Luke se despertó al otro día, pero esta vez no se encontró con la mirada penetrante de un niño rubio de ojos vesdosos, o con la cálida miranda de aquella mujer de nombre Wanda, si no despertó con la mirada bicolor de un perro qué parecía de dos meses, al principio quiso alejarse por que no tenía buenos recuerdos con los caninos, pero al ver que perro solo lo miraba fijamente, tomo el valor de caricirlo.

Y al ver que perro no lo mordería, se sintió relajado, y con una pequeña sonrisa lo comenzó a acariciar con más confieza y calma, riendo como el perro se colocaba de espalda para que le acaricie su panza.

No sabe cuántos minutos estuvo así, acariciando al perro sobre la cama donde estaba acostado, tanto que no se había dado cuanta qué la puerta de la habitación fue abierta y de ahí lo estaba viendo aquella mujer pelirroja de nombre Wanda.

— Su nombre es Devon — soltó Wanda con una voz cálida y despacio para no asustarlo.

Luke se asustó un poco al no estar alerta y no darce cuanta que ella estaba ahí mirándolo.

Luke se quedó mirando a Wanda, aún sorprendido por su presencia repentina. Ella le sonrió y extendió un conjunto de ropa limpia hacia él.

— Te he traído algo de ropa — dijo Wanda, su voz todavía suave. — Una vez que te hayas bañado y cambiado, únete a Percy y a mí en la cocina para desayunar.

Luke asintió, aún sin palabras, y tomó la ropa. Se dirigió al baño, cerrando la puerta detrás de él. El agua caliente del grifo llenó la habitación de vapor, y por un momento, se permitió relajarse bajo el chorro cálido. Después de secarse, se puso la ropa limpia que Wanda le había dado, una camisa simple y unos pantalones cómodos.

Frente al espejo, Luke se detuvo. La cicatriz en su mejilla era un recordatorio constante de su pasado, una línea fina que trazaba su piel como un mapa de una vida que deseaba olvidar. Respiró hondo, apartando la mirada del reflejo y de los recuerdos que traía consigo.

Con la ropa limpia puesta, salió del baño y se dirigió a la cocina, donde los aromas del desayuno ya llenaban el aire. Wanda y Percy estaban allí, charlando animadamente. Al verlo, Percy le hizo un gesto para que se uniera a ellos.

— Buenos días, Luke — dijo Percy con una sonrisa. — Espero que Devon no te haya molestado mucho esta mañana.

Luke se sentó, permitiéndose una sonrisa más amplia.

— No, en absoluto — respondió. — Es un buen compañero.

El desayuno transcurrió entre risas y conversaciones ligeras. Por un momento, Luke pudo olvidarse de las cicatrices y disfrutar de la calidez de una mañana tranquila junto a amigos inesperados.

Hades, el señor del Inframundo, había sentido una paz inusual en los últimos días, una calma que no se correspondía con su reino de sombras. Pero esa tranquilidad se vio interrumpida por la sensación de una magia poderosa y caótica, una energía que no pertenecía a su dominio oscuro. Era la magia de una bruja del caos, y su curiosidad lo llevó a abandonar su trono para buscar su origen.

Guiado por este poder desconocido, Hades adoptó su forma mortal y caminó entre los humanos, siguiendo el rastro de la magia hasta encontrar a Wanda. La vio por primera vez en un claro del bosque, su cabello rojo brillando con la luz del sol, su aura de poder envolviéndola como un manto. La belleza de Wanda era innegable, pero era su fuerza interior, su dominio del caos y la creación, lo que realmente lo cautivó.

Nunca antes había sentido algo así, ni siquiera en los tiempos antiguos cuando Perséfone, su sobrina y esposa, caminaba a su lado. La traición de Perséfone había dejado una herida en su corazón que pensó que nunca sanaría. Había cerrado su corazón al amor y la pasión, pero la presencia de Wanda lo hacía cuestionar esa decisión. La había expulsado del Inframundo después de su infidelidad, anulando su matrimonio, pero ahora, frente a Wanda, sentía una conexión que no podía ignorar.

Mientras tanto, Wanda, en la calidez de su hogar, disfrutaba de la compañía de Percy y Luke. Había sentido la presencia de algo oscuro en el borde de su conciencia, una sombra que se cernía cerca, pero eligió ignorarla, concentrándose en el momento presente. La risa y las conversaciones llenaban la cocina, y por un momento, la oscuridad que se acercaba no era más que un susurro lejano, ahogado por la alegría de la mañana.

762 palabras

Espero y les guste

Les dejo este pequeño detalle para una próxima historia.

Una hija de Hades no raclamada, emparejada con Stiles y Noguistune Stiles.