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VI: Travelled Different Roads

Azerbaiyán era una de las peores cosas que le había pasado a Max desde que la temporada había iniciado. Por un lado, Checo y él no se hablaban casualmente todavía, aunque el contrario se notaba más abierto a su presencia durante los retos, lo que significaba que quizá pronto podrían tener una charla para sanar. Por otra parte, Charles y él habían hablado cada vez menos, por lo que no tenía su compañía para distraerse. Y, para colmo, no había podido darle la cara a Oscar desde aquel día para evitar que su progenitor lo lastimara de alguna manera.

Sí, el año estaba empezando y ya tenía ganas de que terminara. Al menos así podría ocultarse en su miseria y nadie podría decirle nada por no aparecer públicamente. Lo que sería conveniente para desaparecer también de su padre y así evitar que se le acercase más de lo necesario a su pequeño hermano.

Desgraciadamente para él, la temporada iba comenzando y no podía hacer que el tiempo fuera más rápido, así que solo le quedaba cerrar sus ojos y confiar en que todo podría ir bien, y de no ser el caso siempre podía tratar de encontrar una solución al problema. Obviamente, eso no iba a pasar pronto, y la victoria de su compañero se lo recalcó con mayor fuerza.

El golpe en su mejilla ardía, había sido tan fuerte que sentía la sangre fluir dentro de su boca, pero se negó a moverse o a reaccionar más allá de bajar su mirada al piso. Era la segunda carrera que perdía, y sabía que eso solo enfurecía más a su padre, quien esperaba que ganara cada una de las carreras que tenía el calendario.


-¡Es la segunda vez! No puedo creer que seas tan inútil como para dejar a ese espalda mojada ganar por segunda vez este año.


El joven piloto de Red Bull quería alzar la voz en defensa de su compañero. Checo había sido mejor, eso era todo, había conducido fantásticamente y por eso había ganado. No necesitaba que Max lo dejara ganar, porque Checo tenía lo necesario para hacerlo por su propia cuenta.

El mexicano era un gran conductor y cada victoria lo demostraba. Si fuera el primer piloto de la escudería el carro sería adaptado a él y no necesitaría defender a alguien como Max ni resignarse a ser menos que él para el equipo. Pero tenía la mala suerte de ser el segundo piloto de Red Bull y el equipo nunca lo dejaría brillar más que al actual campeón.

Sabiendo ello, Max no abrió la boca para decir nada. No porque no quisiera, sino porque sabía que su padre sería capaz de cualquier cosa con tal de arruinar la vida de Checo y sería capaz de hablar con Helmut para que le hicieran imposible el seguir otro año con ellos. Y aquello era lo que el neerlandés menos quería que sucediese.

El menor sabía lo importante que era que todo el equipo estuviera receptivo a contratar nuevamente a Checo para la próxima temporada. Él no podía volver a rogarle a Christian para que no los despidieran o rescindieran del contrato de alguno de ellos solo porque él había cometido un error, así que tenía que ser más cuidadoso esta vez.

Podía arruinar su carrera y hacerla pedazos, pero no podía permitirse arruinar la de Checo.

Los gritos de Jos siguieron por un tiempo bastante largo, al punto que el piloto se perdió en sus pensamientos. Usualmente el mayor lo golpearía mientras lo insultaba y lo dejaría tendido en el piso por un rato, luego le lanzaría un paquete de hielo y le diría que tiene que comportarse e ir a su siguiente reunión o algo similar. Esta era la primera vez que gritaba más de lo que usaba su fuerza para hacerle daño.

Quizá se debía a que Christian casi lo había atrapado golpeándolo en Arabia Saudita. Aún no sabían cómo, pero Horner había tocado la puerta del cuarto donde estaban cuando Jos lo acababa de lanzar al piso y no se había marchado del lugar hasta que su padre abrió la puerta una vez Max estuvo sentado en el sofá de su cuarto.

Luego de ello el británico se lo había llevado a la reunión con el equipo y no lo había dejado volver al hotel con su progenitor por su cuenta. Así que a Jos no le quedó de otra más que resignarse a que no podría "hablar" con Max sobre su desempeño en la carrera hasta que volvieran a estar a solas.

Lo cual era en ese momento. Pero había sido limitado nuevamente debido a que uno de los chicos nuevos del equipo había llegado a la habitación para decir que tenían una reunión urgente en unos minutos y necesitaban a Max lo más pronto posible. Era por ello que Jos se había resignado a gritarle e insultarle en vez de descargar su frustración con golpes, como usualmente sería el caso.

Un toque a su puerta interrumpió al neerlandés mayor nuevamente, por lo que no le quedó más que callar y salir de la habitación sin siquiera darle un segundo vistazo a su hijo. Max finalmente se puso de pie para escupir la sangre que se había acumulado en su boca y también para tomar un paquete de hielo y así evitar que el golpe en su mejilla fuera notorio.


-Creo que necesitas más que solo hielo para disimular ese golpe.

-Kelly...


La mayor le sonrió y se acercó a él para tocar con cuidado el golpe que el padre del menor le había hecho en su rostro. La marca estaba roja y se notaba que ardía, pero no era nada comparado a los golpes que ambos habían recibido antes en situaciones donde debían disimularlos con mucha más urgencia.


-Tengo una reunión Kelly, no puedo tardarme demasiado.

-De hecho, no hay ninguna reunión.

-¿Qué?

-Un pajarito escuchó que un chico de naranja le preguntó a un trabajador de Red Bull si te habían informado de una reunión con la FIA. Cuando el chico de otro tono de azul le preguntó sobre la reunión, el de naranja dijo que nunca existió y solo era una excusa para sacar a Jos de aquí.


