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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈

𝟐: 𝐎𝐫𝐢.

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Mientras creaba pequeñas flamas que flotaban dentro de la habitación su mente pensaba el doble de rápido. Un alfa con poderes lo cambiaba todo, literalmente todo.

La ansiedad de no saber que hacer  causaba muchos dolores de cabeza. De pronto notó que las pequeñas flamas ya eran más de una docena que flotaban alrededor de toda la habitación, Gon sonrió al verlas, le gustaba verlas. Eran como estrellas bailando sobre el. Por ahora era lo único que le gustaba hacer con su bendición, además no requería de mucha energía y así podría expulsar un poco para no sentirse tan lleno.

Suspiro cerrando los ojos. Se concentro de nuevo en el problema, sabía que si iba con las sacerdotisas ninguna de ellas le responderían sus dudas, ¿qué podía hacer? Talvez los protectores sabrían algo, pero, tampoco le dirían algo.

La única idea fiable era... Entrar a la biblioteca principal que estaba en otro palacio y al otro lado del reino. ¡Por supuesto que lo dejarían ir ahí!

Y solo había un forma de entrar ahí: siendo un sabio del Sol o un aprendiz del mismo. Pero, para hacer eso tenía que dejar literalmente su vida, todo por un poco de información. En verdad les tenía respeto a aquellos que se convertían en sabios por  voluntad, dejar tu lado omega para siempre y prender tu vida a la del monarca regente era de admirar.

Entendía porque era un castigo, terminabas encarcelado a una vida que no es tuya y que además tú posición te recordaba los errores que habías cometido, pero, hacerlo a voluntad era como si ganarás el cielo. Prácticamente todo el concejo real se basaba en ser sabios del Sol.

En definitiva no arriesgaría tanto por un poco de información. ¿Aunque que tenía que perder? ¿Un destinado? No lo tenía ¿Su lobo? Ni siquiera estaba conectado a él ¿Su olor? Le desagradaba ¿Su vida? No tenía una, por siempre ha vivido por su reino no por él.

No había nada que perder, más que dejar de ver a sus amigos y a Ori, eso sí que no. Dejar de ver a ese niño sería su perdición. Mucho menos ahora que sabía su condición; con la cabeza dándole vueltas, de pronto pudo dormir dejando que al menos el sueño quitara un poco del estrés que tenía  su cuerpo.

¿Aziz?— al verlo sus ojos se llenaron de lágrimas, la perdida de Ara aún estaba muy presente, ver al que fue el único amor de su hermana tan... Mal lo ponía triste—¿Co-cómo estás?

—¿Qué haces afuera del palacio?— el rubio pregunto con una ceja alzada y una sonrisa divertida.

—No me gusta el palacio— dijo sentándose en la tierra viendo el río correr—. ¿Qué haces en la capital?

—Venía a buscarte. Precisamente— se sentó a su lado, Gon lo miro confundido.

—¿A mí?, ¿por qué?

—Hay algo... Bueno hay alguien que estoy seguro Safe habría querido que conocieras— le dió una sonrisa suave, haciendo que su corazón palpitara rápido poniéndose nervioso ¿alguien?

—¿A quién?— preguntó después de unos segundos de silencio. A lo lejos se empezaron a escuchar pequeñas pisadas, cuando Gon pudo divisar quien era vio a un niño corriendo con una sonrisa alegre.

—¡Chichi!— gritó el niño lanzandose a los brazos de Aziz—. Enconte una for.

—Flor Ori, se pronuncia flor— sonrió el hombre despeinando el cabello del niño de pronto los ojos del infante pasaron a Gon, quien lo veía como si de un raro fantasma se tratara.

—Ori, él es Gon— presento al omega con una sonrisa—. El niño del que te hablaba mamá.

Con timidez el niño se escondió en el pecho de su padre, a Gon se le llenaron los ojos de lágrimas al entender que este niño era hijo de ambos. El dolor aumento al saber que el pequeño cachorro no crecería con ella. 

—Mucho gusto— susurró el cachorro.

Limpiando las pocas lágrimas que se habían hecho en las esquinas de sus ojos hablo:—Mucho gustó Ori.

