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𝘤𝘩𝘢𝘳𝘱𝘦𝘳 𝘵𝘦𝘯

FUN

Aquella noche, Emma tenía la casa sola.

Oliver y Sonya se habían ido hacía un rato largo ya, al rededor de tres o cuatro horas. Había deseado esto un tiempo, tener un espacio propio, un lugar tranquilo dónde ser ella misma y hacer lo que quisiera como la adulta que ya era. Sin embargo, no entendía porqué, cuando se sentó en la sala, se sintió tan vacío y silencioso. Bueno, si sabía, solo no lo quería ver. Ellos eran sus amigos, a pesar de todo, incluso en el tenso ambiente en el que, obviamente, su irritación y cansancio no estaban aportando nada bueno. Aún así los quería y no le gustaba pelear con ellos.

Prendió la televisión porque prefería escuchar la voz de otro que la suya en su cabeza remarcando todo lo que había hecho y salido mal en el último tiempo, y consiguió un programa de remodelaciones de casas que la mantuvo entretenida una hora. Luego se dirigió a su habitación cuando pensó que el sueño ya estaba llamando a su puerta, sin embargo, le tomo otra hora darse cuenta de que no lo conciliaría pronto. Entonces se sentó en el borde de su cama, balanceado sus pies en la oscuridad y cuando miró la luna brillar por la ventana, una luz en su cabeza se encendió.

No tenía nada que perder, ¿verdad?

Así que se levantó directamente hacia su cómoda, revolviendo los cajones y para su sorpresa, encontró esa falda que le encantaba un montón pero hacia un tiempo que no la usaba. "Estoy loca" fue lo que se dijo cuando se miró al espejo usando la prenda con un suéter y sus medias térmicas, y aunque no lo crean, eso la hizo sonreír. Sin embargo, realmente lo estaba, afuera con mucha suerte habían seis grados pero eso era lo último por lo que se preocuparía. Mientras metía algunos objetos en su pequeño bolso, comenzó a buscar en su celular algo cerca del lugar —tampoco quería divagar por la noche sola— y encontró un pequeño bar a dos cuadras del edificio, sobre una calle bastante concurrida.

No tenía nada que perder, sin embargo, quizás si tenía algo que perder y era la poca dignidad que aún le quedaba. Así que como al fin y al cabo, es Emma y la torpeza la perseguía aunque estuviera deprimida, tropezó con alguien.

Venía pensando un par de cosas y no estaba prestando mucha atención a por dónde caminaba, así que cuando quiso acordar, había chocado contra una chica, sin embargo, solo ella terminó en el suelo. La caja que la jóven llevaba, cayó junto a Emma y todo lo que había adentro quedó tirado sobre la acera.

Rápidamente se recompuso para juntar las cosas que se habían caído y ponerlas dentro de la caja.

—¡Lo siento mucho! —exclamó sin mirarle la cara a la chica, estaba demasiado avergonzada como para hacerlo.

Ella, sin mediar palabra, la tomo de la muñeca e hizo que se levantará.

—¿Estás bien?

Sin duda, su voz se oía mucho más madura que la suya. Por primera vez pudo ver su rostro, encontrándose con una mujer en sus veinte con rasgos definidos, cabello corto teñido de violeta, un piercing en la nariz y sus ojos amatistas examinandola.

Tragó en seco.

Rápidamente salió de su trance y asintió, no quería quitarle más tiempo.

Ella se agachó a recoger la caja y pudo apreciar que en la camisa que traía puesta, dejaba en claro que era parte del personal del bar.

—¿No te duele? —preguntó, levantándose del suelo.

Quizás esa fue la palabra clave que necesitaba oir para dejar de prestarle tanta atención a ella y ponerla en si misma, porque cuando la escuchó, se dio cuenta de que tenía un dolor punzante en la rodilla. Sus medias térmicas estaban rotas alrededor de su rodilla y un fino hilo de sangre se le escurría por la pierna.

—Oh... —musitó.

Eso hizo que la chica levantara las cejas.

—Ven.

La guió dentro del depósito, dónde estaba llevando las anteriores cajas de mercadería antes de que Emma interrupiera su tarea. Cómo sea, si aún conservará todos sus tornillos bien ajustados, NUNCA habría seguido a la jóven dentro de un frio y húmedo deposito sin escapatoria visible, sin embargo, como había dejado su sano juicio en su hogar, no era muy conciente de lo que estaba haciendo.

Apesar de haber interrumpido su trabajo y de aparentar un aspecto tenebroso, parecía no estar tan desprocupada por ella aunque quisiera aparentar indiferencia al no mirarla a los ojos cuando le hablaba.

Sentada sobre una mesa de aluminio, ella dejó un botiquín de primeros auxilios a su lado y sin cruzar miradas, lo abrió delante suyo.

