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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈

𝟐: 𝐎𝐫𝐢.

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Mentiroso

Mentiroso

Su cabeza seguía recordando todo lo que le había dicho a Luck, era increíble como aunque el mismo pelinegro pensaba tener un conocimiento mayor que los demás acerca de él la verdad era que lo estaba engañando y Luck ni siquiera tenía esa opción en mente o talvez lo sabía y solo quería ver hasta que punto estaba decidido a mentir.

Aunque no creía, conocía a Luck desde sus trece años, había dejado que se acostumbrara a su personalidad, todo para que en momentos como este no dudará de sus palabras.

Cuando retiro la playera y se vio en el espejo paso su mirada directamente a la luna que estaba en su hombro derecho, al tocarla ardía como las quemaduras. E igual que la otra brillaba levemente. Suspiro colocando la camisa, la bendición se empezaba a descontrolar; obligándolo a sacar de poco a poco su luz. Sería perfecto si no fuera porque ya no la quería.

Al inicio sus poderes se apagaron totalmente, no podía crear flamas y ni siquiera podía curar el rasguño más pequeño. Con el paso del tiempo se dió cuenta que en efecto, no regresarían. Pero, hace unos meses los desgraciados volvieron haciendo que todo su plan se fuera a la basura.

Antes había sido considerado para ser un protector e incluso un sabio lunar  cuando sus poderes aumentaron las miko¹ lo tenían ya en la mira para una de las cinco opciones para monarcas.

Era una mierda, él no servía para rey tampoco para protector mucho menos para un sabio. Pero tenía que escoger una de esas tres, cuando sus poderes se esfumaron se sintió con un poco de suerte; aunque Palm lo obligará a seguir practicando con la espada y arco él sabía que podría elegir algo más. La sola idea de poder tener la opción de elegir era aquello que lo tenía más fascinado. Cómo un dulce a un niño.

Cuando sus poderes volvieron, la poca felicidad que había adquirido se acabó, fue como si despertara de un maravilloso sueño solo para entrar nuevamente a una pesadilla, con su mente hecha un torbellino decidió esconder que habían vuelto. Al menos hasta que pudiera demostrar ser tan bueno en otras áreas para poder escoger.

Y ahora, la estúpida bendición quería salir.

La sensación de vacío se presentó en su estómago al recordar que Ori podría ser encontrado. Por suerte él estaba ahí para detenerlo, si mañana Palm iría definitivamente lo haría muy en la mañana para que Aziz no tuviera idea alguna y no pudiera esconderlo.

Esa desgraciada estaría tan contenta de ser quien lo llevará a juicio.

Eran las seis de la tarde, si faltaba a las clases no habría problema... Bueno si que lo habría pero sería una sanción menor al ser uno de los mejores alumnos. Su mente se iluminó al recordar que hoy eran los entrenamientos de alfas contra solis.

¡Claro! Palm no llegaría de la nada, bueno si lo haría, pero, ella era tan digna y tan obsesionada con su posición que no lo haría a menos que estuviera en sus meses de descanso por eso era que Luck había vuelto también.

Esto era perfecto, podía salir sin que se preocuparán o se dieran cuenta.

Los dioses estaban de su lado o al menos quería creer eso. Se tomó algunas medicinas para el dolor y mareo, a las siete empezarían esos entrenamientos; más o menos terminaban a las nueve de la noche para luego pasar a la cena, rezar y dormir.

Perfecto. Tenía toda la tarde, lleno de optimismo se cambió la ropa se coloco su capa café y unos guantes del mismo color, la mejor idea era irse era por los techos el problema es que habría muchos más protectores.

Mierda.

Sus opciones se le dificultaban, lo mejor que podía hacer ahora era irse al palacio y salir desde ahí. La escuela aunque si tenía muchas rutas de escape en este momento no le servían. Cerro el pequeñísimo cuarto quitándose su capa guardandola en una mochila de tela, bajo las escaleras a la enfermería puso su mejor rostro de cansancio y antes de llegar al lugar coloco un poco de limón en sus marcas cosa que ardió como el demonio pero gracias a eso ambas marcas se enrojecieron pareciendo realmente dolorosas.

Al entrar vio al beta que siempre los atendía. Y fingiendo sentirse muy mal pudo regresar al palacio, el sol comenzaba ya a esconderse haciendo que suspirará con nervios. Nunca había salido de noche, mucho menos tan cerca del pueblo al menos ya no lo hacía.

