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02 . El gran error del rey.

─── •◦ 🌹 ◦• ───

— pues mucho gusto... — la castaña se dio la vuelta dejando al hombre solo en su mesa, dispuesta a continuar con su trabajo.

— espero que me traigas mi bebida. — ella suspiró y se dio la vuelta nuevamente. 

— ¿Qué necesita?

— solo dile a la madame mi nombre y ella te dirá lo que quiero. — Colette asintió para nuevamente regresar a su trabajo tratando de terminar de entregar todas las cervezas de su bandeja antes de regresar a donde Mildred.

Mientras tanto cierta pelirroja miraba la escena con los ojos llenos de furia.

— ¡te dije que era una zorra! — dijo Marnie arrojando su bandeja sobre la barra mientras continuaba mirando como el rey le dirigía la palabra a Colette. — esa piernas fácil no pierde el tiempo...

— creo que ella solo hace su trabajo.

— que casualidad que lo hace con el rey.

— mejor sigue haciendo tu trabajo Marnie y no te metas en problemas porque la madame se va a enojar. — para ese momento la dueña de aquel lugar se encontraba conviviendo con uno de sus clientes quien ocupaba algo de compañía especial. 

— el cliente de aquella mesa me dijo que necesitaba su trago de siempre. — dijo la castaña apenas se acerco a donde la cantina. — me dijo que su nombre era Adam.

— eres una perra igualada. — dicho eso la pelirroja se fue dejando su bandeja y a Frank algo irritado.

— no le hagas caso.

— Marnie acaba de decirme una grosería, ella me trato bien cuando recién llegue hace rato.

— es que te metiste con lo que le pertenece.

— no entiendo.

— bueno no le pertenece pero ella es lo que quiere, ese hombre que atendiste el de la bebida especial que conocemos es el mismísimo rey de Auradon.

— ¿Auradon?

— antes se llamaba Punta de plata pero con el nuevo reinado de Adam pues le cambiaron el nombre y se juntaron varios reinos distintos. — la castaña solo escuchaba al hombre que mientras se encontraba preparando algunas bebidas. — a lo que quiero llegar es que a Marnie le gusta y como no le hace caso pues se molestó contigo porque te habló. 

— pero no es mi culpa que me hablara, ademas no estaba enterada de que era el rey.

— ella no lo sabe y créeme que lo no le importa. — dijo mientras le pasaba la bandeja con todo sobre ella. — mejor sigue trabajando para que no tengas problemas con quien manda en el lugar.

— mejor que otra persona le lleve su bebida.

— Colette, no puedes pasarle tu trabajo a otra.

— pero tampoco quiero tener problemas con mis compañeras.

— no va a pasar nada.

— mejor no quiero arriesgarme.

 — te voy a decir algo pero tiene que quedar entre nosotros... — la castaña asintió con la cabeza. — desde que nuestro rey viene a vernos no habla con nadie y solo consume, la madame es la única que puede acercarse con otras intenciones que nunca consigue y nadie lo hace. Ninguna de las chicas se le acerca por ordenes de Mildred porque el rey le dijo que no estaba interesado en recibir los servicios de las chicas, pero es raro que te hablara.

— sigo insistiendo en que no quiero problemas.

— pues lo siento. — dicho eso el chico se dio la vuelta dejando a la chica sola y sin opciones, Colette tomo la bandeja con todas las cervezas y la bebida de Adam, se fue dispuesta a dejar las cosas. 

La castaña estuvo caminando entre las diferentes mesas del lugar mientras los hombres le daban la propina por los tarros de cerveza que ella les dejaba, al final termino llegando a donde el rey se encontraba.

— por un momento estaba seguro de que no me ibas a traer nada. — le dijo el rubio mientras le dedicaba una sonrisa. — te agradezco.

— no hay problema ese es mi trabajo.

— ¿solo eres mesera? — ella lo miro sin comprender muy bien esa pregunta. — me refiero a que si solo te contrataron para atender las mesas o eres igual que el resto de las chicas que trabajas con la madame.

— por el momento solo mesera, señor.

— no me digas señor JAJA, parecemos de edad.

— disculpe. — ella bajo la mirada un momento mientras el rey continuaba riendo. — hay cosas mucho, mucho mejores por delante que las dejamos atrás... — dijo ella llamando la atención del muchacho.

— veo que te gusta Shakespeare, eso te hace distinta a algunas de por acá.

— es mi autor favorito.

— honestamente tienes pinta de ser una mujer muy diferente a las chicas que veo en este lugar.

