Compañeros
Advertencia: violencia típica del anime/manga.
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Y a veces me he guardado mis sentimientos, porque no pude encontrar un lenguaje para describirlos -Jane Austen.
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—La traje para que sea compañera de Akutagawa, no para que pierda tiempo con Nakahara. Si bien su habilidad debe ser la retaguardia de un ataque formidable, Rashomon es más adecuado —entonó una voz suave que hizo eco por toda la oficina.
El de ojos violetas arqueó las cejas sorprendido por su repentina honestidad, desde que se hizo adulta se guardaba sus emociones al menos frente a él—. ¿Estás celosa? Eres una joven mezquina, pero aún así te respaldaría a tí sobre cualquier otra persona siempre que sea conveniente para mí.
—No estoy celosa, solo creo que Akutagawa nunca tuvo la oportunidad de ser completamente funcional para la mafia porque odiaba trabajar en compañía. Es cierto que avanza por su cuenta y da buenos resultados, pero ¿Crees que siempre podremos controlarlo? Desde hace años ha aplastado nuestra autoridad una y otra vez porque nunca le hemos puesto un alto. No le importará atentar contra nosotros, aunque muera en el intento —la mujer se balanceó sobre sus propias piernas—. ¿Qué dices, jefe?
—Que sigues enojada por la empresa fachada que destruyó en su última misión, por eso lo regañaste en la reunión de ayer, y claro que lo permití porque Kōyō-kun también estaba enojada. Akutagawa no aceptará compañía, rechaza a todos si se trata de trabajo, y así es también en su vida personal —el mayor soltó una risita burlona.
La joven se enderezó con el ceño fruncido—. De acuerdo, en realidad esta es mi estrategia para hacerte caer, voy a modificar a la Port Mafia desde dentro hasta que todos tus seguidores sean despedidos y cuando eso ocurra, te mataré. De una, u otra forma llegaré a ese resultado, decide tú, Mori-san —murmuró ganándose una mirada soberbia—. Tú lo dijiste, soy mezquina —su sonrisa se ensanchó ante el hombre inexpresivo.
—Se hará a tu modo —suspiró rendido—. Nuestra pieza más hambrienta tiene una amiga. Pero si se revela antes de lo esperado, tú lo ejecutarás.
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La albina pasó la noche en un recinto perteneciente a la mafia, y dado que no era un buen ambiente para dormir sin el miedo constante de que alguien te hará algo, paso la noche en vela, quizás cuando le dieran su propio departamento, podría descansar.
Se presentó al trabajo vistiendo de negro, el día anterior notó que era un extraño codigo de vestimenta, así que adquirió prendas -comodas en su mayoría- de esas tonalidades. Esperó durante minutos hasta que Chuuya llegó con una bolsa de regalo—. ¿Es por mi aniversario de dos días en la mafia? —preguntó sarcástica.
—El jefe me dijo que te diera un teléfono y las llaves de tu apartamento, deja de ser una molestia ruidosa —comentó con amargura—. Ya me probaste que tienes una habilidad un poco útil, ahora pasando a tu condición física debo decir que es una mierda.
La de ojos rubí no pudo responder de inmediato, estaba dolida y malhumorada por sus comentarios—. Hacía ejercicio en casa unas cuantas veces.
—¿Cuántas veces por semana? —al verla vacilar reformuló su pregunta—. ¿Cuántas veces al mes?
—Puede que cinco —dijo avergonzada—. De acuerdo, no estoy en forma, ¿Y eso qué?
Chuuya le dió una mala mirada antes de alzar su pie logrando darle una patada en las costillas con la fuerza mínima haciendo que cayera sin esfuerzo. Antes de poder protestar, el joven ya le estaba ayudando a levantarse—. ¿Lo ves?, Ni siquiera trataba de tirarte, eres muy débil —dijo con tono arrogante—. Tendrás que ir al gimnasio al menos dos veces por semana, eso no está a discusión. También estoy seguro que tu compañero no te dará mucho trabajo.
—¿Compañero? —preguntó interesada—. ¿Eres mi compañero?
