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Mientras sentía las bruscas ráfagas de viento romper contra su cabello, Yune se cuestionaba qué la había llevado a esa situación. ¿Qué la había llevado a estar cayendo de un edificio? Quizá fue su codicia, era una mujer muy codiciosa. También pudo ser su ego coleccionador de corazones masculinos destrozados. Pero, de alguna manera, ella sabía que terminaría así desde que tomó ese estilo de vida, una parte suya lo anhelaba.
Un suspiro se escapó por sus carnosos labios rojos, sus ojos verdes se encontraron con la luna, iluminando la silueta de Manjiro, erguido sobre la cornisa del edificio que había sido empujada segundos antes. "Al menos mi sueño se cumplió, no envejeceré. Moriré con mi recuerdo intacto".
Y así se dejó abrazar por la muerte, satisfecha plenamente, sin remordimientos. El final de una placentera, extravagante y corta vida.
Todo comenzó de una manera bastante sencilla, ir a una fiesta con su cliente más frecuente. Y, sabiendo quién era el hombre que acompañaba, estaba acostumbrada a asistir a esta clase de eventos repletos de mafiosos y gente del bajo mundo.
Iba, ponía su sonrisa más encantadora, fingía ser la novia florero de algún idiota y le quitaba más de veinte mil dólares. Un trabajo fácil, con horarios flexibles y su única experiencia requerida era su rostro.
—Wow... —dijo al ver la mansión frente a la que acababan de estacionar—¿De quién es la fiesta esta vez, Taiju?
Sus ojos verdes desbordantes de curiosidad conmovieron al hombre. Aunque cualquier pequeña acción de Yune lograba ese efecto en las personas.
—Es de Manjiro Sano, el líder de la Tokyo Manji.
Escuchar el nombre de la banda más poderosa de Japón la alteró un poco. No le agradaba mucho la idea de estar rodeada de personas con tanto poder, ya que tienden a cumplir todos sus caprichos y existía la posibilidad de que ella terminara siendo uno de esos.
Ese nombre rondó por su cabeza la mayor parte de la noche, más que nada porque todos allí lo mencionaban. Pero el tal Manjiro era un fantasma, no estaba por ningún lado, todos hablaban maravillas de él con un reflejo de temor oculto en los ojos. Comenzó a pensar... ¿Qué clase de hombre sería él?
—Vuelvo en un segundo, con permiso—se disculpó, para poder buscar el baño.
¿Sería imponente? Alto, con rasgos duros, mirada gélida y extremadamente violento. Inteligente también, por supuesto, si llevaba tantos años dirigiendo una organización tan inmensa debía ser muy astuto.
Retocó su labial rojo con cuidado frente a uno de los espejos del pasillo, imaginando al tal Manjiro. Guardó su labial y vio una puerta entreabierta, una voz en su interior le decía no vayas, este es un lugar peligroso, pero su curiosidad fue más fuerte que la voz.
Al pasar disimuladamente, vio que era una simple biblioteca con un gran balcón que daba al elaborado jardín de la mansión. Lo pensó por un instante, analizando el lugar a detalle, si fuera una zona prohibida para invitados estaría bajo llave. Así que decidió entrar sin que nadie la viera, cerró la puerta y caminó hacia el gran ventanal.
Mikey devolvió a su lugar un libro cuando escuchó la puerta cerrarse. Sorprendido de que alguien se atreviera a pasear por su casa sin ningún pudor, caminó entre las estanterías silenciosamente, para descubrir la identidad de quien lo molestaba.
La esculpida silueta de una mujer reposaba tranquila en el marco del ventanal. Ella sacó un cigarrillo de su corset, junto con un fósforo, que encendió raspándolo contra la pared. Sus labios carnosos le dieron una calada al cigarro, soltando el humo en un suspiro a contraluz de la luna.
Manjiro se quedó un par de minutos en silencio, observando si tenía intenciones ocultas, llegando a la conclusión de que esa hermosa mujer solo entró a fumar harta de tanta atención, probablemente.
—¿Descansando de la fiesta?