Al campeón le tomó algo de tiempo entender a lo que su amiga se refería, pero al verla a los ojos pudo entender de lo que le estaba hablando. Sobre todo, de quién era la persona que había orquestado todo aquello.


-Oscar...

-Tienes un buen hermano, Max. Ya quisiera llevarme así con alguno de los míos.


El neerlandés solo se dejó caer de nuevo en el sofá con el paquete de hielo en la mejilla y suspiró profundamente. Llevaba más de dos meses ignorando completamente a su hermano menor, actuando como si su existencia no importara y fingiendo que no sabía nada de él. Aun así, ahí estaba el menor, planeando y usando a las personas a favor de proteger a Max. ¿Qué decía eso de ellos?

¿Qué decía eso del tipo de persona que su koalita era ahora?


-No puedo hablar con él, Kelly. Es muy arriesgado.

-¡Claro que puedes! Tú conoces a los tres novatos, puedes hablar con ellos juntos y ser un tipo de guía. No necesitas mostrar tu favoritismo por tu hermano.

-Kelly...

-Y si lo haces, también está bien. Hará que todos en el paddock sepan que tú lo cuidas, hará que haya más ojos sobre él y eso hará que los planes de Jos sean más difíciles de lograr. Puedes estar cerca de él y protegerlo al mismo tiempo.


Aquel comentario tenía sentido para el piloto de Red Bull. Si lograba hacer que los otros pilotos y el personal del paddock entendiesen que Oscar estaba bajo su responsabilidad y cuidado entonces ellos tendrían vigilado al más joven cuando estuviese sin su compañía. Podría tener a su hermano protegido de su padre gracias a sus compañeros y colegas sin que supiesen que eso ocurría.

Quizá era necesario que Mad Max regresara.


-Eres una genio Kelly.

-Ya sé, ya sé. Ahora, ven conmigo, tenemos que salir de aquí y Penny seguramente está sacándole más canas a Horner.


Ambos se sonrieron y Max se acomodó rápidamente en el sofá mientras Kelly sacaba el maquillaje que tenía a mano para cubrir cualquier herida que el padre del varón pudiera haber dejado en su rostro. El menor quitó el paquete de hielo y secó su mejilla rápidamente para que la fémina pudiera maquillar la tonalidad rojiza de esta.

Unos minutos después la dupla salió del cuarto que el piloto tenía en el motorhome y caminaron por las instalaciones del mismo para llegar a la oficina de Christian, quien se encontraba trabajando mientras una pequeña niña se encontraba sentada frente a él, esperando por su madre.


-¿Ya han terminado?

-Sí, todo está listo.

-¡Maxi!


La menor se bajó rápidamente de la silla donde estaba, tirando todos los colores con los que había estado pintando hasta ese momento, y corrió hacia donde el varón de cabellera clara estaba. El neerlandés se agachó inmediatamente y la tomó en brazos para darle un abrazo lleno de dulzura.


-Hola P, ¿Qué tal estás?


La pequeña le comenzó a contar sobre su día al acompañante de su madre y él solo sonrió mientras se sentaba a su lado a escucharla. El poder interactuar con la niña hacía sentir mejor al varón, sobre todo cuando los fanáticos mencionaban que era una gran figura paterna para ella. Aquello lo hacía olvidarse de su padre, de sus mentiras y del sufrimiento que pasó. Ese era el poder que la menor tenía sobre él.

Y era lo que más necesitaba para olvidar que existió esta carrera, y la de Australia antes de esta. Necesitaba olvidarse de ambas para no recordarse a sí mismo observando a su madre en la lejanía y sentirse llorar, justo como cuando era joven. Solo para comparar aquel sentimiento con el terror experimentado al saber que su padre estaría en Bakú para verlo correr una carrera perdida.

Y es que el comparar la presencia de Nicole con la de Jos en el circuito siempre le recordaría lo mucho que odiaba estar en Australia y el que ese lugar le arrebatara a su familia.

Al menos a la que amaba.


-¡Juega conmigo, Maxi!


El neerlandés decidió olvidarse de los sentimientos negativos que tenía en ese momento y prefirió concentrarse en el entretenimiento de la pequeña nacida en Mónaco. Tendría tiempo para reponerse y recomenzar, solo tenía que calmarse una vez más.

Era el campeón, debía seguir ganando hasta que no se pudiese más. Era su deber con Red Bull, con Jos, con su familia y consigo mismo. No había sacrificado tanto durante estos años como para perder justo ahora que su hermano entraba a la categoría reina.

No, él era el campeón del mundo. Iba a ganar en todo lo que pudiera mientras tuviese la oportunidad.

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-¡Max!


El joven piloto de Red Bull detuvo su caminar al escuchar una voz tan distintiva llamando su nombre. No pudo evitar la emoción que corría por sus venas al saber que la persona que había estado esperando finalmente lo llamaba.


-¡Checo!


La sonrisa en el rostro del rubio al ver a su compañero fue obvia y el equipo de marketing que estaba a su alrededor aprovechó lo más que pudieron la situación para grabarlos y tomarles fotos al ver su reunión. Habían sido tiempos oscuros para todos ellos desde que Daniel se había ido, así que ver a la nueva dupla tan feliz por su encuentro los hacía felices.

El más joven se detuvo frente al mayor y trató de calmar su ansioso corazón para no incomodar a su compañero con ello. Sin embargo, las emociones en sus ojos azules llenos de luz no eran disimulables, por lo que estas estaban expuestas para todos los que las notaran.

