
𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕
𝟓. 𝐔𝐧𝐚 𝐟𝐚𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚, 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐧𝐚𝐝𝐚. 𝐔𝐧 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐢𝐧𝐢𝐜𝐢𝐨.
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Manada; había escuchado la palabra muy pocas veces la mayor parte en sus clases de biología dónde le enseñaban todo acerca de las castas: los celos, la reproducción, la voz etc. Y recuerda esa palabra en alguna de esas clases.
Una manada era una familia encontrada, dónde el alfa más poderoso cuidaba de todos y tenía el derecho de escoger a su pareja, misma que debía encargarse de los cachorros siendo suyos o no. Y para el profesor Malee las manadas eran arcaicas.
Pues la manada era la definición de todo por lo que sus reyes habían peleado. Pero ahora llegaba a este lugar y Leorio hablaba de la manada como un grupo donde todos se protegían y casualmente vagando por la cabaña encontró un libro muy interesante que hablaba de lo mismo.
El nombre era una mierda, y la verdad era que lo tomo solo para enojarse hablando a la nada con sus quejas y frustrarse. Pero "como ser un buen omega para tu manada" aunque tenía varias ideas arcaicas como la cocina, el cuidado de los cachorros y la que más odiaba la sumisión aún así tenía ciertas cosas interesantes.
Cómo el verdadero significado de la manada. Para Randall Miles, la definición no era un alfa grande cuidando a sus omegas y el omega favorito cuidando de todos los cachorros. No, una manada era la unión de un grupo que no pueden llevar o no la misma sangre.
No había un alfa grande y poderoso que cuidara a todos, simplemente había una persona con más responsabilidad que trataba ayudar a los problemas de todos, y lo importante; la manada no era un harem para un alfa, era unión entre betas, alfas y omegas. Una familia encontrada que se protegía los unos a los otros.
También hablaba de la diferencia entre una familia y una manada. Y de la unión de ambas pero realmente su mente absorbió esas palabras y se quedó con ellas.
A su familia se la arrebataron varias veces, cuando su padre se fue de la casa y jamás regreso, cuando tuvo que irse al palacio y cuando llegó esa carta donde le decían que su tía Mito había fallecido.
Vivió doce años con su tía, la amo como una madre. Pero cuando llegas al palacio eres casi obligado a olvidarte de todo lo que te fue enseñado para entrar a una familia más grande que no se siente como una.
Y luego conoció a Ara que lo trataba como a un hermano pequeño, conoció a Aziz, a Basilius, a Jingū, a Ori, a Neon e Idril. Ellos eran ¿una manada? ¿Una familia encontrada que no compartían sangre pero se querían y cuidaban como si lo hicieran?
Tres toques suaves se escucharon en la puerta. Gon bajo el libro y vio ahí a Alluka, le sonrió esperando a que hablara.
—Terminanos de hacer la comida y Leorio dijo que sería bueno que caminaras— sus ojos azules se dirigieron a su pierna—. Para que sane más rápido.
Habían pasado unos cuatro días. Mismos que los había pasado en la cabaña necesitaba salir y disfrutar de la brisa.
—Si claro, gracias por avisar— la chica nego con la cabeza restándole importancia.
—¿Quieres que te ayude?— le pregunto viéndolo incorporarse.
Gon nego tomando el bastón que Basilius le había traído aún dolía cuando ponía mucha fuerza en su pie.
Ambos salieron, los colores del atardecer se mostraban orgullosos en el cielo la brisa era increíble y ahí en medio junto a Basilius estaba Ori jugando con varios muñecos de madera. Sonrió, se acercó y se sentó junto al niño que de inmediato lo abrazo.
Y con una tierna sonrisa le presento sus muñecos, notó que el muñeco de arroz estaba ahí en sus piernas jamás se alejaba de él. Quiso recordar si de niño tenía algún juguete favorito, pero no recordó nada.
Miro que en la gran fogata había un balde enorme del que el aroma era sumamente rico. Hasta ahora solo le llevaban la comida no sabía quién era quién cocinaba.
