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Capitulo 18

Jennie Kim

Desde que terminó de pronunciar esas palabras mi mente las repetía como bucle en mi cabeza.

Ocho meses

Ocho meses

Ocho meses de vida le quedaban a lisa.

Mire a lisa a mi lado y su rostro me destrozó, se veía tan vulnerable, parecía perpleja por lo que acababa de escuchar y hasta podría decir que sus ojos se veían rojos.  Parecía que estuviera apunto de llorar y aquello me rompía el corazón. Si expresión cambió repentinamente, nunca demostraría que esto le estaba doliendo. Se levantó de su asiento y así sin más salió corriendo del lugar.

No dude ni un segundo y, sin siquiera despedirme de mi hermano salí corriendo detrás suyo. Lalisa se encontraba ya casi al final del largo pasillo y sin dudarlo intenté llamar su atención.

— Lisa — grité haciendo que ella se estuviera abruptamente, ella se giró hacia mi y me dolió ver su rostro con algunas lágrimas caer por sus mejillas.

— ¿Que? — su voz se escuchaba casi nula, como si casi no pudiese hablar.

— ¿A dónde vas?

— No lo sé — murmuró con un hilo de voz.

— ¿Por qué te pones de esta forma? — ella me miró incredula.

— ¿Que por qué me pongo de esta forma jennie? Me acaban de decir que me quedan ocho meses de vida — me sentí una tonta — ¿De que otra forma debería de ponerme?

— Cuando te conocí demostraste no temerle a nada, y mucho menos a la muerte.

— No, cuando recientemente te conocí eso era lo que quería morir, no quiere decir que no le tuviera miedo al hacerlo.

Me quede en silencio, en un gran silencio que por un momento me llegó a parecer incómodo, lisa se acercó más hacia mí conforme lo hacía no pude evitar pensar que subestime muchas cosas sin preguntarlas antes y que además lo que había dicho hace minutos era tonto.

— No estoy de esta forma por eso tampoco, da igual, el momento iba a llegar y por dios claro que me asusta — exclamó — Pero estoy llorando porque estoy enojada conmigo misma.

— ¿Por qué lo estás?

— Porque…te dejé entrar en mi vida jennie, deje que esto que nosotras teníamos fuese más allá de lo debido y ahora esto, estoy enojada porque no tendré lo que quería a tu lado, estoy enojada porque te deje entrar a mi vida y saldrás de ella lastimada, estoy enojada porque la que va a sufrir más esto eres tú, mucho más que yo, estoy enojada porque siento que te dejare sola aquí.

Cada vez tenía más lágrimas en su rostro, cada vez su voz se escuchaba más rota, cada vez su mirada se veía más vacía.

— No llores por mi, no pienses en mí, no lo hagas.

— No puedo evitar hacerlo pero no me siento bien, no puedo…

Ella se giró nuevamente hacia al frente dándome la espalda y comenzó a caminar decidida para llegar al final del pasillo.

— Lalisa — grité nuevamente — ¿A dónde vas?

— No tengo idea, pero no puedo estar contigo en este momento.

Ella desapareció por el pasillo, ya no la ví y aquello me destrozó por completo. Tenía inmensas ganas de llorar, las tenía desde que había escuchado a mi hermano pronunciar eso y me estaba aguantando las ganas de hacerlo.

Lisa no me iba a ver llorar, me aseguraría de que no lo hiciera.

No quería volver a casa, era lo último que quería hacer, así que me fuí en mi auto a perderme por la ciudad. No iba a ningún lugar específico, solamente me digne a conducir sin un destino, a dónde que sea que me llevará el auto que estaba conduciendo. Di un paseó entero por la ciudad y he de decir que habían ocasiones en las que no tenía idea de dónde estaba, puesto que me perdía en calles que desconocía. Fue así hasta que se hizo de noche.

Cuando llegué y abrí la puerta de la casa, fui recibida por la oscuridad que había en la sala. Todo estaba por completo a oscuras, con tan solo la débil luz que entraba por la ventana de la cocina. Dejé mi bolso en una mesa que estaba justamente a lado de la puerta. Fue entonces cuando ví a lisa recostada en el sofá, escuchaba debiles sollozos de donde ella se encontraba.

Me acerque hacia ella y me senté en el pequeño espacio que no estaba abarcado por ella. Ni siquiera había notado que había llegado pero cuando me senté a su lado si que pareció notarlo.

Ella comenzó a levantarse y mientras que lo hacía dejaba de lado el cojín en el que había estado llorando, limpió su rostro con sus manos y detuvo su mirada fijamente en mí.