— todas somos igual de valiosas señor, en cambio usted es un idiota que no valora nada. — dicho eso la castaña se llevo su bandeja dejando al rey sin palabras.

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— el amor, viene a mi...ahora... — Scarlett tarareaba una canción mientras cepillaba su cabello luego de un largo y complicado día de trabajo.

— cierra la boca que quiero dormir. — le dijo Marnie quien se encontraba recostada en su respectiva cama. — algunas si somos deseadas y trabajamos mucho hoy. — dijo dándose la vuelta.

— ella parece estar un poco enojada. — dijo Colette mientras se acercaba un poco a su nueva amiga.

— no le hagas caso que ella siempre esta enojada, es su personalidad pero no es mala persona.

— debe ser complicado tener que atender a los hombres todo el tiempo.

— te acostumbras. — dijo la chica mientras terminaba de trenzar su cabello. — por cierto hoy te vi muy cerca de uno de los clientes especiales de la madame. — la castaña la miro un poco nerviosa.

— solo estaba haciendo mi trabajo.

— el rey no suele hablar con nadie, solo con la madame.

— me pidió una bebida y mi trabajo es atender, ademas es un hombre demasiado idiota.

— claro que lo es, pero es muy guapo.

— me dio a entender que las chicas no eran valiosas solo por trabajar en este lugar, eso no es justo.

— tiene una corona de oro sobre su cabeza, un trono de plata que se encuentra escondido, un enorme castillo y miles de caballos. — dijo la chica sorprendiendo a la castaña. — también tiene mucho dinero, animales, costales de oro y una esposa muy bonita.

— no estaba enterada de que era casado.

— su esposa se llama Bella y antes vivía cerca del pueblo, en uno pequeño que se llamaba Silver Rose.

— ¿se llamaba?

— Adam le cambio el nombre, ahora se llama Bella's land.

— que lindo.

— pero no es lindo que tu esposo venga todas las noches a una taberna de mala muerte.

— ¿ellos tienen problemas?

— no tienen tanto de casados pero hace poco iban a tener un bebé, no nació con vida y creo que eso provoco los problemas en la relación.

— debe ser horrible perder un hijo.

— yo quisiera tener algunos cinco, Mary, Louis, Peter, Chase y Jamie.

— son nombres hermosos.

— a Frank también le gustan.

— a mi me gusta mucho el nombre Luke, si llegara a tener un hijo creo que ese seria su nombre.

— es bonito.

— creo que me iré a dormir, mañana tengo que seguir con mi empleo y en cualquier momento la madame puede pedirme pasar al siguiente nivel en el trabajo. — dijo con una sonrisa algo forzada. — nos vemos mañana. — dicho eso le dio un abrazo a su amiga para luego irse.

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A la mañana siguiente los ojos de Colette se abrieron dejando ver como el lugar se encontraba completamente solo, Scarlett era la única que estaba esperando a la castaña.

— buenos días dormilona. — dijo la chica viendo como su amiga se incorporaba de su cama. — realmente estabas cansada.

— las chicas no están...

— todas se fueron al mercado del pueblo, aquí en Dragonstone hay un día en que todas las cosas se encuentran super baratas y las chicas corrieron a surtirse de vestidos nuevos.

— eso suena interesante.

— como no tenemos dinero para ir con una modista pues vamos a las ofertas, aunque algunas personas no siguen las reglas.

— me cambiare rápido para que las vayamos a alcanzar. — dicho eso la castaña lo hizo, tomo algo de ropa de la que le habían regalado y rápido ambas salieron del lugar en donde se encontraban.

Las chicas se fueron hasta el centro de aquel pueblo, estaba lleno de cosas lindas entre las cuales destacaba la comida y mucha gente de escasos recursos aprovechaba que no estaba elevada de precio.

— aveces me da tristeza ver como las personas que no tienen para comer todos los días viene a rogar por un pedazo de pan. — Scarlett dijo mientras miraba a un anciano contando un par de centavos mientras se encontraba formado en la fila de un pequeño puesto de panes. — espérame un momento. — la chica se acerco a aquel hombre para darle un par de monedas y que pudiera comprar algo mas.

— eres muy buena persona Scarlett.

— me recuerda a mi abuelo, la única persona que nunca me dio la espalda. — la castaña le dedico una sonrisa a su amiga. — pero bueno, no hay tiempo para las tristezas pues no tenemos mucho tiempo para comprar y no hemos visto nada.

