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16

—¡Jade!

Es la única palabra que escucha y todo parece ir en cámara lenta. Los brillantes y grandes ojos negros de Jungkook la sorprenden. Él le arrebata el arma y la abraza sin dejar de verla directo a los ojos. La pelinegra mira los profundos y exaltados ojos del hombre frente a ella. No lo entiende, ni siquiera logra descifrar la sensación extraña en su pecho, nunca se sintió así, y ni siquiera sabe si es algo bueno o malo. Solo lo siente.

Él acuna su rostro y lo examina a detalle, pero no hay asco en su mirada, igual que cuando la vio por primera vez. Se relame los labios pero no baja más. Su corazón da un vuelco, estuvo al pendiente de todos los hombres que miraban su cuerpo omitiendo su cara, sin darse cuenta que en realidad, había alguien que nunca dejaba de verla directo a los ojos. Que nunca barrio sin descaro su cuerpo, que nunca la tocó de esa manera, que nunca le habló ni la trató mal. Que Jungkook no es como los demás, que no es él.

Cuando el pelinegro ve que su compañera bajo completamente la guardia, la suelta. Deja salir todo el aire contenido y deja caer la cabeza hacia delante. Se siente aliviado de que esté a salvo pero, sobre todo, que siga siendo ella. No importa todo el barullo y escándalo de afuera, ni siquiera la cantidad de gritos y disparos por doquier. Llegó a ella, y es lo único que quería.

—¿Cómo...? —Las palabras quedan en el aire. Yeonsoo no sabe qué decir.

—Te buscaría, incluso en los rincones más peligrosos. Y ni siquiera sé porque —susurra Jungkook y levanta la mirada enfrentándola.

Un estruendo que provoca un temblor en el suelo, los saca de su pequeña burbuja. Jungkook examina la escena encontrando posibles escapes en donde no deba poner en riesgo a las tres chicas. Sabe que es probable que Yeonsoo se niegue a eso y quiera pelear a su lado, aunque debe intentarlo. 

—Hay que salir, esto se va a caer a pedazos.

El pelinegro le tiende un arma a la desnutrida chica que tiembla en su lugar. Está tan asustada que a los tres presentes, no les importa nada más que sacarla.

—Sé que te gusta hacer las cosas a tu manera, pero por favor. Solo... Por favor, esta vez sígueme —ruega. Jungkook la mira suplicando por lo que ella solo asiente.

Vino por ella, incluso cuando le gritó, lo golpeó y lo humilló. Él volvió por ella, y eso no tiene precio. Fue como si la hubiese escuchado rogar y llamarlo mentalmente, pero sobre todo, no minimizó su fuerza, ni su capacidad. Esperó y entró, no para rescatarla, si no para ayudarla. Jungkook sabe lo fuerte que es en realidad, sabe que nadie, ni en mil años, podría derrumbarla sin recibir un poco de pelea, y se lo agradece eternamente. De alguna forma, se había acostumbrado a ser rescatada, incluso cuando no quería.

El pelinegro deja que Hunter salga primero y luego la sigue. Yeonsoo se aferra a la menuda chica y sigue al par.

Los disparos suenan de todos lados, tanto que deben detenerse y verificar que a ellos no los apuntan.

Puede ver cómo JT intenta escapar por una de las habitaciones rompiendo las rejas. La furia la invade y lo único que quiere hacer es golpearlo hasta que deje de respirar.

—Ve. —Esa voz la sobresalta de nuevo. Yeonsoo lo mira confundida—. Ve y arréstalo, confío en ti.

Su corazón vuelve a dar un vuelco, se siente feliz y una ola de orgullo le atraviesa el cuerpo. No todo lo que hace debe ser tan malo si al final del día, una persona confía ciegamente en ella.

La pelinegra asiente y se llena de valor para enfrentarlo. Llega a él por la parte trasera y golpea sus piernas provocando que colisione contra el suelo en un golpe seco. Yeonsoo lo obliga a girar y le apunta directo a la cabeza con su arma.

Por primera vez tiene el poder que tanto quería. Los recuerdos de ser maltratada por Hyun durante tanto tiempo aparecen, y se llena de odio. Quería estar así, quería poder ver el miedo en sus ojos, como ahora lo ve en JT. Quería que tiemble ante ella, que le suplique todas las veces que ella le rogó que parara.

