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Capítulo 11

〖☽〗07/03/2025【☾】

...

Llama a la puerta nerviosa.
Las piernas le tiemblan y su corazón late acelerado en su pecho, casi como si estuviera tan desesperado como ella de huir de allí.

Entre suspiros, intenta relajarse, solo que esta vez no funciona con tanta facilidad.

Espera que su hermano no note nada de lo que le está sucediendo, aunque sabe que él, al igual que ella misma, se fijará en todos y cada uno de los detalles, por lo que no tardará nada en darse cuenta de que algo va mal.

Entonces, sabe que le preguntará.

A continuación ella retirará la mirada con dolor, intentando en vano, que sus pensamientos sean invisibles para su interlocutor. Igual que también sabe que mientras lo cuenta, su pierna comenzará a moverse desesperada, aunque confía en que su voz no tiemble mientras pronuncie su nombre, porque entonces, estará perdida.

En el momento en que una de las piedras que conforman su muro, comience a moverse, todo caerá.

La fortaleza que ha construido a lo largo de su corazón se derrumbará, y de ella, solo quedará el recuerdo de lo que era.

El recuerdo de la protección que le ofrecía y con la que ahora no cuenta. Por eso, ha estado planeando todo lo que va a decir.

Ni una palabra más, ni una menos. Dirá lo justo para poder volver con una sensación de tranquilidad y una sonrisa iluminando sus labios. Pero pese a eso, tiene miedo de que un estúpido fallo, haga que su hermano se dé cuenta de que todo es mucho peor de lo que parece a simple vista.

De pronto, interrumpiendo su reflexión, aparece su hermano. Él se acerca con una sonrisa de sorpresa.

Después de los dos besos reglamentarios, se abrazan con fuerza.

Hacía mucho que no se veían y los pequeños gestos dejan entrever lo mucho que se extrañaban. Por suerte, el abrazo de su hermano, resulta tan relajante y cercano como ella lo recordaba, por lo que se deja llevar por la comodidad que siente entre sus brazos. A continuación, ambos entran al hogar.

Su hermano, tan cordial como siempre, se ofrece a colgar su chaqueta y le invita a pasar en su pequeño, pero acogedor, salón.

—¿Quieres que te haga un café? —la voz de su hermano, al encontrarse en otra habitación, suena lejana, por lo que opta por alzar la voz para responderle afirmativamente.

—Perfecto, además, tengo magdalenas. Alice y yo las compramos ayer, son de la nueva tienda que ha abierto en la esquina. Seguro que la has visto al pasar, tiene unas flores preciosas en la entrada. —responde él.

Ella, por toda respuesta, decide afirmar con la cabeza a sabiendas de que su hermano no puede verla.

Ese tipo de conversaciones le pone nerviosa, pero únicamente porque no sabe muy bien qué debe decir o qué espera la otra persona que responda, por lo que siempre opta por guardar silencio y sonreír. Aunque esta vez, eso último no fuese posible.

Pasados unos minutos, el ruido de la cafetera deja de escucharse y su hermano vuelve a la estancia con dos tazas de vivos colores, y una bandeja.

Ella se acerca rápidamente a ayudarle a transportar todos los objetos, y la comida, a la mesa de madera que se encuentra a un lado de la habitación.

—Bueno, si quieres algo más me dices —. Nervioso, su hermano se queda de pie sin saber bien qué hacer. Luego le sonríe y extiende la mano, gesto que ella interpreta como una oferta para sentarse y comer.

—¿Y dónde está Alice? —. Intenta sonar curiosa, pero la sonrisa de su hermano le indica que le ha parecido gracioso el intento de conversación fallido. A veces odia lo mucho que él la conoce.

—Está con unas amigas, volverá por la tarde. —los ojos de su hermano se fijan, como ella ya sabía, en todos los detalles que la rodean. —Por cierto, ¿te vas a quedar a comer? Voy a estar solo y hace muchísimo que no nos vemos. Además, intuyo que eso que me quieres contar va a necesitar su tiempo —. Y con un guiño, consiguió que ella sonriera. Sin duda, a su hermano nunca se le escapaba nada, pero quizá la conversación iba a ser mucho más tranquila de lo que ella había imaginado.

Tres horas más tarde, ambos están tumbados cómodamente en uno de los sillones del salón.

Las magdalenas habían sucumbido rápidamente al ataque de ambos hermanos, y de ellas no queda nada más que unas simples migajas, repartidas entre los platos que se han llevado para comer tranquilamente, sin ensuciar ni manchar nada.

—Y bien, ¿cómo te trata la vida? —. Antes de que le dé tiempo siquiera a responder, su hermano chasquea la lengua y continúa diciendo. —En serio, sin mentiras ni secretos.