— no tengo tanto dinero pero un libro y un vestido si puedo comprar.

— si te hace falta puedo prestarte.

— no hace falta, tengo un poco y no necesito tantas cosas ahora. Igual la madame me pagara al final de la semana.

— bueno, iré a revisar un puesto de vestidos que supuestamente vienen de King's Landing y los tienen a un super precio.

— yo me encontrare en los libros. — ambas chicas rieron y cada una tomo su propio camino. Colette se acerco a un puesto algo viejo en donde un señor algo anciano estaba vendiendo libros antiguos. 

— cualquiera de mis libros por una moneda de bronce.

— sus libros deben tener un valor mas grande señor.

— pero nadie podría llevárselos. — la chica encontró un libro de su autor favorito y lo tomo en sus manos al instante.

— le daré dos monedas de plata por el libro. — el hombre quedo sorprendido ante eso y de inmediato se negó a aceptar el dinero, pero la chica insistió y sin dejar que el hombre siguiera protestando le dejo el dinero para irse a buscar otras cosas.

Colette continuo mirando el resto de los puestos hasta que su atención se centro en uno especifico, uno que tenia un vestido hermoso color blanco y en ese momento se acerco a donde la mujer que tenia el puesto se encontraba.

— te verías hermosa con mi vestido.

— de verdad me gusta.

— dame una moneda de oro y es todo tuyo. — Colette reviso su pequeño costal blanco en donde llevaba sus monedas, pero no estaba completo.

— no tengo suficiente.

— entonces supongo que puedes revisar otros locales. — dicho eso la chica se alejo un tanto decaída y sin darse cuenta se tropezó con alguien que se encontraba tras ella.

— ¡Ahhhhhh! — fue la honesta reacción de Colette al caer sobre un hombre. — de verdad lo lamento no me di cuenta de que estabas detrás de mi y me da mucha pena porque... — ella se dio cuenta de quien era ese hombre al momento en que vio su rostro. — imposible.

— disculpas aceptadas. — dijo riendo mientras la chica se incorporaba de inmediata. Adam reía demasiado mientras imitaba la acción de la chica quien se encontraba muy apenada.

 — no creí que alguien como usted viniera a comprar en el pueblo.

— aveces vengo solo a mirar, pero tengo que hacerlo sin que sepan mi verdadera identidad.

— todas las noches va a una taberna y sin su capucha.

— pero es de noche.

— da igual, lamento haberlo derribado y si me disculpa iré a buscar a mis amigas.

— te gusta ese vestido, ¿no? — ella no dijo nada y siguió su camino sin voltear a ver al rey. Adam volteo a verla y sin decir nada de inmediato hizo la compra, pero no solo compro ese vestido.

Cuatro vestidos y dos libros de aquel puesto del anciano eran los regalos que Adam le llevaba a aquella mujer tan interesante. Mujer que no era su esposa.

Colette por su parte continuaba explorando el pueblo el cual era hermoso, muchas personas se peleaban por algunas cosas pero otras se comportaban diferente. Ella se dio de algo extraño, ninguna de esas personas era parecida al rey.

La gente con dinero vivía en King's Landing y las personas con titulo luego de aquella alianza de reinos vivía en Auradon. En Dragonstone vivía gente de todo tipo, pero en su mayoría era gente pobre.

Le daba mucha tristeza ver a muchos indigentes sin casa y en esquinas sin comida.

— ¡Colette! 

— ¡Scarlett! — el grito de su amiga la hizo reaccionar de la misma manera y de inmediato ambas se encontraron en medio de las personas que continuaban comprando.

— encontré a las chicas pero acabaron sus compras y se fueron, terminé igual pero te puedo esperar si algo te hace falta.

— en realidad no quería tantas cosas.

— dijiste que buscarías un vestido, no veo que lo tengas.

— ninguno me termino de convencer.

— bueno entonces vámonos para poder tener tiempo de prepararnos y estar listas a tiempo. — dicho eso ambas chicas se fueron en dirección a su hogar, o mejor dicho su trabajo.

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— no puedo creer que no hayas comprado nada, no puedes volver a repetir los mismos vestidos todo el tiempo. — le dijeron las chicas a la castaña quien se encontraba arreglando su corset para poder salir a trabajar.

— es que nada me gustaba...

— pero no debiste pensar en ti, debiste pensar en los clientes. — Colette no dijo nada y continuo con sus cosas. — pero bueno, que le podemos hacer.