Ahora lo entiende, nunca pudo soltarlo. Nunca curó las heridas que Hyun le provocó, Yoongi la amó, toda rota, toda triste, pero ella seguía sin soltar.

—Si lo haces, no serás diferente a él —le susurra por la espalda.

El temblor de su mano se intensifica, las lágrimas salen a brotes de sus ojos, y las ganas de querer colocar un bala en su cabeza es tan grande, que no puede hacerlo. Jungkook tiene razón, si lo daña, se convertirá en lo mismo que Hyun, ya no puede seguir viviendo en su sombra. Ya no puede seguir durmiendo solo dos horas por las pesadillas de su pasado.

Yeonsoo grita a todo pulmón desgarrando su garganta y vaciando el cartucho sobre la pared frente a ella. Aprieta una y otra vez el gatillo sin frenesí, despedaza su voz cada vez más dejando salir hasta el último suspiro. Cuando su cuerpo se libera completamente, deja caer su cuerpo de rodillas, pero no logra tocar el suelo.

Dos brazos la toman por la cintura, impidiendo que vuelva a caer. Ella se gira de manera involuntaria y abra al pelinegro, hundiéndose en su pecho, dejando que las lágrimas moje su chaleco. Jungkook la abraza con fuerza, acariciando su cabello lentamente.

—Lo siento —susurra. No es para él, ni siquiera para alguien en esa habitación. Es para esa persona que no puede verla, no puede tocarla, no puede dañarla—. Lo siento tanto, intenté ser lo que querías que fuera, pero ya no más. No permitiré que me dañes aún estando muerto.

Yeonsoo se separa de Jungkook con brusquedad y golpea a JT que aún se encuentra en el suelo, lo gira con violencia y le tiende la mano al pelinegro para que le facilite unas esposas.

⭒❀⭒

La vuelta al pequeño departamento es una verdadera tortura. Mientras un teniente de la policía de Busan los regaña en cómo arruinaron todo en dos segundos; en las vidas de mujeres que se perdieron y lo imbécil que fue Jungkook al dejar sola a las chicas; Yeonsoo no pronunció palabra alguna. No podía. Ni siquiera pudo procesar lo que acababa de sentir cuando vio esos tres pares de ojos que extrañó por mucho tiempo. Sobre todo, por los llantos y maldiciones que le dijeron durante más de dos horas mientras ella solo se abrazaba al mayor de los tres. Hunter lloró mucho, incluso más que ellos cuatro y nadie quiso preguntarle el porqué. Jungkook la tomó del brazo y la alejó del pequeño reencuentro. Claro que Yeonsoo tuvo que contarles absolutamente todo, sin esconder ni el más mínimo detalle, para cuando terminó le habían entendido, pero seguían sin perdonarla del todo. Yeonsoo se preguntó si así reaccionaría Yoongi al verle de nuevo, pero tan pronto llegó a sus pensamientos lo descartó. Ni siquiera se animó a preguntarles a ellos sobre él. Tampoco lo mencionaron.

Después de aquél encuentro, para cuando tanto llanto le generó dolor de cabeza, Yeonsoo tuvo que soportar los gritos del teniente una vez más. Pero, a diferencia de antes, se sentía extraña, como aliviada.

De alguna forma, con el disparo, y el grito desgarrador, logró dejar en aquellas paredes todo lo relacionado con Hyun. Y es extraño pensar que solo necesitó un poco de moral para deshacerse de años tortuosos.

Jungkook se mantuvo todo el tiempo al lado de Hunter quién no paraba de temblar. Estaba muy asustada, nunca pensó vivir algo así, y aunque lo sabía, nadie está mentalmente preparado para estar en medio de un tiroteo de esa magnitud.

—Cierre la boca —espeta la pelinegra. Se masajea la sien con pereza y mira al teniente directo a los ojos—. Escuché que hace más de un año intentan entrar y arrestar a todos, en una noche les hice el favor. Así que cierre la puta boca antes de que yo lo obligue.

El hombre de edad mayor la mira perplejo pero no dice nada. Después de todo, es entendible que estén así de estresados cuando estuvieron en medio de un tiroteo violento y cruel.

