El picnic
El Nankatsu se encontraba reunido en una de las habitaciones del hotel, donde el entrenador Hiroshima los había convocado. Todos estaban expectantes por saber qué les queria decir.
― ¡Chicos, estoy muy orgulloso de ustedes por haber ganado al Naniwa! ― empezó a hablar ― Como recompensa, iremos de picnic al Parque. Podrán comprar toda la comida, postres y bebidas que deseen. ¡Disfruten y diviértanse!
Los ojos de los niños se iluminaron de alegría al escuchar la noticia. Rápidamente se dirigieron a sus habitaciones para ir por su dinero, luego fueron al parque y buscaron un lugar adecuado en el césped. Con entusiasmo, desplegaron un mantel y comenzaron a colocar todos los deliciosos alimentos que habían comprado.
El castaño notó que el pelinegro sacaba algo de una bolsa de papel y se acercó curioso.
― ¿Qué es eso, Taro? ― preguntó.
― ¡Son galletas en forma de gato! Las compré para todo el equipo ― le explico.
― ¿No serán solo para Tsubasa, verdad? ― sonrió picaro.
― ¡Claro que no! Son para todos ¡incluyéndote a ti, Jun! ― se sonrojó y respondió rápidamente.
En ese momento, Tsubasa llegó junto a Genzo, llevando sushi y un postre de chocolate.
― Lo siento por la espera, chicos ― se disculpo por la tardanza.
El entrenador, quien estaba acomodando las cosas, les aseguró que no había problema. Ambos también sacaron lo que habían traído.
― ¿No es ese el postre favorito de Taro? ― le consulto en voz baja Makoto.
― Sí, lo es. Tsubasa lo eligió pensando en él ― intervino, riendo el portero.
―¡Genzo, cállate. No digas tonterías! ― se puso como tomate
Este solo soltó una carcajada y se acercó al más bajo.
― Oh, vamos, amigo. No te pongas tan rojo. Solo estaba bromeando.
Los demás comenzaron a molestar al dueto dorado
― ¡Ey, Tsubasa! ¿Cuándo es la boda? ― comenzo Ryo
― ¡Sí, cuéntanos todos los detalles! ― le segundó Tappei.
― ¿Ya tienes el vestido de novia, Taro? ― el tercero fue Shun
Los comentarios hicieron que se avergonzaran aún más.
― ¡Chicos, por favor! No sean así ― les pidió el once.
― ¡Dejen de decir tonterías! No hay nada entre nosotros, solo somos amigos ― justifico el diez.
El adulto intervino para poner fin a las bromas y sugirió que comenzaran a almorzar. Todos siguieron su consejo y empezaron a disfrutar de la comida mientras compartían divertidas anécdotas y risas. Mientras comían, Tsubasa y Taro se sentaron juntos en un rincón apartado del grupo. El ojimiel miró al de orbes marrones con una sonrisa tímida.
― Oye, Tsubasa... lamento si las bromas de los demás te incomodaron ― se disculpo apenado.
― No te preocupes, Taro. Sé que solo estaban bromeando. Pero, ¿por qué elegiste mi postre favorito? ― no le dio importancia a los dichos de sus compañeros.
― Bueno, pensé que te gustaría. Quería hacer algo especial para ti ― se ruborizó y bajo la mirada.
― Gracias, Taro. Significa mucho para mí. Eres un gran amigo ― sonrió y coloco su mano sobre la de su mancuerda.
El niño se sintió aliviado y devolvió la sonrisa.
― Tú también eres un gran amigo, Tsubasa. Siempre estaré aquí para apoyarte.
Los dos continuaron disfrutando de su comida y compartiendo momentos especiales juntos. A medida que el día avanzaba, hicieron un circulo para jugar un juego.
― ¡Chicos, juguemos verdad o reto! ― propuso Harper.
Todos asintieron emocionados
― ¡Voy a empezar! ― levanto la mano Carter ― Tsubasa, verdad o reto?.
El castaño pensó por un momento y respondió.
― Verdad.
― ¿Cuál es tu mayor miedo?.
― Mi mayor miedo es decepcionar a las personas que me importan ― no estaba mintiendo, era algo que de verdad le aterraba.
― ¡Sigo yo! ― era el turno de Diamond― Genzo, verdad o reto?.
― Verdad.
― ¿Cuál es tu comida favorita?.
― Mi comida favorita es el curry japonés ― creyó que le iba a preguntar algo más intenso.
Las risas y las bromas llenaron el aire mientras cada miembro del equipo respondía a las preguntas y se enfrentaba a los retos propuestos.
― Taro, ¿verdad o reto? ― Shun se dirigió al otro.
― Verdad.
― ¿Cuál es la cosa más tonta que has hecho?.
pensó por un momento.
― La cosa más tonta que he hecho fue intentar atrapar una mariposa y terminar tropezando y cayendo en un charco.
Los infantes estallaron en risas, incluido Yoshida, quien se unió a la diversión.
El juego continuó durante horas. Todo marchaba bien hasta que otra vez fue le toco a Tsubasa.
― Eligo reto.
Los ojos de los demás se iluminaron con malicia, y una sonrisa traviesa se dibujó en sus rostros.
― Bien, Tsubasa. Tu reto es besar a Taro en la mejilla ― le dijo Shingo.
El nombrado se sonrojó intensamente y miró a su amor platónico, quien también estaba en el mismo estado y sorprendido.
― ¿En serio? No puedo hacer eso...― ¿Para que eligió esa opción?.
― Vamos. Es solo un juego. No seas aburrido ― golpeo con su codo el defensa.
― ¡Exacto! Cumple el reto, demuéstranos que no tienes miedo ― lo siguio el nueve.
Los demás asintieron y comenzaron a animar a su capitán.
― No tienes nada que perder, Tsubasa. Solo hazlo. ― lo apoyo el ojiverde.
Se sintió atrapado y, con mucha vergüenza, decidió hacerlo para evitar más burlas.
Misaki se acercó lentamente a su compañero de otro y, con un ligero rubor, le dio un beso rápido en la mejilla.
Los gritos de emoción no se hicieron esperar, y las burlas regresaron con fuerza.
― ¡Oh, Tsubasa, qué romántico! ― uno de los hijos de los hermanos Koriotto cayo a su lado de forma bastante exagerada.
― ¡Vaya, vaya, parece que SI hay algo más entre ustedes dos! ― el vampirito lo fastidió.
Se sintieron aún más avergonzados que antes, pero trataron de mantener la compostura.
― Ya está, lo hice. Ahora, ¿podemos seguir con el juego? ― queria que la tierra se lo tragará.
Los demás asintieron y continuaron jugando, aunque las bromas y las carcajadas persistieron durante el resto del día.
Al final, el entrenador Hiroshima les pidió que ayudaran a recoger todo y regresar al hotel. Sin embargo, Makoto tuvo una idea emocionante.
― Chicos, en lugar de caminar, ¿qué les parece si corremos hasta el hotel? Hacemos una carrera y el último en llegar paga los helados de todos.
Se emocionaron con la propuesta y aceptaron de inmediato.
― ¿Qué? ― reacciono tarde ― ¡Oigan, regresen aqui!
Por más que les exigió, no le hicieron caso y siguieron corriendo.
― Estos niños ― refunfuñó molestó.
Definitivamente no tenian remedió.
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