Los ojos conectaron, el nudo en su garganta solo se hizo aún más fuerte al encontrar en ellos a Ara. El niño le sonrió para luego acercarse observando la flor que tenía en sus manos para luego verlo a él:—¡Es un naciso!—dijo para luego colocarsela detrás de su oreja—. Te ves bien.

—Gracias— una pequeña lágrima logro salir de sus ojos, haciendo que el niño viera a su padre preocupado.

—No pasa nada, ve a jugar.

El pequeño se quitó sus botas y camino a la orilla del río comenzando a brincar sobre el agua mientras reía.

—¿Por qué no dijeron nada?— de repente preguntó. Cuando Ara se fue del palacio todas las semanas le mandaba cartas que solo él abría pudo haberle dicho.

—No quería que nadie supiera— el hombre hablo sin mirarlo—. Te lo iba a decir— su voz se rompió un poco—. No tuvo la oportunidad de hacerlo.

—¿Palm lo sabe?

—No— nego con la cabeza—. Y espero que no le digas. Si ella se entera que su hermana tuvo un hijo hará de todo por quitarmelo.

—No lo haré— sonrió al ver que el niño se caía mojando su ropa aún más.

—Me quedaré cerca, quiero que Ori crezca conociéndote— le sonrió—. Al menos que sepa quién fue familia de su madre.

Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente, dejándolas salir porque ya no podía fingir que estaba bien mucho menos ahora que sabía que Ara su hermana aún si no eran de la misma sangre había tenido un bebé con el hombre que amaba y que no pudo disfrutarlo.

La culpa, el remordimiento, el dolor salió. Se sentía tan pequeño, tan tonto, dejo que su aroma saliera y que su pecho fuera un nudo que cada vez se amarraba más y más dejándolo sin respirar. Una mano en su espalda lo hizo regresar de ese hoyo en el que se había caído del que no sabía como salir. 

—Lo sé— la voz de Aziz salió rota, como si intentará no desboronarse también—. Sácalo, Gon. Estoy aquí.

Los sollozos se hicieron aún más fuertes, sus ojos ya no veían por las lágrimas y como si de un niño se tratara se recargo en el pecho del hombre, como si fuera la única madera flotante en un río a la cual aferrarse.

—Estamos aquí— susurró—. No te dejaré.

Sus ojos se abrieron, llevó sus manos a sus mejillas sintiendo la humedad en ellas. Había estado llorando dormido, se abrazo a sí mismo; aquella vez había sido una de las únicas en las que pudo sentirse como un humano normal.

Durante años, le enseñaron que sus emociones y aromas debían estar guardados para uno mismo, que dejarlos salir eran símbolo de "debilidad" y que un alfa no debía sentir por nada del mundo ese aroma.

Cuando era un niño, lo acepto. Fue tan simple, que dejó de llorar, dejo de sentir emoción, dejo de sentir alegría.

La mente de un niño podía ser tan moldeable si le dabas una buena ilusión; la suya era ver a su tía. Pensaba de forma ingenua que si el hacía todo lo que las sacerdotisas y profesores le decían tal vez podría pedir ese capricho que tanto anhelaba cuando se dió cuenta que jamás sería así ya había dejado de sentir.

Y cuando dejó de sentir llegó esa maldita carta.

Se levantó de la cama, con la cabeza mareada y con dolores no solo en su muñeca si no también en su hombro. De verdad odiaba cuando sus emociones se destabilizaban porque eso le decía lo mucho que su cuerpo la iba a pagar. Nuevamente las preguntas invadieron su mente, sintiendo que una de las piezas que faltaban en este rompecabezas la tenía Aziz.

Tal vez Ara le explicó algo que no era de dominio público. Y la entendía, es decir vivir en el palacio... Era tener que estar vigilado el cien porciento, habían días como estos en los que todos estaban con la mente en las nubes, preocupados por qué todo salga bien en el enlace. A él le gustaba decirle matrimonio forzado.

Porque eso era.

Un omega –un leuks, de afuerzas–, tenía la obligación de casarse con un buen alfa de una aldea pequeña o de una ciudad más importante, además se lleva consigo cinco omegas más que le ayudarán a qué se establezca y a cuidarse más que nada. Hay una linda ceremonia en el palacio y en la aldea del alfa, la ceremonia ocurre en el templo a puertas cerradas dónde solo deben estar la reina, su respectivo sabio y los videntes que los van a casar; del lado del alfa solo deben estar los padres de este o por el contrario las dos personas más importantes para el alfa.

