【01】
El sonido de las botas golpeando la mojada acera rebotaba en toda la calle. Apretaba tan fuerte el skate en su mano izquierda que, de ser más fuerte, lo rompería. Miro al cielo y las gotas de lluvia mojaron su rostro. Hizo una mueca, se sentía humillado.
Y tenia que ser delante de él.
̶ ¡Vance! ¡Mueve las piernas por todos los cielos! ¡¿Cómo crees que reaccionaran mis padres al vernos, eh?!
El nombrado rodó los ojos, pero solo un momento. Incluso si se sentía mortificado por el hecho de que su cabello estaba empapándose y temía al riesgo de contraer una neumonía, entendía el fastidio del contrario. Su nuevo y flagrante uniforme de beisbol estaba ensuciándose con el agua proveniente de las nubes. No sabia si era por la contaminación o un mero capricho de la naturaleza, pero la lluvia solía dejar manchas oscuras en la ropa blanca.
En eso pensaba cuando se dio cuenta demasiado tarde de que Bruce no estaba a su lado, ni delante de él. Se detuvo un segundo y confundido, volteo hacia atrás. Y a nueve metros detrás de él, parado debajo del delgado techo de una parada de autobús desolada, Bruce tiritaba de frio y se cruzaba de brazos negándose a dar un paso más. Vance ladeo la cabeza y compuso una sonrisita de suficiencia. El contrario podía ser muy maduro y él más relista de su grupo de cuatro, pero, en definitiva que odiaba ensuciarse.
̶ ¿Qué pasa? – Dijo, acercándose al lugar, pero permaneciendo fuera del techo, seguía mojándose.
̶ Mira esto – Bruce señalo a varios puntos grisáceos que adornaban odiosamente su nueva camiseta, frunció el ceño – Mi madre va a matarme.
̶ Tu madre va a entender – Contestó encogiéndose de hombros. Nada que un buen lavado en la lavadora no arreglara. Estaba haciendo demasiado drama por nada.
̶ Después de revisar las posibilidades y delimitar el perímetro que rodea esta área de Denver, y cerciorarme del hecho de que esta lluvia no va a parar en un largo tiempo; he decidido que esperare aquí hasta que pase para evitar mojarme más, pescar un resfriado y arruinar el doble a mi nuevo uniforme.
Dicho esto, el asiático se sentó en la banqueta de la parada todavía cruzándose de brazos y todavía molesto. De vez en cuando un escalofrió recorría su cuerpo debido al aire helado que corría de un lado a otro. Buscaba cobijo frotándose las palmas de sus manos contra sus antebrazos y hombros.
̶ Y tú deberías de hacer lo mismo – Comentó, señalando al asiento a su lado. Vance miro al suelo mojado y lleno de manchas lodosas pertenecientes a gente que no conocía. Entro dentro del resguardo, pero no se sentó.
̶ Lo siento – Fue lo primero que dijo – Fue mi culpa.
̶ ¿Tú crees? – Bruce levanto una ceja y luego aparto la vista mientras se encogía todavía más en la pequeña banqueta.
̶ Si.
Había sido su idea el llevarlo a celebrar otro partido ganado en esa nueva cafetería que había abierto en el pueblo. En realidad, no fue nada al azar. Habla planeado esto con ayuda de Finney hacia alrededor de dos semanas atrás. El plan iba a orquestarse perfectamente de no ser porque al clima se le dio por hacer de las suyas.
Finney le había dicho que fue a la inauguración de la cafetería con su hermana y estaban regalando cierto postre del que desconocía el nombre pero que sabia muy bien y apostaba todo el dinero de su alcancía que a Bruce y a él les encantaría. Además, tenia un ambiente juvenil con ventanales muy grandes que daban una vista preciosa hacia el pueblo, pues el local estaba localizado sobre una pequeña colina. Había música y luces neón que acompañaban el lugar. Vance dibujo la idea y luego se la mostró. Finn le dijo que estaba ridículamente cerca al aspecto actual del sitio. Entonces, sonrió y le dijo que allí seria un perfecto lugar para confesar su amor.
