〖☽〗25/12/2024【☾】

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《AVISO》

• Este capítulo contiene lenguaje malsonante, es extenso y trata temas cotidianos dónde se habla de las personas que opinan que las mujeres no están hechas para trabajar y que su ropa es solo una manera de llamar la atención de los varones.
De manera que, si piensas así, agradezco que no leas este capítulo, por ti.
Respeto tu opinión, ahora tú debes respetar la mía.
Gracias. ❤️

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Era una tarde calurosa; el sol brillaba en lo alto del cielo,y fuera, los más pequeños, jugaban ilusionados.
Pese a eso, ella sentía que algo no iba bien.
No era ningún problema físico y a causa de ello, no sabía reconocer muy bien qué le sucedía.

Últimamente, podía contar con los dedos de ambas manos, las veces que se había sentido así de perdida en su propia casa, en la que debería sentir como su hogar.

Aunque ahora llegaba la pregunta importante, la que no estaba preparada para responder: ¿por qué no era capaz de sentirse cómoda entre esas cuatro paredes que habían visto todas sus versiones, todas sus lágrimas a medianoche y todas las veces que había sonreído pensando en Liam?

¿Acaso era un problema suyo, una molestia mucho más grave que quizá debería compartir con sus seres queridos?

Tras pensarlo durante unos pocos segundos, acaba decantándose por lo mismo de siempre; no dirá nada.

Después de todo, el silencio y el tiempo siempre han sido sus mejores aliados.

Es consciente de que lo mejor siempre es dejar salir las emociones, ¿pero qué sucede cuando son tan fuertes que pueden acabar contigo?

¿Es mejor ser arrollada por los sentimientos o por la falta de ellos?

Agobiada debido a sus exasperantes cuestiones sin resolver, decide hacer algo que la obligue a salir de casa. Así puede tener una excusa para desconectar un rato, sentirse de nuevo parte de la sociedad, y dejar de lado la idea de que cada vez está más cerca de vivir con sus ocho gatos, sola y sin amigos.

Y aunque siente un amor profundo hacia los gatos, valora de todo corazón a sus amistades, y adora la privacidad, sabe que siempre ha deseado despertarse junto a alguien todas las mañanas.

La tabla dispuesta en forma de pequeño sofá, que se encuentra al lado de la ventana de su habitación, chirría cuando se sienta acompañada por un trémulo suspiro.

Ignorando su inesperado terror, su corazón late con fuerza en su pecho, aparentemente esperanzado ante la idea de que aquello que lleva tanto tiempo deseando se haya cumplido por fin.

¿Sería ese el momento perfecto para escribirle de una vez al misterioso chico, a Logan?

De manera que, sin darse tiempo de pensar porque sabe que se arrepentirá, decide escribirle un simple mensaje con sus dedos temblorosos. Y mientras espera nerviosa a que el chico le responda, intenta  relajarse imaginando las vidas de la gente que camina al otro lado del cristal. Preguntándose quiénes son, a dónde se dirigen o qué estarán pensando.

De igual manera, la respuesta llega rápida, con una respuesta afirmativa y un lugar exacto para quedar en cuestión de minutos.

Después de teclearlo en Internet, y asegurarse de qué sabe dónde está, se encamina ansiosa a la calle.
Y no ha sido capaz de dar más que tres pasos cuando confirma lo que sospechaba: va en pijama.

Sin duda está más nerviosa de lo que pensaba...

30 minutos más tarde, sale acompañada de un torbellino de pensamientos que no deja de girar en torno a Logan, el chico que conoció de forma inesperada y que pese a eso, ha conseguido alegrarle desde la primera vez que lo vio.

Su risa despreocupada, o mejor dicho, la que supone que él tiene, junto a esos ojos que parecían brillar con cada palabra, la hacían sentir mariposas en el estómago.

¿O quizá era únicamente lo que ella imaginaba?

Pronto lo sabría.

Cuando llega, se recoloca la falda nerviosa, pensando que quizá no ha sido buena idea ponérsela. Después de todo, puede que sea demasiado para la primera cita.

La indecisión la mantiene atrapada en un vaivén de dudas, por lo que ve a Logan hasta que éste se acerca a ella. Nada más verse, se inclinan para darse los dos besos típicos, y a continuación, ambos se quedan parados sin saber qué decir.

Logan, que parece más acostumbrado a este tipo de situaciones, comienza a encaminarse hacia la entrada de una bonita cafetería que se encuentra a un par de metros de ellos.

El problema es que, con demasiada frecuencia, desvía su mirada hacia las transeúntes, como si quisiera estar junto a ellas caminando. Causando una notable incomodidad por parte de su compañera, aunque ella decide disimularlo y darle otra oportunidad.

