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12ও

Jisung mordió su labio inferior con desespero mientras esperaba a Hyunjin, demasiado alerta en caso de ver a alguien del castillo alrededor que pudiera descubrirlo. Vio hacia la puerta trasera y un suspiro de alivio se escapó de sus labios cuando a lo lejos logró ver al príncipe Hwang acercándose sigilosamente hasta que estuvo lo suficientemente cerca.

—Un poco más y me iba—reprochó, empezando a caminar directamente hacia el bosque.

—Lo siento, tuve que pasar a la enfermería para ver a Chan, todavía no ha sanado.

—¿Tan malo fue?—preguntó sin dejar de prestar atención en el camino, teniendo cuidado con las raíces que sobresalían del suelo.

Hyunjin asintió—La estaca pasó muy cerca de su corazón—explicó cortamente.

—Un poco más y… Ya sabes—no quiso mencionarlo, de solo pensarlo le daba escalofríos. Hyunjin asintió de nuevo—Jeongin tuvo suerte, me dijeron que está más estable.

—Lo sé—acomodó la mochila sobre su hombro—Tal vez deba enviar a Chan a Ravenham, allá no estaría en peligro.

—Lamento esto—suspiró, sintiéndose levemente culpable por las cosas que estaban pasando en su pueblo, todo gracias a sus padres—Prometo que Chan estará bien, nuestros médicos son muy buenos.

—Eso espero—murmuró más para él que para responder—En todo caso, ¿vamos muy lejos?

—Uhm… No mucho, ¿conoces la historia de la mansión de Windhall?

—Escuché un poco de eso, si. Dicen que hay cosas malas en ese lugar.

—Es ahí.

Hyunjin se detuvo en seco al escuchar esa información, ¿en serio irían a ese lugar tan aterrador en medio del bosque?

—Olvídalo, no iré—negó varias veces—Vamos a morir ahí.

Jisung rió incrédulo ante la cobardía del príncipe, rodó los ojos y lo agarró de la muñeca, obligándolo a seguir.

—No pasará nada malo, ya he estado en la mansión.

—¿Minho vive ahí?—preguntó sorprendido, llegando a una conclusión:—¿Él es el monstruo del que todos hablan?

—Exactamente, sino, ¿por qué otra razón estaría yendo?

—No lo sé, tal vez solo quieres deshacerte de mi, no creo caerte del todo bien todavía.

Otra vez, rodó los ojos.

—Deja de lloriquear tanto y camina—lo soltó sin detenerse—Además, Félix vive con él, ¿no quieres verlo?

A Hyunjin no le quedó más que seguir caminando, confiando solo un poco en la palabra de Jisung, convenciéndose de que no era lo suficientemente cruel para abandonarlo en ese lugar del que escuchó en algunas ocasiones cuando era más joven.

Caminaron un rato más en total silencio, dejándose envolver por los sonidos de la naturaleza a plena luz del día hasta que por fin llegaron al enorme portón de hierro que daba paso al jardín delantero. Hyunjin abrió los ojos en sorpresa al notar lo grande que era esa mansión, pareciéndole increíble que estuviera en medio del bosque. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo entero ante lo silencioso que estaba todo de repente, escuchándose solo el crujir de las ramas.

—Recuerda que somos de la realeza, si nos pasa algo, vendrán a buscarnos, así que más te vale que no sea un sucio truco para evitar la boda—dijo con advertencia, señalándolo.

—No hables de la boda ahora—hizo que bajara la voz, asegurándose de que nadie estuviera cerca.

—¿Todavía no lo aceptas?—rió, tratando de no demostrar lo asustado que estaba—No es como que tengamos más opciones.

—Sobre eso… No digas nada—lo miró, hablando en voz baja—Ellos no saben quién soy en realidad, no saben que debemos casarnos y todo eso.

—¿Secretos? Eso siempre sale mal—sonrió arrogante, cruzándose de brazos ante la petición del menor—¿Qué obtengo a cambio de mi silencio?

—¿Qué quieres?—suspiró, cruzándose de brazos también.

—Tengo que pensarlo.

—Como sea, luego me dices, pero por favor, solo no digas nada al respecto—pidió suplicante.

Hyunjin se encogió de hombros y segundos después asintió. De todas formas, no iba a decir nada, no si todavía no había logrado nada con Félix.