En definitiva, no quería declararse en alguna especie de cursi picnic o en un restaurante formal. Temía al romance y esta cafetería parecía ser la combinación entre diversión y comida ¡Y estaba localizada en una condenada colina, por Dios! Luego de que Bruce le dijera que si quería salir con él podrían deslizarse con sus skates por la ladera. Y él estaría allí para él para cuando ambos se cayeran de cara al pasto y terminaran por reírse.
Pero no, luego de un satisfactorio partido ganado por el equipo de Bruce, Vance insistió en invitarle algo para celebrar. Insistió e insistió hasta el cansancio para convencer al asiático, pues este tenia otros planes para esta tarde que no lo tenían a él en ello. Y luego de que lo convenció Insistió todavía más para convencer a la madre del muchacho que lo esperaba en el auto a las afueras de la cancha. La mujer volvió a verlo de arriba abajo, levanto una ceja (De la misma forma que su hijo hacía, demonios, risible) y dio su permiso. No iban a ser más de treinta minutos ¿Verdad? La señora Yamada quería especialmente a Bruce en casa pues sus abuelos habían venido de visita y seguramente se pondrían muy contentos al verlo convertido en un jovencito exitoso y hábil. Ah, y por el hecho de que este era su primer partido como capitán del equipo de beisbol y lo había ganado muy fácilmente. Por eso también le afectaba tanto haber arruinado su uniforme nuevo.
El sol chillaba en el cielo y sus nubes blancas con un fondo celeste no podrían prever que el clima cambiaria tan repentinamente. No habían caminado ni diez minutos cuando unas nubes grises preñadas de agua se elevaron por encima de sus cabezas y descargaron su contenido con furia. Vance insistió en ir corriendo para llegar pronto y resguardarse de la lluvia dentro del local, además, allí podrían esperar a que pasara el aguacero. Bruce estuvo de acuerdo, aunque algo reacio.
No hubo cafetería esa tarde, ni postre gratis, ni declaración de amor, ni dibujo, ni deslizada por la colina. Cerca del local solo había enormes piscinas de fango y cuando el rubio se ofreció a subir la pendiente para siquiera asomarse al interior del local, se dio con la desagradable sorpresa de que se encontraba cerrado debido al mal clima.
Que rápido.
Frustrado, volvió corriendo hacia abajo y se encontró a Bruce tratando se cubrirse con su equipo de beisbol. Parecía verdaderamente mortificado y ya no había razón para seguir allí. Le dijo que debería volver a casa y él lo acompañaría.
Así pues, el día estaba arruinado y su cabello también, y hoy mismo se había dado la tarea de estilizarlo lo mejor que podía para verse lo mejor posible frente a Bruce. Bruce había dicho una que otra vez que le gustaba mucho su cabello, lo suave que era y su largo. Cuando se lo señalo por primera vez él se sonrojo, nadie le había hecho un cumplido a su cabello antes. Ni siquiera su madre, normalmente le decían que parecía una chica ... Claro que, todo aquel que decía eso terminaba en el piso con uno o dos dientes menos.
Normalmente no le daba especial atención a su aspecto, pero hoy era la excepción. No le había pedido al asiático que llevara algo, él ya le parecía perfecto incluso si estaba desaliñado y algo sudado por el partido ¿Qué más daba? Bruce siendo Bruce era mil veces más atractivo a sus ojos que la versión lobomotizada que adquiría frente al director de la escuela o a su padre, perfectamente impecable.
Pero nada de eso importaba ahora porque ambos estaban mojados, sucios y fastidiados. Tiritando de frio debajo de esa mendiga parada de autobús.
¿Bruce lo culpaba de todo esto? Parecía que sí.
