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06ও

—¿Qué es lo que no entiendes, Félix? Me tiene miedo.

—No te tiene miedo, está esperando a que salgas—contradijo.

—Es porque no lo viste llorar mientras veía al cambia formas luciendo como yo—Minho bajó el tono de voz y se asomó por la ventana de su habitación, viendo a Jisung agachado frente a las rosas que dejó secar—¿Por qué sigue aquí si me tiene tanto miedo?—susurró sin dejar de verlo.

Félix se acercó hasta pararse a su lado, viendo hacia la misma dirección. Comprendía que Minho se sintiera de esa manera, durante mucho tiempo ha visto como muchas criaturas y humanos han huído en su presencia solo con verlo; era difícil, enfrentarse a lo nuevo siempre lo es, y por eso, Minho tenía miedo de acercarse.

—Tal vez deberías preguntarle—respondió—Vamos, lo ayudarás con el jardín y yo iré a dormir.

Tras un sonoro suspiro derrotado, Minho asintió lentamente, llenándose del valor suficiente para poder hacerle frente al hecho de tener que compartir tiempo con alguien más que no fuera él mismo o Félix.

Por cada paso que daba, más ganas de retroceder tenía, temía que algo sucediera, porque a pesar de no demostrarlo, era más sensible de lo que parecía.

Al escuchar la puerta de entrada, Jisung elevó la cabeza hacia esa dirección, encontrándose únicamente con Minho. Jisung le sonrió cortamente debido a su propio nerviosismo. Contaba con que Félix, siendo un hada pudiera ayudarlo con sus casi nulos conocimientos de jardinería, pero en cambio, decidió dejarlo solo con Minho.

—Hola otra vez—saludó con timidez el rubio.

—Hola. Traje rosas azules—las señaló con una media sonrisa, evitando ver detalladamente la máscara que Minho traía puesta, debía disimular su curiosidad y apartar las ganas de preguntar.

—¿En donde las conseguiste?—se mantuvo alejado, no quería asustarlo ni darle indicios de que quería dañarlo.

—Conozco a alguien—evitó explicar de donde las sacó, el negocio de Changbin debía mantenerse en secreto de todos, incluso de las criaturas del bosque—Lo importante es que pude conseguirlas—limpió sus manos sobre su ropa.

—¿Sabes algo de jardinería?

—A decir verdad… No mucho—sonrió apenado—Realmente esperaba que Félix me ayudara. En mi casa tenemos un gran jardín, pero nunca me ocupé de eso.

Minho guardó silencio unos segundos, sintiéndose tímido de repente. Aclaró su garganta y se acercó un poco más, siendo totalmente cuidadoso para no hacerlo sentir inseguro.

—Yo sé de jardinería—afirmó, poniéndose de cuclillas a su lado, limpiando el área del rosal arruinado—Félix me enseñó hace un tiempo, dijo que debía hacerme cargo yo mismo de mi jardín.

—Supuse que si—le sonrió sin dejar de verlo—Aunque a decir verdad, creí que él se ocupaba de eso.

Minho tenía demasiadas preguntas en mente, y una de ellas era el por qué, Jisung no le había dicho ningún comentario sobre la máscara que literalmente cubría la mitad de su rostro. Cerró los ojos momentáneamente y apartó toda clase de pensamientos al respecto, porque sino, sabía que terminaría yéndose de ahí para volver a esconderse.

Félix tenía razón, al parecer, Jisung no tenía miedo de estar con él, parecía estar cómodo; esa sensación era increíble.

—Solo al principio—comentó vagamente—Me di cuenta de que soy bueno en esto, no como las hadas, pero sé hacerlo.

—Bueno, supongo que tendrás que enseñarme entonces—Jisung sonrió hacia él, sosteniéndole la mirada. Podía notar perfectamente la sorpresa en sus ojos.

Jisung nunca fue alguien quisquilloso o delicado, ensuciarse nunca fue un gran problema para él, incluso creía que era parte de la diversión. Cuando estaba pequeño, jugaba con otros niños dentro del castillo, incluyendo a Changbin; corría hacia todas partes, sus manos estaban sucias y su ropa terminaba rota a veces, y no le importaba cuántas veces sus padres o sus niñeros se lo prohibieran bajo la excusa de que era un príncipe que debía cuidarse.

Él solo quería divertirse.

Es por eso que, no tuvo ningún problema cuando Minho le pidió ayuda para limpiar la tierra, no importaba que sus uñas estuvieran sucias, tampoco importaba que su ropa estuviera manchada con tierra. De cierta manera era bastante alentador ver a Minho tan concentrado arreglando su jardín.