Todas continuaron con sus cosas hasta que llego el momento de salir a trabajar, el lugar estaba completamente lleno y en aquella mesa del fondo se encontraba Adam, sin ninguna bebida y mirando a la nada esperando algo...¿pero que?

— que sea una gran noche chicas... — dicho eso todas se fueron a atender las mesas que se encontraban en el lugar. Colette fue directo a las mesas del lado contrario a la que se encontraba Adam pero al notar que ninguna chica se acercaba por el exceso de trabajo y al ver que Mildred estaba comenzando a enojarse, opto por ir a tomar su orden.

— comenzaba a pensar que nadie iba a venir. — dijo el rubio al ver a la chica llegando a su mesa. — quiero lo de siempre.

— en seguida se lo traigo.

— espera... — dijo haciendo que la castaña se diera la vuelta. — dile a Mildred que quiero hablar con ella cuanto antes, por favor.

— con gusto. 

Colette se fue a la barra para ordenar lo que Adam quería y poder hablar con la madame.

— madame, el rey me dijo que quería hablar con usted. — al decir eso la mujer se fue rápidamente a donde el hombre se encontraba dejando a Frank y a Colette solos.

— para ella es muy importante quedar muy bien con la gente.

— me doy cuenta. 

Por el otro lado, la mujer de cabello de fuego y vestido extravagante se encontraba sentada al lado de aquel gobernante que todas las noches iba a su bar.

— me dijo la mesera que querías hablar conmigo, sabes que estoy a tu completo servicio. — dijo mientras lo acariciaba un poco. — esa chica se tarda mucho con tu bebida, pero entiende ella es nueva y no saber hacer nada.

— ella parece ser de las buenas.

— es joven, desde que la vi me dio la impresión que de sueña mucho. Pero al estar conmigo es claro que esos sueños probablemente nunca van a cumplirse.

— ella no lo merece. — dijo el hombre mientras la miraba a lo lejos, Mildred se dio cuenta de eso y en ese momento comprendió que el rey acababa de encontrar un nuevo motivo para asistir todas las noches a su bar, y eso iba a traerle muchos problemas.

— ninguna de mis chicas lo merece en realidad.

— es cierto.

— pero todas ellas llegaron por su propia cuenta y nadie las obliga a trabajar, tampoco a Colette.

— quisiera estar a solas con ella... —  eso hizo que Mildred comenzara a templar en sus adentros. — pagare el precio que sea necesario.

— esos servicios son muy costosos su majestad.

— sabes que tengo mucho para darte, dime un precio y lo duplicare.

— de acuerdo. — dijo la mujer poniéndose de pie dispuesta a ir a donde la chica. — hablaremos de eso cuando todo termine. — dicho eso Mildred dejo a Adam en su mesa mientras ella caminaba a donde Colette se encontraba, sin pensarlo tomo a la chica del brazo y la llevo hasta donde no hubiera mucha gente para poder hablar con ella. — si quieres mantener tu trabajo harás todo lo que yo te diga.

— no estoy entendiendo nada. — dijo la chica tratando de zafarse del agarre de la mujer.

— cuando llegaste a este lugar estabas consiente de todo lo que pasaba en el, te dije que tendrías una semana de prueba a menos que alguien ofreciera por ti y no te negaste. — Colette solo la miraba algo asustada y cuando la escuchó, su corazón comenzó a acelerarse. — acaba de pasar y no puedes evitarlo.

— ¡no ha pasado una semana!

— pero me ofrecen mucho dinero y no puedo perderlo, tienes que entender y te lo dije desde un principio.

— ¡no quiero! — dijo zafándose del agarre. — renuncio.

— no es tan fácil linda, no me vas a dejar.

— pues no quiero acostarme con nadie, no ahora.

— no es cuando quieras, es cuando quiera y cuando ellos quieran.

— se lo ruego...

— no. 

Colette empezó a llorar llamando la atención de algunos de los presentes en el lugar, aunque la mayoría estaban ebrios y no prestaban mucha atención.

— bueno, haremos algo para que no llores y me espantes a mis clientes. Te voy a llevar a dormir y mañana hablaremos sobre todo esto. — la chica asintió y camino junto a la mujer quien lamentablemente no tenia las mejores intenciones. Antes de entrar a las habitaciones miro de reojo al rey quien la miraba y le indico que podía pasar con ellas. 

Adam se incorporo de su lugar para dirigirse a donde las mujeres acababan de entrar, Mildred dejo a Colette en uno de los cuartos para que se calmara un poco y al salir se encontró con el rey quien estaba esperando poder entrar.

