a su habitación. Al llegar se encontró con los gemelos Weasley y Lee.

—¿Entrarás al concurso Roy? —preguntó Lee.

—¡El no tiene diecisiete años, tonto! —le dio un zape Fred.

—¡Ay Lee! —se quejo George por el comentario de su amigo.

Roy sonrió y camino directo a su cama, dónde se encontró con una nota.

Roy:

En el cielo hay estrellas Que no he podido contar. En tus ojos hay miradas, que no logro descifrar.

Solo sé que tienes algo que me llama la atención. Se ha metido en mi alma. Y se robó mi corazón.


Hermes.

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