20: Paola es una crack
Alicia se ha marchado, llevándose consigo cada palabra que podríamos decir después de vociferarnos minutos atrás. No estoy segura de si estoy enojada, mas distingo cierta tensión en el ambiente y me atrevo a decir que él sí que lo está. Si fuera al revés, yo ya me habría marchado. Cuando estoy furiosa siempre prefiero huir, pues si me quedo puedo decir cosas de las que luego es probable que me arrepienta, pero Andrew no es así y aunque me cuesta aceptarlo no me queda otro remedio que ceder.
-Andrew -comienzo a decir- ¿Hasta cuándo pretendes seguir enojado conmigo?
-No estoy enojado contigo, sino conmigo.
-No comprendo.
-No tengo derecho a pedirte que no salgas con Junior y eso me desquicia, pero..., necesito saber qué ocurrió en esa terraza ayer cuando me fui.
Cuando irrumpió en mi ducha hace un rato no percibí cuan molesto estaba, pero ahora que lo tengo más cerca me doy cuenta de que no es solamente eso y, por tanto, en cuestión de segundos zigzagueo entre la idea de mentirle o contarle la verdad, que Junior me besó. Recientemente he notado que cuando alguien menciona su nombre se le enciende la mirada, reconocería la abismal llama de los celos en casi cualquier rostro, la he visto regresarme el saludo a través del espejo en numerosas ocasiones. Fue ella quien recogió mis maletas en París y me arrastró hasta aquí, la que me empujó a salir huyendo de la galería aquella noche y, ella misma, esa que se vuelve mi amiga por momentos, me corroe por dentro cuando los labios de Astrid liberan un "mi amor".
-Solo estuvimos charlando -contesto. Supongo que he elegido el camino de la paz y eso me ha llevado a mentir, es decir, mentir sería decirle que no me besó si lo hubiese preguntado, así que solo estoy ocultando información.
-No me jodas, difícilmente ese imbécil podría resistirse a la tentación de besarte.
-Tendrás que confiar en mí -contesto como por reflejo, aunque dudo que se lo haya tragado, sin embargo, creo que ha elegido pensar que digo la verdad, pues otra cosa le dolería o lo pondría extremadamente furioso. Me acerco, lo beso y con algunos mimos finalmente se le pasa la rabieta. Debo admitir que anoche cuando Junior me besó me quise morir, es guapo y todo, pero yo quiero a quien quiero y ese no es él. No sé si estoy dispuesta a ir más lejos, para mí ya fue suficiente y una vez más caigo en el hueco de siempre, en la pregunta que me ronda día y noche; la suelto sin más antes de poder detenerla:
- ¿Astrid te gusta verdad?
- ¿Eso a qué viene?
-Me refiero a..., -balbuceo en sus brazos- algo te tiene que gustar para..., es decir, ¿la deseas?
-Galy...
- ¿La quieres?
-No la quiero -contesta sin rodeos-. Ni siquiera me gusta, te lo juro.
-Vamos, no tienes que mentirme. ¿Cómo podría no gustarte?, es tan bonita, tan rica, tan chic, tan...
-Tú sabes las razones por las que estoy con Astrid -me interrumpe-, pero ya que estamos aprovecho para aclararte tres cosas. La primera: Sí, es bonita, mentiría si dijese que no, pero ella no se llama Galilea. Dos: ¿chic, rica? ¿Tú te has visto al espejo?
-No soy rica, ya te lo dije.
-Lo eres, da igual si te gusta o no, acéptalo de una vez, y por último: podría estar hasta la noche enumerándote atributos que a ella definitivamente le faltan.
-Ya, pero...
-Ella no eres tú, ¿por qué no acabas de meterlo en esa cabecita llena de musarañas y notitas musicales? Estoy perdido si me miras y condenado al vacío si no lo haces -termina de decir al tiempo que se levanta y también yo. Lo abrazo, está tan atormentado que se le sale por los poros, o tal vez es que lo conozco como si fuera parte de mí. Esto no es un simple ataque de celos, más que furioso está triste.
-Voy a dejarla -dice.
Me ha sorprendido tanto que diga esto, pero sé que solo está dispuesto a hacerlo para que yo deje a Junior, pues de otro modo, aun si me duele admitirlo, jamás se le habría ocurrido terminar una relación en la que está por un propósito mayor.
