𝘤𝘩𝘢𝘳𝘱𝘦𝘳 𝘦𝘪𝘨𝘩𝘵
DISCOMFORT
Emma había bajado, por lo que eso solamente significaba una cosa: privacidad. Nadie los estaba mirando o los podía interrumpir en un momento inoportuno, así que por esa misma razón es por la que estaban besuqueandose en el sillón tal y como si no se hubieran visto en cien años.
Y era curioso porque no le había visto la cara a Oliver en quince minutos, que fue lo que tardó en ducharse.
De igual manera, allí se encontraban aprovechando el tiempo que les quedara para poder estar tranquilos. Él tenía una de sus manos en la espalda baja de Sonya, colada por debajo de su remera, cuando escuchó que algo sonaba bajo ella Ambos recobraron la postura y por encima de su hombro, Oliver pudo ver la cara de Gillian en la pantalla del celular de Sonya.
Y cada partícula de felicidad dejó su cuerpo. ¿Cuándo podría besar a su novia tranquilo en el sillón de su propio departamento?
—Si no es una, es la otra —rechistó, haciendo referencia a Emma y Gillian, luego levantó el celular—, pero siempre encuentran la forma de interrumpirnos.
Sonya sonrió divertida, Oliver realmente se molestaba cuando los interrumpían. Miró por encima de su hombro la pantalla de celular, también viendo el contacto de Gillian.
—Atenderé rápido, ¿si? —le plantó un beso en la mejilla, haciendo que le sonría.
Sin embargo, cuando él le entregó su celular, Gillian cortó la llamada y en su pantalla aparecieron tres llamadas perdidas más. Ella alzó una ceja.
—¿Eso significa que podemos seguir con lo nuestro?
Sonya iba a decir que no, pero Gillian se le adelantó y nuevamente apareció su contacto en la pantalla.
Contestó la llamada, llevándose el teléfono a la oreja y su mano libre cubrió la boca de Oliver, para que no se le escapara nada, solo por precaución.
—Al fin me contestas —dice la rubia del otro lado de la linea.
—Perdón, estaba ocupada en algo.
Lo miró de reojo, parecía orgulloso por lo que dijo.
—Si, ya me puedo hacer una idea.
—¿Que es lo que es tan urgente? Tengo cinco llamas perdidas tuyas —indagó, ignorando el comentario.
—¿Estas con Emma también? —preguntó.
—No, solo con Oliver. ¿Por qué? —cuestionó, por fin quitando la mano de encima de sus labios.
Oliver se acercó más a ella para poder escuchar lo que decían.
—Es que estaba pensando... —comenzó a balbucea, Sonya alzó una ceja—. Bueno, no lo estaba pensando pero... ¿Viste que te he estado contando sobre mis salidas con Nigel?
—¿¡Gillian está teniendo ci-
Sonya le cubrió la boca nuevamente, mirándolo con mala cara. Hubo un silencio por parte de ambas.
—Oliver, deja de husmear en nuestra conversación de chicas.
—Gillian, déjame ser una más.
Incluso el suspiro de cansancio de ella se escuchó hasta donde estaban ellos.
—Ay dios mío...
Sonya lo vio acurrucarse más cerca de ella para poder escuchar.
—Entonces... ¿Qué pasa con Nigel? —recalcó Sonya, volviendo al tema de antes.
—Ah, sí —exclamó—. Ya nos quedamos sin ideas de adónde ir, por lo que decidimos darle un final a el “tour” que nos inventamos, eso no significa que no vamos a volver a salir, obvio que si, además a mi me gusta para tiempo con él y-
—Gilly, querida, te vas por las ramas —la interrumpió ella.
—Gillian, no la escuches, síguenos contando su historia de amor —animó, totalmente encantado con las cosas que inconscientemente ella había dicho.
Sonya frunció el ceño.
—¿De qué amor hablas, Oliver?
Él rodó los ojos. Le hacían falta unos buenos lentes con bastante aumento, porque parecía ciega.
—Nada, continúa.
—Esta bien... —aceptó, volviendo a retomar el anterior tema—. Cómo decía, por lo que se nos ocurrió ir hasta la costa, o sea, a una playa.
Ambos se miraron.
—Si sabes que en Madrid no hay costas, ¿verdad? —le preguntó Sonya, ya conociendo a su amiga.
—Claro que si, por eso nos gustaría ir a Cadaqués.
Sonya parpadeó.
—¿Perdiste la cabeza? —exclamó—. ¡Eso queda en la otra punta del país!
—Lo sé, pero el lugar está bonito —Gillian se encogió de hombros.
Ella suspiró pesadamente.
—No voy a dejar que vayas tan lejos con un tio random que conociste hace dos semanas, ¿acaso te volviste loca?
—Hace tres, casi un mes.
—Sí, sí, como sea —dijo ella.
—Por eso los llame —aclaró Gillian, antes de que Sonya siguiera con su sermón—. Hablé con Nigel y él no tiene problema de que ustedes nos acompañen.
Gillian sonrió como angelito, como si ellos pudieran verla.
Sonya guardo silencio, quizás realmente estaba considerando la invitación. Entonces Oliver le arrebató el celular.