Yamada suspiro pesadamente y lo miro de vuelta, algo más calmado. Sus ojos se enfocaron en los suyos y mantuvieron el contacto por unos segundos, hasta que Vance no lo soporto más y tuvo que apartar la mirada, avergonzado. Bruce sonrió de lado y soltó una risita. Se levantó y le dio una palmada en la espalda.
̶ No es tu culpa – Señaló – La verdad es que ninguno de los dos sabía que hoy haría un clima horrible y tu idea de la cafetería sonaba ... Agradable. Deberíamos ir otro día.
̶ ¿Tú crees? – Lo copió. Bruce rodó los ojos – Lamento haberte fastidiado hoy.
̶ Tú no me fastidias Vance, eres mi amigo – Le dio un pequeño abrazo, muy corto para no mojarse más. La humedad y el tacto frio de los brazos descubiertos del rubio chocaron con los ligeramente tibios del asiático. Volvió a temblar y se separó – Lo siento, sé que no te gustan los abrazos.
̶ ¿Quién dice? – Preguntó curioso el ojiazul.
̶ Uh ¿Todos? – Bruce rascó su propia nuca, mirando al suelo – Bueno, no te ofendas, pero no te ves como la clase de persona a la que le gusta que la toquen, mucho menos los abrazos.
̶ ¿Quién dice esa mierda y que tarado la cree? – Preguntó ahora ofuscado frunciendo el ceño. Que equivocado y que descaro. Como a cualquier persona, a Vance no le gustaba que cualquiera se portara demasiado mimoso con su persona, pero ¿Su mejor amigo? ¿Él también pensaba así de él? ¿Por qué? En absoluto que no le gustaba que la gente asumiera cosas de él, y no le estaba gustando que Bruce descartara la posibilidad de contacto físico con él incluso desde antes de iniciar una relación.
La verdad es que se sentía hambriento de tacto y afecto. No debía venir de cualquiera, pero cuando encontrará a la persona indicada (Y si que la encontró) no dejaría que lo soltase nunca. Había olvidado la ultima vez que su madre lo abrazó y pensó que solo la persona indicada podría llenar ese vacío.
La verdad es que los abrazos, los besos y las caricias se sentían demasiado bien y le encantaban, pero no lo iba a admitir delante de él ni de nadie. Era demasiado cobarde para hacerlo.
̶ Hmm, yo la creí – Bruce dio un paso hacia atrás y metió sus manos en los bolsillos, algo avergonzado. Vance cayó en cuenta de lo que acababa de decir y el pánico se apodero de él. Intento remediarlo inmediatamente de la única forma que se le ocurría. Lo tomo de ambos lados de la cabeza he hizo que sus ojos se conectaran otra vez, porque si Bruce no entendía que en realidad él no pensaba que era un estúpido no iba a perdonarse jamás.
̶ ¡No, no! ¡Tú no eres un tarado! ¡Jamás pensaría así de ti! – Insistió. Luego sus hombros se derrumbaron y bajo la cabeza. Se separó y empezó a frotarse el antebrazo, apenado – Mira, no me gusta que la gente asuma cosas de mi ¿Sí? En especial no quiero que tú lo hagas, perdón de todos modos.
̶ ¿Eh? Uh, no, no te disculpes. Fue mi error – Bruce inclinó un poco la cabeza por unos segundos, en señal de disculpa como le habían enseñado que debía de hacerse – Perdón Vance, sé que has de estar muy decepcionado ahora ya que soy como ... ¿Los demás?
̶ ¡No! Un error lo comete cualquiera, es, es ... Una tontería – Ambos se sentaron por fin en la banqueta, separados por unos centímetros. El agua todavía caía del cielo a cántaros.
Mantuvieron silencio por unos segundos, Vance se llevo la mano al pecho y la metió dentro de su chaleco, específicamente en el bolsillo interior de este. Rezaba para que el dibujo siguiera seco. La tela era gruesa, pero estaba preocupado de todos modos y quería distraer su mente un momento.
