𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈
𝟔. 𝐋𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐯𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐝𝐢𝐬𝐟𝐫𝐚𝐳𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐫𝐞𝐥𝐥𝐚.
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Si tuviera que decir todas las veces en las que un omega, beta e incluso alfa coqueteo con él los dedos de la manos y de los pies no le alcanzarían. No es que fuera un egocéntrico o un narcisista, pero tampoco era ciego sabía su atractivo, la gente en la mansión de sus padres se lo decían casi a diario desde niño algo que siempre estuvo presente fue: su gran rostro.
Con el tiempo su familia le enseñó a usar este para su beneficio porque una cara bonita también era parte fundamental para hacer negocios, para manipular a la gente.
Sinceramente nunca se vio interesado en algo más, tenía quince cuando vio a una omega particularmente bonita pero jamás pasó esa línea de aceptar la belleza en las demás personas sobre todo porque en su línea de trabajo no era factible tener a un amante, eso significaba debilidad y sus enemigos podían tomar esa pequeña vulnerabilidad contra él.
Hace unos años no le importaría.
Lo habían forjado a ser una maquina sin sentimientos, a ser un monstruo qué recibe ordenes y las ejecuta con una probabilidad del cien por ciento, que además fuera lo más elegante posible pero dejando en claro el mensaje. Su vida fue esa desde niño, no solo era controlar su sangre como alfa puro y dominante, si no también esos instintos primitivos con lo que podrían atacarlo.
Los celos de los omegas eran la debilidad de cualquier alfa, su abuelo le enseñó a tener una resistencia aterradora a cualquier indicio de celo. O a un celo en su máximo apogeo.
Era agotador porque cuando era adolescente lo único que quería era aliviar ese calor insoportable qué crecía en su vientre y quemaba su piel, dejando a su mente con un solo y asqueroso pensamiento.
Recuerda las veces en que lo sometieron a estar en celos de otros omegas, lo sometieron a sus propios celos una y otra vez. Y aunque sonara tan bien para otros alfas, para él fue una tortura humillante.
Vio a la omega qué lo veía desde una de las esquinas con una mujer mayor que también lo veía disimuladamente. Estaba apuntó de rodar los ojos cuando Ori se acercó a él y jalo su pantalón para que lo viera, alzó al niño de inmediato era un poco egoísta tomar al niño como escudo contra otros omegas pero sinceramente no tenía el humor de lidiar con estas cosas:—¿Te vestiras igual que los señores de las fotos?
—Por desgracia— asintió, viendo de soslayo como la omega seguía viéndolo, mierda—. Tu también lo harás.
—Gon dijo que me vería muy guapo— se alzó de hombros como si fuera lo último que le importara—. Creo que a esa señorita no le caes bien.
Killua casi suelta una carcajada, Ori era muy observador estudiaba a la gente y aunque al ser un niño no entendía del todo las acciones de los adultos parecía comprender con una facilidad alarmante algunas expresiones.
—Creo que no— se alejo, Elle estaba dando instrucciones a una beta.
—Ella también mira mucho a Gon— puntualizó con el ceño fruncido, Gon estaba sentando en una silla con una revista en mano que Elle le pidió que revisara para que encontrará algo que le gustara.
Killua lo vio, su cabello largo amarrado en una trenza qué caía por su hombro y su semblante curioso pasando las páginas, Gon tenía mucha elegancia a la hora de hablar, de moverse incluso a la hora de estar ahí sentado tenía un aura de distinción que cualquiera podría pensar que es el hijo heredero de algún magnate famoso.
Suponía que tenia que ver con la educación qué recibió, incluso cuando lo vio pelear sus movimientos eran poderosos pero de una forma muy gracial.
Tal vez lo miro demasiado qué Gon alzó la mirada viéndolos a los dos con los ojos entrecerrados, le sonrió ignorando el nerviosismo qué se plantó en su pecho. El omega se levantó con la revista en manos y se acercó a ambos.
—Ya no lo cargues mucho— dijo cuando estuvo frente a él—. Lo vas a acostumbrar.
—Él me cargo— el niño se alzó de hombros—. Yo no se lo pedí.
—No me cuesta nada— contesto, Ori asintió encantado como si le gustara en verdad que lo cargarán. Tenía seis años era un niño pequeño a él le hubiera gustado que lo cargarán.
—Tu y Basilius lo consienten mucho— suspiro con una sonrisa apretando la mejilla del niño que dio una risita.
—¿Encontraste algo que te gustara?— preguntó viendo a la revista, Gon dio un suspiro cansado.
—¿No debería dejarte esto a ti?— Killua lo miro confundido—. Las señoras de atrás estaban diciendo que los alfas debían escoger las ropas de sus omegas— ironizo algo divertido—. No encontré nada así que te pasaré la tarea a ti.