-Sabes que no puedo desistir -digo yo haciendo caso omiso a su confesión- Necesito entrar en la vida de Camel y lo siento, pero si Junior es la manera de hacerlo tendrás que aceptarlo.
-Voy a dejarla -repite. Se ha saltado mi discurso anterior, pero ni siquiera él va a obligarme a romper mis planes. Si hay algo que me molesta en esta vida es que me presionen, y luego está el hecho de que solo está haciéndolo porque ha probado lo que se siente al verme con otro y no le ha sentado bien. Hasta que apareció Junior él no tenía intenciones algunas de romper con Astrid y eso sí que me incomoda.
-No voy a dejar a Junior Andrew -aclaro decidida.
-Me da igual, yo ya no quiero seguir con ella. Voy a terminarlo todo hoy mismo, tú haz lo que quieras -y se dispone a marcharse.
-No te vayas -le pido-, pensémonos mejor las cosas y luego decidimos qué hacer.
Lo beso e intento retenerlo, pero está tan alterado que probablemente hasta tire la puerta al salir.
-Está bien -dice-, no tengo nada que pensar, ya tomé mi decisión, pero voy a esperarte. Dejaré que te lo pienses bien y tengo fe en que recapacites.
‹‹Recapacitar yo... ››
Los días pasan y me dedico a investigar el nombre del fiscal y demás por medio de mi tío Harold, pero él, quizás sospechando de mi repentino interés por el tema, opta por evadir todas mis preguntas. Sabe lo mucho que me gusta meterme en asuntos policiales y que casi siempre se trata de una pista sobre la muerte de papá, así que me da de largo hasta que se me pasa. Lo que no sabe es que no "se me pasa", simplemente busco información en otros sitios.
Para cuando llega el viernes, Alicia me envía un email con los dos nombres que necesito y sus respectivas firmas.
- ¿De dónde los has sacado? -inquiero desconcertada.
-Tú no te preocupes por eso, soy un peligro para la sociedad, lo sé -dice entre risas y colgamos.
Ahora tengo parte de la información que estoy buscando desde el domingo, el problema es que la otra mitad, es decir, las firmas a falsificar, no creo que las encuentre muy pronto. Alicia ha planteado hackear la base de datos del departamento de mi tío, y pensar que la tuve en mis manos y no la copié a un pentdrive. He sido tan tonta, pero lo cierto es que no puedo volver a esa oficina, la última vez me dejaron una notita de advertencia en casa. Alguien sabe de mí, no lo he olvidado. Cada vez que entro al parking de mi edificio tengo esa rara sensación de que alguien me espía, pero me sigo diciendo que es pura paranoia y luego lo olvido. Volviendo al tema, le he dicho a Alicia que intentaré obtener las firmas por otros medios y que si no lo consigo entonces haga su magia. Soy muy cabezota, eso lo tengo claro.
Por otro lado, Andrew se ha pasado la semana en casa, prácticamente se ha mudado aquí. Se quedó el domingo, luego del melodrama que montamos con Alicia, el lunes me recogió cuando terminé el ensayo y desde entonces solo se ha marchado por algunas horas. Sus cosas están por todas partes, mezcladas con las mías y ha dejado su aroma impregnado en mi habitación probablemente para siempre. No sé si ha terminado su relación con Astrid, no me he atrevido a preguntar por miedo a arruinar lo que estamos viviendo. En pocos días me he acostumbrado tanto a tenerlo a tiempo completo que temo quebrar este cuento de hadas con tan solo una pregunta, pues es tan frágil como las hebras de mi arco y a la vez tan fuerte que cuando se rompa querré que me trague el mar.
Hoy es sábado y mi tía Adèle ha organizado un almuerzo para la familia. La semana se ha ido volando, o tal vez mi desconcierto se deba a que he estado muy entretenida, muy feliz, y ya nunca sola. He traído a Andrew conmigo, en calidad de amigo, aunque dudo que alguien se lo crea y Will viene con Alicia, la va a presentar a la familia y esto supone todo un acontecimiento. Lo sé, este encuentro promete, es decir, será un día extremadamente difícil y tal vez deberé dar más de una explicación.
- ¡Galy! -exclama mi tía recibiéndome en el pórtico de su casa y luego saluda a Andrew. Olvidé que lo conoce desde que era un bebé y ese tema aún me descoloca. Pasamos al salón y allí está mi madre sentada. Luis no vino con ella, pero ya lo sabía y solo por eso me atreví a traer al pelirrojo.