Bisky lo sorprendió llevando algunos ingredientes y poniendo especies al caldo. Alluka se sentó a su lado.
—Pense que eras tú quien cocinaba—dijo a la chica que dejó salir una risa estruendosa.
—¿Yo?— se señaló—. Yo no sé ni hacer un huevo.
—Oh— Gon le hacía trenzas al cabello del niño mientras contestaba—. Yo no soy bueno, aunque hago buena repostería.
—¿De verdad?— la chica se veía interesada—. ¿Les enseñan a cocinar en el palacio?
—Si— sonrió—. A cocinar y repostería aunque es más si quieres no como obligación.
—¿Y te gustaba?— la muchacha también se hizo una trenza de lado.
—La repostería— afirmó, recordando a su profesora.
—¡Hace increíbles pasteles!— gritó Ori volteando—. Y galletas y dumplings.
—¿Dumplings?— la muchacha preguntó con una sonrisa curiosa—. No los conozco.
—Puedo preparar algunos— dijo tímidamente—. Si quieres, claro.
—Yo si quiero— contesto a su lado Basilius sosteniendo una botella de alcohol.
Gon rodó los ojos pero aún así sonrió. Hace bastante tiempo que no cocinaba para varias personas, había dejado de hacerlo después de lo de Aziz.
—Podría intentarlo— acepto por fin, recibiendo sonrisas afectuosas de parte de los tres que lo veían.
Pocos segundos después, Jingū se acercó con dos tazones llenos del caldo que había estado preparando Bisky.
—Me alegra que ya hayas salido— le dijo pasando el plato con una sonrisa.
Gon comió en silencio escuchando las charlas que tenían todos a su alrededor y contestando monosílabos al niño que comía sentado entre sus piernas. La sensación era rara, desde hace unas noches su cerebro aún no podía procesar el hecho de que ya no estaba en Slunce, ya no despertaba solo en una habitación si no que ahora lo hacía con el niño aferrándose a él como si tuviera miedo de que lo abandonará.
A qué el también lo abandonará.
Esa era otra de sus preocupaciones. Ori parecía llevar todo esto bien. Jugaba por las tardes y se la pasaba leyendo junto a él en las mañanas, no parecía querer preguntar dónde estaban y cuando se irían simplemente aceptaba en silencio estar alejado de su hogar.
Pero, por las noches cuando por fin dormía se aferraba a él como si pensará que en cualquier momento también desaparecería como sus padres o su abuela. Sabía que al niño le dolía, pero también entendía que Ori había crecido soportando no ver a su padre, ver y escuchar poco tiempo a su madre, vivió escondido y enfermo alejado de otros niños.
Aziz siempre le decía que Ori escondía sus sentimientos cómo si no quisiera molestar con ellos.
Tenía solo seis años... Y ahora quedaba a su cargo, no sabía como hacerle entender que sus emociones eran válidas y que no debía comportarse como un adulto. Porque no lo era.
Suspiro, dejando el tazón en el suelo Ori ya había terminado y también lo había dejado ahí para seguir jugando con sus muñecos. Leorio lo llevo a adentro de la cabaña para revisarlo mirándolo con genuina sorpresa.
—¿Pasa algo?— le preguntó curioso.
—Am— el de lentes se levantó—. Bueno es que tus heridas se estan curando muy rápido es... Bastante sorprendente.
—Oh...— fingió sorpresa—. Tal vez sean tus medicinas, eres un buen médico.
—Si— el hombre asintio no muy convencido—. Debe ser eso, sigue tomando la medicina y no olvides la pomada.
Leorio salió de la habitación, Gon suspiro. Aunque su núcleo estaba casi que destruido su cuerpo seguía siendo el de un recipiente para la bendición por lo que seguía recuperándose de forma más rápida.
Esperaba que Leorio se creyera lo de sus medicinas... Eso le hizo pensar en Killua, Alluka y Bisky tenía que hablar con ellos acerca de lo que vieron antes de que ellos les digan a los demás.
Se acostó frustrado.