La última vez fue hace años, ahora se la pasaba en los alrededores bastante alejado de las aldeas. Sobre todo para que no lo descubrieran a él o a Ori.

Después de un rato pensando en su mejor opción decidió irse por los jardines exteriores del palacio. Brinco la gran muralla y sin miedo bajo el barranco, era el pan de cada día si no quería sentirse abrumado al estar tanto tiempo en el palacio o en la casa de las flores. Un par de minutos ya se encontraba en una de las aldeas más cercanas, la gente caminaba sin preocupaciones y las farolas fueron encendidas iluminando el paso de los transuentes. Vio que las linternas flotantes también adornaban las calles, siempre amó esas luces voladoras.

Poco a poco se internó en el bosque, corriendo por los árboles para llegar a la aldea dónde vivía Aziz. Miro el reloj de arena que tenía en su cuello, había pasado una hora y media desde que salió.

Cuando por fin encontró la puerta roja llena de flores de colores sonrió agitado. Tocó la puerta repetidamente hasta que fue abierta por Ori quién al verlo se emocionó en demasía. Antes de que pudiera gritar su nombre, el omega lo cargo callando su boca con una mano y metiéndole a la casa.

—Ori, que te he dicho de abrir tu solo la puerta— escuchó la voz autoritaria de Aziz quien al verlo parado con su hijo con la boca tapada cambio su expresión a una seria—. ¿Qué pasó?—  preguntó el alfa sentándose en la mesa, el moreno se sentó en una de las sillas susurrando al oído del pequeño que no dijera su nombre.

—Es Palm, sabe que tienes un hijo— se apresuró a hablar en voz baja, la expresión de Aziz cambio a una preocupada su cuerpo se tenso y pudo oler las especies del hombre—. No sé cómo, pero mañana vendrá a verte para descubrir al supuesto hijo. Es un rumor, en realidad no lo sabe cómo tal.

—¿Cómo?— preguntó inquieto.

—No lo sé, apenas lo supe vine para acá— el pequeño niño leyó el ambiente comenzando a espantarse por la seriedad de su padre y la voz intranquila de Gon, por lo que se aferró a las ropas del moreno haciendo que este de forma automática lo abrazara—. Debes sacarlo de aquí, no puedes dejar que lo descubran.

—No hay problema con ello— el hombre veía el florero en la mesa con la mirada perdida—. Tengo dos propiedades, está es para aparentar y la otra es donde crío a Ori.

—¡Perfecto!— se emocionó al saber que nada malo les pasaría. Pero así como la calma llegó se esfumó por completo en el momento en que a su olfato llegó el aroma de Luck. Ese olor a café amargo lo conocía a la perfección—. Están aquí.

—¿Qué?— el hombre lo miro con desesperación.

—Estan aquí— se aferró al pequeño cuerpo que también abrazo con todas sus fuerzas al omega.

—Gon— el rubio lo miro con seriedad, si se ponía más nervioso y dejaba que su aroma saliera estaban perdidos, trato de relajarse no podía dejar que se llevarán a Ori—. Escucha, la casa está al otro lado del río, no son muchos metros; del punto en el que siempre nos vemos solo sigue recto— con una mirada triste vio a su hijo que lo miraba con lágrimas en los ojos le dió un beso en su frente—. No te preocupes, mañana estaré contigo.

—¿Lo prometes?— el niño saco su dedo meñique enseñándolo al rostro de su padre quien le sonrió enredando su dedo con el suyo.

—Lo prometo— dejo un beso más, cambiando su expresión miro a Gon—. Cuídense, ¿si?

Asintió sin hablar, escuchando las órdenes de Aziz:—Sube y sal por el balcón de mi cuarto, llévate todo lo que veas de Ori.

—Si— subió las escaleras encerrándose en la habitación del hombre, su corazón palpitaba con fuerza y sentía que en cualquier momento perdería el control.

—¿Pasa algo muy malo, Gon?— el niño pregunto susurrando con miedo y lágrimas en las esquinas de sus ojos.

—No llores—acaricio sus mejillas con una sonrisa—. Vamos a jugar, ¿si?

El niño aún con miedo asintio despacio:—Quiero jugar.
  
—¡Eso es!— susurró con una sonrisa nerviosa, ambos se sobresaltaron al escuchar los golpes en la puerta de abajo—. Vamos a jugar a no hacer ruido, el que haga ruido pierde— hizo que el niño rodeara su cintura con sus piecitos y sus brazos se aferraran a su cuello.