Al llegar al departamento, los despide y les pide que abandonen la cuidad antes de que salga el sol. Hunter toma una pastilla para tranquilizarse y se recuesta en los brazos de Jungkook que no la soltaron en ningún momento.

No siente celos, no podría. Pero se siente extraña, de alguna forma le gustaría estar así con él, que le acaricié el cabello de forma lenta y le cante suave como lo hace ahora con la rubia. Yeonsoo se levanta y se acerca a le ventana con una media sonrisa. Acaba de soltarlo, y ya no hay marcha atrás.

—Gracias —susurra encendiendo un cigarrillo—, por no dejarme caer.

Voltea ligeramente su cabeza para encontrarse con la mirada de él.

—Yo no hice nada, fuiste tú. Siempre serás tú.

Ella ríe por lo bajo y vuelve a mirar la cuidad. Se siente extraña pero, sobre todo, tranquila.

—Deberíamos irnos ahora.

—Pero Hunter está durmiendo. —Jungkook frunce el ceño.

—Yo conduciré —afirma cansada. Le urge volver a su casa lo antes posible.

El pelinegro la mira unos minutos, intentando entender que es lo que en realidad pasa con la pelinegra, que es aquello que le provoca una sonrisa, o que la hace huir ahora de la cuidad.

—De acuerdo, pero creo que será mejor que yo conduzca.

—¿Crees que no puedo?

—Creo que eres capaz de destruir este mundo tu sola si te lo propones —suelta Jungkook sin poder detener sus palabras, Yeonsoo lo mira un tanto sorprendida pero no dice nada—. No sería malo que descanses un poco.

Ella asiente y acomoda toda la ropa en los bolsos. Los lleva hasta la cajuela y cuando todo está listo le ayuda a Jungkook con las puertas, ya que él lleva cargando a una dormida Hunter en brazos. Gracias a un par de chamarras, logra hacer una improvisada almohada y la recuestan en la parte trasera.

Yeonsoo se acomoda en el asiento del copiloto y Jungkook detrás del volante. Enciende el motor y parten de vuelta a casa.

Una idiota sonrisa se instala en su rostro al sentirse tan familiar con el sentimiento. El pelinegro de mirada felina vuelve a su mente, pero ahora no quiere llorarlo, ni siente culpa o pena. En cambio piensa que tal vez, alejarse de su vida, de haber tomado la decisión de no hablarle en aquella ocasión en el la parada de autobús fue la mejor decisión. Probablemente con lo que hizo, le abrió puertas que ni siquiera él sabe aún.

—¿En qué piensas? —Jungkook la saca de su ensimismamiento.

—Hoy hice algo que hace mucho tiempo quería.

—¿Qué es?

—Deje ir a alguien. —La pelinegra lo mira por un momento. Puede apreciar su perfil, su nariz ancha, sus labios finos, su mandíbula marcada, sus ojos grandes. Todo en él es... diferente.

Jungkook asiente ante esa respuesta pero no contesta, no sabe que decir. Una parte de él grita de alegría pensando que habla del chico de mirada felina, sin embargo, otra dice que es alguien más. Qué Yoongi jamás saldrá de la cabeza de ella y él no tiene oportunidad alguna. Sacude la cabeza con fuerza. No tiene idea de porqué piensa en que podría tener una oportunidad con ella. No debería verle de esa forma, ni siquiera tendría qué. Pero lo hace, y no puede evitarlo.

—¿Porqué nunca le dijiste a Haneul que la amabas? —suelta sorprendiéndolo por completo.

—Tenía miedo de no ser lo suficientemente bueno para ella —murmura con pesar—. Ya sabes, soy el chico huérfano que trabaja todo el día para llegar al mes, y Haneul es la chica con dinero y estatus social alto. No tenía chances con mis harapos viejos. 

Yeonsoo arruga la nariz y mira hacia la ventanilla, apreciando la cuidad. Puede entender a Jungkook más de lo que cree. El sentirse insuficiente para alguien es el sentimiento al que se ha aferrado durante toda su vida. Decide no aventurarse por sus pensamientos y vuelve a prestarle atención a él.

—¿Odias a Jimin?

—No podría aunque quisiera. —Ríe por lo bajo—. Jimin es una de las personas más increíble que conocí.

—¿Por qué lo alejaste entonces? —La curiosidad pica en su interior, tanto que teme preguntar algo incorrecto.