Insatisfecho, Jisung se adentró al jardín delantero de mansión, rogando que, Hyunjin cumpliera con su palabra de no revelar sus identidades, esperando que pronto pudiera decir la verdad.

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Normalmente, durante el día, Minho pasaba horas durmiendo o simplemente encerrado en su habitación, siendo la hora de comer el único momento en el que salía hacia el comedor, pero más allá de eso, no tenía muchas razones para andar por la mansión.

Fue así durante mucho tiempo hasta ahora. Félix se encontraba ciertamente sorprendido cuando por las mañanas se levantaba y se encontraba con Minho totalmente despierto limpiando algunos muebles de la mansión, acomodando cosas e incluso, intentando cocinar. Podía suponer a qué se debía, esa forma de actuar tan repentina tenía nombre: Jisung.

Debido a que Jisung había prometido acercarse, Minho decidió que quería darle una buena impresión, no quería que pensara en la mansión como un lugar sucio y aterrador, él quería que lo viera como un lugar cómodo y seguro en el cual estar, además, quería intentar ser más atento, no sabía muy bien cómo hacerlo, pero Félix le ayudó un poco con eso, dándole algunos consejos para no quedar como un tonto frente a Jisung.

—Te llevará días limpiar cada rincón.

—Hago lo que puedo—Minho suspiró—Este lugar es demasiado grande.

—Si me dejaras decirle a las hadas que nos ayuden, eso no sería un problema.

—No quiero que nadie venga aquí—negó con la cabeza, enfocándose de nuevo en limpiar—Podemos hacerlo nosotros.

Félix suspiró mientras negaba, agarrando un trapo para ayudarlo a limpiar las ventanas del salón principal. Luego de un rato en silencio, pudo darse cuenta de que alguien había entrado al jardín. Su primera reacción fue ponerse alerta, listo para avisarle a Minho, pero su confusión se hizo paso cuando se dio cuenta de que eran Jisung y Hyunjin.

—Min—llamó Félix sin dejar de ver hacia el exterior, viendo al par acercarse a paso lento—Jisung acaba de venir.

—¿Qué?—nervioso, su corazón empezó a latir.

—Viene con Hyunjin…

Minho frunció el ceño, ¿por qué alguien más estaba yendo a su hogar? Estaba de más decir que no le gustaba la presencia de personas desconocidas, y aunque a Hyunjin ya lo había visto, no significaba que se sintiera del todo cómodo con él ahí.

La puerta principal sonó, sacándolo de sus pensamientos. Félix corrió hacia la entrada, dejando a Minho demasiado pensativo en el mismo lugar. Cuando estuvo apunto de abrir, Minho se adelantó, abriendo la puerta para ver al par de chicos que lo miraban con cierta vergüenza, en especial, Jisung.

—Hola—saludó tímidamente.

Como si fuera algún tipo de tranquilizante, Minho bajó la guardia rápidamente al escuchar su voz, sintiendo su estómago contraerse por los nervios de verlo de nuevo.

—Hola, Jisung—respondió, dándole una sonrisa, olvidando por un momento que Hyunjin estaba también con ellos.

—Perdón por traer a Hyunjin sin preguntar—empezó a hablar—Dijo que quería venir por Félix… Puede quedarse aquí afuera si eso está bien para ti, no tiene que entrar si no quieres, es tu hogar después de todo.

Minho estuvo en silencio unos segundos, buscando en su cabeza qué decir. Es cierto que odiaba las visitas, pero cuando se trataba de Jisung, no había otra cosa que quisiera más que se quedara. Tal vez estaba dejándose llevar demasiado rápido por alguien a quién estaba conociendo, pero el sentimiento de sentirse importante, aunque sea en lo más mínimo, generaba ilusión en él.

—¿Tú qué dices, Félix?—se giró a verlo, tomándolo por sorpresa—Viene por ti, no lo dejaré pasar si tú no quieres.

Félix vio a Hyunjin. ¿Fue por él? Una parte de él estaba muy feliz con ese pensamiento.

Asintió.

—Pasen entonces—se hizo a un lado, dejándolos pasar.