Con las manos desocupadas abrió la puerta que daba al balcón, por la casa se escuchaba la voz de Palm hablando con Aziz, tenía que irse rápido. ¿Por qué ahora? Acaso se dió cuenta que no estaba, ¿sabe ella que el también sabe de la existencia de Ori?, ¿los estaba probando?

—No te sueltes de mí— le susurro en el oído al niño quien se apretó más a su cuerpo, paso los pies por sobre la madera agarrándose fuerte aunque no estaba muy alto tenía que bajar bien si no quería que Ori cayera o él se lastimara. Rezó por qué su caída no se escuchara, pronto escuchó pisadas subiendo.

Mierda, mierda, mierda.

Por la desesperación se dejó caer cayendo mal sobre su tobillo, mordió con fuerza la parte interna de sus labios llegando a perforarla haciendo que sangre saliera de ella, el niño vio su rostro desfigurado por el dolor, acariciando su cuello. Cuando miro a los lados vio que Luck desde adentro de la casa lo observaba. Sus miradas conectaron, mierda.               

Esperando que no dijera nada decidió darle la espalda caminando hacia el bosque. Paso bastante tiempo desde que se internaron en el bosque ahora eran solo ellos y la luz de la luna; el moreno cojeaba un poco por haberse lastimado y de vez en cuando dejaba salir gemidos de dolor, el niño lo noto de inmediato:—¿Puedo caminar yo solo, ahora?

—No— negó—. Aún no.

—Pero te duele— repelo el cachorro temblando.

—No pasa nada Ori— el omega acaricio sus cabellos con cariño—. Estoy bien.

—No estás bien— su voz se escuchó temblorosa haciendo que Gon lo mirara con tristeza—. Te lastimaste por mi culpa.

Lo bajo por unos instantes solo para limpiar sus lágrimas y darle una sonrisa esperanzadora:—Ori necesito que estés a salvó, ahora mismo no sabemos si nos están siguiendo.

—Puedo curarte— dijo el niño limpiando sus ojos—. ¿Puedo?

No muy convencido acepto sentandose en el pasto húmedo enseñando su pierna, su tobillo estaba morado y si lo tocaba dolía bastante. Ori se hincó puso ambas manos en la parte amoratada y para la sorpresa de Gon una luz blanca con destellos amarillos salió de sus manos, la luz brillaba no tan intensa como la de los solis pero lo suficiente para confirmar que era la bendición.

Lo único extraño era que las venas del niño se iluminaban también aunque el color era uno más oscuro.

Sintió caliente toda esa parte aunque ya no dolía como antes seguía habiendo cierto malestar. El niño le miro expectante, dando una sonrisa tímida.

—Me curaste— despeinó sus cabellos cafés—. Gracias.

—¿Ya puedo caminar yo solo?— el niño preguntó sonriendo haciendo que Gon negara.

—Todavía no— se levantó cargandolo esta vez de a caballito—. Cuando lleguemos a la otra aldea podrás caminar, ¿si?

—Mm, ¿lo prometes?— el niño se aferró a su cuello de nuevo vio como Gon caminaba incluso más rápido que antes.

—Tal vez hasta te toque cargarme a mi— bromeó para aligerar el ambiente.

—Cuando sea tan grande como mi padre podré hacerlo—dijo agitando una de sus manos—. Ya verás Gon, te cuídare como tú a mí.

Su corazón se sintió cálido, quiso rodearlo con sus feromonas pero no pudo, sabe que está siendo paranoico pero no quería que por el mínimo error que tuviera todo su plan se fuera a la basura.

—Lo esperaré con ansias— dijo el moreno con una sonrisa, por el camino fueron hablando de muchas cosas, o bueno era Gon hablándole de su madre, sabía que Aziz siempre le hablaba de ella quería que aunque ya no estuviera con ellos la tuviera bien presente. Sonriendo siguió hablando, él también tenía muchos recuerdos que compartir con Ori. 

—¿En serio?— dijo el niño animado.

—En serio, tu mamá era la mejor cantante— habló recordando las preciosa melodías que les cantaba a él y a los demás niños—. ¿Jamás te cantó?

