𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 37.
Esa tarde no fui a la recepción del funeral de NingNing.
Simplemente no estaba lista para entrar a esa casa y recordar esa horrible noche en la que había encontrado su cuerpo en la bañera.
En lugar de eso, decidí reunirme con JiMin y contarle sobre lo del mensaje de texto.
No me atreví a decírselo a TaeHyun porque sabía que él me regañaria y me colocaría bajo arresto domiciliario. Y eso probablemente era lo que quería el asesino.
Si estaba lo suficientemente asustada como para quedarme encerrada en casa, había una gran posibilidad de que violara la cerradura y, a continuación, estaría boca abajo en una bañera llena con mi propia sangre con la garganta abierta.
No podía dejar que eso sucediera.
Regresé a casa, me cambié el vestido negro y decidí verme con JiMin.
Aeri había prometido verse conmigo y con JiMin en la estación. Me sorprendió que actuará tan cooperativamente. Por otra parte, su vida estaba en peligro también.
Ya estaba sentada en el restaurante con JiMin y la agente RyuJin.
La agente Choi no estaba.
Cómo RyuJin y JiMin estaban sentadas una al lado de la otra, no tuve más remedio que sentarme al lado de Aeri.
Era extraño porque habíamos pasado la mitad del año odiandonos las entrañas y ahora nos veíamos obligadas a jugar de aliadas de repente.
—Winter, siento mucho lo de tu amiga. – dijo JiMin con sinceridad.
Asentí.
Continuó. — ¿Querías decirme algo?
Miré a Aeri y luego a RyuJin.
—Pensé que te lo contaría en privado. Es algo que no quiero revelar delante de todos.
La mirada de JiMin se desvió hacia Aeri y luego hacia mí.
Ella sabía de lo que estaba hablando. — Bien. – abandonó su asiento y se levantó. — Si no les importa, me gustaría hablar con Minjeong en privado. Sin ofender.
—De ninguna manera. – dijo RyuJin.
JiMin me llevó más lejos.
Dimos vuelta a la esquina, saqué mi teléfono y le mostré el mensaje a JiMin. — Recibí este texto justo después del funeral.
JiMin se quedó mirando el teléfono pero no reaccionó.
Era difícil descifrar lo que realmente estaba pensando porque uno no podía leer sus expresiones.
—Creo que el asesino está tratando de ponernos en el camino equivocado.
—¿Entonces crees que el mensaje es un engaño?
—No es más bien un engaño, es como una distracción. El asesino quiere que nosotros, la policía y los agentes se enfoquen en ti para que pueda tomar a otra víctima.
¡No había pensado en eso!
—De cualquier manera, no podemos arriesgarnos a pensar que no vendrá por ti. Hay una probabilidad del cincuenta por ciento de que sea verdad y otro cincuenta de que no lo sea.
Me abracé. — Creo que viene por mí.
JiMin se apoderó de mis hombros, mirándome directamente a los ojos. — Winter, nunca dejaré que te lastime, te lo prometo. Sé que si Karina estuviera despierta, querría protegerte y yo haré eso en su lugar.
—No tengo miedo, JiMin. – dije.
—Puedo ver porque mi hermana se enamoró de ti.
Me sonroje. — Espero que despierte pronto.
—Yo también, pero sé que cuando lo haga, habrá caos. Será interrogada por el asesinato de Yoo MinSeok y podría ser el próximo objetivo del asesino porque conoce su identidad.
Entonces, ¿la mejor opción para Karina era permanecer en coma?
Puso una mano en mi hombro. — Volvamos a nuestros asientos.
Aeri les contó la misma historia que me había contado sobre cómo YeJi se había excusado la noche que NingNing fue asesinada y que la había visto limpiando los zapatos embarrados más tarde en la sección cerrada del hospital.
Tampoco estuvo presente en el funeral, así que, ¿dónde exactamente estaba la doctora Hwang?
—¿Has intentado llamar a su celular? – preguntó RyuJin.
