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Cuando se hizo de tarde Jin bajó a prepararse su tofu frito con arroz y su rábano para terminar viendo los programas de crímenes que su padre sintonizaba mientras bebía su infusión de manzana-canela antes de dormir. Era su momento de padre e hijo y a pesar de que no hablaran tener su compañía era suficiente.
Luego se preparó para dormir lavándose los dientes, haciendo su skincare y afeitado, encendió su calientacamas a la altura media con tal de que al entrar las sábanas estuvieran tibias y acogedoras. Revisó el reloj y el vaso con agua que tenía junto a su cama y durmió plácidamente hasta el otro día.
Pero el otro día fue terrible.
—¡¿Donde está mi prisma?!— Jin había mirado sobre el mueble, en el piso, en las cajoneras, dentro de los zapatos, hasta en los lugares más insólitos y no dió con el.
Hasta que se le ocurrió mirar hacia la casa de al frente y vió los destellos de arcoíris en el cuarto de los vecinos, supuso que Yuan se lo había robado. Así que bajó rápidamente por las escaleras luego e cambiarse de ropa y tocó la puerta de los vecinos esperando una respuesta.
—¡Buenos días, Jin!— sonrió la Yang, madre de Yuan y por el costado se asomó su madre, la Sra. Kim agitando su mano —. Que grata sorpresa, tu madre nos trajo mochis frescos— la Sra. Chang miró a Jin de pies a cabeza admirando lo guapo que era. Si bien la Sra. Kim le había comentado de Jin era muy diferente verlo en persona.
Jin entró a la casa de los Yang mirando todo a a su alrededor, La casa olía a lavanda y desinfectante lo cual daba a conocer que eran bastante limpios tenían una buena luz en la sala de estar y una buena disposición respecto a las plantas de interior.
—¿Quieres un mochi?— a Sra. Chang le ofreció aquellas masitas dulces a Jin y esta negó definitivamente.
—A Jin no le gustan las cosas demasiado blandas y viscosas— La Sra. Kim miró a la mujer pidiéndole que alejara los mochis de su hijo quien miraba hacia un costado evitando mirar el plato.
Jin vió hacia la escalera y mentalmente localizó el cuarto de Yuan con su conocimiento de orientación espacial. Sabía que subir por la escalera era algo complejo pensando en que debían invitarlo a pasar, no podía quedar mal con los vecinos entrando sin permiso a la habitación de su hija.
—¿Me presta baño?— preguntó Jin, aunque se sentía un bobo pensando en que podría cruzar la calle para ir por el suyo pero era la coartada perfecta para subir.
—Claro, mi esposo está en el de invitados así que puedes subir, es la primera puerta a la derecha— la Sra. Chang apuntó las escaleras mientras seguía conversando con su madre.
Jin subió rápidamente y no le importó ir en sentido contrario a lo que le habían indicado, él quería su prisma nada más. Entró al cuarto que lograba ver por su ventana con sumo cuidado y vió el prisma a la orilla del marco de la ventana brillando. Su plan era guardarlo en el bolsillo de su chaleco y salir pero se quedó perdido en los colores que se proyectaban en el techo y las paredes del cuarto de color celeste pastel.
Estaba tan perdido en los colores que no se percató que una muchacha había salido de la ducha en su bata de baño y su cabello húmedo. Tampoco se había dado cuenta que la chica le hablaba haciéndole la pregunta de ¿Quién eres? En ese momento era solo él y las luces que lo relajaban tanto.
Pero la mano húmeda untada en crema de mango intenso que comenzó a sentir Jin lo sacaron de su hiperfoco soñado dándole a conocer que no estaba en su cuarto, ni estaba solo.
—Hola, debes ser Jin— la textura viscosa de la crema en su mano luego de que la chica lo tocara lo llevó a alejarse de forma repentina chocando con el marco de la ventana botando su prisma por esta misma al punto de estrellarse con el las baldosas de cemento rompiéndose de inmediato.
Jin movió a la chica de su camino saliendo al pasillo donde Yuan lo vio pasar y corrió tras de él. La abrupta reacción de Jin corriendo por las escaleras para luego lanzarse al piso para recoger las piezas fue algo que a todos los dejó muy asustados e impresionados.
—¡No, no, no, no!— repetía Jin recogiendo los trozos de vidrio que ahora no brillaban y se mecía en el piso.
Sus sentidos estaban tan alterados que su cuerpo comenzó a sudar, se sentía irritado y recordó que su mano tenia esa crema de olor a mango la cual limpió contra su chaleco.
—Jin vamos a casa— la Sra. Kim con el rostro enrojecido tomó a Jin de la mano y cruzaron a la casa para no volver a salir de ella ni asomarse por la ventana.
En la casa de los Chang todos quedaron preocupados. El padre de familia no comprendía la situación y por qué un hombre de 30 años se comportaba así, la madre no deseaba hacer comentarios frente a Yuan pero Kang Ji comprendía todo y Yuan también. Ambas se levantaron de la mesa y se fueron a sus cuartos luego del almuerzo.
—Siento haber provocado esto— Yuan abrazó a Kang Ji por la cintura —. Dijiste que te gustaban las luces que tenia Jin en su cuarto y me di cuenta que provenían de esa pieza de vibrio, no creí que le importaría— suspiró mientras ambas entraban a al cuarto de Kang Ji —. Quería darte una sorpresa ahora que volvías de la universidad—.
—¡Lo sé Yuan pero no debiste! Eso se llama robar y lo sabes— le quitó las lagrimas a su hermana menor y la abrazó —. No quería que nos conociéramos así, es una lastima— Kang Ji miró hacia el cuarto de Jin y pensó en como se sentiría después de lo sucedido.
—¡Ya que sé puede animarlo!— Yuan corrió a su pieza y se encerró.
La pequeña pelinegra sacó sus crayones de colores y una hoja en blanco para hacer un crucigrama especial para SeokJin a modo de disculpa con un mensaje de disculpas. Si bien su letra no era la mejor, había intentado escribir lo mejor posible para que Jin pudiera descifrar sus disculpas.
Yuan es la mejor, a pesar de haber robado al menos quiere enmendarlo... lo había hecho por u hermana, no la culpo.
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