Eran las ocho de la mañana cuando ya estaba en la mesa mirando algunas notas que Aziz había hecho acerca de Ori. Basilius había sido muy inteligente en traer todo lo que Aziz había investigado, más aquella carta que jamás pudo abrir.
Aún recordaba el día en el que Basilius se la entrego, la ira que había sentido al verlo, más las ganas de llorar al ver el sobre en sus manos. Fue su cobardía lo que hizo que devolviera la carta, no pudiendo leerla.
Bajo su mirada a las hojas en la mesa leyó de nuevo las notas y las cartas, pero aún no encontraba algo contundente o era eso o su cerebro seguía sin querer ayudar. Dió un brinco en la silla cuando escucho los leves golpes en la puerta. Guardo todo y abrió la puerta dejando entrar a Killua y a Canary, ambos hicieron una mueca al entrar se recompusieron de inmediato viéndolo como normalmente lo hacían.
Canary lo miraba con el ceño fruncido como siempre mientras que Killua lo veía con cierto nerviosismo. Ahora que lo pensaba la última vez que hablo con él fue... ¿El día que salieron de Slunce?
—¿Cómo te sientes?— preguntó el alfa sentandose en una de las sillas, Gon hizo lo mismo.
—Bien, ya no duele tanto— contesto pasando su mirada de Killua a Canary.
—Te estás recuperando rápido— dijo Killua con una leve sonrisa—. Eso es bueno.
—Lo es, Leorio dijo que para la siguiente semana esperaba que estuviera recuperado por completo— explico, se rascó la nuca incómodo—. ¿Pasó algo?
—Sabemos dónde está el hombre que nos debe los favores— dijo Canary sin vacilaciones—. Pero no se encuentra en esta parte de la isla.
—¿Entonces dónde?— preguntó Gon curioso sin entender bien porque le decían esto a él.
—¿Conoces la historia de estás islas?— Killua preguntó, por lo que obviamente nego con la cabeza—. Hammer son dos islas gemelas, hace unos años Canary, Kurapika y yo ayudamos a unir ambas islas.
—¿Estaban en guerra?— preguntó sorprendido.
—Era un conflicto estúpido— contesto Canary—. Cada isla tenía un líder uno quería gobernar al otro así que se llevaban bastante mal, peleaban todo el tiempo.
—Estas tierras son un paso para los barcos, se quedan un tiempo aquí y luego parten— explicó Killua—. Gracias a las riñas los barcos dejaron de zarpar aquí lo cual empeoró su propia economía.
—Entiendo, ¿pero esto que tiene que ver conmigo?— preguntó Gon desconcertado.
—Bueno, no lo hicimos solos— el chico suspiro—. Nos ayudó un alfa, que no era de aquí... Y bueno tú dijiste que ¿Aziz? Tenía gente aquí también.
—Si bueno, él lo menciono varias veces...— la carta, esa que no había querido abrir, bueno esto era extraño, ¿Será que Aziz los conoció?—. Si trabajaste con él, ¿por qué no recordarías su nombre?
—Si es el mismo hombre, entonces no nos dijo el verdadero— está vez fue Canary la que respondió con los brazos cruzados—. Era alto, barba, pelo rubio, ojos verdes se hacía llamar Xufeng— ante el nombre las manos de Gon se tensaron, Killua vio el cambio en el omega—. Llevaba un tatuaje de...
—Una flor de loto en su mano derecha— terminó por decir, suspirando—. Era él, Aziz.
—Eso es perfecto— dijo Killua, el moreno lo miro—. Escucha el tipo del que te hablamos nos ayudará, pero necesitamos otra ayuda más y recuerdo perfectamente que a Aziz la gente lo adoraba.
Gon sonrió ante la mención, era imposible no llegar a querer a ese hombre:—Yo, si puedo ayudar con eso.
—Cualquier cosa— dijo esta vez Canary—. Entre más sentimental seas mejor.
Para cuándo menciono eso, Ori salió de la habitación frotando sus ojos con una mano y con la otra sostenía su muñeco. Una idea cruzo por su mente, no le gustaba pero tal vez podría funcionar si de largarse de aquí se trataba.