—Eso es hacer trampa Gon— nego con la cabeza—. Además no puedo, tengo mal gusto.
—Pues te culparan a ti por tu mal gusto, no a mi— le sonrió con suficiencia.
—¿Podemos escoger los dos?— Ori de repente pregunto—. Yo también soy tu alfa.
Killua lo miro curioso, es innegable qué Ori tenía muchas características alfas pero que el niño lo afirmara de tal forma sin siquiera haber tenido la edad para tan siquiera tener su presentación aromática era... Curioso.
—Ya qué insisten— sonrió entregándoles la revista, Ori hizo ademán a que lo bajaran corriendo con la revista a una mesa señalando a Killua para que lo siguiera.
—Recuerda si me veo mal será su culpa— le dio una palmada divertida a su espalda haciendo que rodará los ojos.
Por pura curiosidad miro a la omega qué ya ni siquiera les ponía atención, mensaje recibido.
Vio los trajes en la revista, Ori señalaba algunos diciendo que le gustaban porque era discretos para Gon, hubo uno en particular qué era muy revelador, en la revista decía que era la nueva tendencia.
Pantalones de vestir negros, con un saco color negro que tenia la peculiaridad de mostrar la espalda en una tela translúcida negra, era lindo y coqueto pero no algo que Gon usaría así que lo descartó por completo.
Vio a Elle caminar con Gon y enganchando su brazo lo llevo caminando a lo que vendría siendo la sección de joyería.
Gon era alto, al ser un dominante y un hombre que desde muy pequeño debió hacer ejercicio, los resultados eran estos. Incluso Elle qué llevaba tacones se veía tan pequeña.
Suspiro, la mujer siempre buscaba la forma de molestarlo. Habían pasado ya varios años desde que ocurrió lo de aquella noche y seguía molestándolo como si hubiera pasado la tarde anterior. Muchos alfas hablarían de sus extensos dotes de seducción de como habían sometido a tantos omegas, orgullosos del número de personas que se colaron por sus sábanas.
Él podía contarlos con los dedos y cada uno de ellos fue más horrible que el anterior. No le gustaba, siempre pensó que tal vez ellos eran el problema luego cayó en cuenta que no, era él. Pero no podían culparlo cuando no podía sentir nada.
De verdad su cuerpo reaccionaba lo normal porque había cierta estimulación pero jamás pudo sentir emoción o un placer genuino de esos que los alfas alardeaban en las cantinas de forma tan vulgar o en las cenas con gente aristócrata. Suspiro al recordar que hace dos años bebió tanto junto a Bisky qué cuando despertó fue con el omega al qué más repudiaba y ni siquiera recuerda como llego allí.
Se la paso todo el tiempo con Bisky y Canary es más, como mierda ese tipo evadió a Canary era un puto misterio qué no ansiaba conocer. Era frustrante saber que se aprovecharon de él y al siguiente día fue visto como un campeón, sintió que el mundo se le vino a bajo cuando Kurapika le dijo la posibilidad de un embarazo.
Un horrible escalofrío surco su cuerpo, toco madera y aunque no sucedió nada seguía con esa espinita de que mierda sucedió esa noche.
Kurapika era quien más sabía sobre su relación con el sexo porque en una noche de copas ambos hablaron del tema, se dieron cuenta que estaban casi en el mismo parámetro, fue bueno saber que no solo a él le pasaba.
Suspiro frotándose el puente de la nariz, cada que veía a Elle de nuevo en estos eventos siempre llegaba esa culpa de haber cometido algo que no quería por el simple hecho de querer sentir algo.
Elle llego encantada consigo misma, Gon la seguía desde atrás pensativo:—Killua, ¿escogiste algo para tu omega?
Con toda la intención no corrigió la insinuación, como lo suponía la omega anterior estaba con sus ojos puestos en ellos esperando una señal:—Lo hicimos, ¿verdad Ori?
Ori asintió alzando la revista y señalando un traje negro con una camisa color vino con un saco largo ceñido a la cintura, la camisa tenía encaje y bordados de flores.
Killua miro las enormes ventanas, desde que entraron sintió una mirada más aparte de la de la omega adentro de la tienda, miro de reojo encontrando a un hombre trajeado con un cigarro en mano estaba recargado viéndolo fijamente. Suspiro.
El día no se podía poner peor. Mientras que Elle seguía observando la revista decidió que lo mejor sería terminar con este pequeño percance.
—Qué buena elección— dijo la omega mirando a Gon de pies a cabeza—. Falta lo importante pero si necesito que estés ahí— lo señaló comenzando a caminar.
Ori salto de la silla y corrió a Gon para que este le tomará la mano, sin mirar a la omega qué sabía los seguía con sus ojos se alejaron de la habitación y entraron a una mucho más lujosa con joyas por todos lados.
—Le estaba diciendo a Gon qué necesitará un collar y un anillo— sonrió—. Diamantes tal vez o una esmeralda.