- ¡Andrew! -Exclama la señora Louvet ignorándome por completo- veo que tú y Galy han rescatado su amistad.
Mary Alice suelta una risita y se atraganta con el sorbo de sangría que se bebió en cuanto me vio entrar con Andrew. Acto seguido se levanta a saludarnos.
-Max está en el patio con Jean -me dice-, parece que hoy es día de presentaciones.
-No tienes idea, yo que tú me preparo para el caos -contesto. Cuando pregunto por mi tío, Alice me dice que está trabajando en un caso complicado y que quizás no pueda venir. Da igual, de todas formas, ya había descartado el asunto de las firmas, o al menos aceptado que de él no obtendré ninguna información.
Rato después salgo con Andrew al jardín, Will no llega y estoy de los nervios. Sé que es un día complejo para mi hermana y precisamente por ello ya quiero que arribe y pase lo que sea que vaya a pasar. Normalmente nos apoyamos en todo, somos una familia muy unida, pero mamá y Jean a veces tiene ciertos prejuicios y eso hoy me preocupa.
-Relájate, todo va a estar bien, ya verás -me dice Andrew.
-No lo sé...
-Alicia es genial, se darán cuenta como tú lo has hecho. No te preocupes.
-No conoces a mi madre.
-Sí que la conozco, es mi madrina.
-Eso yo aún no lo proceso -le digo con total sinceridad.
-Hélène nos visitaba en verano, ella y mi madre son realmente muy unidas. Mira, yo la conozco, es maravillosa y la quiero muchísimo. Quizás al principio le choque lo de Will, pero ya se le pasará. Ella va a entender, lo sé.
-Vaya, ¿de verdad quieres tanto a mi madre?
-Casi tanto como te quiero a ti -contesta y me besa. Ha conseguido tranquilizarme. De alguna extraña y contradictoria manera es la persona que más emociones me provoca en el mundo. Por momentos me llena de huracanes el alma y a la vez hace que miles de mariposas revoloteen en mi estómago; eso sin mencionar el verano que calienta mi vientre cuando me roza.
Cuando volvemos adentro, mamá me toma de la mano y me conduce hasta un extremo del salón. ¿Qué le ocurrirá ahora?, ni siquiera ha comenzado el espectáculo.
-Galilea Leblanc... -enuncia. Esto no pinta bien, solo me llama por mi nombre completo cuando viene un regaño en camino. Tiene esa costumbre desde que tengo uso de razón y lo mismo va para mis hermanos. Cuando escuchamos un "Leblanc" de su boca las cosas no acaban bien-. ¿Qué tienes con Andrew?
- ¿Yo?
-Querida yo te parí, así que no uses esa técnica conmigo.
- ¿Qué técnica mamá? ¿De qué hablas?
-Eso que haces de contestar con otra pregunta.
‹‹Madre mía, ¿ es que lo saben todos o qué? ››
-No lo hago a propósito.
-Da igual, no me cambies el tema. Te lo preguntaré de nuevo: ¿Andrew y tú están juntos?
-No -miento.
-He visto cómo se miran, no nací ayer Galilea. Últimamente siempre que los veo están juntos y no me vengas con eso de "recuperar la amistad" porque ninguno de los dos lo recordaba hasta que yo lo dije.
-Mamá, no estamos juntos.
- ¿Por qué me sigues mintiendo? Hace cinco minutos los vi besándose en el jardín.
- ¿Y si lo sabes entonces por qué me preguntas?
- ¿Cómo que por qué? Porque soy tu madre y ya no me cuentas nada, encima me mientes si te cuestiono. Andrew es mi ahijado Galilea, mi ahijado. Su madre me lo confió y también cuido de él, aunque ya sea adulto.
-Mamá...
-Andrew está comprometido y lo sabes -me reprende.
- ¡Mamá! -exclamo entre dientes, pero aun así tan alto que todos nos miran. Andrew se aproxima a nosotras y mamá nos mete en el despacho de mi tío de muy mal genio. Solo le ha faltado halarnos de las orejas, como si fuésemos dos adolescentes que han faltado a clase. Entra detrás de nosotros y cierra la puerta.
-Ahora me van a explicar qué pasa entre ustedes.
