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-𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒-

Llevaba dos semanas quedándose en el cuartel del KAFUNE, le habían asignado habitación con Yamaguchi y había entablado una amistad con el pecoso desde que llegó. Resultaba una persona tan fácil de querer y de tratar que no le molestaba sus tardías rutinas de skincare, hasta las hacía con él. Inclusive le cuidaba su alimentación.

—No te obligo a comer sano para que tengas cuerpo de súper modelo— le decía—. Lo hago para que tengas la resistencia necesaria para cuando estés en combate, debes cuidar tu salud.

Él era una persona hermosa la vieras por donde la vieras, no sólo físicamente sino en su interior, entendía porque Kuroo se enamoró de él, inclusive había intentado "robárselo" al Karasuno pero ni Daichi ni Suga lo permitieron.

Los días lunes en particular se levantaba antes de terminar todo su desayuno porque debía probar como estaba su salud con Takeda.

—Buenos días Hinata— lo saludo el hombre castaño de baja estatura.

—Buenos días Sargento— respondió.

—No es necesario ser tan formal, llámame Takeda— Hinata asintió—. Colócate aquí por favor— señaló una caminadora para que subiera mientras un chico castaño de ojos chocolates de aparentemente veinte años le conectaba unos cables con una especie de botón.

—Son para medir tu resistencia— le aclaró—. Necesitamos tener una idea clara de que tan rápido se acelera tu corazón antes de que te fatigues, también te haremos análisis de sangre y más tarde pasaremos con Sugawara para estudiar tu don.

—Lo tengo claro, muchas gracias...— guardo silencio esperando respuesta y el castaño sonrió al comprender.

—Chikara Ennoshita, es un gusto conocerte— el Heiler seguía conectando cables en su pecho, cabeza y abdomen. Hinata no entendía para que necesitaba tanta cosa pero no dijo nada, ni cuando antes de eso le habían pedido que se quitara la playera y quedó en un short deportivo negro.

Comenzó a correr en la caminadora, veía como la computadora que estaba a su lado captaba cada latido de su corazón, cada pulsación que lanzaba su cuerpo. Tardaría mucho en cansarse, él mejor que nadie sabía que tenía una resistencia casi infinita pues practicaba deporte en casa y en los parques, razón por la que siempre terminaba golpeado por gente que no lo conocía.

—Tienes una condición muy buena, Hinata— halagó Takeda.

—Gracias— respondió con una sonrisa.

Ennoshita estaba pendiente de la computadora, anotando todo en una tableta electrónica para armar el archivo. Pasado más tiempo del esperado Hinata fue directo a una sala de rayos equis donde le tomaron radiografías para verificar su sistema óseo y después fue encerrado para tomarle las tomografías necesarias para su funcionamiento del cerebro.

Al terminar su rutina de estudios fue hasta su habitación a bañarse, mentiría si dijera que no estaba cansado, tenía ganas de dormirse pero tenía clases con el Teniente de su escuadrón y a pesar de que amase la idea de saber sobre el mundo en el que se vio renegado no quería ir porque deseaba dormir.

Atsumu Miya no dejó de pensar en el chico de cabellos naranjas en esas dos semanas que llevaba en el KAFUNE, Suna y Osamu le decían que era un idiota que ni si quiera había podido dirigirle la palabra. Era verdad, no habían hablado en todo ese tiempo, no era porque le diera pena, más bien porque nunca se separaba del pecoso.

Tsumu no tenía una buena relación con Yamaguchi por el pasado que tenía este con su hermano, pero si había alguien a quién definitivamente quisieran lejos de ambos era a su novio: Tetsuro Kuroo, el Capitan del Nekoma fue el detonante para la crisis y el quiebre en la relación de su hermano con el chico de cabellos verdes. Fue todo un escándalo.

—¿En que piensas Tsumu?— preguntó su hermano.

—En nada en particular, Samu— respondió lentamente.

—Piensa en ese chiquillo con el que tropezó— dijo Suna, Atsumu lo miró molesto.

—Claro— Osamu río con ironía—. Con lo mucho que te encantan los hombres.

—¡Cállate!— el rubio no era homofóbico, siempre fue de mente abierta además de un apoyo para su hermano que era claramente homosexual, el problema era sencillo. Sus padres.