Deslizo la mano dentro con parsimonia y las yemas de sus dedos rozaron algo verjurado, suave y seco. Suspiro aliviado. Saco el dibujo y lo desdoblo frente a él. Miró de reojo a Yamada, que veía a la calle sin comentar nada, y se alejo unos centímetros. No quería que lo espiara, era una sorpresa.
Se fijo en el dibujo y sonrió otro poco. Vance tenia algunas cosas por las cuales sentirse orgulloso: Su capacidad de pelea, su récord invencible en el Pinball, su buena memoria y su habilidad en el dibujo. No es que dibujara mucho antes, pero siempre había tenido un don para eso. No tenia idea de donde había salido.
En el papel estaba Bruce, o bueno, la mitad de Bruce; sosteniendo su bate de beisbol con ambas manos. Sonreía confiado hacia el rival en el horizonte, la forma en la que sus hombros se curveaban y hacían que la tela se tensara sobre su cuerpo solo hacían alarde de su determinación por vencer. Había visto esta imagen cientos de veces y todos esos cientos de veces solo reforzaban el inmenso crush que tenía en el asiático. Esa imagen era parte de Bruce, era una de sus facetas y la fiereza en sus ojos penetraban en lo más profundo de su alma. Muchos otros ojos no podrían imitar la determinación con la que operaba ese bate de madera.
Esa era otra cosa que le gustaba de él, le ponía pasión a cada cosa que hacía. Bueno, la mayoría de veces.
Su buena memoria también le había ayudado a dibujar sus rasgos físicos perfectamente. Así que, en lugar de fotos, Vance pasaba mucho de su tiempo admirando a Yamada y recordando como se veía para plasmarlo en el papel y tener algo más .... ¨Personal¨ que le recuerde a él. Estaba tan enfrascado en su orgullo, en lo atractivo que le parecía Bruce y en lo mucho que deseaba entregarle esto que no se dio cuenta cuando alguien asomo la cabeza detrás de su hombro. Una pequeña respiración tibia cerca de su cuello fue lo que lo alerto. Giro la cabeza y allí, a escasos centímetros de su cara, Bruce Yamada observaba su obra.
̶ ¡Que lindo! – Exclamó.
̶ ¡¡No debías de verlo!! – Gritó el otro, apartándose de un salto y empezando a doblar la hoja artesanal de cualquier modo. Bruce levanto la vista y sonrió.
̶ No sabía que te gustara dibujarme, pero es comprensible, soy demasiado irresistible para cualquier mortal – Señalo a propósito, solo para mortificarlo más. Hopper enrojeció como una cereza y se dio la vuelta para que el otro no pudiera regodearse en su vergüenza.
̶ Cierra la boca.
̶ ¿Crees que soy lindo, Vance? – Bruce toco una de sus mejillas con un dedo de su mano izquierda, como una típica foto de revista.
̶ ¡Cállate! – A cada palabra que salía de su boca solo quería que la tierra se lo tragara y lo escupiera en China. Aunque le estaba dando la espalda todavía podía sentir sus ojos punzando en su nuca.
̶ Vance ~ Píntame como a una de tus chicas francesas ~ – Siguió molestándolo, Vance se dio la vuelta con una mirada que explicaba bastante bien que estaba pensando en ese mismo instante ¨ ¿Es en serio? ¨. Bruce pensó que ya había sido suficiente sufrimiento ajeno y se levanto de la banqueta. Iba a disculparse cuando el rubio levanto una mano y señalo su pecho con brusquedad. El asiático se extrañó.
̶ Tú .... Tú pequeño hijo de ... – No podía, no podía salir de su boca ¿O sí? Si no podía hacerlo ahora ¿Lo habría hecho en el restaurante? Dejo caer el brazo y miro hacia sus pies, derrotado.
Ambos guardaron más silencio unos segundos.
̶ Me gusta mucho tu cabello – Esto alertó al ojiazul, que apenas y elevó la vista – Incluso si esta mojado y aplastado. Te queda muy bien – Lo alago el otro.