—¿Ya pensaste en algo?— preguntó el albino.
—Ven Ori— pidió, el niño se movió con rapidez sentandose en las piernas de Gon viendo a los dos invitados con el ceño fruncido—. ¿Ustedes... Qué tanto conocieron a Xufeng?
—No mucho— respondió Canary desconcertada por el cambio de nombre—. Él estaba ayudando con la otra parte de la isla por lo que las pocas veces que lo vimos fueron en las audiencias.
—Mm— asintio el omega acariciando el cabello del niño—. Es su hijo.
Ambos alfas lo miraron sorprendidos, pasando sus ojos del niño aún adormilado en sus piernas a él.
—Oh— dijo Canary, pues claro tenían parecido, pensó en las veces que había escuchado que hablaran del hombre y siempre lo hacían como si estuviera muerto.
—Él murió hace un tiempo— explicó recibiendo un asentimiento de los dos—. Tal vez podamos hacer que nos ayuden si inventamos algo que tenga que ver con su hijo.
—Claro— estuvo de acuerdo Killua—. Pero aún cuando algunos te crean que es su hijo habrán otros que ni siquiera te crean que lo conoces.
—Tranquilo, lo harán— le sonrió—. Haré que me crean.
Ambos se sonrieron, Canary quiso rodar los ojos:—Ya que todo está dicho, Killua debemos irnos— se levantó caminando a la puerta.
—Ve tú— el albino la miro—. Ahora salgo.
La mujer sonrió con ironía saliendo de la cabaña. Killua y Gon se metieron en un gran silencio, incómodo si le preguntaban al omega.
—¿Cuáles son tus planes?— le preguntó el alfa—. ¿A dónde irás?
—Por ahora a Casiopea— contesto sincero—. Después... No lo sé, Aziz no fue muy concreto a dónde debo ir después.
—Nosotros, antes de llegar a Casiopea tenemos que ir a otro lugar— Gon frunció el ceño—. Basilius aún no ha terminado con su trabajo y nosotros tampoco.
—Ah— asintio recordando la misión que tenían—. Si, no hay problema digo... Sigue siendo el barco de Basilius.
—Exacto— contesto el alfa—. A lo que yo me refería, es que puedes pedir nuestra ayuda llegando a Casiopea, Alluka ha estado pidiéndome que te lo diga.
—¿Así?— sonrió con cariño.
Killua parpadeo varias veces antes de seguir:—¡Si!, ella... Ha estado diciéndome esto y yo no puedo decirle que no.
—Gracias y tomaré tu palabra Killua.
—Si, claro— le sonrió torpemente—. Me tengo que ir, am... Si necesitas algo más el grupo está afuera.
Gon le dió una risita divertida:—Lo tendré en cuenta, vayan con cuidado.
El alfa le sonrió levantándose y casi huyendo de la habitación. Gon suspiro, miro al niño en sus brazos que se había quedado dormido durante la plática. Aziz, parecía que había dejado todo listo para ambos. Cómo... Si estuviera preparando todo su camino.
Aún los cuidaba. Había una sensación extraña en su pecho, recordó cada conversación con Aziz, cada poema que le conto, cada libro que leyó.
Porque las malditas instrucciones que había dejado estaban todas codificadas, cada nota, cada maldita palabra. Y sabía que todas ellas habían sido para que él las descifrará.
Y lo único que sabía era que debía empezar en Casiopea. Debía buscar a alguien, Aziz jamás hablo con esa persona pero sabía de su existencia y eso fue suficiente para el alfa. En algún momento dijo que la iría a buscar, pero, ya no pudo hacerlo.
Y por consecuencia debía terminar lo que él comenzó. Dejo al niño durmiendo en el sofá poniendo una manta sobre su pequeño cuerpo.
Volvió a mirar las notas, estresado. Su cabeza dolía mucho, suspiro esto era horrible. Sus caderas le comenzaron a doler junto a su vientre y sus huesos. Pensó en su último celo, contando los días con tanta intensidad ni siquiera recordaba el día exacto de su último celo...
