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Capítulo O7

Ya había caído la noche, haciendo que las calles se iluminen con las farolas y las luces de las casas cercanas.

JeongGuk escribía en la agenda que le había regalado HoSeok, escribiendo todo lo que sentía en ese momento, como sus pesadillas, temores y sentimientos. A veces era más fácil escribir en un par de hojas todo lo que no te atreves a decir en voz alta.

HoSeok tocó la puerta, pidiendo permiso para entrar. Escuchó un "Pase" y abrió la puerta, encontrándose con JeongGuk escribiendo.

— ¿Pasa algo? —Preguntó JeongGuk al ver a su amigo ansioso.

Se conocían desde hace ya unos años, desde que ambos estaban en su segundo año de universidad en "Administración de empresas". En el tercer año decidieron arrendar un departamento juntos, siendo compañeros de piso.

Y aunque tuvieran gustos diferentes, supieron acoplarse bien.

— Vi a mi mamá en la tienda de decoraciones. —Se recostó en la cama de JeongGuk, relajando su cuerpo. — ¿Cuándo les diremos a nuestros cercanos que somos nosotros?

— Bueno, YoonGi ya lo sabe. —HoSeok miró sorprendido y confuso al contrario, esperando una explicación. JeongGuk rodó los ojos y se recostó al lado del pelirubio. — Fui a la cafetería y ahí le dije. Me costó un poco que me creyera, pero lo hizo al final.

— Uno menos, ahora faltan los demás. —JeongGuk asintió.— Qué complicado es volver a la vida.

(♡)

El día en la cafetería solía variar según la estación del año, y en invierno era cuando más se llenaba.

Los meseros tomaban órdenes por doquier, y llevando las órdenes en las bandejas que estaban en sus manos.

YoonGi y JeongGuk estaban revisando el presupuesto, pronto tendrían que pedir algunas cosas para el lugar. Aunque, el único que realmente estaba revisando y sacando cuentas era JeongGuk, ya que YoonGi lo miraba de vez en cuando los papeles, su mirada se posaba en mayor parte en su mejor amigo.

— ¿Acaso te gusto que me miras tanto? —YoonGi negó rápidamente, haciendo una mueca. — ¿entonces?

— Es solo que me estaba preguntando cuántas personas que han muerto volvieron a la vida.

— No tengo ni la menor idea, pero supongo que no somos los únicos.

La puerta fue abierta abruptamente por uno de los meseros. — Lo siento por interrumpir, jefes, pero hay un chico que dice que los conoce y quiere hablar con ustedes.

— Esta bien, déjalo pasar. —Dijo sin interés JeongGuk.

HoSeok entró nervioso a la oficina de la cafetería, viendo ansioso a YoonGi, esperando por ver si YoonGi lo reconocía.

YoonGi llevó su vista al recién llegado, enarcando una ceja al mirarlo de pies a cabeza. — Uh...siento como si ya te hubiera visto en alguna parte.

— Claro que lo haz visto, es HoSook. —YoonGi abrió su boca sorprendido, formando una "O".

— Cuanto tiempo, eh. —Saludó un poco incómodo al sentir la mirada firme de YoonGi.

— Ustedes me volverán loco. —Suspiró cansado, apartando la mirada. JeongGuk solo negó divertido, y HoSeok tomó asiento en el sillón que estaba en el lugar.

HoSeok no tenía nada mejor que hacer en el departamento, así que decidió ir a ver la cafetería un rato, claro que llegó caminando, no quería volver a subirse a su auto por ningún motivo.

Cuando llegó la noche y cerraron la cafetería, se despidieron de YoonGi y caminaron hasta su departamento.

Cada vez que pasaba un auto, o se escuchaban las bocinas de estos sonar, HoSeok se colocaba nervioso, empezando a jugar con sus manos y ponerse alerta.

JeongGuk solo tomó su mano, dándole apoyo y tranquilidad al pelirubio. Sabía que el contrario no quería volverse a subir a un auto, menos si debía manejar. Pero no se quedaría de brazos cruzados, se prometió a sí mismo que ayudaría a HoSeok a superar el miedo, sino dejaría de llamarse Jeon JeongGuk, y realmente esperaba que lo pudiera lograr porque amaba su nuevo nombre.

Nunca era fácil superar un miedo o un trauma, pero tarde o temprano tendrías que enfrentarlo. El miedo nos puede ganar varias veces, y eso nos puede jugar en contra.

Cada mala experiencia nos deja una consecuencia, y estaba en nuestras manos sí esforzarse para superarlo, o solo dejarlo de lado, porque, aunque quisiéramos, jamás podríamos olvidar algo que nos marcó.

Y no necesariamente lo podríamos lograr de la noche a la mañana, costaba tiempo. Algunos podían más rápido, otros les tomaba más tiempo, pero todo valdría la pena.

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