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𝔈𝔩 𝔳𝔦𝔢𝔧𝔬 𝔪𝔲𝔫𝔡𝔬 𝔰𝔢 𝔪𝔲𝔢𝔯𝔢.
𝔈𝔩 𝔫𝔲𝔢𝔳𝔬 𝔱𝔞𝔯𝔡𝔞 𝔢𝔫 𝔞𝔭𝔞𝔯𝔢𝔠𝔢𝔯.
𝔜 𝔢𝔫 𝔢𝔰𝔢 𝔩𝔲𝔤𝔞𝔯 𝔬𝔰𝔠𝔲𝔯𝔬 𝔰𝔲𝔯𝔤𝔢𝔫 𝔩𝔬𝔰 𝔪𝔬𝔫𝔰𝔱𝔯𝔲𝔬𝔰.

-𝔄𝔫𝔱𝔬𝔫𝔦𝔬 𝔊𝔯𝔞𝔪𝔰𝔠𝔦.
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≪❈Dᴇʀɴɪᴇ̀ʀᴇ ᴅᴀɴsᴇ❈≫

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–No de nuevo, por favor.

Alfdis levanta la mirada, estaba en la reserva, de nuevo. Y no sabía cómo había llegado ahí, la única ventaja es que está vez estaba bajo sombra, y no como la vez pasada en el sol puro.

–¿Otra vez te quedaste dormida?– una voz sonó a sus espaldas, haciendo que ella se girará rápidamente a ver a dicha persona, un poco asustada por su repentino aparecer.

–¿Eres el de la vez pasada, no? ¿Cómo me dijiste que te llamabas?

–Nop, no te dije. Resulta que estabas muy apurada y no pude presentarme, aunque hoy por ahí que te llamas Alfdis, que hermoso nombre, aunque poco común, ¿de dónde es?

–Noruega, es muy antiguo. Y no te voy a dar clases sobre mi nombre, ya sabes el mío, y sigo sin saber el tuyo, pero tienes cara de Juan.

–¿Juan?

–Sí, ya sabes... Por Don Juan...

Ambos se quedaron en silencio, él sin saber si reírse o no, y Alfdis atenta a su comportamiento, hasta que se volvió un poco incómodo el silencio.

–Era broma, una pésima broma si soy sincera. Sonaba mejor en mi mente y justo ahorita lo comprobé, pero soy de las que no piensan antes de hablar lo cual me mete en serios problemas, pero no puedo evitarlo, está en mi naturaleza ser así...

–Paul –Se presento con una sonrisa burlona

–Pues un placer, Paul.

–El placer es mío, hermosa. Y hablando de placeres, tengo algo tuyo, que te alegrará recuperar.– Alfdis sabía perfectamente de que hablaba, pues aquel día se le había perdido su diario, por lo que supo conectar los puntos

–Gracias, no sabes la falta que me hacía.

–Ven, vamos. Lo tengo en la casa de Emily, te va a agradar, es dulce y cocina delicioso, solo... No le mires mucho la cara, tuyo un accidente hace mucho y a Sam no le gusta.

–¿Sam? ¿Emily? No los conozco, pero claro, no incomodar.

Caminaron hablando cómodamente uno con el otro, hasta llegar a la casa de Emily, una casa diminuta, con la fachada gris. Tiene una ventana estrecha junto a la puerta principal, que es de color azul descolorido. A la entrada, hay un pequeño jardincito con flores de todos los colores. Era una linda casa, y con un aire hogareño, que Alfdis simplemente amo.

Paul entro como perro por su casa, mientras que Alfdis se quedó afuera, esperando a ser invitada, se sentía incómoda entrando así como así y simplemente no lograba entras sin que la invitaran antes.

–¿Pero qué haces ahí afuera? Pasa que tengo que presentarte –Paul se le quedó viendo un poco extrañado.

–Es solo, siento feo entrar sin que me hayan invitado.

–Te estoy invitando.

–Pero no eres el dueño de la casa.

–Bien, ya traigo a Emily, rarita.

–¡Oye! Escuché eso último.

–Era la idea.

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–Así que, Emily eres la prometida de Sam, y Sam, Jared y Paul son como hermanos, no?

–Bueno, Sam y yo somos más como los padres de Jared y Paul, pero sí, somos una pequeña familia. Sabes, es raro que Paul allá traído a una chica, nunca antes había traído a alguien.

–Paul tiene el porte de mujeriego, así que no me extraña, de igual forma, estás confundiendo las cosas, Paul y yo no estamos saliendo, solo nos hemos encontrado en la reserva varias veces y el tiene algo mío, me dijo que lo tenía aquí, por eso vinimos, no contaba con que él se iría por una llamada de Sam. Siento molestar con mi presencia, y caer de sorpresa.

–Ay cariño, no pienses así, estoy encantada de tenerte aquí, muy pocas personas nos visitan. ¿Quieres ayudarme a hacer un pastel para cuando vengan los chicos?

–Sí, claro. Solo que no soy muy buena en la cocina, así que no tengas grandes espectativas.

–Yo te enseño, de igual forma, nadie puede ser tan malo en la cocina.

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–¿Pero qué? –Sam entro a la casa, con Jared y Paul detrás de él, solo para encontrar a Emily con hollín por toda la cara, junto a una rubia, la cual se encontraba vaciando el extintor sobre el horno.

–Ah, hola. –La primera en responder fue la chica rubia, mientras dejaba el extintor sutilmente en el suelo y daba una mirada de inocencia.

–Amor, que bueno que llegaste, ¿traen hambre? Ya les sirvo comida a todos.

–¿Qué rayos sucedió?– Paul pregunto al ver que nadie quería hablar.

–Es culpa de Emily, yo le dije que no era buena en la cocina, y ella me dijo que cuidara un momento el horno mientras ella iba al jardín a traer no sé que, en ese momento algo hizo bum y yo me asusté y trate de apagar el horno pero de los mismos nervios le puse más calor y el pastel hizo a explotar no sé cómo, y al final todo agarro fuego. –Alfdis empezó a hablar rápidamente explicando lo sucedido mientras Emily la miraba con indignación por acusarla.

–¿Y tú eres? –Jared hablo por primera vez.

–Gormdóttir, Alfdis Gormdóttir. Ya saben, cómo Bond, James Bond –nadie dijo nada y se le quedaron viendo fijamente. –¿Malfoy, Draco Malfoy? ¿No? ¿Nada? – todos siguieron en silencio – Que falta de cultura.

–¿Te apellidas Gormdóttir?

–Sí, eso acabo de decir.

–¿De dónde rayos eres? O sea, Alfdis es un nombre muy singular, y ahora resulta que tu apellido es Gormdóttir ¿Cómo se escribe eso? Estoy seguro que si no te hubiera escuchado pronunciarlo no sabría ni como pronunciarlo.– Paul pregunto extrañado.

–Yo soy de... –Alfdis se detuvo, pensando de dónde es, pero ningún recuerdo le venía a la mente, ningún nombre, ninguna ciudad, nada. –Sé que mi nombre es Noruego por qué busque su significado, significa espíritu o diosa, pero no sé el origen de mi apellido.

–Bueno, no importa, que te trae por la reserva y ¿cómo conoces a Emily? –Sam le pregunto, mientras veía a Emily servirle comida a todos.

–Es una buena pregunta, supongo que hay algo en la reserva que me atrae –inconcientemente Alfdis vio por el rabillo del ojo a Paul –Y conozco a Emily gracias a Paul, verán, yo conocí a Paul hace unos días cuando me desperté en la play...

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