Mierda, busco una hoja y comenzó a apuntar los números del mes. Haciendo cuentas e insultando en voz baja cayó en cuenta que su celo era en esta semana.
—¡Mierda!— dejo salir su frustración, por eso se sentía tan raro. Ahora que recuerda Killua y Canary lo veían diferente, Killua había huido de la habitación. Olía a celo. Reviso la habitación de Basilius dándose cuenta que el hombre no estaba seguramente había ido con Jingū a revisar el barco.
Odiaba sus celos. Y odiaba como funcionaban en él, prácticamente los cinco días que pasaba en ese horrible estado los pasaba con dolor en caderas, cintura, espalda y cabeza además a veces le daban temperaturas y sus emociones eran tan volátiles que por lo general prefería mil veces ir a entrenar para bajar el enojo que quedarse en su habitación.
Su cuerpo se preparaba para el apareamiento, en su caso al ser solis no importaba mucho como pasaba los días. Podía practicar o quedarse en su habitación pero por lo general sus hermanos y él eran tan orgullosos para quedarse sufriendo solos así que lo hacían en público para que esa imagen de omega débil no fuera impuesta en ellos.
Era diferente para los omegas dominantes, pues el dolor era el doble duraba mucho más y sus dientes daban comezón todo el tiempo. Era incómodo y si no tomaba los malditos supresores el dolor en sus huesos y sobretodo núcleo era insoportable.
A veces había deseado con todas ganas ser un leuks, sus celos serían normales y aunque doliera podría incluso recibir un poco más de atención que solo forzarse a ser fuerte cuando en realidad solo quería acurrucarse y llorar.
Era peor ahora que su núcleo era inexistente. Para los solis cuidar de él era incluso más importante que cuidar su útero, su núcleo era la razón por la que tenían la bendición y debían cuidarlo por eso los celos pasaban a segundo plano. De cierta forma el núcleo también ayudaba a soportar los calores al no tenerlo su cuerpo era un recipiente de hormonas sin poder controlarlo.
Cerro los ojos, debía descansar al menos un rato para pasar los próximos cinco días con un carácter de mierda y dolor en todo su cuerpo.
—Creo que Gon está entrando en celo— Killua dijo viendo a Leorio y a Kurapika—. Más bien estoy seguro.
—¿Cómo sabes?— preguntó el rubio secando sus manos con una toalla.
—En la mañana fui a hablar con él y su aroma era diferente— explico, cayendo en cuenta que desde lo conocía era la primera vez que olía su aroma—. Deberías ir a verlo, Leorio.
—Debería— afirmó—. ¿Y cómo lo hago? Estamos hablando de reinos diferentes, en nuestro país ni siquiera podemos si quiera preguntar...
—Es de mal gusto— se burló Kurapika con los brazos cruzados—. Puedo hacerlo yo, si sus pequeños cerebros de alfas no pueden.
—¡Nunca dije eso!
—¡Oye!
Ambos alfas lo miraron con el ceño fruncido y con lo que parecía mil quejas rondando por sus pequeñas mentes.
—¿Qué?— preguntó con inocencia—. Digo la verdad— bajo las mangas de la camisa que llevaba y empezó a caminar a la puerta—. Un omega ayuda más que un alfa.
—Soy médico— se defendió Leorio con los brazos cruzados.
—Nunca dije que no me acompañarás— dijo el rubio tomando la pintura junto a la bolsa que tenía el collar—. Déjame hablar con él, antes de que hagas algo.
—¿A dónde llevas eso?— preguntó Killua al ver que el chico abría la puerta.
—Quiero saber de ellos— les sonrió ya estando afuera de la cabaña—. Y Gon es el mejor para explicarme.
Cerro la puerta cruzando el patio, ya eran más de las doce y la verdad el día estaba fresco aún así el aire les advertía lluvia. Kurapika vio a Basilius saliendo de la cabaña con Ori.
—¡Hola, Kurapika!— saludo el niño—. ¿Vienes a ver a Gon?