—No lo he hecho. – respondió Aeri.
—El equipo forense buscó en todos los rincones de la casa, verifique si encontraron huellas dactilares o alguna muestra de ADN y respondieron que no, excepto las huellas dactilares de Minjeong en ciertas áreas de la casa. – RyuJin concluyó, recogiendo el menú y hojeando casualmente.
—¿Estás sospechando de mí? – le pregunté a RyuJin.
—No. Solo estoy dando los hechos.
Todavía era sospechosa.
—El asesino es muy cuidadoso. Acerca de Hwang YeJi, aún no tenemos evidencias suficientes contra ella como para acusarla de ser la asesina todavía, necesitamos pruebas sólidas. Por muy decepcionante que parezca, doctora Uchinaga, no podemos tomar su palabra y acusarla.
—Entiendo, agente. – dijo Aeri. — También iba a mencionar…
—¿Listas para ordenar? – la camarera interrumpió nuestra conversación, estaba más alegre que de costumbre y sus ojos se quedaron en JiMin mucho más tiempo del necesario.
—Dos sandwiches de queso a la parrilla, dos hamburguesas con queso, papas a la francesa con queso extra, alitas de pollo bañadas en salsa picante, un batido de arándanos y un refresco, por favor.
—Eso es todo. – RyuJin dijo cerrando el menú.
JiMin la miró con confusión.
—Creo que eso sería suficiente para las cuatro. – RyuJin dijo.
JiMin negó con la cabeza. — Esa es mi orden. Y no comparto.
Aeri miró a JiMin con la boca abierta por la sorpresa.
La camarera estaba tan confundida como nosotras sentadas en la mesa.
RyuJin dijo rápidamente. — Bueno, en ese caso, quiero una hamburguesa clásica con queso y una coca cola. ¿Doctora Uchinaga? ¿Minjeong?
Aeri dijo un momento después. — Uhm… Quiero una ensalada César y un té helado.
JiMin se rió entre dientes. — Tal vez desee sustituir un almuerzo saludable por algo que no sea saludable por una vez. – y luego agregó. — Considerando que la situación es que tal vez no viva lo suficiente como para comer lo que quiere. Uno debe morir sin arrepentimientos.
—Puede fingir que no escuchó eso, doctora Uchinaga. JiMin tiene un sentido del humor muy… raro. – dijo RyuJin.
Me reí.
Era una risita, pero todas se volvieron a mirar maravilladas.
Supongo que no me habían oído reír ni verme sonreír desde hacía mucho tiempo.
JiMin obviamente estaba burlándose de Aeri y tratando de esclarecer la situación, pero lo que había dicho era cierto y Aeri lo sabía.
Podría ser su última comida, o incluso la mía..
JiMin y RyuJin podrían perder sus vidas luchando contra esto.
Aeri se aclaró la garganta. — Me gustaría cambiar mi orden. Quiero dos sándwiches de pollo a la parrilla, una orden de chili y tortilla de queso cheddar con una salchicha al lado. Bizcocho de zanahoria y helado con chispitas de chocolate.
JiMin dio una sonrisa de triunfo.
No pude evitar devolverle la sonrisa.
—¿Y qué le gustaría, señorita? – preguntó la camarera, escribiendo la orden en su libreta.
—Quiero lo mismo que RyuJin. – dije, moviendo mi mano hacia la agente.
—Tengo todo entonces. – la camarera sonrió, obviamente de buen humor. Regresó a la cocina, balanceando las caderas.
—Minjeon, arriésgate. – JiMin se burló de mí.
—Ni siquiera lo intentes, no voy a caer en tu trampa. Ustedes son monstruos para comer así. – le dije.
—Bueno, ¿no lo somos todos? – preguntó JiMin, girando la salera en la mesa. — Un monstruo reside en todos. Es solo una cuestión de elección cuándo y cómo una persona decide desatarlo.
—Palabras sabías. – dijo RyuJin.
Una vieja rocola de la esquina tocaba canciones de los años ochenta. Tocaba Take on me by A-ha.
