𝗂𝗇𝖿𝖺𝗍𝗎𝖺𝗍𝗂𝗈𝗇 | 𝗶𝗶𝗶
Mikey desaceleró su paso al ver a Yune a unos metros. Sus caderas balanceándose frente a él, con esos jeans grises que acentuaban su trasero, y la suave brisa despeinando un poco su cabello. Aunque, lo que más le llamaba la atención, era ese aura que siempre la rodeaba, era extraño, marcaba un pesar constante y lleno de euforia que la perseguía.
Por su parte, Yune iba tan absorta en sus tonterías, que no notó cuando un grupo de hombres comenzó a acorralarla. Al levantar la vista de un segundo a otro, tres tipos la rodeaban. Frunció el ceño bastante fastidiada por la situación, estaba agotada mentalmente para lidiar con ellos. En serio necesitaba ir a su departamento para alejarse del resto de seres humanos.
—¿Se les ofrece algo?—preguntó, con el semblante más borde y malhumorado que pudo exteriorizar. Levantando el mentón para poder verlos a los ojos.
Los tres simios sonrieron sin apartar la mirada de sus labios carnosos. Pero no pudieron llegar a decir nada, cuando una ágil figura se interpuso entre ellos. Yune se apartó instintivamente, tratando de evitar ser golpeada, por desgracia el tacón de su bota se atascó en una de las imperfecciones del cemento bajo sus pies, haciéndola perder el equilibrio y caer de culo al piso.
—Mierda—murmuró frustrada.
Vio atontada a su supuesto salvador noquear a los tres asaltantes de una patada, con las manos en los bolsillos de su pantalones babuchas. Yune observó perpleja a los individuos en el suelo, no eran debiluchos como para caer de un golpe ¡los tres juntos!
Levantó la mirada hacia el ejecutor de tal breve y decisiva batalla. Mikey giró un poco su mentón por sobre su hombro, la observó con un semblante serio, corroborando que no tuviera un rasguño. Y luego sus facciones cambiaron completamente, sonriéndole con alegría.
—Vaya, nos volvemos a encontrar, señorita Endo—su voz era dulce, como la de un niño encantador tratando de convencerla de comprarle dulces.
Pero ella no iba a caer en esa fachada, su mera presencia indicaba lo opuesto. Erguido frente a ella, destilando confianza y poder mientras se encontraba a los pies de él como una idiota. Así que descartó a la basura esa circunstancial apariencia sumisa y se paró lo más femenina que pudo.
—Puedes llamarme Yune, no es necesaria tanta formalidad. —Lo observó un poco mejor, raramente, no parecía el mismo hombre de la última vez. Se veía algo desalineado, el cabello cayendo en ondas sobre su infantil rostro, su postura mucho más relajada y sin demostrar una pizca de desconfianza. "¿Será verdad o es una fachada?" —Gracias por eso, me ahorraste lidiar con ellos.
Ya de pie, se dio cuenta que con las botas, Manjiro le llegaba a la nariz. Él pareció no tomarle importancia, algo que le sorprendió un poco, porque a los hombres no solía gustarle mucho ser más bajos que ella.
—Dime, Yune. ¿Quieres que te lleve a casa?
Lo consideró por un instante, sus instintos le dijeron ¡No! Es peligroso, ve a casa. Y Yune nunca desobedecía a su instinto, mucho menos cuando podía evitar meterse en problemas. Así que arregló un mechón de su cabello, y sonrió amablemente a Mikey.
—Gracias, señor Sano. Pero estoy algo cansada y ya es tarde. La próxima vez será.
Mikey asintió, devolviéndole una sonrisa de compromiso. Luego se apartó del camino para dejarla pasar, observó pensativamente la silueta de Yune alejarse entre la multitud de personas, hasta perderse por completo de su alcance visual.
Tomó su teléfono y marcó el número de uno de sus lacayos.
—Akkun, necesito que busques el nombre de la acompañante de Taiju Shiba. Lo quiero saber en una hora y todo lo que encuentres de ella.
La alarma la despertó a las 17:00pm. Tenía precisamente tres horas para arreglarse antes de que la pasaran a buscar. Se tomó quince minutos para revisar sus mensajes, ignorando todos los de Taiju y sus reproches, un par de Inupi y el horario en que la pasaba a buscar.
Ya más despierta, bajó de la cama y buscó el vestido que le enviaron, mientras una mascarilla hidratante cubría su rostro. Blondie sonaba a todo volumen, y ella cantaba a la par, mentalizando su papel de femme fatale. La alfombra roja calentaba sus pies descalzos, cuando por fin tomó la prenda.
Quitó con cuidado el forro negro que protegía el costoso vestido, casi siempre en su trabajo le enviaban trajes muy caros de diseñador, algunas veces se los obsequiaban, otras debía devolverlos. Por lo que evitaba cualquier contacto con este hasta que debiera usarlo.