—Escoge lo que quieras Gon— contesto viendo como Ori se ponía de puntitas en el aparador para ver las joyas—. No te preocupes por el precio.
Gon se veía nervioso, se acercó al aparador mirando cada anillo, había un hombre de traje frente a ellos con una sonrisa amable esperando pacientemente a que hablaran.
—¿No encuentra algo que le guste?— preguntó el hombre, Ori incluso alzó la cabeza—. ¿Puedo preguntar para ayudar?
—Es una...
—Presentación de pareja— la omega se apresuró a decir—. De una familia, debe haber escuchado la gran subasta qué se hará en el teatro La Mer.
El hombre alzó las cejas con genuina sorpresa y poniéndose más serio y profesional hablo:—Mis disculpas, debimos haber dado un mejor servicio— el hombre los miro a ambos, casi rueda los ojos—. Esta joyería contiene los minerales más puros de la ciudad, supongo que no tengo qué escatimar en gastos, mi señor— esta vez lo miro a él, a lo que asintió con la cabeza. El hombre trajeado sonrió encantado saliendo del pequeño lugar y camino frente a Gon—. Le mostraré los mejores collares para omegas, los modelos más nuevos...
—Collares de marca no— le dijo al hombre antes de que comenzará a caminar, el hombre asintió.
—Entonces, sígame por favor— le hizo un ademán respetuoso a Gon qué algo incómodo le siguió con Ori tomándolo de la mano.
—Procura que el collar no sea tan sofocante— le dijo a la omega qué escribía cosas en una libreta—. Saldré un momento, no se te ocurra hacer una estupidez Elle.
—Mi señor— se burló la mujer—. Me encargaré de todo, no te preocupes.
Rodó los ojos, metiendo sus manos en su pantalón para comenzar a caminar fuera de la lujosa tienda.
Gon observó la joyería con nervios, estaba seguro que esto era muy caro, jamás vio tantos diamantes y oro juntos. Las piedras preciosas en Slunce eran más horquillas para el cabello y la mayoría eran de jade, algunas eran de oro pero no todas. En su caso solo unas cuantas veces utilizo joyería, la primera vez fue su presentación aromática y la segunda en la boda de Ara.
Pero eran horquillas o peinetas, tal vez un arete, anillos qué Neon decía no tenían chiste.
La omega a su lado le sonrió al ver los dos collares qué le mostraban:—¿O tal vez quiera una gargantilla?
—No creo que a su alfa le guste— dijo Elle con un tono burlesco.
Los collares eran ciertamente hermosos, uno de ellos eran siete cadenas de perlas con un enorme zafiro uniéndolos, la gran mayoría eran perlas, o cadenas de oro gruesas, habían unos cuantos chokers pero esos Elle dijo que no eran buenos.
Aunque las joyas eran preciosas, eran demasiado para él, sabía que tenía que sobresaltar pero la idea de usar algo así no le agradaba del todo.
—¿No tiene algo más, ligero?— preguntó casi desesperado—. Aunque son piezas hermosas no es lo mío.
—Se nota que es un hombre relajado— el hombre puso su mano enguatada en su mejilla pensando, le dio una sonrisa emocionada—. ¡Creo que sé lo que le podría gustar!
El hombre dio zancadas rápidas buscando en uno de los grandes y elegantes anaqueles, el joyero llego a él con una caja de madera de color negro, dentro había un hermosa cadena de oro delgada qué sostenía un rubí rojo, parecía una gota cayendo, misma que era abrazada por un fino contorno de oro.
—Esta es un perfecta elección, simple pero elegante— le sonrió entregando la caja—. Cualquier omega envidiaria esa pieza.
Elle sonrió satisfecha:—Es perfecta, ¿te gusta?
Gon quiso voltear para pedir la opinión de Killua pero este había salido hace unos cuantos minutos, estaba solo en esto. Ori se había entretenido viendo aretes de varias formas.
—Me parece bien— sonrió entregando la caja—. Será este.
—Maravilloso— el hombre asintió—. Puede pasar a ver los anillos mientras yo guardo el collar.
Ambos omegas asintieron caminando hacia otro anaquel.
—¿Te esta gustando tu pequeña salida?— pregunto la mujer sin mirarlo, varias mujeres habían venido para atender también al niño, llevándolo a unas mesas con varios cuadernos para colorear mientras esperaba, Gon se vio reacio al inicio pero al ver que estaba en la misma habitación se relajo.
—Es interesante— contestó un poco amargado—. ¿Si no consigo un trato con esa mujer, qué pasará?
—Nada— lo miro con una sonrisa—. Porque lo conseguirás estoy segura.
—Pero, ¿si no lo hago?— rebatio sin gustarle el tono de la mujer—. ¿Me harán algo?