Realmente me gustaba mucho esa canción.
El comensal tenía el encantador aspecto retro que se desarrollaba, como si hubiera entrado en el pasado.
La comida se nos sirvió aproximadamente veinte minutos después. Tuvieron que unir dos mesas para acomodar la cantidad de comida que habíamos pedido.
Era como un banquete.
La dueña del restaurante, una dulce anciana, se acercó a nuestra mesa y nos preguntó si nos había gustado la comida y que habían sido las recetas de su difunta suegra. Luego explicó que sus nietos estaban tratando de modernizar la cocina para cumplir con los estándares de los jóvenes.
—Tonterías. Prefiero la receta original, señora Oh, porque estás alas… – JiMin suspiró, sus dedos goteando de salsa y queso. — Divinas. Mejor que el sexo.
Los ojos de la anciana se ensancharon. — ¿Cuántos años tienes, querida?
—Veintisiete. – JiMin respondió obedientemente.
La señora Oh sonrió con buen humor. — Si tan solo fuera veinte años más joven…
JiMin hizo un puchero. — Si hubiera alguien tan hermosa como usted y cocinara así, quiero decir, me divorciaría ahora mismo.
—Ni siquiera estás casada. – dijo RyuJin.
—Oye, muestra algo de respeto aquí, por favor. – JiMin dijo. — Técnicamente soy tu jefa.
RyuJin rodó los ojos y eso me hizo reír.
—Abuela, te necesitamos en la cocina. Si ya terminaste de coquetear… – una chica linda con el aspecto más joven de una señora Oh gritó desde la puerta de la cocina.
—Mi HaeWon está soltera. Solo tiene veinticuatro años. — agregó la señora Oh. — Y la gente dice que se y cocina igual que yo.
—¡Abuela! – gritó la niña, con el rostro rojo como una remolacha.
Cuando la señora Oh abandonó la mesa, Aeri habló de nuevo. — ¿Es esta la cantidad de comida que come todos los días, agente Yoo?
—¿Tienes algún problema?
—Me refiero a las calorías. – agregó Aeri con nerviosismo.
—JiMin no vivirá lo suficiente como para que el asesino la mate. La comida la matará primero. – dijo RyuJin.
—Estoy de acuerdo. – dije.
El dedo medio de JiMin comenzó lentamente a levantarse hacia RyuJin, quién la miró con el ceño fruncido.
Después de que hubiéramos acabado con nuestras comidas, nos sirvieron una tarta de manzana hecha en casa.
JiMin había impresionado a la dulce señora Oh con su dulce palabrería, que era muy típico de las hermanas Yoo.
No podía creer lo miserable que había sido hasta esta mañana, y ahora mismo todo se sentía tan normal.
Los asesinatos no estaban ocurriendo, como si el asesino no estuviera suelto, como si mi vida no estuviera tan desordenada.
Aeri pasó una servilleta por su boca y su teléfono comenzó a sonar. Echó un vistazo. — Agentes, si me han hecho todas las preguntas necesarias, me gustaría volver al trabajo. Recibí una llama de ForestVille.
—Gracias por su tiempo, doctora Uchinaga. Si ve algo realmente sospechoso, asumo que iría a la estación para decirnos. – JiMin dijo.
—Definitivamente lo haré. – Aeri dijo sacando unos billetes de su bolsillo para pagar su parte de la comida, pero JiMin los rechazó.
—Gracias por todo. – Aeri estrechó las manos de las dos agentes.
Me miró. — Cuídate, Kim. Nos vemos.
Adiós.
La observamos desde la ventana mientras se subía a su Toyota SUV y salía del estacionamiento con un chillido, casi que con furia.
—¿Qué piensas, Shin? ¿Aeri nos está diciendo la verdad?
—Ella realmente no me parece ser alguien que mataría personas. Es un poco rara, por supuesto, ¿pero asesina? No lo sé.
—¿Minjeong?