—Nos encantaría ir, sí —confirmó él, Sonya lo miraba boquiabierta—. Mhm... Si, estamos libres esa fecha... Está bien, le diremos a Emma. ¡Nos vemos!
Cortó la llamada, dejando el celular sobre la pequeña mesa de café.
—Entonces... ¿En qué estábamos? —se volteó hacia ella, sonriendo angelicalmente.
Sin embargo, cuando acortó la distancia entre ambos, lo detuvo. Estaba molesta y su expresión facial se lo dejaba en claro.
—Vamos —bufó—. No me mires de esa manera.
Ella lo estaba fulminando con la mirada. Frunció el ceño.
—No me dejaste reflexionarlo.
—Te conozco como si fueras mi novia —sonrió él, inconscientemente acomodando su cabello azulado detrás de su oreja—. Tu cara decía claramente que te harías la difícil y luego de un par de vueltas terminarías aceptando, yo solo agilicé el trámite.
—Igual. —se cruzó de brazos, con las mejillas levemente coloradas.
Oliver rodó los ojos para luego sonreírle, notando como evitaba su mirada. Finalmente se rindió.
—Esta bien, lo siento, no lo volveré a hacer —se disculpó tal cual un niño pequeño.
Ella le dio una mirada fugaz, no pudiendo contener la sonrisa por mucho tiempo más. Volvió a mirarlo a los ojos, mantuvo sus pupilas clavadas en esos iris color rubí durante un tiempo antes de plantarle un beso en sus labios... y luego otro... y otro que duró más de lo planeado... y uno más que se terminó trasladando hasta el hueco entre su cuello y su hombro. Sinceramente le hubiera gustado que ese momento durará más, sin embargo, fueron interrumpidos otra vez. La puerta del departamento se había abierto bruscamente, Emma entró y la cerró tras su paso, recorrió todo el lugar hasta su dormitorio y una vez dentro, volvió a desquitarse con su puerta cerrándola de manera agresiva.
Oliver alzó la cabeza, mirando a Sonya totalmente desconcetado. Ella le devolvió la mirada de sorpresa.
—¿Qué fue eso? —preguntó, curioso.
Solo se limitó a suspirar.
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Sonya estaba terminando de arreglarse para ir a su trabajo. Oliver ya no estaba, había salido antes, y Emma no había puesto un pie fuera de su habitación desde que se había encerrado allí, por lo que su hogar estaba en completo silencio. Caminaba por el pasillo acomodándose una horquilla que se había puesto en el cabello, cuando se le ocurrió parar frente a su puerta, pegó la oreja a esta, tratando de escuchar hacia el otro lado, sin embargo, todo estaba en silencio.
Suspiró antes de tocar a su puerta.
—¿Emma?
Esperó unos minutos pero no recibía una respuesta, iba a desistir cuando escucho su voz del otro lado, distante a la puerta.
—¿Qué quieres?
Guardó la calma, el tono que utilizaba Emma no era muy agradable.
—¿Sucedió algo con... Norman? —preguntó, intentando sonar lo más pacífica.
La mayor se recostó en la pared al lado de la puerta, de brazos cruzados.
—No te importa —espetó luego de unos segundos.
Sonya recobró su postura y su carácter en cuanto escuchó su respuesta, la amabilidad y la paciencia dejaron su cuerpo casi al instante.
—Me importa si, por algo te pregunto —dijo en mal tono.
—Pues no te importé mucho hace dos meses cuando-
—Otra vez sacas ese tema, podrías al menos dejar de ser tan inmadura y buscar otro argumento.
Ni siquiera lo notó en ese momento pero se levantó de la cama tal cual un resorte al escuchar eso. Con los puños cerrados a los costados de su cuerpo avanzó un paso sin notarlo, como si le estuviera haciendo frente a Sonya o tratando de intimidatla a través de la puerta.
—¡La única inmadura eres tú! —exclamó furiosa—. Te la pasas metiéndote en los asuntos de los demás como si ellos no fueran adultos que saben lo que hacen.
—¡Ya te habías tardado! —gritó enfadada—. ¡Ven y dímelo en la cara entonces!
Y realmente iba a hacerlo, sin embargo, cuando estuvo frente a la puerta, se paralizó algunos segundos con la mano en el pestillo y para cuando volvió en sí, escucho la puerta del departamento ser cerrada. Sonya ya se había ido.
No se paró a pensar si su silencio había sido tomado como una derrota o como la cobardía de enfrentarse a ella cara a cara, así que simplemente volvió a sentarse, pero está vez en el suelo, abrazando sus rodillas y ocultando su cara en sus brazos.
Entonces su celular sonó y un mensaje de Gillian apareció en la pantalla, siendo ella totalmente ajena a el conflicto entre Sonya y Emma. De igual manera, así era mejor, preferían no comprometerla a estar de un lado o del otro y eso era en lo único que estaban de acuerdo actualmente.
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«¿Hablaste con Sonya? NECESITO que vayamos las tres.
Podríamos tomarnos fotos graciosas en la playa 😛»
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💌 bykotw
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