̶ Me pareces un chico lindo y muy bonito de dibujar ¿Contento? Vamos a tu casa, tus padres han de estar preocupados – Dijo de la forma más calmada que pudo. Se dio la vuelta y se detuvo en el lugar en el que acababa el techo de la parada de autobús y lo esperaba la lluvia.
Bruce se coloco a su lado y no pudo evitar formar una mueca de disgusto al darse cuenta de que el aguacero no había disminuido su intensidad.
̶ Es para ti – Dijo Vance de la nada, mirando hacia otro lado y entregándole de mala gana el dibujo. Bruce elevo ambas cejas.
̶ ¿En serio?
̶ Si, lo hice para ti. Es tuyo, tómalo – Insistió, sosteniendo con más fuerza su skate.
̶ Gracias viejo, lo colgare en mi cuarto – Lo tomo y sus dedos rozaron su palma, una tontería que hizo sonrojar otra vez a Hopper.
Bruce se quitó el casco un momento, sacudió la cabeza y luego coloco el papel sobre ella. Se volvió a poner el casco, ahora el dibujo estaba a salvo.
̶ Oye – Llamo la atención del otro, que seguía viendo a otra parte – ¿Estas enfadado conmigo?
Vance volvió la mirada, algo retraído.
̶ No, no, es ... Otra cosa – Se rascó la nuca y movió el cuello para desentumecerlo. Iba a salir cuando noto la incomodidad de su amigo.
Este último volvió a ponerse el bate encima de la cabeza, como si este pudiera protegerlo siquiera un poco.
̶ Ten – El rubio le ofreció su skate, que era visiblemente más ancho – Cúbrete con esto, llorón.
̶ No soy un llorón – Reclamo Bruce, tomando el objeto y cubriéndose con el, la verdad es que cubría muy bien.
̶ No hay mucho tramo de aquí a tu casa, pero hay que apresurarnos de todos modos – Se encogió de hombros y el asiático asintió casi imperceptiblemente.
Empezaron a correr bajo la lluvia otra vez. Vance era un cumulo de emociones y sentimientos que deseaba desparecer lo más pronto posible. No estaba en buen estado ahora, un empujoncito más y haría algo de lo que se arrepentiría por el resto de su vida.
No mucho tiempo después llegaron a la residencia del más alto. Afuera había unos cuantos arboles frondosos y se detuvieron debajo de ellos para cubrirse de la lluvia.
̶ Gracias – Yamada entrego el skate a Hopper, mirando hacia su casa. Diviso una sombra pequeña detrás de una de las cortinas de una de las ventanas de la primera planta y pudo deducir que se trataba de su hermana. La sombra despareció tan pronto como él la vio – Creo que estoy en problemas.
̶ Oye – Llamó su atención una vez más. Bruce lo miro y se quito el casco, sosteniendo el papel que antes se le había sido regalado para evitar que se cayera al suelo – Discúlpame, por todo ¿Si? No pienso que seas un tarado, un entrometido o un llorón; es que ... Las cosas no salieron como quería hoy y te fastidie la tarde.
̶ Perdonado – El asiático coloco una de sus manos en su hombro y apretó un poco para reconfortarlo – Tú perdóname a mi por asumir cosas de ti. Es bastante feo en realidad.
̶ No, no, yo entiendo – Dijo el otro, dando un paso atrás y extendiendo los brazos como invitación un abrazo.
Bruce rio un poco, y luego lo abrazo con fuerza a pesar de estar mojado y helado. Vance correspondió el abrazo con más fuerza todavía. Incluso si su amado tenia la piel de la misma temperatura fría que la suya él lo sentía muchísimos grados más alta. Era reconfortante y un delicioso abrazo que estaba anhelando desde hace mucho, e iba a aprovechar esta oportunidad. No había muchas razones para abrazarse así de todos modos.
̶ Oye, me aplastas – Se quejó en broma el otro.