—Aunque me encantaría amenazarte— la mujer tomo una cajita de porcelana tomando el anillo y poniéndoselo en sus delgados dedos—. No puedo hacerlo, este pequeño trato no ha sido y no será mencionado al señor Chrollo si es que no lo consigues.
—Entonces podría no hacerlo, ¿no?— le alzó una ceja.
—Podrías— dejo el anillo sus rojos labios no cayeron en ningún momento—. Pero lo harás, ¿cierto?
—Intentaré— gruñó, viendo un anillo de oro por completo, sin ningún diamante o grabado—. Este me gusta.
—Fue más sencillo— sonrió tomando la caja y llevándosela al hombre de traje y bigote.
Vio de reojo a Ori quien seguía dibujando, mientras una mujer estaba parada a su lado, se alegro un poco cuando vio que Killua por fin regresaba, sinceramente todo esto lo estaba abrumando al menos el alfa ayudaba un poco con su estrés.
—¿Ya escogiste algo?— preguntó curioso, aunque su semblante estaba un poco tenso.
—Si, terminé— asintió—. Solo falta Ori.
—Y yo...— suspiro, olía un poco a cigarro no sabía que fumaba—. Vamos, tengo que hacer juego con lo que hayas escogido.
Gon asintió movilizándose, Ori camino a ellos con la hoja en manos curioso:—¿Me toca?— preguntó viendo las bonitas joyas en los aparadores.
—Supongo que lo mejor es que use la misma piedra qué escogiste— explico Killua viendo el collar qué el hombre de bigote le mostraba—. Una muy buena elección, Gon.
—No creí que te interesaran estas cosas— le dijo algo divertido.
—No lo hacen— se encogió de hombros—. Pero crecí en este mundo, conozco bien estas cosas.
Sintió curiosidad, si Killua era un chico privilegiado ¿por qué había escogido esta vida? Alluka ha hablado de su anterior vida como algo a lo que no quisiera volver, sinceramente si causa algo de curiosidad.
—Quiero gemelos en mi traje con rubís— le explico al hombre que de inmediato llamo a la omega del otro departamento—. Oro y rubís.
—Yo también— Ori alzó la mirada viendo a Killua—. Quiero lo mismo que tu.
Killua sonrió enternecido, había pensado que tal vez una joya sería muy excéntrica para un pequeño niño, los gemelos serían elegantes pero una marca si él también los usaba. Suponía que era lo mejor.
—Pues entonces vamos a que nos tomen las medidas— el niño sonrió bajando la mirada para seguir observando los ositos de oro—. El anillo escojalo a juego con el de...— se callo de inmediato sin saber como continuar, Gon entendía, era complicado saber que aquí todos pensaban que eran alfa y omega con su pequeño cachorro—. Mi omega— termino, luciendo más abatido.
—Por supuesto señor— el hombre metió las cajas en bolsas de papel—. Mi compañera los pasara a tomar sus medidas.
Elle los llevo con la mujer, qué junto a otras mujeres ayudaron, Killua fue separado de ellos y llevado a otro probador mientras que él se veía en un espejo circular enorme, una mujer de mediana edad le tomaba sus medidas y las apuntaba en una libreta, otras dos chicas ayudaban con algunos alfileres mientras Ori dibujaba en una mesa a su lado de repente veía como el niño lo volteaba a ver y luego volvía a su dibujo.
Cuando terminaron fue el turno de Ori, qué fue llevado a otra sala donde el alfa ya los esperaba. Ori era un niño obediente y tranquilo, veía con mucha curiosidad todo lo que hacían prestando atención a los detalles.
—¿Entonces me pondrán lo que escogiste?— preguntó el niño mirando a Killua.
—Lo harán— contesto el alfa.
El niño asintió gustoso, las mujeres no comentaban nada más que pequeños monosílabos, recuerda la primera vez en que le hicieron un kimono a medida para la boda de Ara, las mujeres que lo ayudaron habían hablado todo el tiempo con él y con Ara. Aquí parecían robots, era extraño un poco incómodo.
Una vez terminaron con todo, Elle ordenó qué todo fuera llevado sin falta a las seis en el hotel donde se espedaban, dio la dirección y ambos salieron.
—Señores los dejaré a solas por un par de horas— les sonrió—. Tengo que revisar algunas cosas, nos encontraremos aquí a las cinco, ¿les parece?
Ambos asintieron, Ori comenzó a ver de nuevo la explanada llena de edificios enormes, habían varios niños que jugaban con papalotes mecánicos: aves y animales marinos, algunos titiriteros haciendo reír a los niños y algunas parejas que también veían.
Los zeppelin también eran visibles todo el tiempo. Colores como el dorado y el cobre eran protagonistas de casi todo.
—¿Te gusta?— escucho al alfa a su lado curioso—. ¿Les gusta?
—Es... Nuevo— contesto.