Sus labios se abrieron de sorpresa cuando lo vio. Un Hervé Léger rojo del 95, temporada primavera verano, apegado al cuerpo, largo hasta los tobillos, con una cadena dorada bajo el busto que se conectaba por la espalda a una gargantilla del mismo color. Junto con este unas sandalias tacón aguja rojas. Además de ello, había una nota que rezaba...
«𝑬𝒏 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒕𝒐 𝒕𝒆 𝒗𝒊, 𝒔𝒖𝒑𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒍 𝒓𝒐𝒋𝒐 𝒆𝒓𝒂 𝒕𝒖 𝒄𝒐𝒍𝒐𝒓. 𝑺𝒆́ 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒆 𝒗𝒆𝒔𝒕𝒊𝒅𝒐 𝒂𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂𝒏̃𝒂𝒓𝒂́ 𝒕𝒖 𝒃𝒆𝒍𝒍𝒆𝒛𝒂, 𝒐 𝒂𝒍 𝒎𝒆𝒏𝒐𝒔 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒏𝒕𝒂𝒓𝒂́ 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒕𝒂𝒏 𝒅𝒊𝒇𝒊́𝒄𝒊𝒍».
Su sangre se heló por un instante, ¿sería Taiju su acompañante? Aunque él jamás había mencionado el color rojo, al contrario, siempre escogía prendas color azul marino que hicieran juego con sus trajes. Además era un hombre brusco y poco atento, que probablemente cedería la tarea a su secretaria. Su acompañante de la noche pareció haberse tomado la molestia de encontrar algo especial para ella.
La alarma del temporizador de la mascarilla sonó, haciéndola saltar del susto. Dejó la tarjeta rápidamente sobre su mesa de noche, y procedió a arreglarse, algo ansiosa y preocupada por descubrir quién le había hecho tal detalle.
Llegada la hora, el auto estuvo puntual frente a la puerta de su edificio. Al subir se encontró con el resto de acompañantes que asistiría a la reunión. Sus vestidos no encajaban con el que traía Yune, eran más provocativos, mostraban más carne o se acentuaban en ciertos atributos prominentes en ellas. Eso la hizo cuestionarse aún más quién era su acompañante, y por qué ella sola iba de gala.
Al echar una mirada hacia el conductor del auto, descubrió los ojos de Inupi observarla, él le dedicó una sonrisa. Pero sus ojos comunicaba preocupación e incomodidad, "¿en qué me metiste, Nupi?" se cuestionó internamente, su amigo se caracterizaba por su gran corazón y fidelidad. Por lo que ese ceño no le brindó nada de seguridad.
La atención de los ejecutivos se centraba en sus respectivas mujeres. Mujeres que Yune supuso habían elegido de un catálogo, al menos los participantes de la Tokyo Manji. Dejándola a ella sentada sola, junto a la silla vacía de su acompañante que aún no se dignaba a presentarse.
Jugó con el vino blanco en su copa, para luego beber uno o dos sorbos. Por confidencialidad no podían tener celulares, ni nada que indicara ser un posible artefacto para espiar a la organización, desgraciadamente eso significaba también aburrirse sin juegos. En serio tenía ganas de irse a su casa, y jugar sudoku en algún periódico viejo mientras tomaba whisky.
De un instante a otro, el silencio tomó posesión de la sala, y todos los ejecutivos se pusieron de pie para recibir a su jefe. Yune levantó la vista ansiosa, descubriendo por fin su cita de la noche, Manjiro Sano caminó elegantemente por el lugar, con el mentón en alto y sus penetrantes ojos negros paseando por cada persona situada en la larga mesa. Hasta llegar a ella.
Cuando Mikey se enfocó en Yune, le dedicó toda su atención, regalándole una sonrisa satisfecha al comprobar que acertó victoriosamente con el vestido. Ella se veía hermosa, desbordante del poder que él quería acentuar de su aura. Y esos iris verdes brillando al verlo le provocaron un placer indescriptible.
Mikey detuvo su caminata junto al asiento de Yune, agachándose frente a ella para besar adecuadamente su mano.
—Lamento hacerla esperar. Imploro que esta noche sí me permita acompañarla a casa, señorita Faith.
Yune no tardó en sonreírle, a pesar de que por dentro se estaba auto-reprendiendo porque un mafioso, no, el peor mafioso de Japón sabía su verdadero nombre. Y, además, parecía tener una gran fascinación por ella. Cometió el único puto error que no debía.
—Será un placer para mi que lo haga.
Dejo por acá el vestido, por si no describí bien cómo era, la verdad escribí este capítulo bastante cansada. Ya no me daba la cabeza para detallar tanto, después lo corregiré. Es que tenía muchas ganas de actualizar esta novela hoy.
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