El mexicano se acercó a él para darle un apretón de manos y el rubio sintió sus labios estirarse aún más en una sonrisa antes de corresponder con el saludo. Su cuerpo entero estaba vibrando debido a lo feliz que se sentía y la sonrisa de Checo le confirmaba que el norteamericano podía notarlo.


-Perdón, es solo que estoy muy emocionado porque sigues en la categoría y que sea con nosotros.


Las facciones en el rostro moreno se suavizaron ante las palabras del neerlandés y el menor se sintió victorioso al saber que era él quien había logrado una reacción tan positiva en el otro piloto al ser un poco más sincero con sus emociones.


-Gracias Max. Voy a tratar de ser el mejor compañero que puedas tener.


Ya lo era. Para Max, quien había dedicado su vida y juventud a ese maldito amado deporte, no había quien pudiese compararse al varón frente a él y a sus habilidades. Los ojos azules se habían enfocado en el mayor cuando este entró a la categoría reina y no habían abandonado su vigilancia desde entonces.

No se llamaría fan de Checo porque había muchas cosas que él no había investigado para respetar la distancia y privacidad que el otro tenía. Pero sí podía decir que el mexicano era una de las figuras que lo inspiraban, justo como lo habían hecho Lewis, Fernando, o el tío Michael. Por lo que estar frente a él lo hacía sentir diferente.

(Un Max Verstappen un par de años mayor estaría en su cama, con su compañero de equipo durmiendo a su lado, su rival de infancia revisando su closet para usar su ropa, y un logro de diez carreras ganadas en una temporada rondando en su mente, sintiéndose como el hombre más afortunado del mundo por tener a las personas que amaba en la misma habitación que él.)

El rubio y el castaño caminaron juntos por el paddock mientras hablaban de las actividades que habían hecho durante las vacaciones y de sus familias. Bueno, Checo hablaba de su esposa e hijos mientras Max hablaba de sus gatos. El mayor no necesitaba saber sobre las peleas con su padre por su desempeño y por no haber logrado ser el campeón más joven del mundo.

Ambos pasaron al lado de Daruvala y Lawson cuando estos salían de los monoplazas, por lo que los saludaron ligeramente antes de seguir su camino para dejar ambos pilotos de Formula Dos tranquilos. Sin embargo, una imagen en una de las pantallas captó la atención del menor en la dupla de Red Bull, quien se detuvo a verla mientras sentía que el color abandonaba su rostro.

Estaba tan metido en sus pensamientos que no había notado que ignoró a su compañero y al resto del equipo cuando lo rodearon al notar que no se veía del todo bien.


-Max, ¿Estás bien?


No, no, no, no, no....

¿Cómo podía ser aquello algo posible?

Su cuerpo fue empujado con suavidad por su compañero y ambos se alejaron del lugar. El neerlandés podía sentir las manos del moreno recorriendo su espalda para tratar de calmarlo, pero nada de lo que decía parecía funcionar y ayudarlo. Principalmente porque el otro no sabía qué estaba pasándole.

Su koala probablemente lo sabría.

Una vez estuvieron dentro de uno de los cuartos de descanso, el mexicano tomó la decisión de rodearlo con sus brazos y acunarlo en su pecho. Con cuidado los sentó en uno de los sofás, con sus manos subiendo y bajando por la espalda del menor mientras lo abrazaba para tratar de calmar el ataque de pánico que estaba experimentando. 

Aquello había ayudado al más joven a poder volver a respirar y relajarse un poco más, por lo que trató de recuperar su estabilidad emocional para ver al contrario, aun si se sentía demasiado avergonzado por el espectáculo que había hecho de sí mismo.


-Perdóname.

-No te disculpes Max, ¿Estás bien? ¿Qué te ocurrió?


El de ojos azules negó con la cabeza sin saber cómo explicar lo que le había ocurrido en medio del paddock. Tenía suerte de que hubiesen estado tan cerca de los garajes de Red Bull cuando pasó todo, porque de lo contrario habría demasiado contenido en los medios de prensa para insultarlo y burlarse de él y aquello solo haría a su padre más peligroso.

El mayor se separó y levantó lentamente para devolverle su espacio personal al contrario, pero su cuerpo fue detenido rápidamente por una mano jalando su camisa. Su mirada sorprendida viajó de inmediato a su compañero, quien lo soltó al notar su actuar, como si el contacto le quemara.


-Lo lamento.

-Ya te dije que no tienes que disculparte.

-Es que... no, olvídalo. Es una tontería.


Ver a la promesa de Red Bull actuando tan tímido y culpable tocó un área sensible en el padre de familia, quien no dudó en sentarse nuevamente en el sofá y abrió sus brazos para que su compañero se acercara a él. 

Probablemente todos lo habían olvidado por su actitud y habilidad, pero Max llevaba años corriendo y así como había sido demasiado joven para entender muchas cosas, probablemente también lo había sido como para sentir el apoyo que merecía por parte de su padre.


-Ven aquí, Max.


El rubio bajó la mirada tratando de mantener su compostura y su tranquilidad intactas. Sin embargo, todos sus sentimientos estaban a flor de piel, por lo que no dudó demasiado tiempo en acomodarse en los brazos de su compañero para poder calmar su aterrado corazón.


-Lo siento. No sé por qué reaccioné así.


Mentía, por supuesto. Él sabía perfectamente bien lo que había ocurrido y la razón detrás de su reacción. Pero no podía decir nada sobre ello. No tenía la confianza suficiente, y aunque la tuviera, era demasiado difícil explicarlo todo.