— ¿Por qué lloraba? 

— ella no entendía algunas cosas, pero se encuentra mejor y esta lista para atenderlo.

— solo quiero hablar con ella.

— eso dicen todos. — dicho eso la mujer se fue dejando al hombre solo afuera de la habitación. Adam la pensó dos veces antes de entrar y durante un rato incluso pensó en irse, pero al final termino abriendo la puerta.

Colette se encontraba recostada en la cama tratando de limpiar sus lagrimas, al escuchar la puerta se dio la vuelta pensando que era la madame quien había entrado. Pero su cara quedo pálida al ver que quien estaba frente a ella era nada mas y nada menos que Adam.

— tranquila, tranquila...

— ¡no! 

— te juro que no es lo que tu crees, solo quiero hablar contigo.

— a mi me dijeron otra cosa y no quiero. — dijo volviendo a llenarse de lagrimas.

— de verdad no te hare nada malo.

— eso dicen todos, he oído cosas y se que para esto entre al trabajo pero me dijeron que me darían tiempo para entenderlo.

— solamente necesito decirte un par de cosas. — la chica asintió limpiándose las lagrimas. — en la tarde que te vi en el pueblo comprendí una cosa, hice mal en juzgarte solo por tu trabajo. — la chica se sorprendió ante eso y se incorporo de su lugar levantándose de la cama. — creo que no eres una mujer cualquiera...

— no entiendo porque dice todo esto, honestamente no me importa lo que usted piensa y menos le debería importar a usted lo que yo pienso. 

— pues si me importa y lamento decirte que me siento mejor ahora que te lo dije.

— pues supongo que debo darle las gracias.

— de nada.

— pues puede irse ahora. — dijo señalando la puerta. — a menos que haya algo mas que quiera decir.

— de hecho me gustaría darte unas cosas. — la chica lo miro buscando algo pero él no llevaba nada. — no las traje.

— entonces no entiendo porque lo dice.

— porque tengo las cosas en mi carroza.

— de acuerdo escuche no puedo salir con usted, no se me permite y aparte no esta bien.

— pues no las puedo meter porque es raro.

— es raro que me las haya comprado.

— lo hice porque vi que te gustaron, fue solo eso.

— no debió hacerlo.

— pues lo hice y no planeo quedármelas, espero poder dártelas. — dicho eso el hombre se incorporo dispuesto a irse, pero ella decidió detenerlo sin pensar.

— ¡espere! — Adam se quedo quieto. — tampoco quiero que gaste en vano, voy a tratar de salir de cuarto en la noche y lo buscare.

— yo no suelo quedarme tan tarde en este pueblo.

— he oído el rumor de que aveces duerme en la calle o llega a su palacio cuando el sol vuelve a salir. — el hombre de cabellos dorados se quedo callado. — puede hacer eso el día de hoy también.

Adam no dijo nada y solo se dio la vuelta quedando frente a la chica quien lo miraba firmemente. Ella no decía nada y ni siquiera se movía. 

— supongo que puedo hacer un excepción esta noche. — aquel hombre comenzó a caminar lentamente hasta acercarse a la chica quien continuaba en su anterior posición, el corazón de Colette comenzó a latir demasiado fuerte y aunque quería moverse le era imposible. — espero que no me dejes plantado. — dijo mientras pasaba un mechón de cabello de la chica detrás de su oreja.

Luego de eso se alejo dejando a la chica de pie en aquella esquina de la que nunca se movió, Adam salio del cuarto recibiendo algunas miradas de las personas presentes pero ninguno era nadie para juzgarlo.

Colette por su parte comenzó a sentirse diferente, el rey la miraba de una manera tan linda y eso de haberle comprado cosas que noto le interesaban la hacían sentir contenta. Una sonrisa se formo en su rostro y una risa se le escapo. 

— tengo que verlo esta noche... — se dijo a si misma para luego buscar entre sus pocas cosas algo para usar y al encontrarlo corrió a darse un baño para estar preparada.

Ya cambiada y un poco arreglada Colette se quedo en su cuarto con la esperanza de que nadie fuese a buscarla, de que pensaran que esa noche había sido su primera noche y que le dieran tiempo de recuperarse un poco. Luego de mirarse en el espejo y escuchar el sonido de la puerta a punto de abrirse corrió de inmediato a su cama para cubrirse con sus sabanas.

— cariño, ¿estas bien? — era la madame. — cariño el rey salio muy contento de cuarto, eso debe ser porque hiciste un excelente trabajo.