Hay otras cosas que se hacen durante la ceremonia, en la "fiesta", incluso en el cortejo. Pero, todo es un protocolo.

Un maldito y estúpido protocolo.

Durante sus cortos años de vida la única vez que vio que sus hermanos y hermanas, los protectores e incluso la reina estaban de verdad felices por un matrimonio fue el de Ara y Aziz. Con ellos entendió que el amor no se esconde, alguien siempre notará que estás enamorado. Y ellos jamás se escondieron.

A la celebración que se hace en el lugar, pueden ir varios omegas escogidos por las institutrices o los instructores. Además del mismo omega que puede escoger a sus hermanos, él tuvo la fortuna de acompañar a Ara no solo en la celebración si no también en la ceremonia.

Sonrió al recordar aquel día, su hermana jamás se vio tan feliz como ese día. El vestido largo y rojo con detalles bordados en dorado así como las horquillas que decoraban su hermoso cabello chocolate, el velo rojo que tapaba su rostro. Todo había sido tan mágico y apesar de que odia lo tradicional ese día lo adoro por su hermana.

El enlace que se iba a hacer en algunos días era, triste. El omega que se casaba ni siquiera quería hacerlo, además el miedo era normal para aquellos que tienen más años dentro del palacio. De verdad que antes de que se escapara siempre imagino salir del palacio como una muerte segura, de niño imaginaba que afuera los alfas lo tomarían y se lo llevarían lejos en el momento en que uno de sus pies tocará el suelo que estaba fuera de las puertas del palacio.

Porque aunque si, paso 11 años de su vida afuera de las murallas del fénix ya no se acordaba de como era vivir sin miedo. Su tía lo protegía aún cuando apenas se iba a presentar su aroma, pero, sabía que si alguien lo dañaba podía acudir a ella.

En el palacio te dan la idea de que dentro estarás a salvó de todos los bandidos, come omegas que hay afuera.

Pero, luego llegaron Aziz y Luck a su vida y solo entonces pensó que tal vez no habían tantos come omegas allá afuera.

Un tirón llegó de su hombro, la tela se sentía mojada por lo que con sus manos tocó la marca... Estaba sangrando. Suspiro, yendo al baño para limpiarla y vendarla. Se miro al espejo, su expresión era cansada tenía grandes bolsas negras debajo de sus ojos.

Culpaba al cansancio mental, porque aunque dormía no descansaba; como ahora que se sentía un jiang shi¹ no quería recurrir a las hierbas, sin embargo lo estaban orillando a hacerlo.

Al salir de su habitación y caminar al patio para ir al comedor vio a algunos de sus compañeros correr de un lado a otro mientras que unos más se encontraban en círculo hablando.

Algo... Iba mal.

Camino de nuevo a los dormitorios yendo a buscar a Idril, cuando al fin llegó y tocó la puerta nadie le abrió. Justo cuando iba a volver al patio por el pasillo apareció su amiga.

—¡Gon!—el grito de su amiga de cabellos verdes le hizo verla, el rostro pálido y los ojos inyectados en sangre le hizo esperarse lo peor—Paso algo, grave.

Jamás le había gustado ir al anfiteatro² , porque era el lugar donde las sentencias se llevaban a cabo.

A veces correctas, otras injustas. Aunque para el no importaba la razón, simplemente ese lugar no le gustaba; como una horrible visión vio ahí la sombra de su pasado, cerro los ojos tratando de que la imagen se esfumará.

Habían cuatro guardianes con armaduras toscas y grandes esparcidos por toda la circunferencia del lugar debajo de las gradas protegiendo el lugar, unas cuantas aves estaban encima del lugar. La opresión en su pecho, sus manos temblaban y parecía respirar con dificultad le recordaba mucho a aquel día donde por primera vez había visto un guardián.

Habían dos muros con dos pantallas enormes que mostraban lo que ocurría abajo, por si no se llegaba a ver bien.

—¿Esa no es Sakura?— preguntó Idril al ver a la chica parada en una de las esquinas junto a la sacerdotisa madre.