—Sip— hizo sonar la p con fuerza viendo a Basilius—. ¿Él se encuentra bien?
—Por supuesto que si— dijo el hombre con una sonrisa algo incómoda—. Está en celo, pero, él está bien.
Kurapika asintio. Los celos de omegas siempre han sido un tabú a diferencia de los de alfa que son hablados con más naturalidad. Se supone que debes callarte tu celo; si eres un omega soltero y casto pasarlo a solas, si ya estás enlazado tu celo era "problema" de tu alfa.
El cuerpo se preparaba para ser fecundado pero por lo general los días antes de tu momento fértil eran dolorosos, los alfas creían que estar en celo solo era una excusa para tener sexo desenfrenado, ocupando las feromonas para seducir a tantos alfas como sea posible y ser criado a la brevedad.
Cuando la realidad era que lo único que querían era estar tranquilos con su pareja o si estaban solteros estar con hermanos o padres, dormir y acurrucarse en sus nidos. Obviamente había un apetito sexual pues tú cuerpo se preparaba para ello, pero no era algo que no se pudiera controlar era tan diferente a la vista alfa en comics o libros. Los alfas ni siquiera conocían los celos omega y aún así los escribían como si fueran unas máquinas sedientas de sexo.
Cuando no era así, odiaba que el celo alfa fuera visto como poderoso pues los alfas en celo tenían el ochenta por ciento de probabilidad para dejar en cinta a los omegas, y eran vistos como buenos alfas, poderosos y fértiles. Mientras que los omegas en sus celos eran vistos como putas, teniendo que pasar vergüenzas o limitarse a decir que estarían indispuestos por cuatro o tres días.
Era una idiotez.
Tocó la puerta, Gon dijo un leve "pase" entro viendo al chico recoger varias hojas y poniendoles debajo de un libro, el rubio no pregunto ni hizo ningún comentario.
El aroma del chico era, dulzón. Denotando su fertilidad. Recordó una de las prácticas más horrendas en Casiopea: cuando varios omegas entraban en celo al mismo tiempo eran enviados a una habitación donde alfas podían escoger con quién vincularse gracias a su aroma.
Alfas que escogían al omega más fértil. Como si fueran un objeto.
Obviamente está práctica está ahora penalizada pero cuando las monjas de la iglesia se lo platicaron no pudo sentir más que repulsión.
—¿Cómo te sientes?— se sentó en el sofá, el moreno caminando al otro—. Debe ser difícil pasar tu celo afuera de Slunce.
—Algo— respondió sin ganas—. Más que nada es raro.
—Mm— el rubio le sonrió—. ¿Necesitas algo?
—No— suspiro, aunque doliera y quemara su cuerpo—. Estoy bien, aunque no lo creas los celos en Slunce no son tratados.
—Oh— lo miro sorprendido—. Mis celos siempre han sido dolorosos.
—Lo puedo entender— sonrió Gon divertido—. ¿Pasó algo con los objetos?
—En realidad he estado bastante curioso— abrió la tapa del estuche circular y saco con cuidado la pintura desenrollando la misma—. Venía para ver si lograbas hacerme entender.
—¿Entender qué?— preguntó desconcertado.
—No confió en mí jefe, y desde que hablaron de estos objetos no he logrado descifrar porque son tan importantes— explico con sencillez, esperando que el chico caiga en su "trampa" si bien era verdad que durante toda la misión estuvo haciendo posibles teorías nunca llego a nada. Si el moreno sabía algo más tal vez así podría entender al Ryodan.
De repente pequeñas gotas empezaron a golpear la madera, había comenzado a llover.