Chuuya soltó una carcajada—. Te falta mucho para ser mi compañera, Akutagawa es tu compañero…el chico que dormiste.
—¡El tipo loco! ¡Ni hablar, lo odio! —perdió los estribos, pero la mirada severa del mayor la hizo callar.
—El jefe lo dijo, y siendo sincero, Akutagawa pierde más estando contigo, él es un miembro importante de la mafia, y casi nunca ha trabajado en equipo, lo odia —explicó el ejecutivo.
Antes de poder pedirle una cita con el jefe, el joven de cabellos negros asomó la cabeza por el marco de la entrada—. ¿Me llamó, Chuuya-san?
El de ojos azules trató de reprimir una risa y a duras penas pudo formular palabra—. El jefe te asignó con Fumiko Kento, felicidades, tienes una compañera.
—¡Hago bien mi trabajo solo! —al darse cuenta de que su voz fue alta, decidió aclararla, pues Chuuya era una figura de autoridad mayor a incluso el jefe—. Chuuya-san, no intentó contradecir sus órdenes, pero trabajar con esa mujer será más difícil. He sido de utilidad para la mafia estando por mi cuenta.
El ejecutivo lo miraba absorto—. ¡Es la primera vez que dices tanto, mocoso! —su mueca reflejó un poco de comprensión por el chico—. A veces debemos trabajar con alguien que no nos agrada, y eso no es una excusa para fallar en las misiones. El jefe no cedió ante mi idea de que termine el entrenamiento con ella, directamente quiere que trabaje contigo cuánto antes.
—¿Y si me niego? —interrumpió la de ojos rojos—. Este sujeto trató de asesinarme, no es solo que no me agrada, está loco —señaló algo obvio para Chuuya.
El mayor posó las manos en la cintura para demostrar su descontento—. No estoy negociando, niña. Son compañeros, y como tal les corresponde la seguridad del otro —al ver que no conseguía nada, aplicó un recurso que claro no fue su idea—. Vengan, debo mostrarles algo.
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—Este lugar es horrible, quiero regresar a la sede —dijo Fumiko pero fué ignorada por los dos hombres, ella estaba en los asientos de atrás sola, así que no tenía a quien amenazar.
Chuuya detuvo el auto frente a una bodega con aspecto de película de terror—. Ustedes deben ir por algo que está adentro, su primera misión es saber que cosa.
—¿Crees que tengo cinco años? Debes ser más explícito cuando pides algo —agregó la femenina.
—Ese es el punto, si uno de ustedes no tiene el cerebro suficiente, es responsabilidad del otro tenerlo, si uno tiene la fuerza bruta, uno debe ser la distracción —lentamente sacó un paquete de cigarrillos y encendió uno. Claro que de inmediato eso logró asustar a Akutagawa, quien salió del auto y caminó por su cuenta—. Corre, niña, porque si fallan, no me importa si estás recomendada por una ejecutiva, yo mismo te arrancaré el corazón —asomó la cabeza por la ventana—. ¡Eso también va para tí, Akutagawa!
La albina bajó a paso inseguro, y siguiendo a Ryunosuke terminó frente a la puerta—. ¿Y si lo noqueamos?
El de gabardina frunció el ceño—. Si fuera tan fácil de vencer, no sería ejecutivo de la mafia. Ahora trata de mantener tu distancia, porque no me importa si Chuuya-san me castiga, te cortaré el cuello —quería acabar con todo eso, quería seguir usando su habilidad en blancos más "vivos" con los cuales practicar.
El muchacho abrió la puerta con extraña facilidad, y por inercia se adentró sin mayor preocupación. Por su parte, la joven dudó en entrar, incluso se replanteaba si entrar era una buena idea, hasta que recordó que Chuuya la miraba desde el automóvil listo para lastimarla en caso de huir. Se decidió entrar a paso lento buscando señales de cualquier cosa más que Akutagawa, pero no había nada.