Él tenía claro que le gustaban ambos sexos, nunca había estado con un hombre de manera formal pero le parecían atractivos y tuvo sus deslices de manera incógnita. Pero su hermano...

—No es mi culpa que tú no hayas luchado por tu relación— reclamó—. Dejaste que se hundiera y fue otro el que la sacó a flote.

—No metas a Tadashi en esto— señaló molesto—. Él no es culpable de mis errores, ya deberías comprenderlo.

—Créeme que lo intento— susurró cabizbajo—. Pero aún así me duele que ambos se hayan perdido por sus errores y aunque no me parezca me desquito con ambos.

—Puedes desquitarte conmigo pero no lo hagas con él— pidió—. Aún recuerdo el día que lo perdí, me he culpado desde que terminamos, pude haber luchado más, y tú Tsumu no ayudas recordándome lo que hice mal.

Él lo sabía, él mismo había sentido y vivido el dolor de su hermano, muchas veces le recriminó que debía hacer las cosas bien pero cuando vio que sus mentiras ya no tenían salida no quedaba de otra que apoyarlo.

—Si de verdad amas a mi hermano como dices amarlo debes soportar todo lo que está por venir— le decía cada que hablaba con él—. Debes soportarlo todo, así es el amor.

Como se arrepentía de decir aquello.

La mesa de la sala donde Sugawara le daría clases estaba llena de libros, había demasiados tomos de pasta dura que contenían la historia de Nazkarik. Era increíble.

—Buenas tardes Hinata.

—Buenas tardes Sugawara— saludó.

—Llámame Suga, somos casi de la misma edad— no era del todo cierto, el chico de cabello gris tenía veintitrés y Hinata apenas acababa de cumplir dieciocho.

—Claro, si así lo prefieres— le dio la razón.

—Dime Hinata, ¿que tanto sabes de la historia de nuestro mundo?— preguntó.

—En realidad no mucho, no me permitían asistir a clases así que soy un poco ignorante en cuanto a historia se trata— Suga sintió pena por lo que escuchaba, él era partidista de que todos merecían una educación justa—. Lo poco que sé es gracias a los libros de mi hermana menor, se los quitaba y los leía a escondidas.

—Bueno entonces empecemos con lo primero— Suga tenía una presentación que proyectó en una de las blancas paredes, en ella se leía Nazkarik: El origen de la nueva tierra—. Hace aproximadamente dos mil años cayó del cielo la estructura que conocemos como Fontana Roja: la fuente de nuestros poderes. Se encuentra ubicada en el centro del Polo Norte, rodeada de cámaras que vigilen que nadie se acerque a dicho monumento.

»Muchos científicos quisieron estudiarla pero la luz que proyecta la fuente es demasiada que puede cegar a cualquiera. Desde que cayó ha esparcido una esencia o sustancia que nos da una habilidad extraordinaria a los humanos que comenzaron a nacer desde esa ocasión.

—¿Te refieres al Polvort?

—Exactamente, esta sustancia da una extraña apariencia a la sangre haciéndola más brillante y de un atractivo color rojo. Antes se veía esto como anormal pero con el pasó del tiempo se vio que era común y que sería la nueva evolución a una nueva era— Suga se veía tan feliz explicando el tema, hablaba con tanta naturalidad que podría jurar que en otra vida había sido maestro pero a pesar de verlo tan positivo no evitó que hablara de más.

—Todo fue perfecto hasta el año 2596, ese 21 de junio que fue cuando todo se fue al carajo— Suga volteó a verlo desentendido—. Ese fatídico día en uno de los hospitales nació algo conocido como Impolvort un ser humano común y corriente como los que existían antes.

—Hinata— susurró con voz entrecortada.

—¿Sabes cuantas cosas me hicieron?— preguntó mirando al cuaderno donde estaba llevando sus apuntes—. Intentaron matarme cientos de veces y cada vez que terminaba herido las autoridades se hacían de la vista gorda, no tuve ningún amigo porque mi incapacidad podía ser contagiosa, el único amigo verdadero que tenía fue Kenma y con eso era feliz— Suga se acercó hasta él y lo tomó de las manos aferrándose.