Se separaron y se dieron la mano por ultima vez, a modo de despedida.
̶ Tu cabello huele a desodorante ¿Por qué? – Preguntó el rubio. Esta vez era turno de Bruce de sacarse de onda.
̶ ¿Por qué el tuyo siempre es esponjoso, pero se aplasta con la lluvia? – Contratacó con una sonrisa ladina.
̶ Ya vas a empezar.
̶ Meh, ni te molestes. Me gusta, te hace ver masculino y sexy de cualquier modo – Bruce paso por su lado dirigiéndose a casa de una vez por todas, y antes de pasarlo por completo le dio una palmadita en el pecho – Suerte, bye.
Se metió en su casa en apenas unos segundos. Vance quedo de pie bajo el árbol y su sombra. Aturdido por muchas cosas a la vez. Decidido no darle más rodeos y empezó a caminar hacia la puerta. Su puño estaba a punto de tocar la superficie de madera cuando se detuvo súbitamente ¿De verdad iba a hacerlo? ¿Aquí, justo aquí? ¿Frente a esta gente? ¿Se atrevería?
Si, iba hacerlo.
Toco y se quedó de pie unos segundos. Segundos en los que fue atendido por Bruce inmediatamente.
̶ ¿Eh?
̶ ¿Tendrás algún paraguas que puedas prestarme?
(...)
̶ Soy el imbécil más grande todos, no puede ser – Se dijo a si mismo mientras yacía recostado sobre el césped.
̶ Tantas cosas que hiciste, tantas oportunidades, la oportunidad perfecta y ... ¿Y le pediste un paraguas? – Robin golpeaba otra vez ese saco de boxeo viejo que colgaba de unos de los árboles de su patio trasero.
̶ ¡Y le pedí un paraguas, maldita sea! – Vance se cubrió la cara con ambas manos en desesperación.
Robin dejo su entrenamiento por un momento y se sentó al lado de su amigo un segundo.
̶ Viejo, vas a tener que decírselo tarde o temprano. Ya ha pasado demasiado tiempo, si sigues así te va a agarrar una embolia cerebral y te vas a morir – Aconsejó con suma delicadeza.
̶ No me jodas – Contestó el otro.
̶ No tienes que pensarla tanto ¿No que tu odias el romance? Bueno, estoy seguro de que Bruce no es igual a ti pero que te adora como si fueran uña y mugre, ew. Cómprale una caja de bombones, le pegas una nota y la dejas en su escritorio. Fácil y sencillo.
̶ Tú no hiciste eso.
̶ No, porque yo tengo más huevos que tú – Recibió un golpe algo fuerte en el muslo y empezó a reírse, pero a Hopper todo este asunto no le hacía ninguna gracia.
El sonido de un auto estacionándose frente a la entrada de la casa les llamó la atención.
̶ Que bien, llegaron las hamburguesas. Ahora levanta tu depresivo culo de mi césped si quieres comer – Dijo Arellano, levantándose y abriendo la puerta corredera que daba al patio. Vance lo siguió, pero todos estos acontecimientos aun lo abrumaban bastante.
El tío de Robin era divertido, una especie de hermano mayor despreocupado que los dejaba hacer cuanta locura quisieran. Hoy, sin embargo, esperaba pedirle un consejo.
No era el adulto más sensato en Denver, pero para algo debía de servir.
̶ Robin ¿Qué le pasa a tu amigo el maricotas? – Inquirió el adulto, mientras daba otro mordisco a su hamburguesa. Robin le dio un codazo.
̶ Si no quieres que saque tus trapos sucios te callaras – Amenazo el menor, y luego dirigió una mirada hacia su amigo. Pero el amigo no estaba al tanto de la situación en absoluto, solo se dignaba a mirar su hamburguesa como si esta fuera a saltarle a la cara en cualquier momento.