-Está bien Max, todo estará bien.


No lo estaría, no mientras no supiese la verdad de la situación. Nada estaría bien mientras la duda estuviera alojada en su mente. Pero sabía que no podía decir nada o lloraría hasta no poder más por el temor a poner todo en línea de fuego. Aun así, aunque tenía el apoyo del otro piloto para calmarse, aquel temor no abandonaba su alma.

¿Por qué su koalita estaba en Formula Dos?

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-¿Max?

-¿Carlos te está molestando?


La mirada chocolate de Oscar reveló la confusión que tenía ante la repentina charla que estaban teniendo en medio del paddock de Miami, pero era esperable para Max. Esta era la primera vez que hablaban desde un par de meses atrás y esta vez quien había iniciado la interacción había sido el mayor.


-No realmente. Está actuando como un niño, no lo niego. Pero me da igual, no es algo que no haya vivido cuando fui piloto de reserva.

-¿Quién más?

-¿Eh?

-¿Quién más te trató así? Quiero sus nombres.


No podía aceptarlo. Había pasado tanto tiempo preocupado por su padre y lo que podría hacerle a su hermano que olvidó completamente que sus compañeros de deporte no eran tan amables como los pintaban los fans o sus equipos de marketing.

Por supuesto que eran mejores que los compañeros de parrilla que tuvo él cuando entró a la categoría, pero no significaba que fuera perfecto. Fernando seguía disfrutando de poner a las personas en aprietos, Lewis seguía teniendo aquellas ansias de ganar que nunca acababan, Checo aún tenía aquel complejo de culpa debido a su religión, Hulk y Kevin seguían siendo un peligro para ellos mismos y los demás, y Daniel seguía fingiendo que estaba bien cuando todos sabían que su salud mental era horrible desde que abandonó Red Bull.

Claro, el resto de pilotos eran igual de problemáticos que sus antiguos compañeros de Formula. Lance amaba poner en situaciones complicadas a los demás, por eso se llevaba tan bien con Fernando. Pierre y Yuki eran una amenaza para la sociedad, Esteban disfrutaba de sacar a las personas de sus casillas. George y Alex eran felices haciendo que la gente tuviese una vida más difícil mientras fingían ser buenas personas. Bottas y Zhou no se meterían en los problemas ajenos, solo verían el mundo arder desde lejos. Lando era una pequeña mierda que disfrutaba de ser el hermano menor, pero ahora debía actuar como el mayor y se quejaba de ello. Charles tenía tatuado "niño problema" en la frente desde que se conocían, y Carlos estaba actuando muy raro últimamente.

Max no conocía suficiente a Nyck o a Logan como para hablar sobre ellos, pero Oscar confiaba en el más joven de esa dupla, así que el chico águila tenía preferencia en su mente. Aun si ambos estaban conduciendo carros horribles parecía que no podían estar lejos el uno del otro, así que el americano no era un problema para su hermano.


-No necesitas matar a nadie en el proceso Emilian. Eso fue hace un año, ya no importa.


Importaba, por supuesto que lo hacía. Su pequeño hermano nunca había sido fan de los deportes de motor, por ello su padre no había peleado por tenerlo a él también durante la repartición de custodias. Sin embargo, ahí estaba, frente al campeón, como si nunca se hubiese ido realmente, como si estar ahí no fuera la gran cosa, como si las bromas en su contra no fueran nada.

Como si no hubiera renunciado a sus verdaderos sueños por estar ahí, junto a él.


-¡Max!


La voz de su rival de adolescencia lo alejó de aquellos pensamientos y volteó a ver al piloto favorito de Ferrari, quien iba acercándose al área donde ellos estaban detenidos. Max respiro profundamente y trató de no molestarse por la interrupción. Charles no sabía que estaba en una situación sensible, no podía juzgarlo.


-Creo que tienes que respirar más, constantemente parece que lo vas a devorar.


La voz de su hermano lo hizo girar su rostro con fuerza a su dirección. Sus ojos brillaban con pánico ante lo que había escuchado y quiso negarse inmediatamente a lo mencionado en su contra, pero no sabía que decir ante ello. No era mentira, sus ojos siempre seguían a dos personas cuando estaban en su vista periférica y normalmente tenía el deseo de hacer más que solo estar a su lado.

Pero eso no era importante en ese momento. Lo que importaba era su hermano, su sufrimiento, su temor, lo que sea que hubiera vivido en las categorías menores o el año anterior como reserva. Eso importaba ahora, no Charles y sus bonitos ojos, o Checo y sus bonitos labios...


-León, relájate. Podemos hablar después. No tienes que estresarte justo ahora por ello.


La voz del menor hablando en holandés había relajado los músculos del campeón inmediatamente, sobre todo porque sabía que Oscar no era el mayor fanático de hablar en el idioma natal de su padre, pero el menor sabía que aquello lo calmaba de una manera que nada más podía hacer.

Porque era la voz de su hermano. Porque era su recordatorio de que estaban juntos.


-Max, uno de tus mecánicos me pidió que te buscara y te dijese que todo está listo para la primera práctica.


El mayor de los presentes asintió con la cabeza y volteó a ver al varón vestido de papaya, quien asintió al entender su petición silenciosa antes de extender su mano para despedirse de él y que así pudiera ir a su garaje para las prácticas. Ambos tenían trabajo que hacer.


-Nos vemos luego, Max.

-Sí, gracias por la charla, Oscar.