—Ambos sabemos que en muchas ocasiones es mejor responder con una verdad a medias que con la cruda verdad…

—Ambos sabemos que para muchas personas un simple ‘bien’ es suficiente, aunque sea obvio que la otra persona no está para nada ‘bien.’ —. Los ojos añil de su hermano la miran con una intensidad inquietante, provocando que baje la cabeza cohibida.

Está claro que él siempre ha tenido ese don; siempre ha sabido cómo mirar en tu interior, conseguir que cuentes tus miedos más profundos para luego, con unas pocas palabras, resquebrajar los muros que tanto te ha costado construir. —Alice siempre dice que soy muy directo, ella piensa que es más educado escuchar a la otra persona, y entre indirecta e indirecta, dejar que te cuente lo que quieres saber. Pero lo cierto es que a mí siempre me han impacientado las personas que se andan por las ramas, ¡con lo fácil que es ir al grano nada más iniciar una conversación!

—Eres irremediable Matthew.

—¿Es Liam?

Ella, por toda respuesta, intenta no mostrarse sorprendida mientras asiente con la cabeza. Lo más seguro es que los padres de ambos, le hayan contado a Matthew lo que sucedió.

—¿Sabes que tengo un sótano en casa? Lo digo porque si necesitas ayudita en algún momento para deshacerte de un cuerpo, puedes contar conmigo. Estaré encantado de ocuparme de cualquier persona que se meta con mi hermana —. A continuación, levanta las manos entre risas. —Aunque soy plenamente consciente de que eres capaz de cuidarte tú sola, pero me gustaría que supieras que cuentas conmigo. Seré un compañero de celda divertido, eso te lo aseguro.

—¡Matthew! —ella le empuja juguetona. Su hermano siempre ha tenido un sentido del humor un tanto peculiar, al igual que ella misma. —Liam y yo discutimos…

—Discutir es completamente normal, pero ambos sabemos que no es solo eso lo que te preocupa.

—A veces lo pienso y, no sé, no tengo claro que me guste. Siendo sincera, ahora mismo no sé nada, creo que estoy demasiado perdida.

—¿Perdida en qué sentido?

—La vida pasa, el tiempo transcurre pero yo sigo aquí, anclada en un lugar del mundo donde no sucede nada. Permanezco varada en el tiempo, contemplando como el resto de barcos son capaces de retomar su viaje, mientras yo sigo encallada.

Y además no cuento con ningún faro que me guíe en la oscuridad, por lo que camino a tientas —. Las lágrimas han comenzado a caer por su mejillas pero ella prosigue su discurso reacia a escuchar los latidos de su corazón, luchando contra el nudo que le atenaza la garganta. —Vivía con una persona que sentía algo por mí, pero el torbellino que me rodea no me deja entrever si yo siento lo mismo.

Y sé que debería sumergirme entre las aguas de mi corazón y descubrir qué siento, pero me aterra no poder volver después a la superficie. Me horroriza pensar que podría quedarme atrapada, mientras una ola tras otra, me ahoga más y más, provocando que pierda la poca cordura que aún mantengo. Acabando conmigo lentamente.

—Joder, me gustaría tanto abrazarte y asegurarte que todo irá bien...

—¿Eso significa que no lo irá? —pregunta ella con una mueca triste.

—No he dicho eso, simplemente pienso que es algo bastante profundo. —Ante la mirada desconcertada de ella, su hermano se apura para añadir. —Quiero decir, intuía que te pasaba algo, pero pensaba que era mucho más sencillo. Esto que me estás contando, buff, espero saber ayudarte.

—Confío en ti.

—En caso de que no sepa, quiero que sepas que habré fracasado totalmente como estudiante de psicología...

—Justamente da la casualidad que no lo eres, ¡mira tú qué bien! —. Y así, por primera vez en mucho tiempo, consigue reírse. Extrañaba sentirse tan bien.

—Oh, pero sabes que es algo que siempre me ha interesado —los ojos de su hermano brillan cuando prosigue. —Cuando me jubile, si lo hago algún día, ten claro que será la primera carrera que estudie—. Matthew asiente con la cabeza satisfecho mientras ella sonríe, su hermano es simplemente único.

De pronto, su hermano se levanta de un brinco del sofá y mira el reloj colgado en la pared.

—¡Vamos, es hora de comer! —. Sin esperar respuesta, se marcha caminando hacia la cocina. —¿Te parece si, entre bocado y bocado, hablamos de lo tuyo.

—Me parece perfecto Mat.

Y con una simple sonrisa acompañada del abrazo que tanto necesitaba pero que se negaba a verbalizar, su hermano, al igual que de costumbre, consigue sacarla de las tinieblas.

Una vez más, gracias a él, ha logrado vencer momentáneamente a los demonios que atormentan su existencia.

Sin lugar a dudas, ha sido una muy buena pasarse por allí...

✫・。. 𝕯𝖊𝖓𝖓𝖆 ‧ *・༓☾  

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