—No lo sé, estaba enojado. No quería que fuera de él; luche y trabajé tanto en mí para que ella me correspondiera que todo fue en vano. Ahora entiendo que no estaba destinado a estar con ella, y lo agradezco.

—¿Crees en el destino? —dice con cierto tono burlón. 

—Me ofendes con tu pregunta —bromea—. En definitiva es un debate en el que no voy a entrar, pero sí. Sí creo.

Yeonsoo asiente y calla, sabe que si pregunta el porqué de eso, probablemente le responda con algo que no está lista para escuchar. No ahora.

—Lo siento, Jade.

—¿Qué? —Lo mira con el ceño fruncido.

—El beso, no debí —susurra. Algo dentro de la pelinegra se retuerce, sabe que fue incorrecto pero no quería que se disculpe.

—Esta bien, Jungkook. Fue la emoción del momento.

—No fue eso, lo sabes.

Las palabras quedan en el aire. Yeonsoo no es capaz de responder. Por lo que saca su móvil y se coloca audífonos, coloca la lista de canciones más ruidosa que tiene y luego se cómoda en el asiento para mirar por la ventanilla, todo lo que queda del viaje.

⭒❀⭒

No volvieron a hablar del tema. Después de llegar recibieron un gran discurso de lo descuidados que fueron, de las vidas que se perdieron y las personas que lograron escapar. La pelinegra se disculpó sinceramente. Sabe que cometió un error y ahora puede admitirlo.

Por otro lado, se les informó que las chicas que encontraron y salvaron, en su mayoría eran personas de orfanatos, y otras extranjeras. Algo dentro de Yeonsoo se descompuso, y tuvo que abandonar la sala para vaciar su estómago en el baño. Ellas eran el retrato vivo de lo que una vez vivió. Solo que no la salvó la policía, la sacó un psicópata que la destruyó hasta no quedar nada.

Luego de eso, pasaron tres semanas esperando a que JT confesara algo a la policía de Busan, acerca del paradero de Ghots, o cualquiera que pueda acercarse a él. Sin embargo no hay noticias. El teniente comentó en un momento que JT no tenía nada de información, y por eso, después de muchas formas de interrogatorio no lograron sacarle nada respecto a él. Por lo que comenzarán a investigar otros prostíbulos, para desmantelarlos desde raíz.

Hoy, el cielo se cae a pedazos, la tormenta que comenzó por la madrugada no paró ni un solo segundo. Hunter insistió en que como es su día libre, vean alguna clase de película romántica y coman palomitas. Jungkook desistió y se fue a dormir, mientras Yeonsoo fue, prácticamente arrastrada hasta el sofá.

Alguna película ochentera dónde todos cantan y bailan, con una damisela en apuros y el chico malo comienza llenando el corazón de alegría a la rubia. Mientras Yeonsoo solo mira sin prestarle mucha atención, no niega que antes las amaba, pero ahora no hay película romántica que logré encantarla. Prefiere ver películas de acción, zombies o alguna dónde no haya tanto amor de por medio.

Jungkook vuelve a salir de la habitación con una gran sonrisa en su rostro.

—¿Porqué lloras? —le pregunta directamente a Hunter que mantiene un pañuelo contra su nariz.

—Él finge no quererla cuando está loco por ella —contesta señalando la pantalla y luego sorbe la nariz.

El pelinegro frunce el ceño y mira a Yeonsoo en busca de una respuesta.

—Estamos viendo vaselina —responde rodando los ojos.

Jungkook asiente y tira la cabeza hacia atrás burlón. Camina hasta el closet de la entrada y saca su saco más abrigado que tiene relleno de plumas.  

—Voy a salir, ¿quieren venir conmigo? —dice buscando sus botas de lluvia.

—Si me quisiera bañar, iría a la ducha, no afuera —brama Hunter y levanta el mentón vanidosa.

—Yo voy. —Yeonsoo aprovecha la invitación para salir del deprimente ambiente que Hunter creo, y entra a la habitación para ponerse un buzo grueso.

—¡Pero estamos viendo la película juntas! —chilla.

Jungkook ríe pero calla de inmediato con la mirada fulminante de la rubia. Abre el closet de nuevo y saca el saco relleno de plumas de Yeonsoo y sus botas de lluvia negras.