El joven piloto de McLaren se alejó lentamente y le dio un asentimiento como saludo al monegasco antes de caminar hacia el área de su equipo. Sin embargo, para hacerlo tuvo que pasar delante de un grupo de personal de Alpine, el cual no dudó en cerrarle el camino aun cuando Max y Charles estaban observando a lo lejos.


-Max, ¿Todo bien?

-... traidor que... perra de McLaren...


Los ojos azules se oscurecieron en cuanto aquellas palabras fueron escuchadas. Fue instintivo, justo como cuando corría fuera de su habitación al escuchar a su padre insultar a su hermano luego de que él tuviese un día productivo en la pista. Su cuerpo se movió inmediatamente hacia la dirección de aquellos sujetos para alejarlos de su koalita y romperles la cara.


-Solo dinos Piastri, ¿Cuántas veces tuviste que coger con los líderes del equipo de McLaren para que te dieran el puesto de Ricciardo?

-Probablemente es por eso que Norris lo protege. ¿Cuántas veces has sido su perra Piastri?


El cuerpo del neerlandés mayor no paraba de temblar con ira mientras se acercaba. No podía soportarlo, su hermano no podía estar pasando por lo mismo que él vivió cuando entró en el deporte. No podían estar insultando a Oscar de la misma manera que lo habían insultado a él por ser el piloto más joven en la categoría.

No, no, no.


-¿Por qué? ¿Están celosos de no haber sido ustedes? Ahora tengo los contactos por si alguno gusta en ser la perra de McLaren.


El cuerpo del campeón se congeló repentinamente y paró de avanzar hacia el grupo. No sabía si era por el shock de escuchar a su koala decir aquello o si era porque Charles había aparecido a su lado y lo había detenido usando todo su peso para evitar que le lanzara un golpe a alguien, porque la cálida y delicada extremidad que estaba sobre la fría y dañada mano que le pertenecía a él solo podía ser del monegasco.

Los insultos por parte del personal de Alpine continuaron, pero su hermano no parecía asombrado en lo más mínimo. Sus ojos estaban fijos en un lugar, como si las palabras ajenas no fueran más que ruido para él y no merecieran el mínimo de atención.

Sin embargo, cuando uno de esos sujetos se acercó al menor para golpearlo fue que Max sintió que era nuevamente un niño. Incapaz de proteger a la única persona que lo amaba incondicionalmente, la única persona que moriría por él de ser necesario. Y él no tenía más opción que observar la situación.


-¿Qué está ocurriendo?


El hombre de traje se acercó rápidamente al grupo reunido con varios hombres siguiéndolo e hizo un movimiento con su mano para que estos alejaran al personal de Alpine del piloto de McLaren para luego observarlos a todos. La mirada del varón era seria y, hasta cierto punto, estaba llena de molestia, pero no se distinguía para quien era ese sentir. Pero no era algo que siempre se pudiera saber con Stefano.


-Joven Piastri, ¿Es a esto a lo que se refería?

-Le agradezco su tiempo, señor Domenicali. McLaren y yo esperamos poder dejar esto en sus manos y que la FIA y usted se encarguen.

-Por supuesto. Caballeros, necesito que me acompañen.


El piloto de Red Bull solo pudo observar mientras el hombre más importante en el área operacional de este deporte hacía un gesto para que su equipo de seguridad se llevara a los hombres que habían insultado al piloto de naranja. A diferencia de él, que buscaba la violencia, Oscar había estado calmado todo el tiempo y lo había solucionado de una manera mucho más exacta. Justo como un corte quirúrgico, perfectamente controlado y dañando mínima pero exactamente donde debía.

Sintió a Charles hablando a su lado, pero sus ojos jamás se despegaron del joven piloto, quien volteó a verlos y le sonrió con dulzura a Max antes de darse la vuelta e irse finalmente a su garaje, en el cual estaba parado el novato de Williams, quien lo rodeó con uno de sus brazos y lo acercó a su cuerpo más de lo necesario. El campeón no pudo moverse de su lugar debido a la sorpresa, porque su mente aún no entendía que había pasado realmente.

¿Cuándo había crecido su koalita tanto que no era necesario que él estuviese ahí para ayudarlo? ¿Cuándo fue que el menor había aprendido tanto sin que él estuviera a su lado?

El neerlandés solo pudo morder su labio con fuerza y caminó directamente a su garaje sin recordar que el varón de Ferrari había estado a su lado hasta ese momento, pues este había guardado silencio completamente al ver su actitud, pero no le interesó en ese específico segundo. No podía pensar en nada que no fuese la escena delante de él. Algo tan sencillo, pero con tanto poder, que le mostraba lo mucho que su niño había cambiado.

Además, ¿Desde cuándo su koalita actuaba de aquella manera tan agresiva pero discreta?

Necesitaba un trago, o muchos, porque las cosas estaban fuera de control para él y la presencia de su hermano comenzaba a ser todo menos relajante. Aunque si era sincero, nunca lo había sido, y era por ello que lo amaba.

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Max recordaba la primera vez que su hermano había sido herido por su padre. Había sido una tarde poco antes de que Nicole descubriera que Jos le era infiel. En aquel entonces su madre creía firmemente que podía salvar su matrimonio con su padre de una manera u otra.

Aun así, en aquel momento, se había alejado de su hogar para visitar a una amiga de su juventud, por lo que los niños se quedaron con su progenitor. Max había sentido su cuerpo demasiado cansado por todo lo que su padre lo había obligado a entrenar, pero no había sido capaz de alejarse mucho de su hermano.