No estaba muy seguro de si estaba haciendo bien dejando entrar a Hyunjin, pero quería hacer lo posible por no pensar negativamente, porque si era amigo de Jisung, entonces no era un peligro, quería confiar en eso porque si en algún momento intentaba hacer algo en contra suya o de Félix, no dudaría en actuar.

Esperaba no tener que llegar a ese extremo.

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—No quiero ser una molestia—habló Jisung después de unos minutos en silencio en la cocina.

Ambos habían ido ahí con la intención de preparar algo de comer con las cosas que Jisung había llevado del castillo para él.

—No lo eres—se apresuró a negar, obteniendo una sonrisa de su parte—Puedes venir cuando quieras.

—¿Puedo pasar la noche aquí?—se aventuró a preguntar, no queriendo sonar como alguien invasivo.

—Tienes una habitación aquí, quédate lo que quieras.

Por supuesto, esa respuesta le sorprendió. Jisung estaba ciertamente conmovido por la confianza que Minho poco a poco le estaba dando. Estaba claro que no sería fácil hablar con él sobre otras cosas que quería entender, pero confiaba en que en algún momento, Minho se iba a sentir lo suficientemente seguro para contárselo.

—Gracias—le sonrió, viendo en Minho un peculiar brillo en sus ojos—Estar aquí me gusta—admitió, viendo su alrededor—Es silencioso y muy tranquilo.

—¿Es muy ruidosa tu casa?

—Demasiado—respondió, pensando en lo ruidoso que se volvía el castillo de vez en cuando, en especial cuando organizaban eventos o habían invitados.

—Ven conmigo—le dijo después de pensarlo, haciéndole señas para que lo siguiera—Quiero mostrarte algo.

Ambos caminaron fuera de la cocina hacia el salón principal, notando vagamente que Hyunjin y Félix no estaban ahí. Ninguno de los dos le tomó demasiada importancia, enfocándose únicamente en su propio mundo. Minho subió las escaleras siendo seguido por Jisung, atravesando en total silencio los pasillos hasta que se detuvieron en una puerta demasiado grande de color azul oscuro con algunos detalles plateados.

—Normalmente aquí es muy silencioso así que puedo estar en cualquier lugar si quiero estar tranquilo, pero este es mi lugar favorito de la mansión—explicó cortamente Minho, viéndolo fijamente—Nunca nadie ha venido aquí antes, serías el primero.

Jisung sonrió, sintiendo calidez en su pecho ante esa información. Odiaba pensar en que Minho estuvo toda su vida así de solo siendo alguien tan amable y sensible, compartir algo importante con alguien más era una sensación increíble, así que estaba satisfecho por generar eso en alguien como Minho.

Segundos después, Minho por fin abrió la puerta, haciéndose paso dentro de la habitación, que a diferencia de las que ya había visto, estaba mucho más oscura a pesar que estaban a plena luz del día.

—Está muy oscuro, lo siento por eso—sonrió apenado, caminando a paso rápido hacia el otro extremo de la habitación hasta llegar a las cortinas.

Jisung se adentró a paso lento, viendo muy apenas entre la oscuridad con la poca luz que entraba del exterior por la puerta, hasta que de repente, todo se iluminó por completo, causando que estrechara los ojos.

Minho se mantuvo con una sonrisa llena de emoción en sus labios, como un niño pequeño que se encontraba emocionado por enseñarle sus logros a alguien, esperando aprobación.

—¿Qué te parece?—preguntó ansioso sin dejar de verlo, jugueteando con sus dedos a la espera de alguna reacción de su parte.

Para Jisung, el castillo era un lugar hermoso a simple vista, no podía negarlo; la estructura, el tamaño, el diseño, todo se veía digno de ser de la realeza, tan elegante y lujoso, en cambio, en la mansión todo se veía apagado, con una fachada no tan llamativa, vidrios rotos y maderas gastadas, sin embargo, Jisung encontraba ese lugar mucho más hermoso que el propio castillo.

Con sorpresa en su expresión, se acercó lentamente hacia el ventanal de la habitación, pareciéndole increíble la vista que había hacia el bosque desde ahí, ni siquiera había notado la altura en la que estaban. Los frondosos árboles se movían suavemente debido al viento del exterior, sacudiendo sus ramas y tirando algunas hojas en el proceso. A diferencia de las demás habitaciones, el ventanal era mucho más grande, dándole una vista amplia y perfecta desde la altura.

