14
Los pocos días felices que vivieron juntos se esfumó.
Nozel junto a Tema llegaron frente a la casa tocando la puerta. Llevándose de ella a su hija y todas sus cosas.
La albina escuchaba llorar a la mejor amiga de su madre... Incluso intento quedarse con la custodia, pero claramente no pudo contra el abogado. Le pedía perdón mientras la abrazaba fuertemente, y no entendía por que; esa mujer no tenía la culpa de nada.
En cambio ella...
Después de haber escuchado todo el accidente ya no pudo árticular palabra alguna.
Veía pérdida a su amigo, no le ponía atención a lo que decía. Recordaba en cada momento el grito y el choque de impacto, también alucinaba a su madre algunas veces.
La mujer aparecía igual como la encontró en el hospital.
Recordaba tan bien como llegó al hospital en la moto y desde lo lejos miro como llevaban a su madre en la camilla, grabando en su memoria su apariencia impactante.
Sin poder dormir por las pesadillas se mantenía despierta escuchando las canciones que tenía su madre en un cassette de música, reproduciendo una y otra vez las canciones.
Así por días, semanas... meses.
La llamaban a cada rato sus amigos pero no les contestaba por miedo de volver a escuchar el choque. Después de todo ya no podía articular ninguna palabra.
Ahora en su nuevo cuarto admiro la radio que su madre siempre tenía con ella.
Dejó de asistir a clases por un tiempo, su padre lo había permitido.
—Oyuki.... Te traje comida—su preocupado hermano siempre iba a su cuarto con excusas, buscando que le respondiera algo.
El mayor noto los demás platos con comida, estos aún con su contenido completo.
Nisiquiera lo había volteado a ver, simplemente miraba pérdida la pared del techo con los audífonos de su difunta madre puestos.
—¿Quieres salir por una nieve?—pregunto sin recibir aún una respuesta—¿Que tal si vemos una película?
Su insistencia la había hecho llorar; la mujer también la invitaba a ver películas juntas por las noches.
—¡No llores Oyuki!—exclamó asustado y nervioso—No era mi intensión, voy a dejarte pero no llores hermanita.
Se marchó apresuradamente de la habitación dejándola nuevamente sola. Hundiéndose entre las cobijas, soltando las lágrimas que aún salían de vez en cuando.
Quería a su mamá.
Deprimida y con las emociones al flote jalo con desesperación su cabello albino, se levantó a tropezones hasta llegar a su escritorio y tomar las tijeras...
Miro su cuerpo en el espejo y con exasperación corto varios de los mechones, no le gustaba ver el cabello blanco sin color, llorando con impotencia soltó las tijeras, admirando como había quedado.
No le gustaba. No le gustaba. No le gustaba. No le gustaba. No le gustaba lo que miraba.
Grito golpeando el cristal con fuerza hasta quebrarlo.
—¡Oyuki!—el mayor entro a el cuarto mirando como su hija seguía golpeando el espejo, con mucha ira y sangre escurriendo por su manos.
Corrió hasta ella y la abrazo con fuerza apartandola, sus pies estaban descalzos por lo que también sangraban por los vidrios esparcidos.
—¡Tenma trae el botiquín!—le grito sujetando con fuerza a la menor que forcejeaba con jadeos—¡DETENTE OYUKI!
Pataleba la fémina desesperada, quería librarse de los brazos que la aprisionaban.
El muchacho entro e inyectó el tranquilizante que había preparado en uno de los brazos, haciéndo efecto poco a poco.
—Oyuki—habló el peli negro al ver toda la sangre de sus manos y pies.
—....M-amá—murmuro entre sollozos hasta dejar de pelear. Su voz había sonado tan leve que casi no se lograba escuchar.
—No estas bien Oyuki, necesitas ayuda—comentó el mayor acariciando el cabello de su hija quien negaba frenética—Entonces tienes que parar, por favor dime que necesitas.
—Quiere a mamá—aclaró el chico quien también había comenzado a llorar.
El mayor miro a su hijo mayor, era la primera vez que lo veía llorar por su madre. Dolido desvío la mirada.
No podía hacer nada por sus hijos. Él no podía revivir a la mujer.
—Tenma, ayudame a desinfectar las heridas—ordenó amablemente cargando fácilmente a la albina hasta acostarla en la cama.
Como si de una muñeca se tratara curaron y movieron a la menor.
Mientras el peli negro atendía las cortada el mayor recogía todos los vidrios y los mechones de cabello blanco.
Suspiro al ver el teléfono tirado, lo revisó dándole una mirada rápida, viendo todas las llamadas pérdidas y muchos mensajes de chicos preguntando por ella. Fue ahí cuando pensó en mandale mensaje a alguien en especial, que no fue difícil de encontrar por el nombre tan a secas pero reconocible.
Obteniendo una respuesta inmediata.
Satisfecho salió de la habitación junto a su hijo, dejando a la menor descansando.
La menor de los Udai respiraba pacífica, sabiendo que habían utilizado un traquilizador una vez más, no era la primera vez que se salía de control destruyendo todo en su paso o a ella misma.
