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08

—Levántate

—¡Mierda! —susurró con molestia en el momento que sintió su rostro ser empapado gracias a un vaso de agua

—Levántate —volvió a ordenar —Ve a ducharte y come algo, te ves del asco Yeon.

—¿Sí? Te recuerdo que gracias a ti me veo de esta manera... Hijo de puta —susurró

—¿Cómo me llamaste?

—Qué importa...

—Pregunté que cómo me llamaste, ¡habla idiota! —gritó sujetando fuerte de aquella cabellera rubia —¡Habla, maldita sea!

—Qué eres un hijo de puta, ¿feliz?, ahora suéltame, estoy harto... ¿Qué tanta mierda te cuesta dejarme en paz y largarte con Kai? Te odio Soobin, lárgate de mi casa, apestas a alcohol

—¡Já! Será muuuy tu casa, pero te recuerdo que... que yo pago todo lo necesario para mantener este hogar en pie —hipó soltando a Yeonjun con violencia haciéndolo caer nuevamente —kai no es como tú... ah, ese idiota es tan jodidamente meloso, me da asssscoooo, y tú... Ah, eres tan bello y delicado como una princesa, mi princesaaaa —dijo arrastrando las palabras ante su evidente ebriedad

Lo vió salir de la habitación tambaleándose y descubrió que jamás había sentido tanta rabia en toda su vida, odiaba con toda su alma ser tratado y catalogado como una chica. Qué él fuese quien se abría de piernas al momento del sexo, no lo convertía en una mujer y lo sabía. En ningún momento le había tomado tanta importancia como ahora, aquella venda que lo mantenía cegado estaba cayéndose y ahora comenzaba a ver que su realidad era más perturbadora de lo que creyó en algún otro momento.

—¿A dónde vas? —habló firme deteniendo el caminar del rubio

—A donde no estés tú

—Junnie, bebé... Tenemos que hablar

Yeonjun lo miró con recelo, chasqueando la lengua y negándose a aquello. Estaba dispuesto a salir de casa cuando sintió los brazos del peliazul rodear su cuerpo.

—No te vayas amor, por favor no... Somos adultos y tenemos que encontrar una solución

—¿Ah sí? Yo... Yo no entiendo cuál es tu puto concepto de adultez, mírate. Te largaste anoche y me encerraste, vuelves ebrio aún y ¿necesitas hablar?, estás demasiado lejos de ser una persona adulta que piense con claridad. ¡Déjame sólo! ¿Quieres? Déjame salir a respirar, me asfixias Soobin, quítate —soltó exasperado sacándose al más alto de encima, saliendo de casa azotando la puerta.

El peliazul se dejó caer de rodillas al piso, cubriendo su boca ante la sorpresa. La actitud de su esposo estaba muy distante de ser normal y no era la primera vez que reaccionaba de tal forma. En parte sentía que aquello era culpa suya, pues Yeonjun jamás se hubiese atrevido siquiera a alzarle la voz, desde que lo conoció se había comportado cariñoso y comprensible. Y por otro lado, también culpaba a BeomGyu, porque aunque su amistad empezara incluso mucho antes de conocer al rubio, daba por seguro que el peligris influía demasiado en el comportamiento de su pareja, o al menos ese era el pensamiento que no lo dejaba descansar.

Abrió el grifo dejando caer al agua fría sobre su cuerpo, necesitaba pensar claramente y el alcohol en su interior no ayudaba absolutamente en nada. Quería salir adelante y acabar con su sufrimiento y recuerdos que lo perseguían de años atrás, y lo había intentado cuando fue con Yeonjun a aquella clínica, pero sus celos eran exagerados e idiotas, y terminaban cégandolo una y otra vez. Muchas veces se había percatado de su error, pues el rubio jamás le había dado motivos para desconfiar de él, entonces quería entender el porque aquel círculo enfermizo seguía repitiéndose. Definitivamente no podía evitarlo.

La sensación de tener las manos del castaño tocando anoche cada parte de sí, lo hicieron estremecerse. Y es que él era el que debía estar recibiendo maltratos por parte de Yeonjun, o algo que pudiese hacerlo entender. Tenía a la mejor persona a su lado y ahora estaba destruyéndola. No quería arrastrarlo a aquel fondo de la depresión en el que llevaba años viviendo, pero tampoco se veía en un futuro solo, sin compañía de la persona que según él, más amaba en el mundo.

—¿Tienes permitido estar aquí? —dijo mirándolo con pena

—Qué importa... ¿Vas a dejarme entrar?

El peligris se hizo a un lado para permitirle la entrada a su mejor amigo, quien entró sin dejar de presionar su abdomen con ambas manos. Durante mucho tiempo le había importado poco lo que Soobin pensara de su amistad con Yeonjun, pero luego de verlo llegar con el rostro pálido y grandes ojeras adornando su rostro, no le costó demasiado adivinar quién era el causante de todo aquello. No mentía cuando dijo que se quedaría a su lado a pesar de todo, pero estaba cansado de insistirle al rubio que su relación era enfermiza y estaba causándole un mal que si no lo remediaba a tiempo, podía tornarse más peligrosa.

—Quítate la playera

—¿Qué? ¿Por qué?

—Choi...

Yeonjun mordió su labio cabizbajo antes de obedecer a Beom. Sabía muy bien a que se debía la petición y tenía miedo, pues le juraba una y otra vez que el peliazul no podía llegar a ser tan cruel con él y además sentía vergüenza de sí, pues podía llegar a ser cobarde en algunos casos, pero en cuanto a los golpes, Yeonjun jamás se dejaba ante esto y mucho menos se rendía tan fácilmente. ¿Por qué con Soobin era diferente?

El peligris exhaló profundo sintiendo su labio inferior temblar insistente y antes de soltar una palabra, ya se encontraba abrazando a su amigo conteniendo las lágrimas que se agolpaban ante la imagen de su torso cubierto de moretones de una manera increíble.

Lo sabía. Sabía que era cuestión de tiempo para que llegara ese momento y no pudo evitar lamentarse por no haberse opuesto a aquella boda. Desde el instante que tuvo la oportunidad de conocer al peliazul, éste jamás le dio buena impresión pero el simple hecho de ver a su amigo sonreír de la misma forma que cuando era pequeño, lo hizo quedarse callado.

Recordar la ocasión que quiso abusar sexualmente de su novio, TaeHyun, terminó por quebrarlo. Le era difícil aún superar el rostro del pelirojo bañado en lágrimas mientras pedía ayuda a gritos desesperados.
Si bien, BeomGyu jamás fue víctima del peliazul, eso no quitaba que le afectará todo lo sucedido con su novio y su casi hermano.

En ese momento pudo darse cuenta que jamás debió dejar de insistir, ahora más que nunca, no podía rendirse y dejar solo a Yeonjun.
Si Soobin tenía planeado hundirse junto con él, BeomGyu lucharía hasta el final para lograr salvarlo.

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