—Entonces…

—Es hermoso—dijo Jisung sin apartar la vista, llegando al ventanal—¿Puedo abrirlas?

Minho asintió de inmediato, dejando que el menor abriera el ventanal y se hiciera paso hacia el balcón. El aire fresco del exterior golpeó su rostro tan pronto salió, causando que cerrara los ojos en señal de satisfacción.

—No es mucho, pero este es mi lugar favorito.

Jisung podía comprender el porqué. La mansión podía parecer aterradora, pero por dentro, había mucho más que un lugar viejo y descuidado.

Satisfecho por su reacción, Minho se acercó a la chimenea que había adentro, tomó un cerillo y puedo encenderla fácilmente. Jisung sonrió, entrando de nuevo sin cerrar el ventanal.

—Así que… ¿Escondes esta habitación solo para ti?—preguntó vagamente, analizando los estantes y muebles, encontrándose con algunos adornos y objetos que parecían muy antiguos.

—Si…—respondió, revolviendo su cabello—A veces creo que mi vida es muy aburrida y miserable, pero estar aquí me hace sentir solo un poco aliviado. Cuando entré aquí por primera vez no se veía así, he tratado de repararla para que sea un lindo lugar para estar—explicó, acercándose a los estantes de libros que tenía al rededor de la chimenea—Félix me ayudó a conseguir libros muy buenos.

Jisung asintió, atento a lo que le estaba diciendo con tanta emoción, deteniéndose en algo que llamó su atención inevitablemente. Con delicadeza agarró un pequeño broche que estaba sobre un escritorio, lo acercó hacia su rostro, revisándolo más de cerca. Frunció el ceño, preguntándose qué hacía eso justo en ese lugar.

—¿Esto es tuyo?—preguntó en voz baja, confirmando que era un broche con el escudo del castillo—Esto es de la realeza—estaba seguro, él tenía uno exactamente igual, a diferencia de que ese broche estaba más gastado.

Minho se acercó y tomó el broche entre sus manos, sintiéndose un poco expuesto y con el animo cayéndose de golpe. En silencio lo guardó dentro de una gaveta con cierta brusquedad, ignorando su pregunta.

—¿Podemos salir de aquí?—lo evadió, caminando hacia la salida de la habitación a paso rápido.

Confundido, Jisung negó, quedándose en su lugar.

—¿Cómo lo conseguiste?

—Eso no importa—respondió serio, dándole la espalda—No preguntes sobre eso.

Rendido, Jisung obedeció, saliendo de la habitación con una amarga sensación, llenándose la cabeza de un montón de preguntas. ¿Por qué eso era tan importante? Si fuera algo insignificante, habría respondido con más calma, pero a juzgar por su tono de voz y su actitud, podía asegurar que estaba ocultando algo más grande.

Pero, ¿qué podría ser así de importante? En especial con el castillo y la realeza.

—¿Estás molesto?—Jisung preguntó momentos después mientras caminaba tras él por los pasillos.

—No—respondió en voz baja. Suspiró, buscando la calma—No lo estoy—repitió.

No quiero estarlo.

—Si lo estás.

Jisung tomó su muñeca para detenerlo, posicionándose frente a él sin soltarlo.

—Perdón por entrometerme—hizo un puchero involuntario, haciendo presión en su agarre—No pasará de nuevo, no voy a meterme en cosas de las que no quieres hablar.

Ciertamente, Minho se vio afectado por esa acción, preguntándose a sí mismo cómo sería tener la suerte de acercarse lo suficiente para apreciar sus labios sin llegar si quiera a tocarlos.

Jisung era realmente lindo.

De un momento para otro, sus pensamientos empezaron a viajar hacia otro lado, sintiéndose apenado por su propio atrevimiento a pesar de estar solo en su cabeza. Sumergido en estos, Minho dio un paso más cerca del menor, llevando su mano libre hacia su mejilla, recordando que había besado esa zona hace un par de días atrás.

¿Podrá hacerlo de nuevo?

Nervioso, Jisung movió levemente sus dedos y soltó su muñeca, escuchando su corazón latir con fuerza contra su pecho, dándose cuenta de la tensión existente entre los dos. Su cercanía lo hizo dar un paso hacia atrás, su espalda tocando la pared del pasillo mientras la mano de Minho acariciaba su mejilla con delicadeza y suavidad, acercándose cada vez un poco más.