— Pensé que no…vendrías hoy.

— ¿Por qué?

— No lo sé, ya es tarde y supuse eso.

Me acerque más hacia ella y coloqué una de mis manos, en su mejilla, limpiando las lágrimas que había en ella. Acaricié delicadamente la mejilla de lisa mientras que ella ponía su mano en mi brazo acariciándolo también. Lisa hizo un puchero mientras que ponía su rostro contra mi hombro.

— ¿A dónde fuiste? — pregunté.

— A ningún lado, pasé toda la tarde aquí.

— ¿Llorando? — ella asintió.

— Dormida y llorando.

— Pensé que irías a otro lugar, dijiste que no querías verme.

— Yo supuse que irías a tu trabajo o algo parecido y así fué, aunque si hubieras venido antes tan solo me la hubiera pasado en mi habitación o aquí contigo…no lo sé

Me sentí mal por no haber venido antes, no había pensado en la probabilidad de que estuviera aquí, la imaginaba en cualquier otra parte excepto aquí.

— ¿Te encuentras un poco mejor?

— Solo porque estás aquí.

La separé delicadamente de mí, sus ojos estaban rojos, seguramente de lo tanto que había llorado y pensar que había pasado casi toda la tarde llorando sin parar hacía que me doliera el corazón.

— Eres preciosa lisa — quité un mechon de su cabello que se había colado por su rostro.

— No tanto como tú.

— Puedes dejar de llorar por lo que me dijiste en el hospital ¿Por favor?

— No puedo dejar de pensar en eso, en pensar y preocuparme más por tí que por mi misma, porque si, daría mi vida por tí, aunque no quede demasiado de ella…

— No, piensa en ti, por favor se egoísta y piensa en ti antes que en mi. Yo estaré bien, te lo prometo.

No, necesitaba aferrarme a ella, la necesitaba a mi lado, quizá no sería capaz de sobrevivir sin ella pero jamás le demostraría como en verdad me sentía.

— No quiero serlo.

— Debes serlo, se egoísta, hazlo por mí.

Lisa asintió y recostó su cabeza en mis piernas. Acaricié su cabello y así pasamos lo que pareció más de una hora, solamente en la compañía de la otra en la oscuridad de nuestro hogar y seguramente con mil cosas que decir, pero no hicieron falta, porque fue como si ambas sintiesemos lo que la otra tenía por decir.

Pensé que lisa se quedaría dormida en mis piernas, pero no fué asi, si no que cuando pasó una hora ella se levantó y fue en marcha a la habitación.

— Vayamos a dormir.

No me negué ni mucho menos, mas bien la seguí, la seguí hasta la habitación y ambas con la ropa que llevabamos puesta nos acostamos en la cama. Con mi brazo rodé por completo su cuerpo, atrayendolo más hacía mí, apretándola con fuerza como si en cualquier momento pudiese irse.

Fue entonces cuando pasado ya un rato desde que ambas estábamos recostadas cuando me di cuenta de que ella estaba por completo dormida, miré su rostro nuevamente y tan solo lo ví un poco hinchado por lo que había llorado, sus mejillas rojas y sus labios también, pero seguía viendose hermosa como siempre.

Separé mi brazo de ella y tan solo lo dejé en su espalda, sin rodearla por completo.

Fue cuando me dije a mi misma que debía desahogarme, que debía hacerlo porque si no lo hacía ahora mismo en cualquier momento iba a explotar y podía ser cuando lisa estuviera despierta y a mi lado. Así que si, comencé a llorar, pensándo en que simplemente en unos meses más ella ya no estaría a mi lado y pensarlo hacia que sollozara cada vez más fuerte, lloré durante toda la noche hasta que ya no tenía nada más para llorar y que me quedé profundamente dormida.

Con un solo pensamiento en mi mente, lisa.

~

Al día siguiente que nos despertamos  tarde, muy tarde. Ambas desayunamos juntas y conversamos un poco, no fue incómodo, lo estaba disfrutando. El día de hoy no asistiría a mi trabajo, tenía pensado trabajar desde casa y pasar lo más que pudiera del día con lisa.

Cuando ya habíamos desayunado decidimos salir a comprar algunas cosas que necesitabamos en la casa. Dimos un paseo pequeño por la ciudad comprando algo de comida para nuestro hogar y unas cuantas cosas que hacían falta. Pero por alguna razón terminamos en una tienda de discos, álbumes y cosas parecidas. Lisa no dudó ni un segundo en entrar y claramente yo le seguí.

