1:Ratas
Uno: Ratas.
Sea Grey.
—¿Y bueno? —dije mirándole a los ojos —¿Ya me vas a decir?
Sirius hizo una mueca.
—¿Podría comer primero? —contesta —No lo he hecho hace años.
—¿Y como es que sobreviviste sin comer?
—Haces muchas preguntas.
—Te recuerdo que estás viviendo en mi casa.
—Temporalmente, niñita.
—No me digas niñita. Soy más grande que tú.
Sirius hizo una mueca.
Para resumir la situación: Sirius Black, se hizo famoso hasta hace pocos años cuando quien no debe ser nombrado estuvo en su apogeo. Muchos dicen que él traicionó a sus mejores amigos los Potter por ser fiel seguidor del señor oscuro. Entregando la protección de ellos y su pequeño hijo Harry Potter, el niño que vivió. Esa es una larga historia. Pero en conclusión Sirius mato a tanta gente en busca de la aprobación del susodicho, incluído un tal Peter Pettegrew.
Pero para mí, Sirius Black habia sido solamente el chico guapo y escandaloso que vivía del otro lado. Que por pura equivocacion, se había metido a mi casa, comenzando con todo esto.
Apenas había llegado del trabajo, lo que ya resulta muy estresante por el simple hecho que mi jefe es un tirano. Sin embargo había esperado todo el bendito día para llegar a este momento, fue una motivación, no miento.
Desde hace harto tiempo había esperado que algo interesante me pasará.
—Si, supongo que sí quiero agradecerte —hace una pausa para tomar agua —, tendré que responder todas tus preguntas.
Sonreí satisfecha.
Ni siquiera me acuerdo cómo es que me convenció de que él era bueno. Es decir, ese día que se metió a mi casa por accidente, me dijo que lo ayudara si no quería que me quitara la memoria y aparte dijo algo como «Si querría matarte ya lo hubiera hecho» Lo que he cierto.
Un voto de confianza no le hace mal a nadie... ¿O si?
—Bueno, Entonces cuéntame ¿Que paso en realidad? ¿Cómo es que la gente te inculpo?
—Ya te dije, Sea —dice en tono desinteresado, sacando su hamburguesa que compre, de su empaque —. No quiero volver a repetirlo.
—Si quieres que crea que eres bueno, debes repetirlo. Sirius.
—Bien —asiente sacando de su bolsillo una fotografía de un periódico —. Todo comienza por esta rata.
La fotografía consiste en una familia de Pelirrojos. Si no me equivoco los Weasley, el señor Arthur trabaja en el ministerio y lo he visto un par de veces. Además mi jefe lo odia, dice que es un incompetente pero a mí me parece buena persona.
—¿Esperas que te crea? ¿Por la mascota de un niño te acusaron? ¡Diablos, Azkaban debió ser horrible!
El castaño rueda los ojos.
—No es una mascota, ¡Es Peter Pettegrew! ¡Un animago!
Abro los ojos con sorpresa.
—No puede ser —inquiero incrédula —. Peter Pettegrew es el chico que dijeron que mataste. Solo quedó su dedo meñique ¿Es un animago?
—Efectivamente. Ahora lo veo en esta fotografía después de tantos años y no me lo puedo creer. Todos pensaban que estaba muerto, por eso me echaron la culpa de lo que les pasó a los Potter... A mí mejor amigo y su esposa. Cuando en realidad fue él, Peter nos traicio e hizo todo eso para borrar evidencia, hasta cortar su propio dedo. No le importo que habían matado a su amigo de la infancia. No le importo que me habían mandado a Azkaban. No le importo nada más que el ¡Siempre fue un estúpido cobarde!
El hombre parecía frustrado, dolido y desesperado.
Tanto tiempo creyendo que era un simple criminal y ahora contaba esto con lujo de detalle.
—¿Entonces no fuiste tú el que mató a esos Muggles?
—No.
—¿Peter Pettegrew sigue vivo y esa la rata de los Weasley?
—Si.
Aún estaba insegura de creerle, pero mi corazón se mostraba empático.
—De acuerdo —asenti fingiendo seguridad —¿Por qué decidiste escapar ahora? Después de todo este tiempo.
Black suelta un suspiro demasiado largo.
Sirius siempre me pareció atractivo, en la escuela lo era, cuando salió también y ahora parece un vagabundo con esa suciedad pero se sigue manteniendo la armonía perfecta de su rostro.
—Cuando ví esa foto supe que algo andaba mal —explica sin mirarme —. Todo ese tiempo en Azkaban en verdad sentía que me lo merecía, por no salvar a mi amigo de su terrible destino. Así que no hice nada y me había resignado a morir allí dentro, pero después me di cuenta que podría enmendar mi error si atrapaba a ese bastardo. Hice lo que pude y ahora estoy aquí, decidido a proteger a mi ahijado que sigue vivo y atrapar a esa maldita rata.
Nada dramático.
—Entonces regresaste a casa —murmure y el asíntio.
—Pero ahora resulta que tiene una contraseña para entrar, la cual no recuerdo o simplemente no la se. Por eso termine en tu casa por error, de no haber Sido por eso, ni siquiera te hubieras enterado.
—Oh, puedes hacer todo esto tu solo —espete con sarcasmo.