Si Minho iba a besarlo, Jisung quería que sucediera ya.

—Puedes hacerlo—susurró viendo sus labios también, llamando su atención.

Minho reaccionó en ese momento, dando unos pasos hacia atrás para alejarse, apartando la mirada de sus labios con un fuerte rubor en sus mejillas.

—Perdón—fue lo único que dijo antes de huir y desaparecer en la habitación en la que estuvieron hace rato, cerrando la puerta tras él, siendo una clara señal de que no quería que lo siguiera.

Jisung caminó unos pasos y se detuvo, captando que Minho no deseaba que fuera tras él. Frustrado, revolvió su cabello, preguntándose a sí mismo qué estaba haciendo y hacia donde lo llevaría todo eso. Ciertamente, Minho llamaba su atención, tanto que deseaba que lo besara, tanto que quisiera que nunca estuviera solo de nuevo, tanto que quisiera saber todo de él y curar sus heridas, pero, ¿qué obtendría con eso?

Iba a casarse, era el príncipe de Windhall y estaba claro que hacerle caso a sus sentimientos solo traería problemas, alguien como él no tenía permitido tener sentimientos reales.

Pero, ¿ahora como se negaba a lo que estaba sintiendo por Minho?

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La noche por fin había llegado, no se dieron cuenta en qué momento el cielo oscureció, manteniéndose cada quien en su mundo; ni siquiera habían visto a Minho y a Jisung, el lugar era lo suficientemente grande para perderlos de vista.

—Lo que dije el otro día no era cierto—dijo Félix luego de unos minutos en silencio con Hyunjin en su habitación.

Desde que Hyunjin y Jisung llegaron, Hyunjin se mantuvo muy cerca de Félix, siguiéndolo hacia todos los lugares que le pedía. Pudo notar que a Félix le gustaba hablar mucho y amaba la naturaleza debido a que era un hada de jardín, incluso le enseñó todas las flores que tenían, lo cual le pareció tierno.

De alguna manera, Hyunjin logró convencerlo de que lo llevara a su habitación. Tal vez fue muy atrevido de su parte, lo tenía claro, pero cada vez que Félix hablaba, las ganas de besarlo lo invadían.

Cuando llegó a Windhall se propuso mantener su vida de siempre, alguien como él no podía simplemente no tener ligues, necesitaba divertirse en medio de todos los problemas que habían en el castillo antes de empezar con la boda porque después de eso,  con un esposo y con más obligaciones tendría menos tiempo y oportunidades para estar con otras personas.

Félix parecía ser demasiado ingenuo, y a Hyunjin le gustaba de esa manera, alguien que no le cuestionara absolutamente nada y estuviera a su disposición cuando quisiera. Él era ese tipo de chico.

—¿A qué te refieres?—se hizo el desentendido, caminando por toda la habitación.

—¿No lo recuerdas?

—Tal vez—se encogió de hombros, deteniéndose frente a él—Recuerdo algunas cosas y otras no, así que no sé de qué me hablas.

Félix apartó la mirada con timidez, debatiéndose sobre si debía decirle o no, hasta que después de unos segundos, concluyó para sí mismo que lo mejor era hacerle saber sobre ese vergonzoso momento y negarlo, de esa manera, no quedaría como un tonto.

—Sobre besarte—respondió sin mirarlo, sintiendo su rostro calentarse—En ese momento solo estaba diciendo cosas al azar y-

Guardó silencio de golpe cuando los dedos de Hyunjin tomaron su mentón, haciéndolo levantar la mirada hacia él.

—¿Entonces no fue en serio?—preguntó en voz baja, sonriendo a medias—Es una lástima.

—¿Por qué?—su voz salió temblorosa, los latidos de su corazón golpeaban contra su pecho y no podía controlarlo.

—Porque yo quería besarte—sonrió coqueto, alejándose segundos después.

Félix no esperaba escuchar algo así, incluso en ese momento en el que pidió besarlo no estaba del todo consciente de sus acciones, simplemente se había dejado llevar por la sensación del alcohol en su sistema, pero ahora, completamente sobrio, estaba seguro de que no podría decir algo como eso aunque si quería que sucediera.