Había discos y álbumes viejos, como otros no tan viejos. Habían algunos de lady gaga y unos cuantos de Micheal jackson, eran los que conocía pero los demás que había no tenía idea.

— Compraré este para nuestro siguiente viaje, creo que es el único gusto músical que tenemos en común — dijo mostrándome uno de los albumes que había.

— Me parece perfecto.

¿Por qué hacíamos planes cuando no sabíamos si podríamos hacerlos?

— ¿Llevarás algo? — preguntó lisa, yo negué con la cabeza y ella se encaminó hacia donde estaba la cajera para poder pagarle.

Cuando terminamos de pagar y de ver la tienda ambas salimos y nos subimos al auto. Lisa dejó lo que había comprado en el asiento trasero, junto con las otras cosas que llevábamos atrás. Encendí el auto y lo puse en marcha, supuse que ya iríamos a casa pero antes de asegurar algo quise preguntarle por si es que no quería ir a otro lugar antes.

— ¿Vamos ya a casa?

— ¿Podemos ir a otro lugar antes?

— ¿A dónde? — pregunté con curiosidad y sorpresa.

— Recuerdas dónde…nos besamos — sonreí.

— ¿En la carretera?

— Si.

— ¿Quieres ir ahí? — ella asintió — Está bien vamos allá.

Llegar hacia allá nos costó bastante tiempo, bueno estábamos del otro lado de la ciudad entonces fue bastante tardado el llegar, pero en el transcurso lisa puso el disco que había comprado y se la paso cantando todo el camino. No pude evitar sonreír y cantar junto con ella, me sentía tan viva tan feliz en este momento.

¿Cómo era que en unos meses ya no me sentiría así?

Llegamos a nuestro destino y lisa con una sonrisa se bajó del auto. Fue directamente hacia el césped seco en dónde nos habíamos sentado la última vez y se acostó en el, yo le seguí claramente pero solamente me senté a su lado.

— No sé si mañana despertaré, y bueno quería visitar este lugar — de repente dijo.

— Ocho meses lisa, no un día.

— Nunca se sabe jennie, eso solo es una subestimación de lo que cree que viviré, no puede saber si al día siguiente puedo ya no estar viva.

Ni siquiera había pensado en esa posibilidad, y ahora que lo hacía me daban ganas de llorar.

— En realidad estés enfermo o no, no sabes si al día siguiente despertarás y creo por ello que debes de aprovechar cada día lo más que puedas y no pensar en lo que pudiste o no haber hecho.

— Pero no siempre podemos hacer todo en el momento, porque no tenemos los medios para hacerlo o por cualquier otra cosa que lo pueda impedir.

— Entonces vivir cada día al máximo.

— ¿Cómo es que pasaste de decirme que querías morir a decirme esto? — lisa me dió una pequeña sonrisa.

— No lo sé, quiza tu provocaste esto.

— Así que ¿Es mi culpa tu cambió de opinión respecto a la vida?

— Se podría decir — ha dicho dudosa..

— Me encanta este lugar — dije cambiando repentinamente el tema de conversación.

— A mi también, creo que es una de las pocas cosas que extrañaré cuando ya no esté aquí.

— ¿Crees haber vivido una linda vida?

— La estoy teniendo, pero más cuando tú llegaste a mi vida.

— ¿Pasaremos estos meses juntas cierto?

— Por supuesto, no me despegare de ti ni un segundo, ni siquiera cuando te estés duchando — la miré sorprendida y ella soltó una carcajada — ¿Que? No es mala opción.

— Lo que digas.

Lisa se sentó a mi lado y se acercó hacía mí para darme un beso. Sus labios húmedos contra los míos me causaban escalofríos y su mano en mi cintura no ayudaba mucho con ello. Su lengua rozando la mía y explorando por completo mi boca me hacía querer más de ella, mucho más.

Entonces ella se separó de mí y me miró con dulzura mientras que acariciaba mi mejilla.

— Eres una de las mejores cosas que tengo hasta ahora, y si no hay un mañana podré decir que lo mejor que me pasó en la vida.

Sus palabras eran dolorosas y dulces. Sus palabras eran melancólicas y románticas. Sus palabras eran bipolares en mí.

— A donde sea que vaya cuando muera podré presumir a quien sea que esté en ese momento, que estuve los últimos meses de mi vida con el amor de mi vida.

La mire sorprendida por sus palabras pero son poder evitar que una gran sonrisa saliera en mi rostro.

Había dicho que yo era el amor de su vida y todavía no podía creer sus palabras.

— ¿El amor de tu vida?

— El amor de mi vida.

La historia casi llega a 5,000 lecturas 😭😭

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