Jos no parecía feliz, pero tampoco demasiado molesto con él, por lo que el rubio no creyó que fuese demasiado importante el tratar de mantenerse en su lado bueno. Quizá podría actuar un poco más tranquilo sin la necesidad de temer por su vida y sin que su padre trate de lastimarlo.

Ese fue su primer error.

El jarrón favorito de su madre resbaló rápidamente al lado suyo cuando lo empujó sin querer al tratar de tomar uno de los autos de juguete que el tío Michael le había regalado tiempo atrás. Su pequeño cuerpo retrocedió de un salto y observó el área aterrado. Unos pasos se escucharon bajando las escaleras y no pudo hacer nada más que temblar.

Un brazo aún más pequeño que el suyo lo alejó de la escena del crimen y sus ojos se enfocaron rápidamente en los cabellos rubios del menor, quien estaba recogiendo con sus delicadas manos las piezas más grandes del jarrón. Fue justo así como su padre los encontró una vez apareció en el lugar, con él de pie al lado del desastre y a su hermano con las manos metidas en lo que quedaba de la vasija.


-¿Qué demonios pasó aquí, Max Emilian?

-Yo...

-Fue mi culpa. Quería jugar con uno de los carros de Max.


La voz suave pero directa del menor de los Verstappen tomó por sorpresa al hijo mayor de la familia. Sus ojos dejaron de ver a su progenitor para enfocarse en los orbes chocolates que seguían retando al adulto de la habitación. Jos ni siquiera se detuvo a pensarlo antes de tomar al más joven del cabello y tirar de él con molestia mientras lo llevaba al sótano de la casa.

Los ojos azules del primogénito brillaron con una mezcla de sorpresa y pánico, haciendo que su cuerpo se moviera inmediatamente detrás del adulto y el otro niño. Su mente trataba de mantenerse tranquila en caso necesitara intervenir, pero estaba demasiado nervioso para su propio bien.

Cuando finalmente logró alcanzar a su padre en la planta baja de su hogar sintió como su corazón se rompía en mil pedazos ante la escena que tenía delante. El cuerpo de su hermano estaba en el piso completamente inmóvil, lo único que aún mostraba que estaba vivo eran los temblores que estaba sufriendo con cada golpe que recibía. Habían cortes y moretones que se mostraban rápidamente en su piel debido a la paliza que estaba recibiendo.

Sobre él estaba su progenitor, con su pierna posicionada para darle una patada al menor, antes de tomarlo por el cabello y darle un puñetazo en el tórax. La mirada del hombre era diferente a la que tenía cuando golpeaba a Max y eso aterraba al hijo mayor de la familia aún más.

Cuando su padre lo golpeaba era porque estaba molesto con su rendimiento. Usualmente eran golpes en la cabeza o en la cara, uno que otro puñetazo que le sacaría el aire y eso sería todo. Pero lo importante en ese instante eran los ojos del mayor, era la calma y la ira en ellos.

Con Oscar, su padre parecía estarse divirtiendo mientras lo golpeaba.

Cuando Jos terminó se volteó a ver a su primogénito como si nada hubiera pasado, luego caminó hacia él para subir al piso superior y dejarlos a ambos por su cuenta en aquel lugar. Fue hasta entonces que el único niño de pie sintió que podía moverse sin temer por su vida.


-Limpien el desastre que hicieron, Max Emilian. O van a estar en problemas.


El mayor de los hijos Verstappen había corrido hacia su hermano antes de que aquellas palabras terminaran de decirse. Los ojos azules se llenaron de lágrimas al ver al menor toser y escupir sangre mientras trataba de calmar los espasmos que tenía debido al dolor. Sin embargo, su mirada parecía tan tranquila como siempre hasta que logró ver las lágrimas resbalando por el rostro del contrario. Fue hasta entonces que sus ojos mostraron terror y dolor.


-Koalita...

-¿Estás bien? León... dime que no te hizo daño.


¿Cómo era posible que su hermano actuara de aquella manera luego de lo sucedido? Ayudándolo con sus errores, tomando la culpa de los mismos, recibiendo los golpes que debió sufrir él, y todavía tener la fuerza para preguntar por el bienestar del mayor antes de preocuparse por sí mismo en cuanto notó que estaba tan afectado por lo ocurrido.


-Perdóname. Esto fue mi culpa.

-No lo fue Max. Papá no sabe controlar sus sentimientos, por eso pasó esto.

-Pero...

-León. Ya te lo dije, no te culpo, yo quise hacerlo. No te culpes por las decisiones de otros.


El cuerpo del hijo mayor no paraba de temblar mientras las lágrimas continuaban cayendo por sus ojos pues estaba aterrado ante todo lo ocurrido. La piel marcada por golpes y raspones de su hermano a sus heridas lo hacían sentir terrible, sabiendo que debían haber sido suyos, pero no lo eran. Y los ojos llenos de calma seguramente ocultaban el dolor que debió pertenecerle, pero no lo hacía.

Su hermano había sufrido por su culpa, aun así, trataba de hablarle como si nada para asegurarse de que él estaba bien, cuando el que debería estar siendo calmado y cuidado era el menor, quien se había llevado toda la ira de su padre con tal de protegerlo.


-Perdón, perdón, perdón...

-León, está bien. Tranquilo. Vamos a estar bien.


El mayor siguió temblando y llorando mientras su cuerpo era tomado en brazos para llorar cómodamente en el pecho herido del de orbes chocolate, quien no dudó en comenzar a tararear una canción de cuna para tratar de calmarlo. Ambos mantuvieron aquella posición hasta que un grito por parte de Jos los sacó de su mundo y tuvieron que volver a la realidad.