-Oh no, no lo haremos -replico- No tengo edad de que me andes regañando y a Andrew muchísimo menos -concluyo y miro a Andrew para que diga su parte, pero él no contesta- Vaya, ahora le tienes miedo a mi madre -pongo los ojos en blanco.
-No le tengo miedo -dice-. Madrina ahora mismo voy a explicártelo todo -y dirige la mirada hacia mi madre.
- ¿Todo? -interrumpo azorada pero pasa de mí.
-Galilea y yo nos conocimos hace dos años, es decir, sin contar nuestra infancia por supuesto.
- ¿Cómo dices? -pregunta mamá y me desplomo en la silla del escritorio.
Este hombre se ha vuelto loco y espero que no pretenda contarle todo como ha dicho.
-Nos conocimos en un tren en donde viajábamos a Paris y allí nos volvimos a encontrar de casualidad, esa es la verdad. Estuvimos juntos durante tres meses y luego...
-Y luego yo regresé aquí -interrumpo para evitar el tema Astrid.
- ¿Y por qué ninguno de los dos me contó esto nunca?
-Porque todo terminó allí y no nos volvimos a ver hasta el día de mi exposición. Galy tenía que escribir un artículo sobre mí y por eso asistió. Nos reencontramos por pura casualidad.
Mamá está palideciendo y presiento que esto será para largo así que me limito a escuchar mi propia historia de amor y comienzo a hurgar en las carpetas de mi tío. Siempre se trae expedientes a casa para estudiarlos a fondo y por un momento dejo de escuchar a mamá y compañía, en cambio encuentro dentro del expediente de un nuevo caso un documento adjuntado que pone: Diligencia de asignación de asunto ¿Qué rayos será esto?
- ¿Y Astrid? -pregunta mi madre. Conque ya van por ese detallito de la historia. Ahora sí que no pienso involucrarme en la conversación, Andrew decidió confesar él solito, por tanto, ahora que asuma y dé las respuestas pertinentes. Me hundo de alleno en el documento que acabo de encontrar, tan solo por huir de lo que acontece en mis narices y me encuentro con que es una nota en la que el fiscal jefe del departamento de homicidios autoriza a uno de sus fiscales a no sé qué, pero no importan los detalles, pues al final de la hoja está escrito "Richard Felton", justo el nombre que me envió Alicia, y su firma. Dudo que consiga la otra firma, pero tengo la más importante y eso tendrá que bastar para entrar al archivo. Le saco una foto con el celular, pues si me llevo el documento mi tío puede sospechar de mí y cuando entro en mi galería para asegurarme de que la foto ha quedado bien Andrew dice:
-Pero Galy también está saliendo con alguien...
- ¡Galilea, explícame eso! -vocifera mi madre de muy mal humor.
-No, no estoy saliendo con Junior.
- ¿Ah no?
-Ya no -miento.
-Si están enamorados y dispuestos a estar juntos por mí está bien -dice mamá y Andrew me abraza por detrás de la silla-, es más, me hace muy feliz, no creo que exista un yerno mejor para mí. Lo que no puedo ni voy a concebir es que hagan lo que están haciendo. ¿Qué es eso de salir con otras personas?
- ¿Qué le dijiste? -le espeto a Andrew.
-Que tenemos una relación abierta.
- ¡Qué relación abierta ni que nada, déjense de inventos y arreglen sus asuntos!
-Bueno mamá, no te metas en nuestras vidas, por favor -digo alterada.
-Te prometo que lo resolveremos -dice Andrew como para suavizar la conversación y mamá sale del despacho.
- ¡Voy a matarte Andrew! -le grito- ¡¿Cómo vas a decirle que tenemos una relación abierta?!
- ¿Qué más querías que dijera? ¿Qué estamos con quienes estamos solo para investigar la muerte de nuestros padres, a quienes asesinó su vecino con la ayuda de su actual esposo?
-Vale, lo he captado, pero que sepas que ahora mi madre no nos va dejar en paz, ah y conseguí la firma de...
"¿Cómo dices?" escucho que grita la señora Hélène afuera y salgo corriendo. Cuando llego al salón están Will y Alicia tomadas de la mano y mamá ha palidecido nuevamente.
- ¿Cómo que "mi novia"? -pregunta- ¿A ti desde cuando te gustan las chicas?