—Killua— el niño jalo levemente su pantalón—. ¿Qué es eso?— señaló al hombre vestido de arlequín qué hacía algodón de azúcar.
—Se llaman sedas de hada— sonrió, necesitaba azúcar hace siglos qué no consumía dulces—. Es muy delicioso, vamos.
Ori miro a Gon, Gon miro a Ori y con la curiosidad en sus corazones siguieron al alfa qué ya había pedido tres algodones de azúcar. El hombre le dio primero al niño que veía el color azul con emoción.
Gon miro cariñoso como el niño dio un mordisco, abrió sus ojos sorprendido y encantado y como si no se lo creyera volvió a dar un bocado.
—¡Se deshace en mi boca!— miro a Gon maravillado.
Un poco emocionado, también lo probó sorprendido y al sentir como el azúcar se deshacía fácilmente en su boca.
—Es riquísimo— el niño dijo con una sonrisa.
—Verdad— Killua asintió pagandole al señor—. Les llaman sedas de hada o algodones de azúcar.
—Sedas de hada se escucha mejor— los tres comenzaron a caminar por la explanada.
—Aunque es un poco muy dulce para mi— dijo recibiendo una mirada atónita de Killua.
—¿Esto? Ni siquiera es tan dulce Gon— el alfa sonrió divertido—. Si comieras lo que como yo de dulces seguramente te darían caries.
—¿Puedo probar?— Ori miro al alfa con anhelo.
—¡Por supuesto! Hay una cafetería cerca de aquí— diviso el edificio qué tenía su letrero en cursiva con un fondo rosa pálido—. Hacen los mejores pasteles.
—¡Si!— el niño sonrió alegre—. Vamos, vamos.
Gon vio como ambos comenzaron a hablar de pasteles y dulces, sonrió divertido dejando su mirada en Ori, la culpa que lo estaba carcomiendo se desvaneció un poco. Todo lo estaba haciendo por Ori, aún cuando... Sentía que estaba traicionando al albino.
La tarde termino con un Ori lleno de azúcar, Killua había estado encantado de llevar al niño de un lugar a otro y de comprarle todo lo que el niño quería. Gon lo cargo cuando vio que empezaba a tallar con más frecuencia sus ojos, faltaba poco para llegar al auto de todos modos.
—No debiste comprarle tanto— sonrió acariciando la espalda del niño.
—¿Por qué no?— Killua sonrió—. No pasa nada si lo mimas un poco.
—Gracias— le regalo una sonrisa genuina—. En... Yamatai, él no podía salir mucho, me hubiera encantado llevarlo a varios lugares del reino— suspiro triste—. Pero no podía hacerlo.
—Ahora puedes— el alfa le sonrió—. Sé que no es lo mismo pero ahora puedes hacer lo que no podías.
Justo cuando llegaron al auto negro, el chófer abrió las puertas de inmediato. Gon entro aun cargando al niño, unos quince minutos después Elle regreso oliendo un poco a alcohol y a cigarro.
La noche había llegado por fin, Gon estaba siendo arreglado con ayuda de varias mujeres betas qué tocaban su cuerpo con rapidez y profesionalismo. Estaba realmente nervioso, sin bien no estaba siendo obligado a obtener un trato con esa mujer no confiaba del todo en esta familia.
Era complicado, suspiro viéndose en el espejo salió de Slunce para encontrarse con este nuevo problema. Sinceramente no le gustaba, no le gustaba nada.
Una beta saco varios peines y cosas para su cabello, ya le llegaba a los hombros, lacio y de un color tan negro como el carbón:—¿Saben colocar peinetas?— preguntó a nadie en particular—. Quiero colocar una.
—Por supuesto, señor— la mujer que estaba arreglando el saco en la cama contesto acercándose.
Con cuidado fue a su mochila y saco el único recuerdo que le quedaba de Aziz y Ara, era una peineta con varias flores blancas y rojas al rededor, pequeñas piedras rojas qué brillaban con la luz y una corta cadena en forma de un sol y una luna qué colgaba. La mujer se maravillo con la pieza, se limpio las manos en su uniforme y con una mirada algo temerosa la tomo.
—Quiero que se vea— se sentó en el banco qué estaba frente al espejo del tocador—. Que sea la protagonista.
Las mujeres asintieron acercándose de inmediato, si quería hablar con esa mujer tenía que llamar su atención, si era un alfa sería sencillo pero si era una omega...
Yoshida Hiroko, ¿por qué le sonaba el nombre?
Suspiro, tocandose el puente de su nariz estresado. Las manos de las mujeres eran gentiles hasta cierto punto parecía que le masajeaban, por la puerta entro Ori corriendo con su traje a la medida y con sus cabellos peinados hacia atrás con gel.
—¿Cómo me veo Gon?— preguntó el niño alzando sus brazos y dando una vuelta para que lo observará.