—Ya no —clama Yeonsoo saliendo de la habitación. Se apresura a llegar hasta el pelinegro y toma las botas que le tiende para salir lo antes posible. 

—Me llevo tu auto, gracias —dice Jungkook, toma las llaves de la entrada y salen antes de que la rubia los detenga. Fuera del departamento escucha como Hunter tira una maldición.

—¿A dónde vamos? —pregunta Yeonsoo con una amplia sonrisa cómplice, cuando salen al estacionamiento.

—Solo sígueme. —Jungkook le abre la puerta del acompañante a Yeonsoo y esta entra. Luego se monta a la parte del piloto y enciende el motor.

No hay necesidad de hablar, el ruido de la lluvia es suficiente fuerte como para hacer placentero el ambiente. Se siente cómoda con su compañero y el sonido, es como si nada más se necesitara. Yeonsoo se acomoda en el asiento viendo los postes de luz pasar. El cielo está tan gris que podría jurar que está a minutos de caer la noche, pero sabe que no es así. Aún faltan horas. 

Jungkook estaciona el auto en la entrada de un parque y sale, mojándose al instante. Corre hasta la puerta del acompañante y la abre tendiéndole la mano a Yeonsoo quien la recibe confundida. No sabe a dónde exactamente quiere llegar pero ya no hay marcha atrás. Se pregunta así misma si habría sido buena idea quedarse en el departamento junto a Hunter en vez de ver cómo Jungkook busca la peor gripe de todos los tiempos.

Yeonsoo entrecierra los ojos y le agarra de la mano. La conduce por la gruesa cortina de lluvia hasta justo en el corazón del parque, se separa un poco y hace una reverencia.

—¿Quieres bailar conmigo? —Le tiende una mano. Yeonsoo ríe tirando la cabeza hacia atrás y asiente recibiéndola de la misma forma.

Jungkook la toma con firmeza de la cintura y la pega a su cuerpo, al ser más pequeña y menos pesada que él, puede levantarla sin hacer mucho esfuerzo. Entonces lo hace, deja que ella rodee su cuello con ambas manos y tomándola de la cintura, la levanta por los aires girando con cuidado. Observando la belleza inigualable de la pelinegra bajo la lluvia.

Ella tira la cabeza hacia atrás y ríe con gracia.

El pelinegro se detiene y deja que sus pequeños pies toquen el suelo una vez más, la toma por sorpresa al acunar su rostro una vez más para besarla. Sin embargo, no mueve su boca, solo espera a que ella reaccione y lo separe, pero no pasa. Entonces, mueve con delicadeza sus labios siendo correspondido. No hay desesperación, ni deseo, solo una caricia suave y delicada. Yeonsoo lo toma por la cintura y lo acerca un poco más, sumergiéndose en el sabor dulce de sus labios, mezclado con las gotas de lluvia.

Ella se separa sin poder verlo a los ojos. Jungkook no quiere pensar que arruinó el momento, y antes de que hable la toma de la mano y corre junto a ella hasta llegar justo debajo de un gran árbol que logra cubrirlos de la lluvia.

—¿Qué hacemos aquí? —Yeonsoo sacude su corto cabello dejando que las gotas se expandan por todos lados.

—Vamos a despedirnos de eso. De todo eso que nos hace mal, que nos provoca pesadillas y no nos deja dormir. Pero sobre todo, vamos a pedir perdón. —Jungkook toma la mano de Yeonsoo para salir de su escondite, pero ella no puede moverse.

No es novedad que el pelinegro sepa de sus pesadillas, sin embargo, no puede despedirse de ellas, porque si lo hace, se estaría despidiendo del amor de su vida, del chico que le dio paz, que la amó. 

Jungkook entiende que no es fácil hacer algo como eso, por lo que suelta su mano y camina hasta el centro del lugar donde la lluvia golpea con furia su anatomía. Se recuesta boca arriba sobre el césped y sonríe.

Yeonsoo se muerde el labio ansiosa, despedirse de Yoongi sería despedirse de quién fue una vez. Lo iba a hacer en algún momento, pero no ahora, no tan de repente.

—¡Mientras más lo pienses más temerás! —grita Jungkook desde el suelo.

Entonces lo hace, camina hasta él y se recuesta a su lado. Dejando que el agua la empape en un par de segundos.