—¿Qué hace ahí?— no le gustaba, la chica siempre le trato mal, pero, no era mala. Al contrario ayudaba bastante a sus amigos, incluso de niña recordaba que ayudaba bastante a los pequeños que aún no se acostumbraban al castillo. Solo parecía odiarlo a él y a sus amigas.

—Trate de averiguar algo— de su lado derecho Neon hablo sentandose—. Solo sé que es muy grave.

La mirada del moreno paso de nuevo al patio, el sonido de un gong³ resonó por todo el lugar fuerte y poderoso. De una de las entradas de abajo salió la reina Nagisa, la mujer llevaba un hanfu de color azul con blanco, un velo del mismo color tapaba su rostro y con pasos elegantes camino al centro del patio, un micrófono en forma de cuadrado se le fue entregado con el que empezó a hablar. Su voz salió de las cornetas que estaban en seis pilares que rodeaban el lugar.

—Mis hijos e hijas— su voz como miel en los oídos llegó a cada uno de los omegas que estaban ahí—. Detesto tanto cuando tengo que presentarme aquí y hacer que ustedes mis niños vean esto.

A pesar de que su rostro no podía verse, la sensación de que estaban siendo observados por ella era aterradora. Cómo si de alguna forma ella pudiera leer tu mente y corazón. Siempre había escuchado que los y las monarcas que gobernaban tenía un aire amoroso y asesino. Todos se convertían en eso.

—Pero, por el poder que nuestra Diosa me otorgó— con un movimiento de mano hizo que dos protectores entrarán con una mujer, era Ume la hermana mayor de Sakura—. Tengo la obligación de hacer que nuestras leyes y tradiciones no sean quebrantadas— la reina bajo su mirada observando a la mujer que estaba hincada a su lado con la cabeza baja y manos amarradas en su espalda—. Aún cuando se trate de mis propios hijos.

Aquello último sonó más como un gruñido, su voz tranquila había pasado a una seria. Todos en las gradas bajaron la mirada espantados por la voz de su monarca. Menos, aquellos que también eran omegas dominantes.

Ese también era casi un requisito no escrito para ser monarca de Slunce Tenías que ser un omega dominante.

Gon observó a sus lados algunos de sus hermano que como él eran dominantes. Todos ellos observando lo que en el patio pasaba, el aroma rancio y como si las flores que adornaban a la reina se hubieran podrido atacaron a la omega, su aroma era tan poderoso que todos ahí lo sentían.

Pero, quien se sentía sofocada era Ume pues las raíces estaban puestas en ella.

—¡Tú! ¡Cometiste una de las peores herejias!— le gritó furiosa—. ¿Cómo te atreviste a hacerlo?

En el suelo Ume de veintiocho años respiraba con dificultad mientras que lágrimas salían de sus ojos.

—Esta mujer— la señaló mirando a los omegas en las gradas—. Escondió por quince años la segunda marca— todos ahí se sorprendieron, cada uno se veía con el que tenía alado, pronto  un color amarillo transparente abrazaba su cuerpo levantandola. La reina camino hasta estar a su lado y con fuerza arranco la tela de su hombro, en el un sol reluciente brillaba con intensidad—. ¿Por qué lo escondiste?

—Tenía miedo— contesto la mujer.

—¿Miedo?— la reina ladeó su cabeza y aunque los demás no podían verla había una pequeña sonrisa algo sádica—. ¿De qué?

—¡De usted!—le grito en su cara, Sakura quien aún estaba abajo hincada vio con terror el arrebato de su hermana—. ¡De su hipocresía!

—Me duele mucho escuchar eso de mi propia hija— la reina hablo dejando salir una lágrima que Ume vio, todos ahí se sorprendieron al notar que la rubia comenzó a reír.

—¿Lágrimas?, no me hagas reír— el moreno vio los ojos de Ume, estaban llenos de furia y determinación. Esa llama que jamás olvidaría estaba en los ojos de Ume—. ¿¡Por qué no lloras por ese pequeño al que le has arruinado la vida!?

Todos en el lugar se miraron confundidos, la reina sujeto con fuerza el micrófono.

—No quiero escucharte— con su mano hizo que se hincara—. Me has decepcionado Ume— nuevamente se dirigió a los omegas y con una voz triste hablo—. Su sentencia serán 250 azotes.