—Yo…

—Si no quieres está bien—dijo con voz suave, tomando asiento en la orilla de la cama—Sé que el alcohol puede alterar muchos de nuestros sentidos y lo que dijiste ese día solo fue un impulso del momento.

Durante toda su vida, Félix se vio a sí mismo como alguien demasiado tranquilo y gentil, alguien con poca experiencia y sin conocimiento cuando de intimidad se trataba; hace un par de años, recordaba haber tenido un tipo de aventura con un hombre lobo, pero nunca sucedió algo mucho más allá de los besos y roces sobre la ropa, quedándose únicamente con eso. Recordaba que en ese entonces, con dieciocho años era un saco de hormonas andando, pero ahora, su timidez y nerviosismo era más grande.

Pero, ¿qué tal si esta vez se atrevía de nuevo? De todas formas Hyunjin estaba dispuesto.

Todavía en silencio y con los nervios atacando, caminó hacia él y se posicionó sobre él a horcajadas, tomando la iniciativa antes de que todo su valor se esfumara. Ciertamente había olvidado como ser atrevido y seductor, esa etapa de su vida duró muy poco como para recordar qué debía hacer, pero si no lo intentaba, perdería esa oportunidad de nuevo.

Hyunjin por su parte, sonrió ampliamente y sostuvo su cintura sin apartar la mirada de sus lindos ojos café, sintiendo su cuerpo calentarse con su cercanía y la posición sobre él.

Antes de arrepentirse, Félix se acercó lo suficiente para alcanzar sus labios en un casto beso, presionando sus labios de manera superficial. Al apartarse, Félix le sostuvo la mirada y segundos después, Hyunjin llevó su mano hacia su nuca y volvió a acercarlo, esta vez besándolo con más fuerza, logrando que abriera su boca y de esa manera acoplarse mejor.

Suaves suspiros eran audibles, sintiéndose a gusto con la intensidad que el beso tomó. No podía recordar hace cuánto fue la última vez que un beso logró alterarlo de esa manera, pero definitivamente, Hyunjin sabía cómo hacerlo. Sus labios eran suaves, gruesos y cómodos, podría besarlo todo el tiempo sin quejarse.

Un leve jadeo salió de sus labios al sentir su fría mano metiéndose bajo su ropa, tocando apenas su piel con la yema de sus dedos con lentitud. No pudo evitar ignorar el bulto creciente que rozaba su trasero, sintiéndose un poco sorprendido al respecto, preguntándose qué tan lejos podía llevarlo.

De seguro no sería tanto.

Hyunjin enredó sus dedos en el largo cabello del menor, empujándolo cada vez más cerca hacia él, buscando saciarse con ese beso en el que sus lenguas se hicieron presentes por un momento para aumentar la intensidad.

Félix siguió el beso como pudo durante un rato, cerrando sus manos en los hombros contrarios para sostenerse; dio un respingo al sentir una falsa embestida contra él junto a un gemido y rompió el beso, aún con la respiración demasiado pesada y agitada.

—Espera—lo detuvo, sintiendo como Hyunjin apartaba sus manos de su cuerpo—Es que…—las palabras no salían, esta vez sintiéndose apenado.

—Está bien—tranquilizó, acomodando su cabello tras sus orejas para apreciar mejor su rostro—Al menos me dejaste besarte.

Félix rió por lo bajo, haciendo el amago de irse, pero Hyunjin tomó su mano para detenerlo, pidiéndole con la mirada que se quedara justo ahí.

—No tienes porqué alejarte. ¿Puedo pedirte algo más?

—E-Está bien—asintió lentamente, quedándose en esa posición mientras su mirada viajaba hacia cualquier lugar que no fueran sus ojos.

—¿Me dejas ver tus alas?

—Uhm... Supongo que si—dijo con timidez—Pero... Uhm, debo sacarme la ropa para eso.

—Hazlo entonces—sonrió, poniendo ambas manos en el borde de su camisa—Prometo que no te haré nada.

Félix asintió, confiando en él. Al tener el torso descubierto, Hyunjin no pudo apartar la mirada, poniendo especial atención a los tatuajes que adoraban su blanca piel.

Con un poco más de paciencia, obtendría lo que deseaba.