Tenía que superarlo. Sabía que tenía que, pero cada vez que lo intenta cae sin que alguien puedo ayudarla a levantarse.
La puerta fue azotada con fuerza obligándola a voltear la cabeza con peresa, encontrándose con la cara enojada de su mejor amigo.
¿En que momento había llegado a la casa? Se preguntó la chica.
—Iremos nosotros dos juntos a pasar tiempo como lo hacíamos de niños, solo tú y yo—exclamó apuntándose el mismo—Mueve el culo y cambiate.
Con el ceño fruncido le dio la espalda tapándose por completo, ignorando lo que decía.
—¡Arriba!—grito. Sin darle tiempo a pensar levantando el colchón hasta tirarla de la cama
Negaba enojada, arrastrándose para escapar e ir con su padre o hermano para que sacaran de la casa al salvaje que tenía el valor de llegar gritando como un enfermo mental a su cuarto.
¡Aun estaba de luto!
Pero el de colmillos se subió a su espalda como si fuera un jinete de caballos, apricionandola con sus piernas y brazos. Oyuki desesperada intentaba quitárselo de ensima.
—¡Ánimo!—dijo colocándole como pudo un suéter.
Todo eso en la entrada de la habitación, ante la atenta mirada de los dos mayores que no se opondrían en su camino. Después de todo había sido idea del mayor.
—¡Si no te pones los pantalones yo mismo te quitare el short!—advirtió consiguiendo un golpe en la nariz—¡Entonces hazlo tu sola!
—Baji no creo que-
Nozel se detuvo al ver como si había funcionado, la chica por cuenta propia le arrebató el pantalón que había escogido anteriormente su amigo y se encerró en el cuarto.
—¡Si no sales en menos de cinco minutos voy a derribar la puerta!—aviso amenazante a gritos.
—Es bueno verte de nuevo Baji-san—habló Tenma un poco perdido, sorprendido por la confianza que tenía con su hermana y como le había gritado hasta hacerla reaccionar—Hace semanas que no te vemos.
—¿Por que no viniste antes?—cuestionó el mayor dándole una mirada sombría.
—No son los únicos que les dolió la muerte de la señora Udai.... Siempre estaba para mi y cuidaba como su propio hijo—contestó serio—Aparte mi mamá me preocupaba también, no podía dejarla sola sin confirmar que tampoco se haría daño.
Vaya que ambas estaban inestables, sin embargo, Keisuke se mantuvo fuerte por su madre y ahora lo tenía que ser por Oyuki.
—Le inyectamos un tranquilizante pero tampoco es tan efectivo o potente. Pero que no te sorprenda si se duerme repentinamente—mencionó el mayor saliendo del pasillo para ir a la planta baja de la casa.
—¿Y como están los demás chicos?
—¿Los conoces?—extrañado pregunto con otra pregunta.
—Oyuki me contaba todo lo que hacían. Me sorprende que tampoco hayan venido a verla...
—Draken lo ordenó, queríamos darle su espacio pero estoy seguro que no pararon de llamarle—rasco su cabeza recordando la discusión que se había armado con los dos rubios.
Ambos voltearon al escuchar la puerta abrirse, de ella se asomaba la cara de la fémina con el ceño fruncido.
—No nos mires así hermanita.... Salir no te hará daño—aconsejó dándole una sonrisa reconfortante, tan cálida que la había echo sentir mal. Pensando que había sido una mala hermana con el—Den un paseo tranquilo y despeja tu mente, los esperaremos aquí.
—Pareces un gato Uki-chan.
Cubriéndose con la capucha del suéter siguió a su amigo hasta la entrada y ambos se pusieron sus calzados, listos para irse.
Llegaron hasta la moto y él mismo le puso el casco extra que había traído especialmente para ella, aprovechando con cuidado las correas.
—Baji, ten mucho cuidado con mi hija—dijo el hombre intimidante, confiaba en el chico pero no quitaba el hecho que le pre
—Si, señor—se despidió con la mano subiéndose en la moto al igual que la albina.
Avanzaron en silencio hasta llegar a un semáforo rojo. Keisuke sentía los brazos de Oyuki alrededor de su cintura apretandolo fuertemente, nada romántico como imagino que sería.
—Iremos a un bungee jumping, así que prepárate—exclamó sonriendo malévolo.
No recibió respuesta pero si un gesto bastante tierno por parte de la chica, se había acostado por completo en su espalda.
—Te extrañe—le susurro débil sin ser escuchado por la albina.
«𝘓𝘢 𝘳𝘦𝘪𝘯𝘢 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘦𝘳 𝘴𝘪 𝘴𝘶 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘶𝘯 𝘴𝘦 𝘮𝘢𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘦𝘯 𝘱𝘪𝘦 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘭𝘭𝘢. 𝘎𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘥𝘢𝘳𝘮𝘦𝘭𝘰»
¡Gracias por leer!
Los amo✌🏻❤
Ayame🔥
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