—Bueno— el moreno se acomodo en su asiento extendió su mano a la pintura la vio con un cariño implícito—. La pintura se llama "Las lágrimas de Hanako", fue hecha por el mismo hermano de la reina— en el papel se podía ver un sol brillante arriba de él la imagen de una mujer con ojos fríos su rostro cubierto por un velo blanco, debajo habían montañas, un gran palacio y una mujer de rodillas como orando hacía el cielo, lágrimas cayendo al suelo del que comenzaban a florecer higanbana¹—. La leyenda popular cuenta que Hanako fue considerada hija de los cielos, hija de la misma Měsíc, había sido bendecida con un poder que juraba traer la justicia a Slunce— el rubio escucho atentamente—. Pero, la primer batalla que lideró fue un fracaso, la gente que la seguía murió, omegas fueron sacrificados e incluso ella casi muere— la voz pacífica del omega junto a la lluvia hacían que todo fuera más... Mágico—. Sin embargo esa noche, ella lloro y suplico a su madre que la ayudara la Diosa Měsíc sin poder resistirse a las súplicas de su hija hizo que de las flores de la muerte naciera un nuevo guerrero que ayudaría a Hanako.
—¿Su hermano?— preguntó completamente inmerso en el relato.
—Si, junto a él y a los nuevos "poderes" — hizo comillas con los dedos—. Que le brindaron pudieron acabar con todo un régimen. La pintura muestra el inicio y el final de toda una era.
—Es... Sorprendente— dijo Kurapika gratamente emocionado.
—Lo es, pero solo es una leyenda— sonrió—. En realidad la pintura marca el inicio de la guerra contra el emperador Mo, se pinto como propaganda del ejército de Hanako para que la siguieran en su lucha— le sonrió divertido—. Obviamente metieron cosas fantásticas, diciendo que Hanako era una semidiosa, pero esto era una estrategia.
—La gente la seguiría— contesto con obviedad recibiendo un asentimiento.
—Así es— hizo una mueca de dolor, dando un suspiro continúo—. Hubieron maikos que juraban que la pintura contenía mapas, secretos acerca de la divinidad y cosas más fantásticas— la volvió a enrollar—. Pero la pintura ya fue estudiada y es solo eso. Una pintura.
—Sigo sin comprender porque mi jefe está tan empeñado en tenerla— suspiro, aunque realmente veía lo genuino que era Gon... Había algo que no cuadraba.
—Según sé, las reliquias de índole religioso tienen mucho valor en el mercado negro— dijo como apoyo a sus dudas.
—Se supone— guardaron la pintura y luego el rubio saco el collar del fénix con mucho cuidado—. Háblame de este.
—Bueno, la parte no fantástica dice que fue un collar hecho por una técnica muy difícil en joyería para mantener la pureza de las piedras— Gon sostuvo las piedras rojas opacas en sus dedos—. No sé sabe quiénes fueron los maestros que hicieron el collar, lo que si se sabe es que fue mandada a hacer por la pareja de la reina Hanako.
Kurapika le miro sorprendido:—¿La reina tuvo una pareja?
—Es una trágica historia de romance— susurró Gon—. Pero si, se dice que lo mando a hacer después de su primer celo juntos.
—Que romántico— se burló el rubio haciendo que Gon también sonriera.
—La parte muy fantasiosa dice que el collar guarda parte del poder real de la reina y que su pareja lo creo precisamente para guardar ese poder— Gon sostuvo el dije en su mano, era en forma de triángulo el marco hecho de metal sostenía un rubí opaco por el tiempo—. Se dice que esto liberaría este poder, pero, solo por los monarcas que tengan una alma parecida a la de Hanako.
—Oh— Kurapika estaba realmente asombrado y encantando—. Suena increíble.
—Lo es, por generaciones fue una reliquia pasada de monarca a monarca— la guardo en la tela—. Pero, fue sustituida por otras piedras, según dicen también marcaba un lugar en el reino dónde Hanako escondió un gran tesoro— sonrió divertido al recordar esa leyenda por parte de Basilius y su misma tía—. Pero eso es más una leyenda marítima...
De repente la sonrisa del omega recayó, parpadeo varias veces haciendo a Kurapika preocuparse.
—¿Todo bien?— preguntó levantándose del sillón.
—S-si— el omega guardo el collar—. Cólicos ya sabes.
—Me asustaste— le sonrió—. Será mejor que me vaya y te deje descansar, gracias por compartirme parte de tu historia.
—No es nada— le sonrió, aunque Kurapika podía ver un poco de nervios en los iris contrarios—. Me gusta hablar de esto.