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Jisung se mantuvo cerca de la habitación en la que Minho se encerró hace horas, ¿pensaba salir en algún momento? Ya había pasado mucho tiempo y pudo notar la oscuridad en el exterior.

Cansado de esperar, tocó la puerta varias veces sin obtener respuesta alguna, hasta que después de pensarlo un rato, decidió entrar, dispuesto a arreglar lo que sea que había pasado, sintiéndose levemente culpable de su actuar.

—Minho…—abrió la puerta a medias, asomándose solo un poco—¿Podemos hablar?

Silencio, todo estaba en silencio a excepción del sonido de la madera quemándose en la chimenea, siendo esa la única luz de la habitación, dándole un toque mucho más rústico y acogedor.

Al otro lado logró ver a Minho parado, apoyándose en las barras del balcón mientras su cabellos se movía suavemente con el viento. Suspiró, adentrándose sin esperar una respuesta que seguramente no obtendría.

—Cuando entraste aquí, un montón de soldados estaban buscándote—habló Minho, rompiendo el silencio tan pronto sintió su presencia—Todos ellos usaban el uniforme del castillo… ¿Por qué estaban buscándote?

La pregunta lo tomó por sorpresa, no tenía la ni mínima idea de que Minho había notado ese detalle o que lo recordara como algo importante.

—Me metí en problemas—explicó cortamente, buscando en su cabeza algo que sonara creíble—Tuve que huir de ellos porque si me atrapaban, iban a encerrarme.

Tras unos segundos, Minho asintió sin preguntar más al respecto.

Jisung se sintió aliviado.

—Asesinaron a mis padres cuando era solo un niño—vio el broche con el escudo del castillo entre sus manos, sintiendo una fuerte opresión en el pecho—Olvidé muchas cosas de ese día, no recuerdo quiénes lo hicieron a pesar de que fue frente a mi—tomó una bocanada de aire para poder seguir hablando, lo que sucedió ese día todavía era muy difícil de procesar porque nunca pudo hablarlo en voz alta—Esto era mío, mi papá solía ponerlo en mi ropa cuando me portaba bien, algo así como un premio—sonrió con nostalgia ante el recuerdo—Y cuando me sacaron, lo traje conmigo, era como si él estuviera conmigo.

Jisung sintió su corazón doler ante su sufrimiento y tenía el presentimiento de que había pasado por mucho más que eso.

Sin decirle nada, se acercó y lo rodeó con sus brazos, dejando que Minho descansara su mejilla sobre su hombro, acariciando su cabello con gentileza para hacerlo sentir en calma.

—A veces quisiera recordar quienes hicieron eso y hacerlos pagar—su voz se quebró, lleno de dolor y resentimiento—Pero creo que no soy capaz de eso… Tal vez solo saberlo sería suficiente, preguntarles por qué lo hicieron, por qué me hicieron esto a mi—sollozó.

—Sé cómo ayudarte—susurró en su oído sin romper el abrazo—Si lo que quieres es recordar, puedo ayudarte, pero ¿estás seguro de quererlo?

Minho se alejó un poco hasta verlo de frente, todavía muy cerca sin intenciones de apartarse de su cómoda cercanía.

Asintió, dejando que Jisung limpiara sus lágrimas con sus dedos, dejando a un lado la vergüenza de que alguien lo viera llorar, sabía que no lo juzgaría.

Jisung sabía exactamente a quién recurrir, había escuchado que los hechiceros sabían sobre ese tipo de cosas y conocía a alguien de confianza, sin embargo, temía estarse equivocando, Minho parecía decidido a obtener respuestas, decidido para saber quiénes eran los asesinos de sus padres, y temía que en algún momento, hiciera algo de lo que iba a arrepentirse con tal de sacar todo el dolor acumulado.

Félix le había dicho que Minho ya había matado a alguien en el pasado, pero le aseguró que fue por su seguridad, y en esta ocasión, si Minho actuaba por su cuenta sería por venganza.

Y la venganza podría terminar destruyéndolo.

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Hola~ entré ya a la Universidad de nuevo y con el trabajo también mi tiempo se ha reducido :'c pero haré lo posible por no tardar demasiado con los caps<3 espero que les haya gustado, gracias por sus comentarios y votos<3

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