Pasados unos segundos desde que bajaron, Chuuya accionó una bomba dentro de la bodega sin decirles nada, era algo así como su prueba, similar a la investigación Arahabaki que él mismo hizo años atrás. Sonrió cuando alcanzó a escuchar las quejas de Fumiko, porque en el fondo sabía que pese a ser como un conejo deslumbrado por un automóvil, tenía agallas, y un coraje maravillosamente perfecto para arriesgar la vida de ser necesario. El problema sería cómo hacer que Akutagawa entendiera su lugar, pues su actitud rebelde no le permitía hacer equipo con otro ser humano, claro, todos conocían la excepción.
—No veo nada —dijo la albina, pero no obtuvo respuesta, en cambio, Akutagawa ignoraba toda señal de vida suya. Un sonido particular la obligó a buscar entre las cajas de madera, cuando al fin encontró el objeto, que pensaba sería su tarea, solo pudo ver una bomba con cronómetro electrónico. Ladeó la cabeza confundida, y soltó la caja que sostenía—. ¡Una bomba! ¡Es una jodida bomba!
No tardó en jalar el abrigo de Akutagawa para advertirle, el muchacho por fin prestó atención, faltaban quizás diez segundos para estallar. Ambos corrían lo más rápido que podían, incluso el portador de Rashomon no era inmune a las explosiones, e hizo de lado su enfermedad pulmonar para salir de ahí. "Si muere, me matarán" pensó antes de tomar el brazo de la joven para asegurarse de que cruzará la puerta completa. Cómo pudo se puso detrás de la pared de concreto al exterior y enfrente de él puso a la mujer para no verla destrozada -aunque quería-, llegar con el jefe y mostrarle los retazos de su "recomendada" lo enemistaría aún más con la ejecutiva que llevó a Fumiko, además del claro castigo que tanto había podido librar del jefe.
La bestia negra se adhirió a su piel tratando de formar una barrera que se comiera los restos que pudieran lastimarlo. Fumiko cerró los ojos esperando quedar partida en miles de pedazos frente al auto de su superior, pero eso nunca pasó. Uno, dos y después tres minutos seguidos y nada pasaba.
Al parecer, Chuuya la desactivó y salió del auto tirando la colilla del cigarrillo para pisarlo y apagar la brasa del mismo—. Parece que lo encontraron —dijo tranquilo, dió un último vistazo al control del juguete que Hanamichi -el bombardero de la mafia- le dió en la mañana.
El más alto abrió los ojos y arrojando a un lado a la mujer se puso derecho y su ceño se frunció por el enojo—. No encontré nada, ví una bomba pero ahora estoy seguro de que era falsa —aún con toda la rabia dentro de su corazón, trató de no ser irrespetuoso con Nakahara.
—¡Yo te dije de la bomba! ¡Había una jodida bomba! —agregó la de ojos rubí con indignación—. ¿Lo sabías?
El de sombrero alzó la ceja por su informalidad, ya habría tiempo de regalarla—. Es algo sencillo, claramente ninguno tiene cerebro —hizo una pausa pero los menores seguían en blanco—. Era una prueba que reprobaron, de verdad nunca ví a mocosos tan inútiles en cuanto a inteligencia.
"Ya veo" dijeron al unisono con tono sarcástico. Se podía oler el enojo de ambos con tan poco esfuerzo.
—No fue idea mía, pero la persona que me aconsejo hacerlo dijo que uno recurre a proteger a quien debe cuando tiene la convicción, no cuando alguien se lo ordena —suspiró recargando su peso en la puerta del auto—. Espero que les haya quedado claro que desde ahora hasta que el jefe lo ordene, ustedes deben ver por el otro, y evitar que muera. Vengan, están más pálidos que de costumbre.
—Pero no quiero que sea mi compañero, incluso prefiero ir a los burdeles como dijiste alguna vez —se quejó la femenina, y eso hizo comprender a Chuuya una cosa: No importaba lo mucho que se esforzará, siempre serían como el agua y el aceite. Ambos menores caminarían sobre una cuerda floja que el otro trataba de romper.
El ejecutivo rascó su entrecejo—. A la mierda, matense entre ustedes, me da igual.
Dios, este capítulo me tomo más tiempo de lo esperado porque la inspiración no me llegaba para escribir sobre Akutagawa. También me demoré debido a la universidad, ya me tratan como adulto y yo solo quiero dormir en el pastito.
-Honey
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