—Quizás esto te sirva para limpiarte —comentó, sonando desinteresada.

Se ve que estuvo un largo rato mirando el algodón empapado de una sustancia que desinfectaría la herida, ya que se encontró a la jóven arrebatándosela de la mano y limpiandola por si misma.

—¿Qué hace una jovencita divagando sola por las calles a esta hora? —indagó, deshaciéndose del algodón en la papelera mientras ella observaba su herida.

Se tomó el descaro de hacerle un repaso con la vista mientras ella recargaba su cadera en el borde de la mesa. Tenía una camisa negra con el logo del bar en el bolsillo, delantal del mismo color, tez pálida como la de una muñeca de porcelana y además, cuatro o cinco aritos colgandondole a lo largo de la oreja. Devolvió la vista al suelo, tratando de disimular.

—No estaba divagando, venía a este bar —alegó.

—Genial. Otra jovencita que vacía sus penas en el alcohol. ¿Cuántos años tienes? ¿Dieciocho? —cuestionó, colocando una mano en su cadera.

Emma frunció el ceño.

—Literalmente tu negocio vive de eso.

Por un momento, ambas permanecieron calladas.

—No negaste ser una de ellas —señaló, por fin fingiendo hacer su trabajo en vez de hablar con ella.

—Para que lo voy a negar —se encogió de hombros, jugando con sus manos.

Ella la miró.

—Increible que no necesitaras ni una gota de alcohol para tropezar y terminar en el suelo.

La joven se rió pero Emma simplemente arrugó el ceño.

Guardó silencio, eventualmente quedando sumergidas en un espacio donde lo único que se escuchaban era el ruido de las botellas que ella movía.

Entonces Emma volvió a interrupirlo.

—No tengo dieciocho.

Ella no volteó a verla pero pudo notar como alzó las cejas.

—¿Diecisiete? Eso ya sería ilegal.

Emma rodó los ojos.

—Tengo veintidós.

La jóven comenzó a reírse. Emma frunció los labios.

—¿Qué?

—Imposible —negó, tratando de recomponerse—. Eres super pequeñitay bajita, es imposible que tengas...

Revolvió su bolso, buscando algo y antes de que terminará de hablar, alzó su licencia de conducir frente a sus ojos, dónde claramente se veía su foto, su nombre completo y la fecha de su nacimiento. Ella la leyó con los ojos entrecerrados, dudando de la veracidad de ese documento.

—De igual manera sigues siendo una jovencita —le dijo, volviendo a su trabajo—. Por cierto, bonito nombre.

Emma se sorprendió un poco al escuchar el halago, si es que lo podía tomar de esa manera.

—Gracias... Supongo —balbuceó, jugando con un mechón de su cabello. De igual manera, retomó su postura—. Hablás de mi edad como si hubieras vivido la Segunda Guerra Mundial, ¿tan fósil eres?

—Me siento ofendida —alegó ella, poniendo sus manos a los costados de su cadera—. Soy muy jóven aún. Adivina.

Emma no sé lo pensó mucho antes de contestar.

—¿Treinta y uno?

Supo que aquella no era la respuesta correcta simplemente por la expresión. Emma rió.

—Oye no me mires así, me pediste que adivinara y lo hice —se defendió ella, divertida.

La joven la miró con cara de pocos amigos.

—Ventiseis... —respondió molesta.

A Emma se le volvió a formar una sonrisa en la cara, era divertido molestarla.

Balanceo sus pies en el aire, sumergida en el silencio del lugar nuevamente. La joven había vuelto a mover botellas y objetos de vidrio de un lado al otro, y se detuvo a su lado otra vez, anotando cosas con una lapicera en una hoja de papel, ahí fue cuando ella volvió a quedarse mirándola, pensando en algo.

—¿Te quedarás mirándome toda la noche? —murmuró, sonriendo divertida pero sin voltear hacia ella.

—¿Eh? ¡No!... Yo ya me iba...

Se bajó de la mesa, encaminandose hacia la puerta que continuaba abierta. Se detuvo antes de traspasar el marco, volteandose hacia ella.

—Gracias... Eh...

—Violet.

Emma le sonrió sinceramente.

—Gracias Violet —agradeció—. ¿Te veo del otro lado?

La joven, que ahora tenía un nombre para referirse a ella, giró su cabeza hacia ella antes que sus ojos, analizando la pregunta que le había hecho antes de asentir.

—Más bien desde abajo.

Emma alzó una ceja, confundida.

*. : 。✿ * ゚*.

Unos cuarenta minutos después, se encontraba en la barra del bar tomando algo que no estaba muy segura sobre que era, solo que con cada sorbo la garganta le ardía. Ya era bastante tarde, como las dos de la mañana, cuando comenzó a jugar con el alcohol dentro del vaso, haciendo que se forme un remolino dentro que se quedó observando, evaluando la opción de finalmente irse a su casa a dormir. Violet no había aparecido aún, había solo una chica con cabello largo y negro atendiendo en la barra, y ella era lo único que le impedía irse.