—¿Félix realmente debe dormir temprano?—preguntó de repente, buscando algún tema de conversación para que no hubiera tanto silencio alrededor.

—Él dice que si—asintió sin dejar de echar tierra sobre las raíces de las nuevas rosas que acababa de poner—Pero creo que puede mantenerse más tiempo despierto, solo que le da miedo.

—¿Le da miedo la noche?

—Esta parte del bosque no es muy amigable por las noches, es un poco miedoso y la oscuridad no le agrada mucho.

—Pero tú lo cuidas, ¿no es así?

Minho vaciló unos segundos antes de responder, ¿era realmente así?, ¿qué tan seguro podría sentirse alguien con él?

—Quiero creer que si—respondió casi en voz baja sin levantar la mmucho, pensar en que podía darle seguridad a alguien sonaba demasiado imposible en su cabeza.

—Yo creo que si es así—afirmó Jisung, sentándose sobre el suelo debido a que sus piernas empezaron a doler por estar todo el rato agachado—Félix no estaría durmiendo tranquilo si no se sintiera seguro.

Minho lo miró, analizando esa respuesta. A decir verdad, nunca lo había pensado de esa manera, siempre creyó que debían protegerse de él debido a su aterrador aspecto, más no se sentía capaz de proteger a alguien, y viéndolo desde la perspectiva de Jisung, se sentía diferente porque podría tener razón.

Recién se estaba dando cuenta.

Un extraño cosquilleo se instaló en su pecho, causando que una corta sonrisa se dibujara en sus labios con mucha vergüenza. Tal vez era ese sentimiento de que estaba haciendo algo más que solo causar problemas, ese sentimiento de que podía ser más que un monstruo que causaba temor entre los demás.

—Quizás—asintió lentamente sin darlo totalmente por hecho.

—¿Y tú?, ¿por qué prefieres la noche?

La pregunta lo hizo tensarse de repente, no esperaba que dijera algo al respecto sobre ese pequeño detalle, realmente creyó que podría pasarlo por alto.

Carraspeó un poco antes de hablar después de unos segundos de silencio en los que no pudo encontrar algo que decir, ni siquiera pudo idear una mentira que lograra ser creíble.

—Ya casi terminamos—fue lo único que dijo, evitando el tema mientras regresaba la vista hacia sus manos en la tierra.

Jisung no era tonto, supo de inmediato que la pregunta había sido incómoda para él hasta él y se sentía levemente culpable por su imprudencia.

—En unos días habrá un festival en el pueblo—comentó, sacudiendo sus manos cuando por fin terminaron.

—Lo sé, las criaturas mágicas hablan mucho de eso últimamente—asintió, sentándose frente a él—Parecen emocionados con ir. 

—¿Has ido alguna vez?

Minho negó, ¿qué haría alguien como él entre los habitantes de Windhall? Ellos mismos lo sacaron de ahí.

—El pueblo no es un lugar para mí, me siento mejor aquí—explicó cortamente sin entrar en detalles.

—Nadie se dará cuenta de que no eres humano, si eso te preocupa—aseguró con tono amable, esperando que no se lo tomara a mal.

—¿Tú irás?

—Claro—sonrió—Quisiera que tú y Félix vinieran... Si vas, me gustaría enseñarte lo que hacemos en el pueblo, me gustaría que me acompañaras.

Así como lo percibía, Jisung estaba seguro de que Minho no sabía absolutamente nada sobre Windhall, y para sus adentros sentía tristeza por él, podía ver con claridad toda esa aura solitaria y de resentimiento que lo rodeaba, pudo percibirlo ese día en el que lo vio convertirse en un monstruo cuando los soldados llegaron a la mansión para buscarlo, haciéndolo sentir cada vez más curioso. Quería saber sobre él, sobre su familia, nunca escuchó de una criatura así y no recordaba haber leído algo al respecto.

Minho no se sentía del todo listo para salir del bosque a pesar de que le dijo a Félix que él se encargaría de las compras, vaya mentira, ni siquiera se sentía capaz de cumplir con eso, esa vez lo dijo sin pensarlo realmente. Le resultaba bastante molesto no sentirse con el valor suficiente a pesar de que fácilmente podría enfrentarse a cualquier cosa.

Simplemente no podía poner un pie fuera del bosque, esa era su zona segura.

Una sonrisa tímida se formó en sus labios sin saber cómo negarse a su invitación, lo cual fue suficiente para Jisung que sonrió también sin insistir más al respecto, pero era una sonrisa diferente, una sonrisa amable que hace mucho no veía de alguien más que no fuera Félix.