—Recuerdo que lo hacía en las noches, cuando podía ir a la habitación roja—explico el niño jugando con su cabello. Jamás quiso preguntarle a Aziz o incluso a Ori como fue ocultarlo, simplemente lo entendió a medias no porque no quisiera saber; si no porque debía ser doloroso. Para ambos—. Pero no mucho, aunque decía que era su sol.

—Es que eres un solecito— sonrió al oír la risa risueña del niño.

—Tu me recuerdas a ella— dijo de repente acostando su cabeza en su hombro—. Al sentimiento cuando estaba con ella.

Quiso llorar, ese niño que en tres años ni siquiera pidió permiso para asentarse en su corazón y quedarse ahí, solo lo hizo y para sorpresa de todos estaba completamente de acuerdo con eso.

—Me alegra saber que te hago un bien.

—Mamá debió mandarte a mí— la voz adormilada del niño le hizo sonreír lo mejor era que durmiera—. Papá dice que mamá siempre manda buenas cosas para que nos cuiden, yo creo que tú eres una de esas cosas.

No quiso decir nada, sentía que era  al revés; pensaba que Ara los había mandado a ambos para que no tomara las decisiones equivocadas, para darle un sentido a la vida que ya ni forma tenía en su mente.

—Gon, te quiero— la voz poco a poco perdió fuerza, sintió la respiración tranquila del niño sobre su espalda. Con el corazón hecho añicos sonrió al escuchar a lo lejos el sonido del río.

Fue directamente al punto donde siempre se veían y siguiendo las instrucciones de Aziz llegó al fin a una pequeña casa rústica, de un solo piso con tres habitaciones y un pequeño huerto. Perfecta para esconder a un niño, dejo al cachorro acostado en su cama y con una sonrisa cansada se dejó caer en el suelo cerrando los ojos dejando que el cansancio lo atrapará por completo.

A la mañana siguiente, notó que su cuello le dolía un poco al igual que su espalda, su culpa por quedarse en el suelo. Sobre la cama Ori seguía durmiendo, se levantó para ver qué comida había en la casa al ver que habían muy pocas cosas decidió ir a la aldea a buscar algo que darle al niño.

Aunque estaba tranquilo muy en el fondo su razón gritaba despavorido por lo que podía pasar si no lo  encuentran en su habitación. No sabía que hora era, por lo que si, tenía miedo aunque no mucho estaba feliz por despertar en un lugar que no  fuera su aburrida habitación ya sea en el palacio o en la escuela.

Dejó a Ori durmiendo y tomando un poco del dinero que encontró en uno de los cajones salió a la aldea. Dejo su capa pero llevo consigo sus guantes, camino por el lugar maravillado por la decoración, hace mucho que no recordaba como era caminar por un pueblo, vio una pared con un mural de la Diosa Měsíc recordando con nostalgia los que su tía hacía.

Al fin llegó a una pequeña panadería al entrar se regocijo ante el olor tan rico del pan recién horneado, no había puesto atención que dentro de la tienda ya habían dos señoras más con kimonos tradicionales.

—¿De verdad se los llevaron?, ¿no se supone que era una omega?— una mujer beta preguntó mirando los panes en las bandejas.

—Se supone, me dijeron que las familias imploraron que no se la llevarán, pero los protectores no escucharon— el moreno fingió estar viendo el pan, sin embargo escuchó con atención cada palabra. Había algo raro.

—Debió ser todo un espectáculo— la mujer sonrió—. ¿Tenía hijos?

—Si— dijo susurrando, aunque se pudo escuchar bastante bien—. Dijeron que la niña tenía un sol en el hombro. No una luna.

—¿Cuántos años tenía?— preguntó la otra mujer con una mirada confundida.

—Diez años— contestó la otra mujer.

—Que raro siempre obtienen una luna— fingiendo demencia puso algunos panes dentro de una bolsa de papel—. ¿Crees que la sentencien? Ya sabes los omegas no pueden tener hijos fuera del enlace real.

—No lo sé— la mujer susurro tomando una bolsa de papel—. Mi hermana esperaba que no, siempre dijo que era una buena mujer.

Se acercó al beta que despachaba la panadería, tratando de no ver a esas mujeres. Sin embargo la última afirmación lo dejo sin habla, ¿Una omega?

¿Y un niño con la marca del sol? por lo general la luna aparecía en la parte interna de la muñeca esa misma marca indicaba que serías un omega y por lo tanto preparaba a las familias para cuando el día en que se separaran de sus hijos llegará. Al cumplir los catorce años el sol aparece, acompañado del primer celo y con el despertar de la bendición.

