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| 26. Las paces entre enemigos|

Logan y Angie se preparaban con entusiasmo para la fiesta de cumpleaños de Logan, que sería de disfraces como él lo había pedido, será en la casa de Scott el ama de las fiestas más grandes de todo Estados Unidos. Angie había sugerido que fueran de Barbie y Ken, pero Logan pensó que sería ridículo y la convenció de que fueran de Harley Quinn y el Joker. Ella, aunque no le convencía mucho terminó por aceptar.

—te verás realmente sexy con ese disfraz mi florecita.—dice Logan tan acaramelado mientras la agarra de la cintura. 

—tú también te verás bien guapo, ¿te pintarás el cabello de verde? 

—Si, tengo que entrar bien en el personaje.—le sonreía coqueto. 

—Yo te ayudo si quieres.—le toca el cabello y lo mira. 

—¿Alguna vez te he dicho que eres hermosa?

Ella le sonríe con ternura.—Todos los días. 

—Si, pero nunca te lo he dicho en Italiano..sei fottutamente bella

— Y yo te lo digo en francés… tu es putain de belle

—Te quiero Angie.—se pone serio, mientras le acaricia con suavidad la mejilla. 

—Y yo a ti mi engreído.—él sonríe y la besa. 

En el dormitorio de Henry y Joe, también se preparaban. Henry se había vestido de vaquero, con un atuendo completamente negro y una camisa con detalles blancos que recorrían sus brazos y hombros, su pantalón negro también tenia esos detalles de costado y algunos flecos negros. Joe, por otro lado, había optado por su uniforme de lacrosse, lo que a Henry no le pareció un disfraz adecuado. 

—Joe, eso no es un disfraz, es lo que usas siempre para jugar.—comentó Henry con una sonrisa.

—A las chicas les encanta amigo, hoy pienso pasarla jodidamente bien.—sonreía con picardía mientras buscaba sus preservativos en su cajón, pero al ver que ya no tenía fruncía el ceño.—Oye, ¿tienes preservativos para prestarme? Sin darme cuenta los he gastado.—dice mientras se rascaba la nuca. 

—Si, agarra en mi cajón.—le dijo a Joe sin importancia. 

Joe sonreía burlón y le dió una palmada en la espalda a Henry después de pasar por su lado. 

—Ese es mi chico, ahora tiene preservativos. ¿Habrá acción esta noche? Leoncito.—se seguía burlando. 

Henry rodea los ojos.—No lo sé, si ella tiene ganas si, sino no. 

—No eres como yo, no seas adicto al sexo amigo, nos vemos alli.—salió del dormitorio y gritó al salir.—¡mierda mujer! Mira esas caderas. 

Henry sonreía mientras negaba con la cabeza y se terminaba de preparar solo le faltaba acomodar su cabello.  

Mientras tanto, en otro dormitorio, Leah estaba sola, intentando maquillarse para completar su disfraz de egipcia. Llevaba un vestido blanco con detalles dorados, pero se frustraba porque no lograba hacerse el delineado correctamente.

—¡por dios! No me sale la linea bien, por eso odio maquillarme.—deja el delineador a un costado y suelta un suspiro mientras se ve al espejo, agarra un algodón y se lo pasa por los ojos.—perfecto ahora soy un mapache. 

 Justo en ese momento, Angie entró, ya vestida de Harley Quinn. —¡Amiga, déjame ayudarte con eso!.— dijo Angie con una sonrisa, acercándose para arreglar el delineado de Leah.—¿por dios que has hecho?.—no podía aguantar las ganas de reírse. 

—No te rías, no es gracioso.—mírate, estás genial con ese maquillaje.—le hace puchero a su amiga. 

—Tú también quedarás genial amiga, soy tu salvación. 

—Lo sé y gracias.—le sonríe. 

—Para eso están las amigas. 

Angie se tardó solo veinte minutos en terminar el maquillaje, le hizo unos lindos delineados, con negro y un poco de dorado, le puso gloss y algunos glitters en la cara.

La fiesta estaba a pleno cuando Angie y Logan entraron a la casa de Scott, seguidos de Leah y Henry. La casa estaba repleta de gente, con humo en el aire, personas bailando por todas partes y luces de colores que parpadeaban al ritmo de la música. Al ver a Logan, un grupo de amigos comenzó a cantarle el "Feliz Cumpleaños" mientras lo levantaban y lo lanzaban al aire. Logan reía a carcajadas, disfrutando del momento, mientras Angie aplaudía con una sonrisa radiante. Leah y Henry observaban la escena desde un rincón, compartiendo una mirada cómplice.