—Las rosas están listas, lo hicimos muy bien.

—Gracias—dijo en voz baja Minho, viendo el trabajo que hicieron con mucho orgullo—Se ven perfectas—tocó delicadamente sus pétalos, llenándose de un sentimiento nostálgico de tan sólo pensar que no serían reemplazadas. Tal vez no eran las mismas que tenía, pero el significado seguía siendo el mismo para él.

—Sé que sabes cómo cuidarlas, así que las tendrás por mucho más tiempo. 

—Eso espero—murmuró, prometiéndose a sí mismo que nunca dejaría que algo volviera a pasarle a su jardín—Las cuidaré con mi vida.

El tema de las rosas y el jardín no era algo superficial, Jisung podía notar perfectamente el montón de sentimientos en Minho mientras veía el rosal. La forma en la que tocaba con cuidado los pétalos y la fascinación con la que los veía le hizo entender lo importante que era para él, que no era un simple pasatiempo para pasar el rato.

—Tus ojos brillan—dijo Jisung con sorpresa, prestándole demasiada atención, analizando sus facciones desde su lugar.

Inevitablemente, Minho tapó su rostro con sus manos y agachó la cabeza, creyendo que inconscientemente habían cambiado y se estaba transformando sin haberse dado cuenta. Se puso de pie de inmediato en un intento de huir para que no lo viera de esa manera otra vez, pero Jisung lo detuvo rápidamente.

—Yo… Lo siento—Minho se disculpó, todavía sin quitar las manos de su rostro.

—¿Por qué te escondes?—con sus manos apartó las de Minho, bajándolas lentamente hasta que ya no estaba cubriéndose más—Tus ojos brillan porque te gusta lo que ves—con bastante atrevimiento, puso sus dedos en el mentón del rubio, haciendo que elevara la mirada hacia él y así poder apreciarlo un poco más—Eso es lindo, no debes esconderlo—le sonrió.

Lindo.

Minho cerró ambas manos en un puño en sus costados, sintiendo su respiración más pesada y su corazón latiendo con más fuerza contra su pecho. Los ojos de Jisung no dejaban los suyos, y sostenerle la mirada empezaba a ser difícil.

¿Cómo alguien podía verlo así por tanto tiempo sin apartarse?

Avergonzado, desvió la vista hacia un lado, dando unos pasos hacia atrás.

—Quizás debes irte—susurró cuando el silencio reinó.

Jisung pestañeó varias veces y salió de su corto trance, sus mejillas se calentaron y también apartó la mirada, dándose cuenta de lo que estaba haciendo. Bajó su mano rápidamente y se balanceó tímidamente sobre sus pies, también sintiéndose avergonzado.

—Gracias por dejarme ayudarte con tu jardín—dijo, retrocediendo unos pasos también hasta que estuvo lo suficientemente alejado—Espero verte de nuevo, Minho. Voy a buscarte en el festival—le sonrió y se despidió agitando la mano en lo alto.

Sin responder, Minho vio a Jisung salir del jardín delantero hasta pasar los portones de hierro, perdiéndolo de vista en la oscuridad del bosque.

Inconscientemente dejó escapar el aire que no sabía que tenía retenido, llevó su mano hacia su pecho y pudo sentir los latidos de su agitado corazón, presionó con fuerza, como si eso fuera a calmarlo, como si eso pudiera alejar esa extraña sensación que abarcaba todo su pecho.

¿Qué era eso que se sentía tan diferente?

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Mudarse a Windhall con Hyunjin fue un plan que salió de maravilla, salir del castillo era mucho más fácil que en Ravenham; como guardia personal de Hyunjin, en Ravenham debía pasar más tiempo con él e ir a todos lados cuando fuera necesario, pero en Windhall era diferente porque Hyunjin necesitaba más tiempo a solas y sin supervisión, así que en cierta parte, tenía un poco más de libertad.

Esa noche se encontraba regresando de su pequeño paseo por el pueblo, soltó una risa para sí mismo con satisfacción por no haber sido descubierto durante todo ese tiempo, por lo que muy confiado, caminó a altas horas de la noche hacia su habitación, pero cuando dobló en una de las esquinas del pasillo, se detuvo de golpe al detectar la presencia de alguien más. Miró con detenimiento a través de la oscuridad, logrando identificarlo.

Se acercó con sigilo y una sonrisa se dibujó en su rostro cuando se dio cuenta de quién se trataba.