—Es que no estaba en mis planes pedirle ayuda a mi ex vecina con la que jamás hable y aparte resultó ser muy torpe.
Ahora yo soy la que rueda los ojos.
He cierto, a pesar de haber asistido a la misma escuela y vivir exactamente al lado uno del otro, nunca nos dirigimos ni una palabra. El era el chico popular desastroso de Gryffindor, con sus otros tres amigos igual de desastrosos. Mientras que yo, un par de años mayor, solo era una chica más que iba a Hogwarts a rellenar los asientos del gran Comedor. A mí tampoco se me pasó por la cabeza ayudar a un Black sobre todo cuando se convirtió en un asesino en fuga.
—Bien. Entonces te puedes quedar hasta que resuelvas lo de tu casa —dije mirando mi hamburguesa con apetito.
Dejando claro lo que sucedía en realidad, me daba más tranquilidad.
—Seguro.
Ni un gracias me dijo.
—Pero tendremos reglas.
—No soy un niño chiquito. Se cuidarme solo.
—Pues no parece —dije alzando las cejas —. Además no lo hago por ti, si no más bien por mi. No quiero que algo me suceda si te llegan a atrapar.
—No pensaba involucrarte.
—Aunque tampoco quiero que te atrapen.
—Ni se te ocurra involucrarte —dice mirándome con firmeza —. Nada más te pediré alojamiento por unos días hasta que tenga un plan. Luego de eso te juro que no sabrás de mi.
—Bien eso ya es una ventaja. Sin embargo no quiero que te atrapen porque eso me daría mucha lastima, ahora que ya se la verdad.
—No creo que debas encariñarte conmigo. Soy alguien más bien solitario.
—Por supuesto que no, siempre estabas rodeado de gente y parece facinarte la compañía. En cambio no lo hago porque me encariñe fácilmente, solo lo hago por mí. Quiero un poco de distracción.
—¿Por eso me dejaste quedarme? ¿Por un simple pasatiempo?
—No es lo que quise decir, pero deberías de aceptar que no eres el rey del universo. Tengo mis razones y no son exactamente sobre tí.
Sirius levanto la ceja asintiendo sin mucho que protestar.
—Ahora, las reglas son estás: Yo me voy al trabajo por las mañanas. Así que te toca hacer el desayuno...
—No soy un elfo doméstico.
—Pues a menos que me consigas uno en este instante lo dejaré pasar, pero como no lo harás. Te toca pagar con quehacer ¿De acuerdo?
—¡Bien!
Genial, desayuno gratis.
—En lo que estaba. Te toca el desayuno y la limpieza de la cocina. Además debes ser discreto cuando salgas y avisarme si lo harás. Tengo que saber cuándo estaré sola en mi casa y cuando no. ¡Ah! Nada de dejar la tapa del retrete arriba. Debes lavar tus propias cosas y sobre todo... Cuando tengas un plan de irte, debes despedirte.
—No se me dan bien las despedidas.
—¡Prometelo!
—Crei que no te ibas a encariñar.
—No es eso —dije sonriendo —Es que concidero que será como un cierre del ciclo. Cómo un agradecimiento. Al final vamos a compartir nuestras vidas por unas semanas.
Sirius gruñe como todo un perro, pero termina aceptando y ambos nos damos la mano.
Esto había resultado bastante fácil.
El me tenía confianza y yo más o menos a él. Sin embargo nuestro trato había quedado pactado para siempre.
Un asesino en fuga, una amable vecina y una rata de por medio.
—Ya que quedó claro —digo tomando mi comida —. Terminaré esto e iré a descansar un poco. Mañana tengo un día de trabajo agotador... Aunque pensándolo bien, todos los días son agotadores en ese puesto.
—Como quieras —se alza de hombros.
—Por cierto. Creo que deberías bañarte mañana, el hechizo de olor que te hice no durará mucho.
Me río internamente mientras el joven me mira extrañado.
—¿Me hechizaste para evitar mi olor?
—¡Pues claro! ¿Creíste que te dejaría oler a vagabundo por mi casa? ¡Soy una señorita!
—No soy un vagabundo.
—Si, lo eres.
—Me bañaré pero no tengo ropa limpia.
—Te daré la que dejó papá.
—Hum, gracias —murmura y yo sonrió.
—¡Choquemos esos puños! —digo extendiendo mi puño a él con felicidad.
—No voy hacer eso.
—Si tu lo dices —bajo mi puño sin mucha importancia y luego recuerdo algo —. Por cierto ¿Te puedo pedir un favor?
—Por supuesto.
—En la noche, no me mates.
—Si te callas la boca de una buena vez, lo voy a considerar.
—Estupendo.
Entonces me lanzo a reír por su chiste... Aunque no sabía si era un chiste.
Con un asesino recién escapado de Azkaban que según dice ser inocente, nunca se sabe.
Contexto: Sirius ya le había comentado sobre la historia original de lo que paso con los padres de Harry. En este capítulo solamente contesta sus preguntas y aunque se le ve muy despreocupada por si Sirius decía la verdad. Ella sabe en el fondo que es así, no tanto
porque Sirius la convenciera, es que realmente ella vio lo que paso esa noche muy de cerca.
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