—¡Te ves tan tierno!— le dijo con una sonrisa genuina, era como un pequeño caballerito.
—Perdone la interrupción— la aya de Ori entro seria pero amable—. La señorita Elle esta esperando afuera.
Volvió a suspirar:—Si, en un momento salgo, gracias Elizabeth.
La mujer asintió saliendo junto al niño que corría gritaba porque ya había visto a Basilius. Cuando se miro en el espejo noto que el moño era bajo algunos mechones cortos perfilaban su rostro, movió su cuello para verse y noto que en efecto la peineta se veía.
—¿Así esta bien?— una muchacha joven preguntó con voz temblorosa.
—Esta perfecto, gracias— las tres mujeres soltaron un suspiro aliviado, hablar con ellas era como si estuviera hablando con un robot, daban monosílabos y solamente hacían preguntas necesarias para su trabajo. Era tan incómodo.
Vio que otra de las mujeres saco varios cosméticos, esperando a que se dejara. Pero él nunca uso cosméticos, no le gustaba el maquillaje. Y en Slunce no era obligatorio usarlo a menos de que fuera un maquillaje artístico, aquí las cosas funcionaban diferentes, pero no iba a encantar a la gente de aquí si no alguien que supuestamente viene de Slunce.
—Solo un delineado pequeño— le dijo a la mujer, ella asintió de inmediato sacando los instrumentos. La música que ahora conocía se llamaba Jazz sonaba en toda la habitación gracias a una radio qué estaba puesta en una cómoda.
Cuando terminaron, la beta más grande saco el collar de la caja que por supuesto olía totalmente a Killua y lo coloco en su cuello sin tocar sus glándulas aromáticas.
Dios mio se sentía tan mal. Sabía que todo esto era un teatro para que lo cuidaran de algo que podrían hacerle, pero le sabía mal tener que usar algo así para hacerles saber a todos que ya era un omega tomado, si él se sentía así y ni siquiera era verdad no podía pensar en aquellos que vivían esto, qué no tenían otra posibilidad.
Luego se puso el anillo, se miro al espejo. Ese no era él, tal vez eran los nervios de estar en un lugar con demasiados alfas qué podrían tomarlo ahí, sus oídos comenzaron a taparse no podía escuchar nada más que sentir el ritmo acelerado de su corazón mientras su reflejo parecía deformarse, de repente sentía la horrible necesidad de quitarse el collar qué olía mucho a alfa.
No le gustaba, le picaba en la nariz.
Los ojos de aquel hombre se azomaban en su mente, las tardes en que su padre metía a esos tipos en su casa. La incomodidad comenzó a picar en su cuerpo, las palabras de sus profesores gritando en su mente.
—¿Señor, señor?— por fin pudo escuchar las voces lejanas, miro a la mujer mayor que tenía un semblante aterrado—. ¿S-se siente bien? ¿N-no le gustó? Podemos arreglarlo.
Sintió sus ojos picar, se toco los bordes mojados y los limpio viéndose en el espejo nuevamente. Sus ojos estaban rojos, dio unas cuantas inhaladas, era un omega fuerte jamás ha tenido miedo de los alfas, aunque quisieran tocarlo él podía defenderse bien. Siempre lo hizo.
Sus manos temblaban. De pronto comenzó a sentir furia, ¿por qué se ponía así? No pasaba nada, él era poderoso. Pero su mente le decía que ya estaba soportando muchas cosas, la ira que pasaba por todo su cuerpo más el estrés del aroma a alfa le estaban jugando un muy mal momento, golpeó el tocador con fuerza queriendo que todas las sensaciones asquerosas en su cuerpo se fueran.
Recuperó la compostura luego de que el olor a sangre invadiera sus sentidos, un pequeño ardor se plantó en la palma de su mano, el dolor hizo qué se relajara.
Miro detrás de él, las pobres mujeres lo veían con los ojos abiertos, una de ellas tenía los ojos brillosos por las lágrimas retenidas. A la puerta Killua entro con un semblante preocupado, las mujeres de inmediato empezaron a disculparse. Sinceramente no estaba poniendo atención a lo que decían, su mente estaba concentrada en el dolor de su mano.
—¿Estas bien?— el alfa se veía un poco reacio a tocarlo—. Traigan un kit de primeros auxilios— la mujer mayor asintió rápidamente saliendo de la habitación—. Esperen afuera— les ordenó a las otras dos qué salieron con las cabezas agachadas.
—Estoy bien— se puso derecho alejando su mano para que la sangre no escurriera y manchara su traje—. No pasó nada.
—Rompiste un espejo Gon...— el espejo de mano se encontraba hecho añicos en el tocador—. Estas sangrando bastante, ¿me dejas ver?