—¿Qué haces despierto a estas horas, Jeongin?—susurró cerca de su oído mientras ponía una mano en su cintura, sobresaltándolo.

Jeongin se giró de inmediato al sentirlo, más no sintió miedo.

—No hagas eso de nuevo—le advirtió al reconocerlo, apartándose de su toque—No me toques tampoco, te lo dije antes.

Chan alzó ambas manos mientras sonreía son egocentrismo, divirtiéndose con la evidente molestia del menor.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—¿En serio creíste que podrías esconder tu nombre para siempre?—rió—Preguntar es fácil, sabes.

Jeongin se sintió aún más molesto porque tenía razón.

—Como sea.

—¿Por qué estás tan a la defensiva? Desde que nos conocimos me hablas de esa manera—suspiró, adoptando una expresión burlona—Sabes, solo quiero hablar contigo, somos de la misma especie de todas formas, no nos vendría mal algo de compañía mutua—dijo con un tono más bajo.

Jeongin rodó los ojos y estuvo a punto de darse la vuelta e irse para no seguir la conversación, sabía que Chan buscaba algo más que solo hablar, pero su cuerpo se erizó completamente al percatarse de un olor demasiado peculiar y que estuvo evitando desde hace mucho tiempo.

Inevitablemente, sus ojos brillaron hasta tornarse de color rojo, sus colmillos aparecieron y el apetito se hizo paso con mucha fuerza dentro de él. Chan simplemente sonrió de lado y se cruzó de brazos.

—¿Pasó algo?—preguntó inocentemente.

—Sangre…—dijo casi en un jadeo—¿Por qué… Por qué huele a sangre?

Sin detenerse a razonar, Jeongin se acercó al mayor y lo olfateó descaradamente, tomó sus manos y las analizó con cuidado, dándose cuenta de que en sus dedos habían rastros de ese líquido rojo que lo estaba haciendo enloquecer.

Cerró sus ojos con fuerza e hizo su mayor esfuerzo por ir en contra de sus impulsos, él ya había dejado eso atrás y se negaba rotundamente a volver a caer, ahora era alguien diferente, alguien bueno.

—Acabo de comer—sonrió Chan, respondiendo a su pregunta con una sonrisa muy amplia—¿Por qué? ¿Quieres un poco?—le ofreció, extendiendo su mano hacia él como una clara invitación.

—No… Yo no…—negó con la cabeza, sintiendo sus labios resecos—Está prohibido.

—Un poco no te hará daño—susurró, tentándolo—Si me acompañas, prometo no decir nada.

Empujando sus instintos, Jeongin soltó con brusquedad las manos de Chan y se alejó, tratando de regresar en sí mismo para evitar ocasionar algún desastre del que no se recuperaría.

—Cazar personas está prohibido—dijo con más control, sus ojos volvieron a la normalidad, pero sus colmillos seguían afuera como muestra de sus ansias.

—No entiendo por qué—se encogió de hombros con cierta indiferencia—No es como si los maté, nadie salió lastimado—sonrió.

Todavía agitado, Jeongin no se sintió capaz de seguir esa absurda conversación, así que evitó decir algo más y se fue, pensando una y otra vez que alguien como Chan fácilmente podría sacar de nuevo ese lado tan salvaje que solo se dejaba llevar por sus instintos.

Una de las condiciones con las que lo dejaron quedarse en el castillo cuando las criaturas mágicas fueron exiliadas, fue porque él había probado que a pesar de ser un vampiro, podía mantener el control de sus instintos, y lo demostró, lo demostró durante mucho tiempo sin mayor problema con muchísimo esfuerzo. Tuvo momentos difíciles, evitar la sangre a veces era imposible, pero de igual manera, supo mantener todo en orden consigo mismo.

Con Chan era diferente, había algo en él que era muy diferente a otros vampiros, era descarado, seductor, directo y tentador. Era claro que sus intenciones no eran buenas ni inocentes y temía no ser lo suficientemente fuerte para negarse, porque aunque fue bueno ocultando sus deseos, no significaba que no los tuviera, a veces la ansiedad por alimentarse como era debido para un vampiro lo acaparaba hasta el punto de hacerlo sentir desesperado.

Se encerró en su habitación y revolvió su cabello, lleno de frustración. Sus colmillos volvieron a la normalidad, pero un rastro de deseo quedó en él, apenas perceptible.

Chan podía hacerlo caer, y una parte de él, muy en fondo, en su parte no humana y salvaje, quería que sucediera.

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Me gusta mucho leer sus comentarios, me alegra que les esté gustando❤

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