V E I N T I O C H O
—¿Qué película vemos ahora? —le pregunté al chico junto a mí.
Estuvimos desde la mañana viendo películas y encerrados en mi habitación, la verdad no me molestaba para nada tenerlo aquí todo el día, me gustaba. Papá y mamá no estaban, luego de que volvieron del doctor se fueron a la casa de mis abuelos, por lo tanto, estamos completamente solos.
—TN —presté atención, tomó el control de la televisión y la apagó. ¿Qué le pasa?— Yo recuerdo que me habías dicho que cuando me curara del todo, podía follarte las veces que yo quisiera y cuando yo quisiera.
¡Santa Maria virgen! Se puso hot el bad boy.
Mis ojos se quedaron desorbitados llenos de sorpresa, lo había dicho sin ningún tipo de vergüenza. Claro que recuerdo lo que le dije, pero ese día me dominaba la calentura y que yo recuerde, no estaba mucho en mis cinco sentidos.
—Jungkook...y-yo... —ni siquiera me dejó terminar. Calló mis labios con los suyos.
Quise detenerlo, pero...no, en verdad no hice otra cosa más que seguirle el beso. Con una de sus manos tomó mi cintura y me colocó a horcajadas sobre él, el bulto dentro de sus pantalones ya se estaba haciendo notar debajo mío, dejándome saber lo que deseaba.
Su lengua pidió permiso para entrar y encontrarse con la mía, permití el acceso y le dejé vía libre para que se adentrara e hiciera lo que se le dé la gana. Los sonidos que salían producto de ese beso tan escandaloso, en otra ocasión más consciente, me hubieran dado asco, pero ahora que estoy tan prendida, me encanta y demasiado.
Sus manos fueron metiéndose por dentro de mí blusa, me daba caricias suaves, las cuales me hacían estremecer. Me estaba tratando como si estuviera hecha del cristal más delicado y tuviera miedo de romperme.
Es que te va romper.
Gracias por interrumpir un bonito momento.
Mi mano hizo presión en su nuca, quería que aquel beso se tornará más intenso, como si no fuera suficiente la intensidad que ya tenía. Me giró con cuidado, dejándome debajo suyo, colocó un brazo a cada lado mío y escondió su rostro en mi cuello.
No podía evitar morder mis labios al sentir lo placentero que era su forma de tratar la piel de ese lugar tan sensible. Metí mis manos por debajo de su camiseta blanca y comencé a arañar su espalda. Tiré la cabeza hacia atrás, lo más que podía para que pudiera besar toda la extensión de mi cuello.
Beso mi clavícula y de ahí fue descendiendo lento y de forma tortuosa. Está de más decir que mis bragas se encontraban completamente húmedas y que mi intimidad pedía a gritos atención. Jugó un poco con los bordes de mi blusa para luego retirarla, sonrió coqueto cuando vio mis pechos, los cuales observaba con deseo.
—Si digo que eres perfecta, me quedo corto —sonreí y atrapó mis labios nuevamente.
Por momentos me besaba con dulzura, pero por otros la lujuria se apoderaba de él. Solté un quejido suave, cuando sus manos comenzaron a masajear mis pechos. No soy virgen, perdí mi virginidad hace años y para nada se comparaba con esto, Jungkook me toca de una forma diferente, una inexplicable.
Escuché un "click" proveniente de mi sostén, el cual poco a poco fue retirado por el pelinegro. Mojó sus labios cuando vio por fin mis senos liberados, estaba tan desesperada que mis pezones se encontraban erectos. Cuando su boca caliente hizo contacto con uno de ellos, me aferré con fuerza a las sabanas, no solo había sido sorprendente sino que también exquisito.
—Jungkook...joder.
Una vez oí que alguien dijo: Las mujeres son como un violín, solo tienen que encontrar a alguien que las toque a la perfección. Y yo acabo de encontrar a quien lo hace tan perfectamente que es capaz de hacerte sentir en el mismo paraíso y al mismo tiempo, sientes que te quemas por las llamas del maldito infierno.
Su boca dejó mis senos, me tomé la libertad de verlos, estaban rojos y ni siquiera me había dado cuenta cuando me mordió, alrededor de cada uno quedó la marca de sus dientes. Este hombre es impresionante.
Hice contacto visual con él, se levantó para quitarse la camiseta y fue ahí cuando la boca se me abrió tan grande, que me dolió. Tenía el abdomen bien marcado y sus cuadritos parecían una barra de chocolate.
—¿Te gusta lo que ves, bonita?
—¿Tú que crees? —soltó una risa escandalosa.
Desabrochó mi short de jean y lo bajó lento y con toda la paciencia del mundo, cosa que yo no tenía para nada. Se mordió el labio inferior al ver mis bragas negras con encaje; justo hoy se me ocurrió optar por esas.
—No tienes una idea de cómo amo la ropa interior con encaje —pasó su mano por encima de la fina tela, provocando que mi intimidad se sintiera más necesitada.
—Joder Jeon, ya deja de jugar y haz algo de una buena vez —sonó más como súplica que como orden. Ya no aguantaba mas, estaba a nada de arrancarme las bragas y meterme mano yo sola.
Sí, estoy desesperada y el maldito idiota que tengo enfrente mío no hace nada.
—Bien, si así lo quieres —sonrió pícaro e hizo a un lado mis bragas.
Mi espalda se arqueó y un gemido bastante fuerte se escapó de mis labios, había metido dos dedos dentro mío y sin avisarme. Mordí mi labio cuando comenzó a meterlos y sacarlos con velocidad.
—¡Sí! —exclamé llena de placer.
Ni yo misma me reconocía, hace solo unas semanas estaba enojada con este hombre no lo quería ver ni en pintura y ahora estoy aquí, entregada y sumisa ante él. Soy un caso perdido en serio.
—Mírame, quiero que grites mi nombre y me mires mientras disfrutas de como te lleno de placer.
Me sujeté con fuerza de las sabanas y acaté su pedido, lo miré a los ojos aunque me costaba mucho pues sus dedos estaban haciendo maravillas dentro mío. Sus ojos se habían tornado más oscuros, llenos de lascivia.
Metió un tercer dedo y con su pulgar comenzó a estimular mi clítoris, era como un triple placer. Mis piernas comenzaban a cerrarse, mi intimidad ya no aguantaba más, los dedos de mis pies se arrugaron y llegué a mi glorioso clímax, provocado por un hombre que diría fantástico, pero me quedaría corta.
Cerré mis ojos cuando me senti liberada, los abrí y me encontré con una escena que había terminado con mi poca cordura, él estaba entre mis piernas lamiendo cada gota que escurría por mis pliegues.
—Eres tan deliciosa, bonita —besó mis muslos por la parte de adentro. Subió por mi abdomen con un camino de besos hasta llegar a mis labios—. Todavía no terminamos.
¿¡Hay más!?
¡Dios! No creo aguantar mucho.
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—Eternitely
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