Sus pasos se detienen en la puerta, y Logan la abre con una sonrisa, para cerrarla en sus narices instantes después.

—Pedazo de gilipollas. —Susurra ella comenzando a sentir los efectos de la desilusión. —Una oportunidad más, todos somos humanos y cometemos errores.

Y tras mirarse al cristal de la puerta, se serena y entra.

Nada más entrar, el ruido de los platos apacigua su mal humor e incluso, logra sacarle una sonrisa.
Confiando en que lo ocurrido anteriormente solo han sido simples equivocaciones, se sienta en la mesa, quedando de frente a Logan, quién la saborea con la mirada, cómo quién observa a un pastel que está a punto de devorar.

Después de pedir, se forma entre ellos un silencio tenso, que solo los comentarios esporádicos de Logan consigue romper.
De vez en cuando, ella mira disimuladamente la hora, rezando para que ese estúpido momento acabe de una vez.

A cada segundo que pasa, tiene más claro que Logan es un chico bonito pero bastante idiota, egoísta y superficial.
En otras palabras, la fantasía que su mente había formado, era tan falsa, como las sonrisas que en todo momento, aparecen los labios de Logan.

La marca clara de que se había equivocado, llegó cuando al pedir la cuenta, Logan soltó.

—Nena, me has salido bastante cara… —. Una nueva sonrisa lucía en sus labios, un simple gesto que ella comenzaba a aborrecer. —Espero que me lo recompenses con creces cuando estemos a solas.

Una simple frase puede cambiarlo todo, y todas esas palabras juntas, consiguieron lo que nadie había logrado nunca; que ella se levantase de la mesa enfurecida, con la horrible sensación de ser tan solo un objeto más a los ojos de la persona que lo había pronunciado.

—Mira Logan, llevo toda la noche escuchando tus estupideces, confiando en que nada fuera real y en cualquier momento, despertarme en mi cama. Deseaba que todo esto fuera una pesadilla, que realmente no fueras así de estúpido, pero me doy cuenta que sí.
Lo eres y mucho. —respira con fuerza ignorando las miradas de los demás clientes, y obligándose a bajar la voz para no montar un espectáculo. —Desde que me he sentado en esta puñetera mesa, me has tratado como si fuera un objeto más de la decoración de la cafetería.
Te has pasado la hora y media hablando solo de ti, sin preguntarme nada. Soltando comentarios de cómo te gustan las mujeres y qué no deben hacer éstas en una relación.
Y dime, ¿desde cuándo tú eres nadie para decidir si tu mujer debe trabajar o no?

Logan la mira con los ojos como platos, seguramente preguntándose cómo es posible que por primera vez, alguien le haya cantado las cuarenta a la cara.

—Me recuerdas a un cavernícola de esos que están en los museos, y me sabe mal por ellos, porque seguro que estaban mucho más actualizados que tú.
Me niego a pensar que de verdad eres así, ¿es algún tipo de broma?

—Te he mostrado mi verdadero yo, te he enumerado todos mis gustos y te he informado de mis opiniones. ¿Y te pones así? —. Las mejillas de Logan comienzan a teñirse de rojo a causa del sofoco. —Eres tú la idiota, niña.

—Yo no soy ninguna niña, así que no me vuelvas a llamar así en tu vida.

Percibiendo las miradas de cada vez más curiosos, deciden salir a la calle para poder resolver sus diferencias tranquilos.

—Te llamaré como me dé la gana, que para eso serás mi novia.

—No voy a ser nada tuyo, suerte que siga aquí y no me haya ido hace horas.

—No te has ido porque te gusta sentirte deseada, por eso estás vestida así y por eso estabas haciéndote la loca en el parque. —los ojos de Logan recorren su cuerpo dándole énfasis a sus palabras. —Está claro que te gusta llamar la atención.

—Mira bonito, me pongo lo que me sale de los ovarios. ¿Te queda claro?

—Más claro que el agua—. Ignorando a la persona que tiene enfrente, comienza a mirar su reloj nervioso. —Mi querida loquita, debo irme pero no te preocupes, podemos quedar otro día.

Demasiado asombrada como para responder, se queda mirándolo con la boca abierta. Momento que él aprovecha para darle un beso en la mejilla e irse rápidamente.

Una vez sola, ella enciende su móvil y al instante, recibe un mensaje de Liam.

De pronto, una sensación demasiado parecida a la traición, le recorre con un escalofrío mientras lee el mensaje.
A continuación, se encamina a dónde Liam le ha pedido.

Después de todo, quizá comprar le anima el espíritu y consigue que se olvide de ese tipejo.

🖤 I encara que no vages a llegir-ho mai, et continuaré trobant a faltar. T'estime moltíssim. 🫶🏻

✫・。. 𝕯𝖊𝖓𝖓𝖆 ‧ *･༓☾