̶ Ya, en serio niño ¿Qué te pasa? ¿No la quieres? – El mayor estiro la mano para quitarle el alimento de entre los dedos, pero Hopper lo alejó de un manotazo soltando al mismo tiempo un ¨Tsk¨.
̶ Estoy bien, idiota – Lo confrontó, y empezó a comer salvajemente porque estaba más ansioso de lo normal.
̶ Es el bichito del amor – Le dijo Robin a su tío, el otro asintió para si mismo como si entendiera.
̶ ¿El que? – Preguntó el rubio confundido.
̶ El bichito del amor, se mete en tu cerebro y se lo come haciendo que te quedes como un zombie y actuando como un baboso. Si no se lo dices pronto se comerá todos tus órganos y te quedaras como una cascará humana.
̶ ¿De donde diablos sacas eso? – Inquirió fastidiado el ojiazul esta vez.
Arellano solo atino a alzarse de hombros y a señalar con la cabeza a su tío.
Vance rodo los ojos, era ahora o nunca.
̶ Señor Arellano – Llamó su atención, el otro apenas movió la cabeza en señal de escucha mientras comía – Elija, si o no.
̶ ¿Eh? – Esta vez era Robin el inentendido.
̶ Elijo si – Dijo el mayor y dejo de prestarle atención.
̶ Bien – Vance se levanto la mesa y empezó a dirigirse a la puerta de entrada. Robin miro hacia su tío, y luego a su amigo; hacia su tío y luego hacia su amigo otra vez. Dejo su hamburguesa a medio comer y corrió al lado del rubio.
̶ Oye ¿Qué vas a hacer?
̶ Le diré a Bruce que me gusta y quiero salir con él, total ¿Qué tengo que perder?
̶ Tú dignidad.
̶ Él no es así.
̶ Sé que él no es así, habló de ti.
̶ ¿De mí?
̶ ¿Qué vas a hacer? ¿Te vas a parar en su puerta y le vas a decir ¨Hola Bruce, me gustas, sal conmigo¨ ? ¿Qué crees que va a pensar él?
Vance rodó los ojos.
̶ Ya entiendo porque te tomo tanto tiempo el declarártele a Finney.
̶ ¡Eso fue diferente! – Grito el moreno, mientras el ojiazul se alejaba por la calle. Algo ofendido, le mostró el dedo del medio y se metió a su casa.
A cada paso que daba el miedo se arremolinaba en su interior. En cada esquina había un nuevo temor sin sentido ¿Qué podría salir mal? Si Bruce no gustaba de él estaba bien, podrían seguir siendo amigos. El asiático estaba bien con el hecho de que sus otros dos amigos hayan empezado una relación ¿Qué podría ser diferente? Agito la cabeza para apartar esos pensamientos.
¨Hola Bruce ¿Como estas? Hay una o dos cosas que quisiera hablar contigo. ¨
¨ ¡Oye, viejo! ¡Me gustas! ¿Salimos a pasear es skate, o bici? ¨
¨Si me dieran un dólar por cuantas veces he querido besarte tendría más plata que mi papá, y eso es mucho ¿Cuánto tendrías tú? Por cada dólar que te dieran si pensaras en besarme a mí, quiero decir. ¨
̶ ¿Pero que diantre me esta pasando? – Se pregunto en voz alta cuando ya solo quedaba una esquina que doblar para llegar a la residencia de los Yamada. Se dio una bofetada y se alentó a si mismo. Por todos los cielos, es Bruce, no lo mordería ni lo odiaría para toda la eternidad ¡Ni siquiera se incomodaría! Quizá Robin si tenia razón y él era un miedoso – No, eso jamás.
Cruzo el mediano jardín y se planto frente a la puerta blanca de entrada. Respiro hondo, lo que sea que tuviera que decirle a su amigo, seria natural. No debería pensarlo tanto, no como otros ...
Tocó suavemente y se puso a juguetear con su gargantilla. Tiraba de ella y la soltaba resultando en algo de dolor cuando esta volvía a tocar su piel. Unos pasos muy débiles se escucharon del otro lado, tiro con todavía más fuerza del accesorio.