Mientras ambos subían las escaleras para la planta principal, Max se prometió a sí mismo que los protegería. Encontraría la manera de evitar que aquello volviese a pasar.

Tenía que evitar que su padre volviera a golpear a su koalita.

Estaba tan concentrado en su misión de proteger al menor, que no notó como los ojos del mismo se oscurecían debido al enojo que sentía por ver a su hermano así de asustado. Quizá, si Max hubiese volteado, habría notado que algo estaba mal y hubiera tratado de arreglarlo. Pero no lo había hecho y la mente del hijo menor había comenzado a crear un plan contra su padre.

Porque él aceptaría cualquier cosa, menos ver a su león llorar otra vez.

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La carrera en Australia era el peor castigo que Max podía estar viviendo esa temporada. No solo había tenido la presión de su padre debido a la carrera pasada, sino que había sido capaz de ver a lo lejos la que pudo haber sido su vida de haber tomado mejores decisiones.

Todo porque había visto a su madre con su nueva familia.

El rubio no diría que sintió su corazón hacerse trizas cuando la vio abrazar a una chica que no podía ser demasiado joven, quizá solo un par de años menor que Oscar. Así que notar el cariño sincero que parecía tener por ella solo le hacía sentir un sabor amargo en la boca.

Sus ojos jamás la abandonaron mientras estuvo en su área de visión, no podían. Aquella mujer era la primera a la que el neerlandés le había roto el corazón y había hecho pedazos a su pequeño en el camino. Sin embargo, seguía siendo la mujer que más lo había amado en su vida.


"-Sería una lástima que tu madre tuviese un accidente, ¿No es así, Max Emilian?"


Las palabras de su padre a un pequeño piloto asustadizo resonaron en su mente y lo hicieron querer vomitar. Su cuerpo tembló y sintió la necesidad de correr a cualquier otro lugar del paddock con tal de asegurarse de que Jos no lo notara observándola. Aun si su parte racional sabía que su progenitor no estaba ahí.

Pero siguió a su instinto y se alejó en cuanto vio a un hombre y a otras dos chicas acercándose a su madre para abrazarla y llenarla de cariño. ¿Cómo podía quedarse para hacerse más daño? ¿Con qué derecho quería volver a ser parte de la vida de la mujer a la que más daño le había hecho? ¿Por qué volver a arruinarle la vida?

Negó con la cabeza y se alejó del lugar donde había logrado captar la presencia de su madre para volver a su garaje y arreglarse para la carrera. No podía perder el tiempo ni la mente con cosas como esas, necesitaba estar enfocado para ganar y hacer pedazos a todos los rivales que tenía en la pista.


-¡Max!


La suave voz proveniente del monegasco lo sacó rápidamente de su mente y lo hizo detenerse para que este pudiese alcanzarlo. No era una queja, pero el menor se había vuelto más cercano a él desde que había empezado el año, como si no pudiese estar demasiado tiempo lejos del neerlandés, lo cual no era malo en su perspectiva para nada.


-¿Necesitas algo, Charlie?

-¿Quieres que caminemos juntos por el pitlane?


La sonrisa que el contrario le dio lo relajó y decidió caminar a su lado devuelta al área de garajes. El garaje de Ferrari era el más cercano al de Red Bull, por lo que debían haber llegado pronto y separar sus caminos fácilmente. Sin embargo, a ninguno de ellos les importó el quedarse de pie en medio del área para dialogar un poco sobre cualquier tema que estuviese pasando por sus mentes.

Esto era lo importante de su relación con Charles para Max, sus ojos brillantes y su mente perfecta. Un hombre que estaba en sintonía con él de manera mental, que podía retarlo y ponerlo en situaciones difíciles pero entretenidas al mismo tiempo.

Claro, no era el único capaz de lograr aquello, pero no era algo que el rubio fuese capaz de revelar o comentar con la misma soltura. Charles era su amigo y rival principalmente, Checo era su compañero de equipo y su relación aún era muy delicada luego del sacrificio hecho el año anterior.


-Veo que la están pasando bien.

-¡Checo!


El neerlandés se sorprendió cuando su co-equipero apareció al lado de ambos para charlar un rato con ellos, el mexicano difícilmente se alejaba de su garaje porque le gustaba tener un poco más de control en todas las cosas que los mecánicos hacían con su monoplaza. Sin embargo, ahí estaba, acompañándolos a Charles y a él por un pequeño momento de calma.

El Verstappen no diría nada en voz alta sobre cómo se sentía en ese momento, pero sabía que era algo importante. Ver a alguno de los varones interactuando con otros pilotos o personas normalmente lo había hecho sentir mal, pero nunca había ocurrido cuando se trataba de verlos entre ellos.

Aun así, prefería fingir que no ocurría nada. No quería siquiera mantener aquel pensamiento demasiado tiempo en su mente, temiendo lo que pasaría si alguien se enterara de lo confundido que ambos pilotos lo dejaban.


"-¿Estás seguro de que nada está pasando? Yo creo que es muy obvio."


La voz del nuevo piloto de McLaren resonó en su mente y sus orbes azules prontamente recorrieron la zona para tratar de encontrarlo y asegurarse de que estuviese bien. Era una rutina que había comenzado a adquirir debido al miedo que tenía de que su padre le hiciese daño al hijo de Nicole.