—Cuando vivía en el convento— dijo el rubio captando la atención del omega—. Las monjas me daban té de frambuesa para los cólicos, ¿quieres que te prepare uno?
Gon lo pensó, parecía que tuviera un debate mental aunque después de unos segundos asintio.
—Me gustaría, gracias— dijo el chico aún con la bolsa en sus manos—. ¿Crees que pueda quedarme un momento con esto?— el moreno tomo la pintura y luego su rostro se calentó un poco—. Lo siento si suena raro, pero estas cosas son religiosas me gustaría hacer algunas oraciones y poner una ofrenda, las regresaré mañana sin falta.
Kurapika lo miro sorprendido, se notaba a leguas que Slunce era muy religioso pensaba que Gon no sería así aún así sonrió, no veía el problema.
—Por supuesto— le sonrió—. Mañana vengo por ellos y más al rato te traigo el té.
—Gracias— reverencio, lo tomo con la guardia baja, el rubio solo asintio saliendo de la cabaña aún con pequeñas gotas cayendo del cielo.
Gon cerro la puerta, tomo todas las hojas que estaban sobre la mesa y las llevo al cuarto que compartía con Ori, dejo la pintura sobre la cama junto a la bolsita y con las manos temblorosas abrió el sobre de Aziz.
Querido Gon:
Sé que ya no estoy junto a ti, sé que ya no estaré junto a Ori, sé que no podré ayudar más.
Sabía que este día llegaría Gon, sabía que de una u otra manera Slunce me atraparía así como lo hicieron con Ume, con Eunyeong, con Ponzu. Yo sabía que mi destino no sería estar ahí cuando mi hijo por fin se librará de esa enfermedad que lo está matando.
Mi destino jamás fue estar ahí, mi destino fue proporcionar las herramientas para que él llegara a ese momento.
Sé que la bendición es un poder que va más allá de mi capacidad mental, y así como sabemos que existe... Hay otras cosas que no se pueden explicar de forma científica pero que también están ahí, durante años me enfoque a buscar una cura sin saber que lo que tenía que buscar iba más allá que un concepto tan simple como una cura.
Sé que has escuchado sobre las premoniciones, sabemos que al menos en Slunce están prohibidas pero tú y yo sabemos que Ara jamás fue partidaria de seguir las reglas.
Gracias a ella conocí a una mujer, una mujer de la que Ara me habló. Una que se supone puede ver nuestro futuro, nuestro pasado y nuestro presente.
Casiopea es el lugar donde se supone que reside, Gon si es verdad... Debes encontrarla, sé que lograrás salir de Slunce. Ara había predicho varias cosas que con sorpresa se cumplieron.
Sé que lograrán salir de Slunce. Y también sé que los objetos que te llevarás te ayudarán a hacerlo... Gon debes entender que el destino no siempre esta escrito hay cosas que deben suceder y que por una sola decisión pueden cambiarlo todo. No sé cómo es que vas a salir de Slunce así como tampoco supe cómo Palm me atraparía. Pero, sabía que sucedería, sé que sucederá.
Gon. Siempre fuiste tú. La pieza faltante en esta historia, la única persona que podría ayudar a mi hijo. Todo lo que te deje es para él, las notas, mis investigaciones... Todo. Y para poder darles la libertad que tanto merecen.
Debes encontrar a Skuld. Es la única forma, está en Casiopea. Debes hacerlo.
El collar del fénix te servirá, no olvides que en los detalles, en las leyendas, en los mitos siempre habrá una pizca de realidad.
Te amo como a un hermano, no seas tan duro con Basilius y por favor dale todo ese amor a Ori que Ara y yo no pudimos darle.
Con amor, Aziz.
Holaaa.
¿Cómo estaaaan?
Yo bien, leyendo muchos fanfics y escribiendo esto. ¿Les está gustando?, ¿es interesante?
Espero que sí, está vez no tengo mucho que decir solo cuidense y nos leemos la siguiente actu.
Bye, bye. 💗
-Annie ☾-
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