Yune casi deja caer el cigarrillo del susto, se volteó con rapidez, sus ojos verdes cruzaron con una oscura mirada que le heló la sangre. El hombre frente a ella era muy atractivo, cabello rubio engominado hacia atrás, facciones finas sin dejar de ser masculinas, un aire algo infantil acompañado de su sonrisa coqueta. Pero su penetrante mirada mostraba que su intención no era coquetearle, ocultaba sus verdaderos motivos.
Trató de parecer lo más relajada posible, pero la tensión podía cortarse con un cuchillo fácilmente.
—A mi novio no le gusta que fume, así que decidí escabullirme unos minutos. No delataría a una dama, ¿verdad?—Mikey pasó saliva al escuchar su voz, las palabras parecían activar cada instinto masculino dentro de él. Sus labios carnosos teñidos de rojo tenían toda intención de seducirlo.
La actitud corporal de la mujer frente a él también era bastante provocativa. Torciendo parcialmente la cabeza hacia la derecha, sus pestañas batiéndose sobre esos astutos ojos verdes que lo recorrían de pies a cabeza.
—Por supuesto que no, su secreto está a salvo conmigo—le sonrió ampliamente. —Aunque quisiera delatarla, ni siquiera sé quién es su acompañante—comentó fingiendo desinterés, escabullendo sus manos dentro de los bolsillos de la parca negra.
En realidad sí le interesaba. Manjiro necesitaba saber, si es que era una espía, quién la contrató; y si no lo era, quién podría ser tan hombre para tenerla a su lado. A pesar de que él no tuviera la costumbre de seducir o salir con mujeres, la actitud de esta era hipnotizante.
Yune reflexionó por un segundo, percibiendo que esa tensión en el ambiente no era inocente, sino intencional. Él estaba usando su imponencia para intimidarla e interrogarla, haciéndole recordar en dónde se encontraba, con qué personas, y quién organizó la fiesta.
—Si piensa guardar el secreto, ¿por qué le interesa mi acompañante, señor... ?
Mikey levantó superficialmente el mentón, observando a detalle el bello rostro frente a él cuando delatara su identidad.
—Sano Manjiro, señorita.
Yune trató de mantener la compostura, quien la interrogaba era el mismísimo líder de la Toman. Se metió sin permiso a un cuarto alejado de los invitados, y la atrapó el peor de los verdugos.
Por un segundo Mikey apreció un leve titubeo en la inmensa soberbia y petulancia de Yune. Luego de ese instante, ella sonrió mostrando sus perfectos dientes blancos.
—¿Se oculta de su propia fiesta?—se rió infantilmente, mirándolo directo a los ojos. —Eso sí que es sospechoso, señor Sano.
Mikey soltó un suspiro y sonrió un poco más relajado, fingiendo caer en su jueguito coqueto.
—Estas reuniones son hechas por mis subordinados, no por mí. Yo simplemente doy ór...
Fueron interrumpidos por la inmensa figura de Taiju haciéndose paso en la habitación. Él pareció alegrarse al verla, pero ese brillo se esfumó cuando se percató de la identidad de su acompañante.
—Sano es un gusto verte—saludó por cortesía, y luego se dirigió a Yune.— Por fin te encuentro, cariño. Ya es hora de irnos.
Ella asintió, un poco aliviada de ser salvada de tan mala situación. Aunque Manjiro fuera peligrosamente atractivo. Pasó junto a Mikey, dándole una sonrisa de despedida, pero a él esto pareció no bastarle, porque la tomó con suavidad del brazo deteniéndola.
La respiración de Yune falló un instante, al verse pegada al pecho de Manjiro, quien miraba intensamente sus labios.
—Aún no sé tu nombre.
—Yune Endo.
Las palabras se le resbalaron en un susurro, algo muy irresponsable porque ella nunca daba su nombre verdadero a nadie. Ni siquiera Taiju lo sabía. "Este hombre es un peligro".
¡Primer capítulo publicado! Estoy muy emocionada con esta historia. Espero ustedes también, y que me acompañen hasta el epílogo. Ojalá les guste 💕
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