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𝟬𝟯

Despertó cuando una sueve brisa que se colaba por la ventana acarició su piel expuesta, enfriandola. Pestañeó un par de veces y cuando sus ojos se acostumbraron a la tenue luz roja de la habitación supo que estaba solo, y que lo más probable era que se había quedado dormido por varias horas.

Le agradecía a la suerte por estar de su lado y que el jefe no se hubiera dado cuenta de que estaba ocupando una habitación sin ser productivo. Una sola vez le había pasado algo parecido, solo que su cuerpo preso del miedo y los espasmos no reaccionaba, pero fue peor en cuanto aquél hombre cruzó la puerta. Y gracias a aquella lección recibida, Taehyung había aprendido que no tenía que volver a hacerlo si quería que las cosas no se salieran de control.

Se levantó con cuidado y despacio, a veces solía marearse si cambiaba de posición tan abruptamente. Notó algo sobre la mesa de noche, y suspiró tomándolo con una sola mano.

Dinero.

Se sentía mal por recibir el dinero de Jungkook y solo estar recostados en la cama hablando, pero no podía hacer nada. Era mantener esa farsa o convertirse oficialmente en el esclavo sexual de su jefe. Y si lo segundo llegaba a ocurrir, Taehyung ya tenía un plan que aunque no era el perfecto, le servía.

Guardó el dinero en uno de los bolsillos de su pantalón, luego debía entregárselo a su Jefe. Se quedó mirando hacia fuera por la ventana: la calle, los autos, la noche.

Solo sabía el camino de un lado al otro de la calle, y conocía el mundo que lo rodeaba a través de letras, imágenes y algunos videos que transmitían por canales televisivos. A menudo se preguntaba qué olor tendrían los narcisos, o la gasolina y el algodón de azúcar. Este último era su golosina favorita y ni siquiera la había probado, pero podía ver que tenía consistencia muy blanda y los niños en la televisión la disfrutaban mucho.

El sonido de la puerta abriéndose provocó que se volteara asustado, con todas las alarmas de su cuerpo que gritaban "peligro" encendidas.

—Hey, tigresito. Soy tu noona—levantó las dos manos, en muestra de que no le haría nada.

Por la voz, Taehyung reconoció a Chan-mi. Una mujer treintañera de cabello negro y ojos muy bonitos que se encargaba de la limpieza de las habitaciones en ese lugar. Ella también era una especie de rehén, pero por decisión propia (en realidad, chantajeada por la falta de dinero para darle una mejor crianza a sus dos hijos).

—¿Sabes si puedo irme al departamento? Tengo sueño y quiero darme una ducha.

Queria estar en su departamento, ordenar sus pocas pertenencias; pero salir ya de ese lugar. Total, ya había cumplido con la única cosa que se les pedía para no recibir castigos.

Pero la mueca que la mujer dibujó en su rostro no le agradó, porque sabía lo que significaba.

Él quería verlo, y eso nunca traía nada bueno.

—De hecho, tigresito, el jefe me mandó a avisarte que vayas a la oficina.

—Oh, claro—suspiró resignado.

Cuando pasó junto a Chan-mi, ella le metió rápidamente un paquete pequeño de galletas de chocolate en el bolsillo. Taehyung sonrió a penas, agradeciéndole en silencio, y sin más salió.

Solo esperaba terminar bien la noche.

Golpeó la puerta de madera exactamente tres veces, y recibió un sonoro "adelante" desde adentro.

—Aquí estoy señor, como solicitó—dijo, tratando de no lucir temeroso, al abrir la puerta. El hombre canoso y con anteojos que tanto asco y miedo le provocaba, le sonrió indicándole con una mano que tomara asiento frente a su escritorio y así el menor lo hizo—. Ya q-que estoy aquí, quería entregarle el dinero de esta noche.

El hombre recibió de un tirón los billetes y los contó delante de Kim, frunciendo el ceño cada que la cifra seguía aumentando.  Dejó con cierta brusquedad el dinero en una caja registradora a su lado, y se echó hacia atrás en su asiento.

—Ese hombre viene demasiado seguido—comentó diciendo, pensativo—, y deja bastante dinero. Más del que consiguen en una noche tus compañeras, no lo entiendo.

Taehyung bajó, la cabeza, entrelazando los dedos de sus manos sobre su regazo. Si, seguramente volvía y le ayudaba por lastima.

» —¿Qué habrá visto en tí?—continuó diciendo, dubitativo—, no tienes demasiado para ofrecer en el ámbito sexual, y no eres lo que se considera lindo, ni tampoco es como que sepas seducir a una persona.

Siempre buscaba humillarlo. Taehyung estaba acostumbrado a eso, cada vez que pisaba esa oficina el hombre se encargaba de rebajarlo a una simple basura inservible. Y llegaba un punto en donde a Kim se le había metido tanto en la cabeza que pensaba que quizá el jefe tenía razón.

—Señor, por favor, q-quiero ir a al departamento—pidió, subiendo la mirada directo a sus ojos oscuros.

—¡Oh, claro! Debes estar agotado de ser abusado por el muchacho ese—se rió, mientras asentía con la cabeza—, ¿te resistes al principio, como siempre? ¿o simplemente lloras como un bebé hasta caer inconsciente, siendo llenado por cada orificio disponible de tu cuerpo? Dime, bonito, ¿cómo lo hace?

Kim sintió náuseas de repente, las tuvo que contener con toda su fuerza de voluntad para no terminar recibiendo un castigo peor. El hombre era repulsivo para él, lo odiaba con cada parte de su cuerpo y alma, pero no era tiempo de hacérselo saber y esperaba algún día poder cobrarle todo lo que le hizo.

Sin embargo, Taehyung no podía pensar con claridad. ¿Por qué alguien abusaría de él?, no era más que un niño que les daba ternura y pena a todos los clientes, y la unica persona que se había atrevido a hacerle miles de cosas horribles no era nadie más que él. Tenía muy claro que en el mundo existía gente así de mala, pero por suerte quienes frecuentaban el lugar nunca tuvieron comportamientos extraños con Taehyung.

Si Jungkook hubiera querido aprovecharse de el, ya había tenido oportunidad. Estaba seguro de que no era una mala persona, y aunque no debía arriesgarse tanto, hasta pelearía en su nombre por que fue la única persona que aunque fuera por lastima se quedó.

Muchas veces le había rogado a la gente que pasaba por ayuda, pero nunca consiguió nada hasta la noche que decidió acercarse a Jungkook. Por ello, siempre le estaría agradecido.

—Si señor, estoy cansado. Pero ese muchacho nunca hace nada que yo no quiera—tragó saliva, desviando la mirada. No podía estar un segundo más dentro de ese lugar, se quería largar en ese momento a como diera lugar—. Que usted lo haya hecho muchas veces, no quiere decir que las demás personas sean iguales.

—¡Te lo mereces por ser una maldita perra asquerosa que no sirve para absolutamente nada!—dió un puñetazo al escritorio, poniéndose de pie. El menor comenzó a llorar nervioso, sabiendo lo que seguiría después—, mereces cada cosa que te ha ocurrido desde que aquella estúpida se embarazó de ti. Debí matarte aquel día en que naciste, pero verte llorar de rodillas es más placentero.

Sin querer, Taehyung la había cagado, y tenía la certeza de que esta vez iba a doler más cualquier castigo que se le ocurriera darle en aquella tétrica oficina.

Si me dolió el pecho al escribir esto, ojalá a ustedes también al leer así estamos a mano 😞

©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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