—Ya nunca más estarás solo— susurró serio y seguro de si mismo—. Karasuno está contigo ahora. No somos perfectos por eso estamos aquí, todos hemos sufrido, algunos más que otros pero eso no es motivo para menospreciar el dolor ajeno o hacer una competencia de víctimas, es por eso que nos apoyamos en todo momento. Ahora tú eres nuestra familia.

—Ni siquiera se como activar ese supuesto don que poseo— el platinado suspiró—. Creo que Oikawa se equivoco al traerme aquí— el contrario sonrió ante la mención del castaño.

—Créeme que él nunca se equivoca, siempre toma las mejores decisiones— el pelirrojo frunció el ceño.

—¿Cómo estás tan seguro— Suga se desbotonó su cuello y mostró una cadena de plata con un anillo de oro y un diamante en forma de óvalo con unas pequeñas alas extendidas a lado.

—Porque de no hacerlo no me habría pedido matrimonio— Hinata ahogo un suspiro y se llevó las manos a la boca.

—¡No sabía que eran pareja!— gritó emocionado.

—Cuando todo esto haya acabado sino es que antes, haremos una ceremonia simbólica— suspiró—. Oikawa pretende que huyamos para casarnos legalmente.

—Suga, eso es hermoso— el nombrado se sonrojó.

—Por eso digo que todos sufrimos a nuestra manera, la gente no comprende que no hay nada de malo que dos hombres se amen.

—Se lo que se siente— Suga levantó la mirada y lo vio directamente—. Me empezaron a tildar como fenómeno en todos los aspectos y sentidos debido a eso— se encogió de hombros mientras hablaba—. Hay días que me siento mal por ello pero son más las ocasiones que lo enfrento de manera positiva— ese chico que tenía frente a si era la encarnación del sol, brillaba con luz propia, no hacía más que dar calidez a los presentes y en su interior se juro que lo protegería.

—Hinata, no sólo te enseñaré historia, también te enseñaré a manipular tu don, hay muchas cosas que necesitas aprender— el pelirrojo estaba emocionado, por fin lo trataban como un igual.

—Muchas gracias, Suga.


Los días en el cuartel a veces eran tediosos, demasiado tediosos para su existencia y para Kei Tsukishima los días eran aburridos. Él no se consideraba uno de los mejores soldados, de hecho ya ni siquiera recordaba porque se había enlistado en el ejército. «Lo sabes sólo que preferiste ignorarlo» se decía una parte de él.

—Oye, Tsukishima— interrumpió sus pensamientos el castaño bajito mientras se dejaba caer sobre el respaldo de la silla donde el rubio estaba sentado—. ¿Por qué no estás afuera entrenando?— preguntó aferrándolo entre sus brazos.

—No tengo porque hacerlo, Nishinoya— el rubio de lentes llevo su mano hasta la del contrario, se había acostumbrado a la cercanía del mayor que ya no le importaba.

—Dijiste que querías aprender a controlar los metales— susurró.

—Nunca dije eso— el castaño lo miró elevando sus cejas—. Quizás pude haber hablado de ello más no dije que lo haría.

—Sería una buena añadidura a tus técnicas— se aferró más al contrario. Tsukishima es un Erde: controlador de tierra y como tal podía manipular el suelo que pisase pero sólo se limitaba a crear escudos y levitar trozos del suelo. Había leído y oído sobre Erdes que podían manipular los metales e incluso la lava al ser materiales muy relacionados con su elemento, él quería intentarlo pero no veía el caso.

—Deberías practicar las tuyas— Nishinoya le dio unas palmadas en el pecho que ni siquiera lo inmutaron—. Auch— dijo sarcásticamente y ambos sonrieron después de ello.

—Sabes, me llama la atención esa técnica en la que puedes crear incendios con ayuda de relámpagos— se llevó una mano al mentón mientras hacía memoria.

—Es demasiado raro que controles un elemento que no te pertenece— atacó el de ojos castaños—. Además no hay Polvort en Nazkarik que controle algo como los relámpagos o electricidad.

—Que no haya no quiere decir que no exista— Kei frunció el ceño.