̶ Hola Br- – Quien estaba frente a él no se trataba de Bruce en absoluto, si no de su hermana. Esta se extraño al verlo en la entrada de su casa y estuvo por cerrar la puerta. No era de su agrado - ¡No, espera, Amy! Necesito ... – Respiro hondo y trato de contener la puerta con una de sus manos – Necesito hablar con Bruce ¿Podrías llamarlo?
̶ No.
̶ ¿Eh? ¡¿Por qué?! ¡Es urgente!
̶ Esta enfermo – Contestó con simpleza.
Genial.
̶ ¿En serio?
̶ Si.
̶ ¿No podría bajar un segundo?
̶ No.
̶ ¿No podría subir a verlo?
̶ No.
̶ ¿No le puedes mandar un mensaje por mí?
̶ No.
̶ ¿Por qué no?
̶ Porque no me gustas, vete.
Y dicho esto la niña cerro la puerta. Vance se mordió el labio inferior con algo de frustración y se fue de allí pateando una roca. Genial, el tipo estaba enfermo y su hermana era una roca, no conseguiría nada así.
No quería ir a casa todavía y aun era muy temprano, así que decidió volver a casa de los Arellano. En el camino, el viento fresco de la tarde le recordaban fragmentos de su aventura ayer.
Cuando llego Robin y su tío practicaban afuera en el patio de atrás. El sol caía perezosamente y brillaba a lo lejos. El menor fue el primero en verlo llegar.
̶ ¿Te dijo que no? – Preguntó al verlo tan retraído.
̶ No me dijo nada.
̶ Eso significa que no.
̶ No, cállate. No me dijo nada porque esta enfermo.
̶ Oh.
El tío de Robin dejo de golpear el saco de boxeo y se paro en medio de ambos chicos, dirigió su mirada hacia el rubio y le revolvió el cabello.
̶ Ya vuelvo – Dijo, antes de meterse en la cochera.
Vance se sentó en el césped y Robin lo acompaño.
̶ Él es un idiota.
̶ No es un idiota.
̶ Seria un idiota si te dijera que no.
̶ No lo voy a obligar a salir conmigo.
̶ Me refiero a que seria un idiota si algo cambia entre ustedes dos luego de eso.
El hombre se asomo por la pared y llamo la atención de los dos chicos.
̶ ¡Oye, niño! ¡¿La casa de tu amigo este; Bruno, Brian ... ?!
̶ ¡Se llama Bruce!
̶ ¡Ese mismo! ¡¿Su cuarto tiene ventanas?!
Vance lo pensó un momento. No había estado muchas veces dentro de la cada de su amado. El peligro latente entre sus padres y hermana siempre estaba presente.
̶ ¡Creo que sí!
̶ ¡Perfecto!
El joven salió de la cochera con un radio enorme entre manos. Tan grande que fácilmente era del tamaño del brazo de un niño grande. Ambos se desconcertaron.
̶ Usa esto – Dijo el tipo depositando suavemente el artefacto en el terroso suelo – Mira, y escúchame bien porque solo te lo diré una vez ¿Sí? Robin, tú también presta atención porque quizá te sirva para reconciliarte con tu novio si la cagas.
̶ Hhmm – Gruño algo ofendido el alegado.
̶ Bien, escucha, esto le funciono a un amigo en la universidad. Y si puede con universitarias, el mocoso es pan comido. Esto es lo que vas a hacer.
Al final de la jornada Hopper volvió a casa pensativo. Últimamente estos días era menos salvaje que de costumbre. Hey, hasta volvía caminando como una persona común hacia su hogar en lugar de correr de un lado a otro. El plan del tío de Robin le parecía un poco cutre, pero, tenia sentido. Ahora solo necesitaba un modo de encontrar aquello que faltaba y mañana en la mañana iría a decirle a Bruce lo que sentía por él. Costará lo que costará.
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