No tardó mucho en encontrar a la persona que estaba buscando y se sintió aliviado de verlo en medio del pitlane. Sin embargo, se sorprendió rápidamente al notar que parecía estar teniendo una conversación del todo menos placentera con otro piloto.


-¿Qué diablos le pasa a Carlos con Oscar?


Ver a su antiguo compañero de equipo hablando con su hermano era algo inusual, principalmente porque había rumores de que ellos no se llevaban bien en lo más mínimo. Y por la tensión ligera, pero evidente para él, en los hombros del menor era más que obvio que los rumores eran ciertos.

El campeón notó que el otro neerlandés le decía algo al español antes de voltearse y caminar furioso hacia su garaje en McLaren. Sus pasos parecían tranquilos y calmados. Pero, si alguien conocía a Oscar, ese era Max, y sabía perfectamente bien que se había ido o estallaría contra el piloto mayor.

Sus ojos se habían perdido nuevamente en el castaño y en los recuerdos que tenía de su infancia juntos. Tan metido estaba en sus pensamientos que no notó las miradas que se dieron los dos varones a su lado antes de que ambos colocaran sus manos cuidadosamente sobre cada uno de sus brazos.


-Max, hay que volver al garaje.

-Yo también debo volver. Los veré más tarde.


El rubio desvió su mirada hacia el piloto de Ferrari y asintió con una ligera sonrisa marcada en su rostro antes de sentir como la mano de este lo abandonaba y lo dejaba sin su calidez. Sus ojos siguieron al monegasco hasta que desapareció de su área de visión y se enfocó rápidamente en la calidez proveniente de su compañero.


-¿Nos vamos, Checo?


El mexicano solo sonrió y se alejó ligeramente de él para que ambos pudiesen caminar de vuelta hacia su propia área de trabajo. Ambos estaban riendo y burlándose un poco del otro, lo que hizo sentir mejor al menor de la dupla.

Las cosas poco a poco iban arreglándose con Checo, pero tenía que ser cuidadoso o lo perdería para siempre.

Ambos pilotos de Red Bull se despidieron y fueron a sus cuartos a arreglarse para la carrera. El actual campeón estaba listo para pelear por su victoria y contra quien fuese necesario y haría lo necesario para demostrar por qué él era el campeón. Le demostraría a todo el mundo que podía ser más y que sería más.

Le mostraría a su madre en qué se había convertido su hijo.

Negó con la cabeza buscando calmarse. No tenía el tiempo, la motivación o la capacidad para distraerse con algo tan sentimental. Necesitaba estar concentrado en el momento y no en sus recuerdos confusos de la mujer que había sido parte tan importante de su vida.

Además, aunque tratara de ahogarse en las penas de su sufrimiento, su mente solo podía enfocarse en un hecho, y no era la carrera. Era algo que le daba escalofríos de solo pensarlo y lo tenía de mal humor hasta cierto punto.

¿Qué demonios era esa maldita fijación que Carlos tenía con su hermanito?

Había notado la mirada que su antiguo compañero le había dado a su koalita y no le había gustado en lo más mínimo. Parecía una bestia esperando el momento adecuado para devorar a su presa. Y si algo no les gustaba a los Verstappen era ser vistos como presas.

Necesitaba resolver todo esto pronto, o sería una bomba de tiempo que estallaría en sus caras cuando menos lo esperaran.

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Mientras la niña de Kvyat le comentaba al neerlandés sobre su día, su madre observaba con seriedad al jefe del equipo para el que su ex había competido y en el que su amigo se encontraba actualmente. El británico asintió entendiendo a lo que ella se refería solo con la mirada que le había dado y discretamente mandó un mensaje al número de teléfono que tenía registrado para Mark Webber.


"Dile a tu chico que su hermano está a salvo. Seguiremos al pendiente de Jos."


Una vez el mensaje fue enviado se mantuvo escuchando a su piloto hablar con la niña mientras la fémina mayor hacía comentarios de vez en cuando sobre su situación. Era una foto familiar extremadamente dulce y los fanáticos la amaban, pero Christian conocía demasiado bien al chico como para saber que aquello no era lo que parecía ni lo que deseaba.

No, el neerlandés deseaba a su compañero de equipo y a un joven vestido en Rosso Corsa.

El mayor suspiró derrotado y decidió que era mejor continuar con su trabajo por el bien de todos ellos. Alguien tenía que mantener entero al equipo o tendrían problemas a corto y largo plazo, uno nunca sabe cuándo un antiguo conductor de Formula puede decidir que quiere arruinarles la vida a todos, incluyendo a sus hijos.

Aun así, no importaba lo que al antiguo piloto se le ocurriese para hacer la vida de ambos muchachos más difícil, nadie en Red Bull o en McLaren iba a permitir que algo les ocurriese a sus chicos.

Max no lo sabía y quizá jamás se daría cuenta de ello, pero había demasiada gente que lo amaba y se preocupaba genuinamente por él y harían lo necesario para mantenerlo a salvo.

Solo tenía que dejarlas entrar.

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7,500 palabras y casi dos meses que me costaron la vida misma. Agradezco a todo aquel que haya tenido la paciencia de esperar el capítulo.

No voy a profundizar mucho en las carreras, porque no hay mucho que vaya a cambiar ahí, pero lo que pase antes o después de ellas es lo que nos interesa.

Max finalmente notó que alguien tiene los ojos en su hermano, ¿Cuánto tiempo tardará en entender las verdaderas intenciones de Carlos con Oscar? ¿Y cuándo notará las de Checo y Charles? Tenemos un largo viaje para llegar a que lo descubra.

¡Gracias por leer!

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