Jungkook le sonríe, toma tanto aire cómo sus pulmones le permiten y grita. Lo hace con tanta fuerza que Yeonsoo debe taparse los oídos, ella lo mira sorprendida y asustada, no sé esperaba que hiciera eso sin previo aviso. Sin embargo, su semblante cambia cuando ve sus ojos volverse rojos, las lágrimas que brotan de sus ojos se disfrazan con las gotas de lluvia que caen sobre su pálido rostro. Vuelve a tomar aire y grita, una vez más.

Un nudo se forma en la garganta de Yeonsoo al verlo así de vulnerable, está sacando su dolor, ese que no demuestra nunca. Sus labios se han vuelto rojizos, al igual que la punta de su nariz. Su mejillas se tiñes de un rosa pastel. Sus venas se dilatan ante la fuerza que ejerce al gritar.

El pelinegro sonríe y cierra los ojos. Yeonsoo quiere abrazarlo, quiere decirle que lo hizo bien, que no había necesidad de apresurarse, pero también sabe que lleva toda su vida con dolor en su pecho. Lleva toda su vida juntando fuerzas para sobrevivir un día más. 

Respirando con dificultad, Jungkook gira su cabeza y abre los ojos encontrándose con la mirada preocupada de Yeonsoo.

—Inténtalo. —Le sonríe.

—No puedo —titubea y niega con la cabeza.

—Jade.... —Jungkook se coloca de costado y apoya todo su peso en un codo, para poder acunar el rostro de la Yeonsoo con sus manos—. Tu puedes hacerlo todo, incluso hasta lo imposible.

Le da un ligero beso en la frente y vuelve a recostarse a su lado, pero ahora entrelaza sus dedos con la mano de ella para hacerle saber que no está sola.

Yeonsoo respira dificultosa, hay tanto que quiere sacar y teme hacerlo. Su cuerpo comienza a temblar y no sabe si es por la ansiedad y miedo que le provoca gritar, o es la helada lluvia que cae sobre su cuerpo. Jungkook le da un ligero apretón y es lo único que necesita para impulsar eso que le detiene. Entonces lo hace, respira profundo y grita. Grita como nunca antes lo hizo, desgarrando sus pulmones, sacando todo el dolor acumulado por años.

Las lágrimas no tardan en salir y un nudo vuelve a instalarse en su pecho, ella debe sentarse al sentirse sofocada entonces, vuelve a gritar apretando los puños, dejando que su garganta queme y duela. Jungkook la abraza pero no deja que ella se detenga, y vuelve a gritar.

Ama tanto a Yoongi que ahora debe dejarlo ir; lo ama tanto que no puede hacerle esto. Ella no puede aferrarse a la esperanza de estar con él, porque al final, su historia terminó cuando decidió entrar al campamento. Lo ama, y lo amará toda la vida, pero debe dejarlo ir, porque él le enseñó a amar, le mostró que era la felicidad, lo que significa la familia, la lucha y el sacrificio verdadero. Él le enseñó tanto que su única manera de agradecerle es dejarlo ir... dejarlo vivir.

No sé dio cuenta en qué momento dejó de gritar y comenzó a sollozar, pero no le importa.

—Te pido perdón, por las veces en que me enojé contigo, en las veces que desee que estuvieras muerto, te pido perdón por cada error que cometí, por lo te amo que guarde y los te odio que dije . Y te perdono por dejarme, te perdono por no escucharme, te perdono, Chan —murmura Jungkook, con la voz totalmente rota.

Los sentimientos de ambos están a flor de piel, tanto que no pueden soltarse aún. Necesitan tener un pilar para continuar.

—Te pido perdón por las veces que te dañe, por las veces que no te valore. Te pido perdón por las veces que desee que estuvieras muerta, por las heridas físicas que te cause; te pido perdón por no escucharte, por no quererte. —La voz de Yeonsoo se quiebra pero se las arregla para continuar—. Y te perdono, por todo eso, te perdono porque gracias a ti soy quien soy, te perdono porque fue difícil empezar de nuevo, te perdono porque lo será aún más.

Jungkook tarda unos segundos para entender que se habla así misma. Y eso lo rompe un poco más. Ella se está disculpado consigo misma. Está arreglando la relación más difícil que uno puede tener, y lo hace de todo corazón. Sollozando.






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