Luego Henry decidió ir a buscar unas cervezas, dejando a Leah en el patio, donde la música era mucho más suave y el ambiente más tranquilo. Mientras esperaba, ella se encontró con Tyler. Él llevaba un pantalón negro, una chaqueta a juego y un maquillaje de calavera que resaltaba sus rasgos. Su cabello está perfectamente peinado hacia atrás, le daba un aire misterioso. Tyler se acercó a Leah con una media sonrisa, y ella le devolvió el gesto.

Comenzaron a conversar, intercambiando palabras sobre la fiesta y sus disfraces. La conversación fluía con naturalidad hasta que Henry regresó con las cervezas. Tyler lo miró fijamente antes de dirigirse a él. No sin antes tragar en seco algo nervioso. 

—Jonh, me gustaría hacer las paces contigo —dijo el castaño, con un tono serio.

Henry lo miró con desconfianza, sin estar seguro de sus intenciones.

—No estoy seguro de querer hablar contigo White, además no hay nada de qué hablar juntos —respondió Henry, su voz cargada de tensión.

—Por favor solo quiero que dejemos de ser enemigos. 

Leah, notando la incomodidad en el ambiente, asintió con la cabeza, animando a Henry a que hablara con Tyler.

—Está bien, vamos a hablar a solas —dijo Henry finalmente, señalando con la cabeza a un rincón más apartado del patio.

Tyler siguió a Henry, dejando a Leah observando desde la distancia. La tensión entre los dos chicos era palpable, y Leah no pudo evitar sentirse preocupada por lo que podría suceder. Mientras Tyler y Henry se alejaban, ella se quedó en el patio, esperando que la conversación terminará en buenos términos.

 La tensión entre ellos era palpable, como una cuerda a punto de romperse. Tyler fue el primero en romper el silencio.

—Escucha Jonh, quiero pedirte perdón —dijo Tyler, su voz temblando ligeramente—. Fui un idiota contigo y, peor aún, lastimé a Leah. Aquella noche de la fiesta, sé que no tengo excusas ahora, pero realmente quiero que sepas que estoy arrepentido por todo lo que ha pasado. Lo siento de verdad.

Henry lo miró fijamente, sus ojos llenos de desconfianza y resentimiento.

—Es demasiado tarde para pedir perdón, ¿no crees? —respondió Henry con frialdad—. No me importa lo que digas ahora. Lo que hiciste con ella fue imperdonable.

Tyler bajó la mirada, sintiendo el peso de sus acciones.

—Lo sé, y no espero que me perdones. Solo quería que supieras que lo lamento. 

Henry suspiró, tratando de mantener la calma.

—Mira, no me voy a meter entre tú y Leah. Sé que ella valora tu amistad por alguna razón que no entiendo aún. Pero te advierto, White, si vuelves a lastimarla o no la cuidas como se merece, ya sabes. Te acepto solo por ella.

Ambos dirigieron su mirada hacia Leah, que estaba al otro lado del patio, riendo y conversando animadamente con Angie. La luz de las lámparas colgantes iluminaba su rostro, haciéndola parecer aún más radiante.

—Ella merece lo mejor —dijo Henry, volviendo a mirar a Tyler—. No lo olvides.

Tyler asintió, comprendiendo la gravedad de las palabras de Henry.

—No lo olvidaré. Gracias por entenderme. 

Henry no respondió, simplemente le dió una última mirada antes de girarse y dirigirse hacia Leah mientras saca de su bolsillo un cigarro y lo enciende. Al llegar a su lado, la toma de la cintura y le da un beso en la cabeza, tratando de dejar atrás la tensión del encuentro con Tyler.

—¿Todo bien? —preguntó Leah, notando la expresión en el rostro de Henry.

—Sí, todo bien —respondió Henry, tomando un sorbo de su cerveza—. Vamos a disfrutar de la fiesta.

Leah asintió, contenta de tener a Henry a su lado. Mientras tanto, Tyler se quedó en el rincón del patio, reflexionando sobre la conversación y prometiéndose a sí mismo no volver a fallar.