Gon dejo de respirar al momento en que escucho esto, porque, aunque esconder tu marca si calificaba como una herejía ¿No era exagerado?, ¿250 por esconder su marca?

Algo no tenía sentido. La reina estaba en verdad furiosa, pero, ¿tantos?

—Tu cargo como institutriz será anulado para que nunca lo vuelvas a ejercer— se agachó acariciando su cabello—. Y nunca volverás a salir del palacio.

Gon y Neon se miraron, ambos sabían que ese castigo era demasiado solo por ocultar su marca. La mirada miel paso a Sakura quien lloraba al ver a su hermana en esa posición, la humillación a ambas jamás se olvidaría.

Al patio un beta vestido completamente de negro entrego un látigo con la punta brillando de un color escarlata. Ese objeto era para castigos especiales, para aquellos que tenían la bendición. Los cuerpos de los omegas elegidos por los cielos resistían más las heridas, dolía como cualquier herida pero el cuerpo lo soportaba más y se podía curar más rápido, ese objeto era para poder castigar y que las marcas, el dolor, el error quedarán prendidos en tu cuerpo. Además de que el tiempo de curación es mucho más lento.

Con una gracia tenebrosa la reina camino a Sakura quien miraba a su hermana con los ojos llenos de lágrimas y las manos rojas de tanto pellizcarse.

—Oh vamos mi niña— con su mano alzó el rostro de la rubia quien con terror miro a su reina—. Levántate.

A tropezones lo hizo, caminando frente a su hermana a quien ya habían acomodado de espaldas, quitado sus esposas. Listas para recibir su castigo, Nagisa entrego el látigo a una temblorosa Sakura quien nego repetidamente.

—Tu hermana cometió un crimen, la vergüenza de su herejía no solo cayó sobre ella— le susurro al oido, apagando el micrófono—. Si no en ti.

—Yo n-no— la joven la miro con la vista nublada.

—¿Compartes su vergüenza?— la pregunta le helo la sangre—. ¿Acaso sabías de su crimen?

—N-no— los nervios, el miedo le estaban jugando mal.

—¡Ella no tiene nada que ver!— gritó Ume—. Hazlo Sakura, estaré bien.

Nagisa sonrió tras el velo al ver que la joven rubia aún con lágrimas en los ojos dió el primer latigazo. Los ojos de Gon se expandieron al ver la escena, un castigo así era demasiado solo por haber escondido una marca.

Pronto pequeñas gotas comenzsron a caer, Gon miro a la reina esa lluvia significaba dolor o al menos quería creer que eso sentía esa mujer. Cuando el cielo comenzó a oscurecerse, la sangre manchaba el suelo y la omega ya no podía moverse los dejaron ir. Con un recordatorio de algo prohibido, algo con lo que podían terminar así como Ume. Lo peor no sabían que era ese algo.

Para cuándo Gon regreso a su habitación, había una carta en la entrada de la misma. Con recelo la tomo, en el sobre no había nada escrito.

Cuando la abrió y saco la hoja de papel su mirada se oscureció por completo. Una corta oración hizo que nuevamente su mundo temblara.

"Ara tenía la bendición, ¿lo sabes no? Cuídate mucho, sé el secreto que tú y Azis esconden"

-Ume-

2.

4.

▬▬▬▬▬ஜ۩۞۩ஜ▬▬▬▬▬

Holaaa.

Hasta ahora este es mi capítulo fav, me he divertido mucho escribiéndolo JAJAJAJ.

¿Cómo estaaan? Espero que la semana les este yendo bien :3.

Pregunta re random, ¿Cómo está el clima es sus países? Aquí en México a estado lloviendo lo cual es maravilloso ya no soportaba el calor.

Ahora, está semana habrá solo un capítulo, porque siento que me estoy quedando sin capítulos así que estaré escribiendo un par más para que volvamos a los dos caps. Y no me agarre la ansiedad JAJAJAJ.

Otra cosita más :3. Las explicaciones de algunos rangos de Slunce los estaré dando en un apartado especial en el que estoy trabajando jiji.

Ahora sí, spero que les haya gustado, nos leemos la siguiente actualización. Bye bye. 💗

-Annie ☾-

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