Ese día lo espero un poco más de lo habitual.

No conocía su horario, no sabía nada acerca de él más allá de que a esta hora pasaba siempre por esta calle y se encontraban. Eso es lo que sabía, muy poco, y se conformaba con ello.

Pero esa tarde no paso.

Se quedó mirando a la calle vacía frente a él. Camino unos pocos pasos en la dirección opuesta, como si lo animara a aparecer.

¿Cuánto tiempo perdió? ¿Cinco, ocho minutos? No lo sabía a ciencia cierta, solo sabía que luego de esperarlo tan significante tiempo estaba empezando a sentirse culpable.

Bajaba a las alcantarillas para buscar una salvación hacia sus amigos y a su amado, no para ver al arrogante muchacho. Era una coincidencia bonita que se había estado suscitando todos estos días, nada más.

No debía de confundir las cosas. Senpai no le debía nada a él, tenía una vida fuera de esa calle. Y él no era parte de ella.

Echo un último vistazo hacia la luz fuera de la cuneta, esperando, ansiando. Empezaba a balancearse, impaciente.

¨Vamos chico, aparece¨.

¨Aparece, por favor¨.

¨No te voy a hacer nada¨.

Pero no llegó, así que algo preocupado por su falta enfilo el camino hacía las densas y oscuras entrañas del alcantarillado. Solo, sin el bonito recuerdo diario del rubio.