No dijo nada solo mostró la palma de su mano lastimada, el aroma de Killua ya no era picante ni asqueroso como hace unos momentos de hecho de una forma algo extraña era reconfortante, su omega, su estúpido omega se regocijo un poco calmando su temperamento.
—Lo siento— suspiro, la mujer trajo el kit con las manos temblorosas—. Perdón si las asuste, no fue mi intención— la mujer se vio realmente sorprendida, Killua tomo su mano con cuidado—. Hicieron un gracioso trabajo, gracias.
—Fue un descuido, Gon— el alfa vio mal a la mujer—. Debieron avisar cuando vieron el cambio en él.
—Ellas no tienen la culpa— suspiro defendiendolas—. No las intimides.
Killua se quedo callado poniendo una venda en el lugar una vez que fue desinfectada.
—Sentimos mucho no hacer un trabajo perfecto— la mujer hablo con la voz temblorosa—. Con gusto aceptaré el castigo en mi nombre y en el de mis compañeras.
—De ninguna manera— negó con la cabeza, Killua soltó su mano—. Esto se quedará entre nosotros— le sonrió intentando calmar a la señora.
—Aceptaremos su generosidad, mi señor— las dos chicas que también escuchaban asintieron con rapidez.
—No hace falta— suspiro viéndose por última vez en el espejo, al menos ya no se veía tan mal—. Estoy listo vamos.
—¿Seguro?— preguntó Killua con una ceja alzada—. Podemos esperar...
—Entre más rápido terminemos esto mejor— camino afuera de la habitación a la sala común—. Vamos.
La subasta se haría en un restaurante-teatro al centro de la ciudad, por lo que pidieron tres autos para llevarlos a todos. Gon iba obviamente junto a Killua, Ori y Alluka quien llevaba un hermoso vestido rojo de tirantes con una gargantilla oscura y sus cabellos negros fueron peinados en un moño alto. Se veía como una princesa.
—Como recomendación— dijo la chica viendo sin ganas—. Sonríe y acepta todos los halagos qué te digan los alfas.
—Es de mala educación si no lo haces— contesto Elle qué iba en el asiento de copiloto.
—Y deja que Killua arregle todo si alguno se pone intenso— arrugó el entrecejo—. Sé que no es de tu agrado, pero...
—Entiendo— suspiro pesadamente, no le gustaba la idea de ser ayudado, Killua tenía parte de su confianza pero siempre se las arreglo solo...
—No creo que se pasen de listos si te ven conmigo— dijo el alfa con sinceridad—. En todo caso serían unos idiotas.
—Tanta seguridad— Elle dijo con voz coqueta y con una sonrisa de burla—. Por eso me fije en ti.
—No empieces— Killua la vio enojado—. Tu encargate de hacer tu trabajo sin molestar.
Alluka negó con la cabeza, Ori estaba viendo las calles entretenido si escuchaba la conversación los adultos no lo sabían.
—Gon, Ori debe decirle papá a Killua— Elle hablo, esta vez el niño la miro con el ceño fruncido, ambos se tensaron de inmediato.
—¿Perdón?
—Bueno, es "su cachorro"— los miro desde el espejo.
—Lo está haciendo para molestarnos Gon— dijo el alfa rodando los ojos—. No me tienes que llamar así Ori.
El niño se relajo de inmediato y siguió mirando las calles jugando con los gemelos en su traje.
Pronto llegaron a La Mer, era un edificio enorme con una arquitectura hermosa, habían luces por todos lados e incluso pequeñas esferas de color bronce qué iluminaban el camino, flotando viéndose algo tiernas.
Había muchas marionetas mecanizadas, Gon las había visto en la tarde siguiendo a varias personas con lo que parecían compras. Ahora abrían las puertas de los autos y ayudaban a bajar a las mujeres.
Miro a Basilius y a Jingū qué se veían tan fuera de lugar como él. Pronto entraron a la recepción del enorme lugar, la fiesta era en el enorme salón del restaurante mientras que la subasta qué empezaría a la media noche sería en el teatro.
Casi de inmediato noto las miradas, Killua había pedido su autorizaron para tocarlo de más, Gon acepto que lo llevara del brazo o que pusiera una mano en su espalda baja pero que no tocará su cintura.
Ori se maravillo con el enorme lugar lleno de luces doradas y brillos, las marionetas qué llevaban ropa de mesero caminaban de un lugar a otro con bandejas llenas de alcohol o pequeños postres.
—Killua Zoldyck— era un anciano con un traje a la medida, el hombre sonreía como si estuviera viendo a un nieto—. Incluso traes contigo a la pequeña Alluka— la mencionada le sonrió dulcemente—. No sabía que ya no estabas peleado con tus padres.
—Para nada, Netero— le sonrió Killua, falsamente, el hombre lo miro estudiandolo por completo.
—Y vienes acompañado... — bajo su mirada al niño que lo veía con curiosidad—. Muy bien acompañado.