—Eso es exactamente a lo que se refiere que no haya algo— dijo comenzando a impacientarse.

—Claro que no, es como en un supermercado, si te dicen que no hay chocolate no significa que no exista— atacó.

—¡La electricidad en un Polvort no es un chocolate!— elevó la voz.

—Relájate amargashima— dijo entre risas.

—Idiota.

—Seré un idiota pero aún así me soportas y te gusta estar conmigo— no iba a negarlo. Desde que llegó al Karasuno Nishinoya era el único al que le dejaba acercarse y que rompía los muros que él había creado con el resto del mundo.

El único actualmente más no el primero.

—En fin, yo me voy— liberó al menor de su agarre y por alguna razón este resintió la falta de contacto—. No me quedaré sin ganas de ver un relámpago cayendo del cielo por orden mía— Tsukishima negó ante la confesión.

—¿De verdad?— preguntó.

—¡Por supuesto! Es más hasta pensaré en un nombre que le indique a mi don que debe hacerlo— dijo emocionado—. Podría llamarlo Denki como esa palabra japonesa cuyo significado tiene que ver con la electricidad— Tsukishima no sabía si era verdad pero no quiso contradecirlo por lo emocionado que se veía.

—¿Por qué quieres lograrlo?— preguntó interesado.

—Porque quiero proteger a los que amo— sus ojos estaban enfocados en los del contrario, no tenían cabida para algo ajeno a la determinación, y eso asustaba pero también atraía al rubio.

Después de su confesión se despidió del más bajo y lo vio salir de su dormitorio dejándole un sentimiento por querer verlo cumplir esa técnica de la que tanto hablaba.

Mientras tanto Yuu iba decidido al campo de entrenamiento, porque no viviría en paz hasta ver caer un relámpago que incendiara a los malditos Glishkarj por obra y decisión suya, quizás debería unirse al entrenamientos de Hinata y ayudarse mutuamente. Si, definitivamente eso haría.

Llegó al campo al mismo tiempo que el pelirrojo —¡Shouyo!— llamó emocionado.

—¡Noya!— respondió con la misma emoción antes de fundirse en un abrazo.

—Me alegra verte de nuevo amigo— dio unas palmadas en su espalda para después focalizar su vista en el campo de entrenamiento.

—Suga dijo que debía aprender más sobre la manipulación de mi don y mis combates cuerpo a cuerpo— le confesó.

—No debes de preocuparte por eso, yo te enseñaré— se señaló con su dedo pulgar de manera orgullosa—. Nosotros los pequeños tenemos un estilo de pelea propio, debemos sacarle provecho a nuestra falta de estatura y compensar con velocidad.

—¡Hablas como un experto Noya!— el mencionado rió de forma escandalosa.

—Es porque lo soy— con una enorme sonrisa se halagó a sí mismo.

—Sería de mucha ayuda que me enseñases— confesó.

—Si lo es, pero primero me gustaría que mirases ese combate— ambos chicos giraron tras de ellos y miraron a Tanaka que se les había unido mientras señalaba un punto específico.

Los dos se enfocaron en el campo abierto y definitivamente lo que vieron estuvo fuera de lo común: una pelea entre dos chicos físicamente muy distintos en cuanto estatura hablamos.

—¡Aprieta los dientes!— gritó el más alto mientras venía corriendo hacía el más bajo. Se dejó llevar con un impulso de su brazo derecho hecho puño y se lanzó contra el de cabello claro, este levantó su brazo izquierdo y detuvo el golpe para después detener el zurdazo con su derecha, un derechazo del contrario y el pequeño retrocedió un paso.

Ambos continuaron con esa danza de golpes hasta que ambos chocaron sus puños derechos pero el alto de camiseta roja y sin mangas llevó su golpe hasta el suelo haciendo retumbar el suelo levemente. Hinata se quedó impactado viendo la fuerza que usó.

«¿Apuntaba abajo?» pensó el de cabello caramelo.

—¡Caíste, te tengo!— gritó emocionado y movió sus piernas con impulso suficiente para hacerlo caer pero el contrario fue más rápido y lo esquivo—. ¿Qué?.

—Eres muy lento— el hombre pequeño empujó al otro y cayó al suelo mientras se sentaba en su espalda.