-Desde ahora -dice Will.
- ¡Pero Will...! -grita Jean.
-Tú no te metas -le dice mamá- Will Leblanc Louvet, tú y tu hermana me van a enfermar, ya os digo -y dicho esto se lleva a mi hermana y a Alicia al despacho del que acabo de salir. Ojalá se entiendan, pero no lo sé, pues gracias a mi mamá está alterada de más.
La tarde termina bien para mi sorpresa y la de Will, quien por fin se ha liberado de su pesado secreto ante el resto de la familia. En el camino a casa le cuento a Andrew que ya tengo la firma del fiscal y cómo la encontré mientras él se dedicaba a decirle a mi madre que tenemos una "relación abierta". Lo próximo es convencer a Paola de que aprenda a imitar esa firma sin tener que darle detalles del asunto.
- ¿Para qué la quieres con tanta urgencia? -pregunta mi amiga al día siguiente. Estamos a punto de entrar en Dirty Bones Soho un restaurant de comida americana y cocteles ubicado relativamente cerca del Teatro Lírico. Es un poco caro, pero a veces venimos por aquí. Nos sentamos y Kelly y yo pedimos una hamburguesa Mac Daddy (el plato del lugar) y Paola ordena la vegana, muy predecible.
-Debes sudar horrores cuando están por pesarte... -le suelta a Kelly-, es que no paras de comer comida con grasa por dios.
-Paola no te preocupes por mi peso -rechina Kelly.
-Exacto, ella sabrá lo que hace -añado-. Más bien concéntrate en la firma, por favor.
-No hasta que me expliques para qué es, porque no se me ocurre porqué necesitas que falsifique la firma de un fiscal del departamento de homicidios.
-Lo siento, no puedo contarles.
-Vale, pues olvídate de esa firma.
Paola está sacándome de mis casillas. Detesto cuando hace estas cosas, pero en verdad necesito esa firma y bajo ningún motivo puedo decirle para qué.
-Paola, te estoy cuidando, a las dos. Decirte lo que estoy haciendo podría poner tu vida en peligro y no me lo perdonaría jamás, así que por favor déjate de numeritos y ayúdame. No conozco a nadie más que tenga tu perturbador talento para copiar firmas.
-Me halagas, pero... -dice-, bueno vale. ¿Dónde firmo?
Kelly gira la cabeza estupefacta por nuestra conversación y yo saco una carpeta con al menos diez copias del documento que me imprimió Alicia para entrar al ministerio, el documento que debe contener la firma del fiscal.
- ¿Para qué tantos? -pregunta.
-Para que practique.
-Me subestimas querida -dice Paola quitándome de las manos una de las copias. La apoya en la mesa por la parte en blanco y fijándose en la foto que saqué en el despacho de mi tío hace algunos garabatos.
-Oye, no tienes que hacerlo ahora.
-Espera... -balbucea sin tomar en cuenta lo que acabo de decir.
-Paola, los falsificadores profesionales pasan meses practicando una firma, no lo vas a conseguir en diez minutos -le dice Kelly.
-Ah claro -contesta Pao. Algunos de sus rizos le caen por la cara hasta la mesa, pero está muy concentrada-, al parecer has olvidado quién te libró de esa citación para tus padres en segundo año.
Entonces me rio porque Kelly era una palomita de chica en el instituto. Siempre puntual, hacía los deberes y sacaba el máximo en los exámenes, pero cuando está de malas se le va la olla y acabó gritándole una palabrota al profesor de historia. Paola redactó una carta de disculpas como si fuera el padre de Kelly en la que explicaba al director que no podría asistir a la cita por motivos de trabajo y con su respectiva firma al final del documento y fue totalmente creíble pues había clavado tanto la firma como la letra.
-Ya está -dice al cabo de quince minutos y me entrega la hoja.
Es tan idéntica que me da escalofríos. Dios mío, va a ser que tengo por mejor amiga a una copiadora de nivel. ¡Quince minutos, eso ha tardado! Cuando se lo cuente a Alicia no me lo va a creer, se llevarían de lo mejor esas dos, y mientras debato en mi mente el hecho de que está todo listo para entrar al Ministerio, un camarero se aterriza en nuestra mesa con nuestros pedidos, pero aun así no puedo parar de pensar que mañana es el día, el día en que abriré el portafolios de mi padre.
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