Después de un par de horas, Henry y Leah se dirigieron hacia las escaleras, intercambiando sonrisas cómplices. Subieron de la mano, besándose mientras avanzaban por los pasillos, tropezando con muebles y paredes en su camino. Sin darse cuenta, entraron en la habitación de Scott. Henry cerró la puerta tras ellos y, entre besos, la llevó hacia la cama. Leah rodeó su cintura con las piernas, intensificando el momento.

De repente, ella abrió los ojos y detuvo a Henry. Él la miró, confundido.

—¿Estás bien? —preguntó, preocupado.

Leah lo miró con inquietud.

—Es que... estamos en la habitación de Scott. Me recuerda a esa noche cuando apareció... Paxton.

Henry se puso serio, tensando la mandíbula y apretando los puños. Leah notó su reacción y lo calmó, acariciándole el rostro.

—Si no quieres, no lo hacemos —dijo Henry, con suavidad.

Leah negó con la cabeza.

—No es eso. Es solo que... este lugar me trae malos recuerdos.

Henry asintió, comprendiendo.

—Podemos ir a otro lugar  si quieres—sugirió.

Leah lo miró a los ojos y, después de un momento, volvió a besarlo, dejando atrás las sombras del pasado.

Han pasado ya unos días y hoy es el día en que conocerán a la banda de los invencibles. Los preparativos ya estaban casi listos, las luces, las mesas y la banda de los estrellas nacientes, pero hay una tensión entre Henry y Eros. 

Ellos estaban ensayando sus solos de guitarra en el bar arriba del escenario. Henry está muy nervioso, se equivocó de nota por quinta vez y Eros, ya frustrado, dejó de tocar y lo miró con seriedad. 

—¡Henry, concéntrate! —exclamó Eros, su voz cargada de irritación—. Toca como un profesional, por favor. 

Henry, sintiéndose atacado, respondió con un tono defensivo.

—Lo estoy intentando, idiota. No es tan fácil como parece, los nervios me están matando es la primera vez que tocaré para presentar a esa banda famosa, no quisiera verme como un no profesional delante de ellos.

—Entonces concéntrate bien, porque por tu culpa no quiero quedar como un maldito principiante.—le dice serio. 

La tensión entre ambos era palpable. Justin, que había estado observando la escena, decidió dejarlos resolver sus problemas solos. Con un suspiro, se levantó y se dirigió hacia la barra, donde Antony estaba ocupado preparando todo para la noche. Una banda muy reconocida iba a tocar, y Antony se aseguraba de que no faltara nada o que no les faltara nada a ellos. 

Justin se acercó a él, mientras iba girando el palillo de la batería en su mano derecha. Se sentó a su lado con un suspiro pesado.

—¿Sabes a qué hora llegan los invencibles? —preguntó Justin, tratando de desviar su mente del conflicto en el escenario.

Antony levantó la mirada brevemente antes de volver a sus tareas.

—No estoy seguro, pero deberían estar aquí pronto —respondió.

Justin sonrió, emocionado.

—Estoy deseando conocerlos en persona. Son una gran banda, y quiero conocer a Dominik el baterista. He oído que es increíble.

Antony asintió, concentrado en su trabajo. Justin, buscando cambiar de tema, lo miró con una sonrisa traviesa.

—Oye, Antony, ¿has pensado en ser representante de una banda? —preguntó Justin de repente.

Antony levantó la mirada, sorprendido.

—¿Representante? ¿De estrellas nacientes?

—Si, al principio pensaba en mi primo Deivon, pero luego pensé en ti. ¿Qué dices?.—sonríe.—¿Quien mejor que tú?

Antony estaba a punto de responder cuando Leah apareció con una sonrisa radiante.

—¡Hola chicos! —los saludó.

Justin aprovechó la oportunidad para contarle sobre la discusión entre Eros y Henry.

—Oye primita, Eros y Henry están discutiendo. ¿Podrías ir a calmarlos? Seguro que a ti te harán caso.—le hace puchero y ella sonríe. 

Leah asintió, dispuesta a ayudar, pero justo en ese momento, la banda que estaban esperando llegó. La emoción en el aire era palpable, y todos se prepararon para recibir a los músicos.

—Bueno, parece que tendremos que dejar eso para después —dijo Leah, sonriendo mientras se dirigía a la entrada con Antony y Megan para dar la bienvenida a la banda.



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