Ori... Obtuvo el sol. Sin la necesidad de ser un omega, ¿habían más niños así? Esto no tenía ninguna clase de sentido.

Al regresar a la casa vio que el niño ya estaba despierto abrazando a Aziz quien parecía bastante preocupado por ambos.

—Gon te lo agradezco mucho— se levantó acercándose a el—. De verdad muchas gracias.

—Haría todo por Ori— dijo con una leve sonrisa viendo al niño jugar en la cama—. Tenemos cosas que hablar Aziz.

—Lo sé— afirmó—. Te explicaré todo, lo prometo.

Con un asentimiento se acercó al niño para despedirse y poder irse al palacio. Esperaba que aún no se dieran cuenta que no estaba, al llegar notó que la habitación estaba cerrada por dentro, sonrió al saber que no se habían dado cuenta.

Se baño lo más rápido que pudo y salió de la habitación para luego correr a la casa de las flores. Su mente aún estaba en otro lugar, no ponía atención a las platicas que los omegas tenían entre sí acerca de las batallas de ayer, ni tampoco del acercamiento que tuvieron con los alfas. Al menos los leuks.

Esa era otra maravilla de su reino. Los solis no podían tener parejas, ni un enlace.

Y sinceramente le molestaba ese evento, era solamente para buscar el mejor alfa y si un leuks tenía la suerte de salir del castillo se podía casar con el alfa que escogió. Al ir tan distraído se paralizó por completo al sentir un agarre firme en su muñeca, vio al chico que lo llevaba a una parte trasera de los salones.

—¿¡Qué te pasa, Luck!?— gritó enojado safando su muñeca del agarre. Recordando que ayer lo vio, a él y a Ori.

—¡A ti que te pasa!— dijo su rostro lleno de incertidumbre y algo de enojo—. ¿Por qué estabas ahí?

—Shh— puso una manos en la boca del chico viendo a los lados si había alguien cerca el chico rodó los ojos viéndolo de mala forma—. ¿Le dirás a Palm?

—No— susurró, el rostro de Gon se ilumino—. Pero, quiero que me digas ¿por qué sigues en contacto con ese alfa? Es más, ¿por qué te ves a solas con un alfa mucho mayor que tú?

—No pienses cosas raras— rodó los ojos—. Fue el alfa de Ara que no se te olvide, es más como un hermano mayor para mí.

—¿Ese niño?...

—Si, es su hijo— suspiro—. De él y Ara.

—No me lo creo— se pasó ambas manos por su cabello negro—. ¿Es un omega? ¿Por qué no quieren que sepan de él?

—No lo es— se mordió la parte interna de sus labios—. ¿Estas loco? Si Palm se entera que su hermana tuvo un hijo se volverá loca y hará de todo por quitárselo a Aziz.

—Si, tienes razón— concordó, porque aunque fuera su maestra tenía que reconocer que estaba un poco loca.

—No quiero que lo alejen de su padre, ese niño es todo lo que Aziz tiene.

—Guardaré el secreto— dijo el alfa viendo el alivio en el rostro del omega, quiso sonreír al verlo tener otras emociones que no fueran la tristeza y el enojo—. Solo no te metas en más problemas.

—Gracias Luck— quiso abrazarlo pero dar cariño no se le daba bien, además si alguien los veía podía meter en problemas al alfa.

—Somos amigos, ¿no?— un alfa y un omega siendo amigos, que irónico—. Ya vete, no te metas en más problemas Gon.

—No prometo nada— sonrió divertido al ver la negativa en el rostro del alfa—. De nuevo gracias.

Luck suspiro viéndolo partir, aunque su alfa aullará  de preocupación cada vez que veía al moreno, lo quería. Su lobo y él lo querían como ese hermano que no pudo proteger.

A veces su cariño por Gon le hacía olvidar la verdadera misión que tenía dentro del palacio.

1. Miko: Son representantes de los templos shinto japoneses.

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Holaaa, aún no se acaba la semana así que técnicamente no me atrase.

:D

La verdad he tenido unos días difíciles así que me puse a escribir bastante angst. JAJAJAJA no me culpen por ello en los próximos capítulos.

Equis, ¿Cómo están? ¿Su fin de semana empezó bien? Yo estoy emocionada, mañana hay cap de the last of us. 😭

Nos leemos la siguiente actualización. Bye bye. 💗

-Annie ☾-

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