Gon noto que Elizabeth estaba detrás de ellos, se sintió un poco aliviado por ello.
—Netero, ellos son Gon y Ori— los presento. De inmediato entrecharon las manos, Netero lo veía como si estuviera analizando una pintura en una pared sin que su sonrisa se desvaneciera.
—Un gusto— tomo la copa de champagne qué se le ofreció—. Espero que tu y tú cachorro disfruten de la fiesta.
—Gracias— le sonrió amable, copiando la sonrisa que Alluka les estaba dando a los invitados.
De un momento a otro ya estaban dentro del gran salón, un enorme candelabro de cristal estaba colgando de en medio mientras que otros más pequeños eran regados por todo el techo. Era lujoso, hermoso a su manera.
Había una escenario al fondo donde músicos tocaban sus instrumentos acompañados de la voz melódica de una omega de cabellos cortos negros con un vestido rosa.
No sabe cuanta gente se acercó a saludar al grupo, cuantos alfas ya habían llegado con Killua para apreciar su nueva adquisición. Tampoco pudo evitar notar las miradas de algunos omegas, mismos que lo veían con el ceño fruncido, casi casi estaba seguro que le mostrarían los colmillos.
¿Sera por Killua?
—Es por mi hermano— Alluka se paro a su lado, Ori estaba en una de las mesas para niños con Elizabeth cuidándolo, habían varios niños en esa sección—. Pero no te preocupes, los omegas de aquí te atacaran por la espalda no de frente.
—Lo cual es cobarde— suspiro rodando los ojos—. No estoy aquí para tener una guerra fría con ellos, ni siquiera los conozco.
—Precisamente por eso— Alluka le alzó su copa de vino a una beta qué le sonrió saludándola—. Para ellos eres un enemigo común.
—¿Solo por qué voy del brazo de un alfa?— se cruzó de brazos—. Es una estupidez.
—Creeme que si fuera solo por eso ellos no estarían enojados— un omega rubio hablaba con otra de cabellos rojos—. Pero hueles a Killua, eso es un mensaje.
—¿Un mensaje?— preguntó, jamás tuvo clases de que significaban algunas cosas salvajes qué hacían los alfas y los omegas, Slunce no le ponía atención a esas pequeñeces porque no existían en su mundo, pero, ahora fuera de este se siente un poco estúpido por no saber nada.
—De que ganaste— tomo su copa—. Ganaste a Killua.
Su omega se sintió curioso por ese nuevo termino, decicidio no ponerle atención a ese estúpido lobo:—Si ya gane, ¿por qué esos imbéciles no dejan de verme? ¿No estoy marcado ya?
—Los alfas son cosa diferente Gon— le entrego una copa ahora a él—. Para ellos eres un reto, si estas perfumado pero no marcado— su cuello pico—. Aún eres libre.
—¿Entonces de que sirvió esto?— Gon suspiro, el alcohol en su boca hizo qué la migraña se aliviará un poco, Alluka tenía un semblante oscuro, enojado.
—Lo veras— suspiro la chica—. Solo porque estas perfumado por Killua lo alfas no se acercan mucho, le tienen miedo.
Gon miro a Killua hablando con otros hombres, era alto, y... Fuerte, su rostro tenía una mueca seria lo que hacía qué se viera más maduro, además era un dominante. De espaldas se podía notar más su anatomía.
Podía entender porque les daba miedo.
Antes de que pudiera comentar algo más, las risas estruendosas se escucharon, al mirar se dio cuenta de una mujer que seguramente estaba en sus treintas, piel morena, cabellos negros. Era ella, tenía que serlo. La mujer llevaba un enorme kimono rojo con algunos encajes en negro y dorado, su cabello estaba recogido en un moño con varias peinetas y una enorme horquilla de jade... Un fénix de jade para ser más precisos.
No estaban muy alejados, la mujer de repente alzó la mirada buscando con sus ojos verdes hasta que se encontró con los suyos. La mujer alzó una ceja interesada, asintió a lo que le dijeron pero sus ojos no dejaban de mirarlo, una sonrisa casi perversa se poso en esos labios rojos y pequeños.
Gon pudo ver sorprendido qué la mujer tenía una marca, era una omega... Su marca en su hombro comenzó a picar, causando pequeñas punzadas dolorosas. Un olor particular surco su nariz, el olor a sol.
El olor de un solis.
Omg. Estoy muy emocionada JAJAJA.
Se viene una de las pláticas más emocionantes JAJAJAJAJAJA llevó esperando mucho para que este momento llegara.
Me gustaría decir que Gon ahora esta muy mal, el cansancio y el estrés lo está haciendo perder los estribos, realmente me siento mal por él JAJA.
¿Cómo están?
Espero que les haya gustado esta cita no cita qué tuvo el Killugon ajsjaudjsj.
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