—Creí que había salido perfecto— se quejó.

—para nada.

—¡Eso fue increíble!— gritó Hinata frente a ellos dos.

—Gracias— respondieron al mismo tiempo.

—¡Yaku, quítate de encima!— se levantó y ayudo a su compañero a levantarse.

—¿Tú eres el nuevo verdad?— le preguntó a Hinata y este asintió—. Un placer conocerte, soy Morisuke Yaku.

—Shouyo Hinata— el pelirrojo se presentó.

—Oye idiota— Yaku lanzó un golpe al chico de cabellos de cerezo—. Se educado y preséntate.

—¿Eh?.

—Nunca te había visto por aquí y eso que llevo dos semanas— habló Hinata.

—Es que casi no salgo de los edificios— los ojos del chico mostraban la más pura inocencia en sus ojos de avellanas, era más alto que Hinata por un centímetro pero aún así era demasiado para el pelirrojo.

—¿No eres soldado?.

—No— respondió agitando su cabeza.

—¿Y que eres?— preguntó con el ceño fruncido.

—Itadori. Yuuji Itadori, asistente del Nekoma— respondió alegre llevándose la mano arriba como saludó militar al mismo tiempo que le guiñaba el ojo.

Hinata sintió que podía entablar una bonita amistad.

—Es un placer conocerte, Yuuji.

Las cosas no estaban bien en la oficina del Comandante Nekomata, en ella se encontraba Kuroo con el uniforme militar puesto, miraba atentamente lo señalado por su superior en uno de los monitores.

—¿Dime, se te hace familiar?— la mirada felina del chico de veintidós años se hallaba absorta en la figura encapuchada.

—No, su don es algo jamás visto— respondió.

—Hay más tomas cómo está— confesó—. Sabemos que es un Glishkarj, ellos son los únicos que pueden hacer aparecer extremidades de sus cuerpos.

—Esas cosas son alas— señaló como si fuese obvio.

—Efectivamente, las hace aparecer cuando el quiere, ni siquiera se ven adheridas a su cuerpo, parece como si fueran.

—Sombras— interrumpió y el Comandante asintió satisfecho—. El chibi- chan nos dijo que cuando fue atacado se proyectaron unas sombras a su alrededor, dice que vio una figura de un hombre pero creyó que fue una alucinación.

—Parece que no— sonrió al saber que tenía una pista—. Este chico parece ser la clave del enemigo, no sabemos a qué nos enfrentamos pero parece que algo busca.

—¿A qué se refiere?— preguntó.

—Esta toma fue grabada en una de las calles que ese polluelo frecuentaba— Kuroo estaba impactado.

—No estará insinuado...

—Claro que no— interrumpió—. Yo confío en ese niño, creo que él puede ser la respuesta a esta guerra, es la añadidura perfecta para ganar.

—Yo también confío en él— admitió—. Kenma y Tadashi lo hacen, no veo porque yo no.

—Escúchame Kuroo, quiero que esto quede entre nosotros— el pelinegro asintió—. Tengo la certeza de que algo inmenso se avecina.

—¿Quiere decir que...?

—Llamé a Ikei Ukai— Kuroo llevó sus manos a su boca intentando atrapar los suspiros que amenazaban con salir de su garganta—. Mande a Oikawa por él, estoy seguro que tiene la respuesta a esto o quizás algún indicio.

Ambos gatos miraron el monitor donde se veía una imponente figura cubierta de pies a cabeza de ropa en color negro, desde la camiseta hasta los pantalones y esa gabardina que llegaba hasta la mitad de su pantorrilla, ni hablar de esas inmensas y oscuras alas.

Definitivamente encontrarían a ese malnacido.


Si han llegado hasta aquí muchas gracias, ya siento que los amo y los quiero.

Publico porque es fin de semana y quizás mañana no esté muy activa porque es semana de parciales. Bueno en mi universidad siempre es semana de exámenes.

¿Qué le está pareciendo? ¿Si se capta la trama? Cualquier duda me lo hacen saber.

Imagínense al susodicho con el siguiente vestuario, OJO, vestuario no apariencia porque saquen las teorías de quién es. 👀

Gracias por leer.

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