Tomo la última gota de su bebida y se levantó de su lugar, decidida a dejar su expedición nocturna por aquí, pues los párpados le pensaban y apenas podía mantenerse de pie.

Sin embargo, la chica que estaba cantando al fondo del lugar, abandonó el micrófono, luego de terminar su presentación, justo cuando le estaba dando la propina a la chica de la barra y mientras bajaba del pequeño escenario, un grupo de tres chicas y un chico subieron al escenario, entre ellos, reconoció a la de cabello corto detrás del bajo.

No tocaron nada muy ruidoso, la vocalista del grupo tenía una voz muy versátil que hipnotizó a todo aquel que la estuviera escuchando, sin embargo, los ojitos esmeralda de Emma no dejaban de brillar por el reflejo de los reflectores en ellos mientras observaba con atención la destreza que manejaba Violet con el bajo. Presenció, parada en el mismo lugar, las cuatro canciones que presentaron, cerrando la noche. Aplaudió entusiasmada cuando terminaron, aproximándose hacia el escenario, dónde los parlantes con una música más calmada sonaban y la banda desarmaba sus instrumentos. Violet esbozó una sonrisa casi invisible cuando la vio, acercándose al final de escenario para poder hablar con ella.

Y ahora entendía por qué le había dicho que la vería desde abajo, se refería a su presentación.

—Pensé que ya te habías ido —comentó ella—. Tuvimos algunos inconvenientes y tardamos en subir.

Emma se balanceó sobre sus pies.

—Iba a hacerlo —terminó contestando—. Y entonces te vi en el escenario.

Una media sonrisa se hizo presente en el rostro de Violet.

—Debiste hacerlo, el horario de protección al menor terminó hace un rato largo.

Él alcohol en su sistema permitió que está vez se riera de los chistes malos que hacía.

—¿Bebiste? —preguntó sorpresivamente.

Emma guardó silencio algunos segundos.

—No, en realidad soy de la DGI y vine a inspeccionar el bar para ver que cumplan con todas las pautas —se cruzó de brazos, mirándola con desgano—. ¿En serio?

Violet suspiró para luego reírse. Bajo del escenario para poder hablar con ella frente a frente.

—¿Puedes llamar a alguien para que venga por tí? —preguntó.

Ella alzó una ceja, curiosa.

—No... ¿Por qué?

—Porque es muy tarde, tomaste alcohol y te noté algo mareada cuando caminabas —señaló—, ¿puedes llamar a tus amigos?

—Estan fuera de la ciudad.

—¿A tus padres?

—Viven en otro estado.

Violet suspiró.

—¿Ni siquiera a alguien de confianza? —preguntó cómo última opción.

Emma hizo una mueca, sabía perfectamente en quién y por qué había pensado en esa persona cuando le dijo "alguien de confianza".

—Antes muerta.

Violet alzó una ceja, pero decidió poner su atención en mirar la hora en el reloj de la pared que en preguntar el porqué de esa respuesta. Las dos y media de la mañana marcaban las agujas, volvió a ver a Emma parada frente a ella, con los ojitos pequeños por el sueño y casi que apenas pudiendo mantenerse despierta y de pie.

—¿Vives muy lejos? —acabó preguntando.

Emma volvió a mirarla, desconcertada.

—A dos cuadras.

Ella asintió.

—Entonces te acompañaré —dijo, dándose la vuelta para tomar algo—. Ven, vamos.

*. : 。✿ * ゚*.

Si les es sincera, no recuerda nada de los últimos diez minutos, todo es muy confuso y borroso. Lo que si recuerda y con bastante nitidez, es a Violet caminando a la par de ella, asegurándose de verla entrar a su apartamento y dejándole su número de teléfono por si necesitaba algo, teniendo en cuenta que ella le habia dicho que sus conocidos estaban fuera del estado en estos momentos.

Recuerda haberse tambaleado por la sala hasta llegar a su cuarto, dónde simplemente se desplomó en su cama con una sonrisa y con la poca energía que le quedaba, observar la pantalla de su celular. Eran las tres de la mañana y tenía un mensaje de un número que no estaba entre sus contactos. "Soy Violet" alcanzó a leer, antes de caer completamente dormida con el celular en la mano y una tonta sonrisa en el rostro, una que no había experimentado hacia un tiempo.

No sé había sentido así de feliz y completa en mucho tiempo, haber salido a "tomar un poco de aire y despejar la cabeza" había cumplido su objetivo y más.

Emma no tenía ni idea de que estás emociones, le darían paso a otras más, este solo era el inicio.

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💌bykotw
2425 palabras😨😨😨

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