— me agradeció.

— ¿crees que puedas trabajar mas esta noche?

— me siento algo cansada.

— no te preocupes, solo por esta ocasión te daré permiso de descansar.

— de verdad lo agradezco.

— pero sera mejor que te vayas a otro cuarto porque este lo vamos a ocupar.

— solo usare el baño y me iré. — la mujer soltó una risa y dejo un beso en la frente de la chica para luego dejarla sola.

Colette se fue corriendo a la otra habitación en la cual las luces estaban apagadas, se acerco a una de las ventas y salio del lugar dejando todo como si nadie hubiese estado ahí.

─── •◦ 🌹 ◦• ───

Del otro lado de la calle se encontraba una carroza en donde un rey se encontraba esperando.

— Garret, necesito que me hagas un favor. 

— dígame su majestad.

— necesito que seas discreto con lo veras hoy, una amiga vendrá conmigo pero no enterarse nadie.

— usted no se preocupe pues nunca traicionaría la mano que me da de comer.

— eres un buen hombre.

¡toc toc! se escucho en la ventana de aquella carroza llamando la atención de aquellos dos hombres y una sonrisa se formo en el rostro de aquel rey, de inmediato le abrió la puerta.

— le aclaro que solamente vine porque no quería que su gasto fuera en vano.

— tampoco quería que fuera así. — dijo haciéndole una seña para que subiera y ella lo hizo.

Colette miro al hombre que se encontraba en frente y Garret solamente le dedico una sonrisa un tanto burlona. 

— es algo extraño estar en este lugar.

— no te preocupes nadie lo va a malinterpretar, Garret es de confianza. — el hombre saco dos cajas para entregárselas a la chica quien algo temblorosa las tomo, en una se encontraban los vestidos doblados de una forma limpia y bonita, eran hermosos y el rostro de Colette reflejaba mucha felicidad que intento ocultar un poco para no verse tan interesada o emocionada. — uno es el que estabas viendo cuando chocamos.

— me faltaban un par de monedas para poder comprarlo.

— pues te compre mas de uno.

— de verdad muchas gracias por eso, los necesito para trabajar.

— abre la otra caja. — la mujer lo hizo y se encontró en ella un libro.

— "El sueño de una noche de verano" de Shakespeare, este libro es muy bueno. — los ojos de la chica se iluminaron incluso mas que con los vestidos y Adam comenzó a sentirse raro. — es mi autor favorito.

— es de mis libros favoritos y quise compartirlo.

— de verdad muchísimas gracias y gracias también por no haberse portado mal conmigo hace rato en la habitación.

— no tienes nada que agradecer enserio. — ella le dedico una sonrisa esperando recibir una igual de parte de aquel hombre, y en efecto fue así.

Adam acompaño a Colette cerca de la taberna para que no caminara sola y en aquel lapso de tiempo ambos se sintieron seguros.

— debo regresar por la ventana porque nadie me vio salir.

— entiendo.

— nuevamente muchas gracias, es usted un buen hombre y debo decir que en su momento lo juzgue sin conocerlo.

— hice lo mismo y ahora me doy cuenta que tu eres una mujer muy buena, alguien que creo que no debería estar en este tipo de lugares.

— todos necesitamos comer y para esta es la única forma.

— en realidad no es así, mi castillo es muy grande y necesita muchas manos para ser limpiado. — ella lo miro sin entender muy bien. — me gustaría darte empleo en mi castillo.

— de verdad eso me gustaría.

— entonces cuando quieras puedes ir a verme y créeme que tendrás asegurado un lugar.

 — ¿Porqué hace todo esto? — dijo ella algo intrigada. — usted no me conoce en realidad.

— me caes bien es todo.

— tendré que hablar con la madame para agradecerle y despedirme antes de ir con usted.

— te estaré esperando. — fue lo ultimo que dijo el rey antes de volver a encaminarse hasta su carroza mientras la chica entraba en la habitación tratando de no hacer ningún ruido.

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Por otro lado en el castillo Bella se encontraba en su cuarto mirando por la ventana mientras su esposo escapaba de la realidad, un suspiro salio de ella mientras continuaba bordando una rosa en una manta pequeña que se encontraba sobre sus piernas. Adam llegó al castillo con una enorme sonrisa en el rostro luego de haber convivido con Colette durante un rato y al ver a su esposa en la ventana, esa sonrisa desapareció. Bella lo miro también y en lugar de notarse contenta ella solo cerro la cortina.

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