—Es difícil saberlo. Todo apunta hacia YeJi. ¿Respondió tu llamada? – le pregunté.
JiMin negó. — Directamente al correo de voz. Tengo una idea. – luego en una muy precisa personificación de la voz de Jigsaw, preguntó. — ¿Quieres jugar un juego?
RyuJin parecía aburrida, pero sabía que se estaba divirtiendo. — Claro, si eso no incluye que parte de mi cuerpo se rompa.
De vuelta con su voz normal, JiMin continuó. — Tú y Choi contra un lobo solitario. Dos equipos. – se señaló a sí misma. — El primer equipo que logre llegar al asesino, gana.
—Bueno, nunca retrocedo ante un desafío, ¿cuál es el gran premio?
—Hable con el jefe de la oficina y tiene un puesto en Washington D.C. – JiMin sonrió. — Este es un caso difícil. Resuelvelo y obtendrás un ascenso a DSAC.
RyuJin la miró como si estuviera hablando en japonés. — ¿Qué?
—Agente Especial Adjunto a Cargo.
—Sé lo que significa. El jefe me habló de esto. – las manos de RyuJin se apretaron en puños. — Y él nunca me ofreció nada. El jefe te quiere en Washington tomando ese cargo. Es obvio, JiMin, eres su favorita. Es por eso que aceptó ponerte en este caso a pesar del hecho de que tu hermana es una delincuente condenada. Ni siquiera entiendo por qué me estás diciendo esto.
—Porque quiero que esto sea justo. – JiMin dijo mientras mordía la tarta de manzana. — Si llego primero al asesino, voy a Washington, y si lo haces, bueno, ya sé lo que significaría para ti.
—¿Y qué pasa si atrapó al asesino y pierdes? ¿Qué te espera? – RyuJin le pregunto.
—Hay otro caso esperándome. Estoy más interesada en eso. No soy el perro faldero del jefe. Yo hago mis propias cosas. No necesito una oficina. El campo me necesita. – JiMin tenía una expresión de suficiencia en su rostro.
—Quieres que gane, ¿no? – RyuJin le preguntó.
—Sí. – dijo JiMin.
—No entiendo, JiMin. Tu padre es dueño de una empresa de millones de dólares, ¿por qué incluso necesitas este trabajo? – le hice la pregunta que siempre le quise hacer?
—Me gusta la emoción. Este trabajo me da una razón para vivir, Winter. Nuevas asignaciones que significan nuevos lugares, riesgos y aventuras. No estaba hecha para dirigir una empresa. Quiero hacer lo mío. Karina es más orientada a los negocios. Es lista y puede manejar una empresa grande algún día.
—¿Algún día?
—Cuando este fuera del coma y haya solucionado su problema. – recordó JiMin. — Ahora, Winter, te sugiero que dejes de ir a trabajar en un tiempo.
—Pero…
—Esa es la mejor opción si no quieres que te maten. – dijo RyuJin. — Hemos establecido el hecho de que el asesino podría estar haciendo exactamente todo lo contrario a lo que dijo, pero no podemos estar seguros. Tal vez él sepa lo que estamos pensando y se burlara de nosotros.
—Un oficial de policía estará afuera de tu departamento en todo momento.
No tenía otra opción.
Tenía que seguir las órdenes de JiMin.
Estaba teniendo problemas para irme a dormir, como las noches anteriores.
Está noche recordaba a Yizhuo en su ataúd. Parecía que se había quedado dormida.
Intenté bloquear los pensamientos y mi mente vagó hacia Karina.
Lo siguiente, cuando abrí los ojos, no estaba en casa.
No sabía dónde estaba, pero estaba en algún lugar lejos de casa.
Los cielos eran de un tono azul oscuro.
Una mansión se alzaba a la distancia.
Y allí estaba, sosteniendo una sola rosa.
Karina.
Su cabello oscuro estaba suelto, giró su cabeza hacia mí, sus ojos mirándome fijamente.
Ella sonrió.
—Te estaba esperando, Winnie.
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