|Capítulo 1|
🌿Aldea de Konoha — Torre del Hokague 🌿
Papeles en varias pilas alrededor y sobre el escritorio, uno que otros libros con documentos en el suelo y unos envases vacíos de Ramen Instantáneo estaban alrededor de nuestro rubio favorito, Naruto se hallaba exhausto por todo el trabajo de la noche anterior y lo que tenía que terminar, se tallaba los ojos con pesadez mientras soltó un bostezo perezoso, luego se golpeó sus mejillas con sus manos para poder despertarse del todo y seguir revisando los documentos de exportación de las provisiones que necesitarían los del Suna. Mientras hacía aquello, rememoraba lo sucedido hace una semana; fue su día libre, día que aprovechó para entrenar con su hijo mayor Boruto y ayudarle en algunas cosas a su hijo adoptivo Kawaki junto a su pequeño tesoro Himawari, luego una miembro de la Organización Kara vino para llevarse al de cabellos azabache y rubio por órdenes de su superior, casi mata a su hija y con solo tener la imagen de Kawaki sacrificándose por su familia solo lo hacía enojar contra la responsable de aquel alboroto y que valga la redundancia escapó.
Trataba de apaciguar su ira interna mientras seguía con su trabajo, terminó de rellenar aquel documento sonrió complacido poniéndolo en la pila de los papeles de exportación para luego recostarse en su silla disfrutando de su paz... La cual duró muy poco ya que Shikamaru llegó a su oficina con otra pila de papeles que rellenar y firmar, los puso sobre el escritorio con un ruido sordo, ¡Genial! ¡Otra excusa para llegar tarde a casa! Nótese el sarcasmo.
—Pensé que podría descansar dettebayo.—dijo con un suspiro para luego tomar el primer conjunto de hojas.
—Lamento haberte arruinado la paz momentánea pero-...
—Lo sé, es mi deber—le regaló una sonrisa sincera—, no te preocupes que ya me acostumbré.
El de cabello azabache le devolvió el gesto, aclaró su garganta mientras sacaba de una carpeta unos papeles y una foto de una mansión abandonada y media destruída y debajo de esa estaba otra foto con una crisálida gigante dañada como si algo hubiera salido de ella. Naruto tomó aquello y lo vio minuciosamente y con detenimiento. “La crisálida se ha abierto, no sabemos con exactitud cuál era su contenido principal, pero el líquido que incubaba lo que sea que estuvo allí adentro es espeso y negruzco, será llevado a nuestra central de investigaciones para analizarlo con más profundidad”, leyó el primer párrafo otra vez y vio de nuevo la foto del capullo abierto. Reconoció la caligrafía de imprenta de Katasuke , estaba consciente que esa cosa podría traerles más problemas que los que tienen con Kara, o...¿Podría ser un posible aliado?
—Encontraron unas huellas y el equipo de Exploración y Búsqueda están en ello.— se cruzó de brazos con una expresión seria en sus facciones.
Soltó un pesado suspiro mientras Shikamaru se retiraba de la oficina después de formular un "Permiso", dejando a Naruto con un montón de papeleo. Ahora tenía un debate interno sobre el nuevo obstáculo para volver a la paz que había hace tiempo cuando sus hijos eran apenas pequeños críos; ser Hokague como le explicó a su hijo no era simplemente sentarse enfrente de un escritorio y firmar papeles o claro que no, se trataba de cuidar a toda la aldea como si fuera su propia familia y es que toda Konoha había sido su familia a pesar de que de niño lo habían tratado tan mal y consideraron su cumpleaños como una cacería especial. Pero claro que todo eso quedó en el pasado. Cumplió su sueño y se mantuvo firme en su camino ninja; nunca rendirse ni retroceder ante sus propias palabras.
Creó amigos, creó lazos, logró traer a la persona que había considerado un hermano para él y ahora tenía una preciosa familia, tenía la posición que más quería, supo quienes eran sus padres y sobretodo fue considerado un símbolo de paz eterna. Pero aveces un grano de arroz puede desequilibrar la balanza como si nada y él lo sabía. Miró de nuevo las fotos y encontró una imagen de una familia de tres, supuso que eran hermanos. Se fijó en el más pequeño de los tres, se parecía mucho a su difunto padre en casi todo, excepto que la forma de sus ojos eran más salvajes como las de un gato y su piel era mixta. Luego miró a los otros dos hermanos y supuso que entre ellos había una rivalidad que terminó en catástrofe. Leyó el informe de la investigación sobre aquella crisálida y notó que, en la descripción decía que “Sólo los cadáveres de los dos hermanos mayores de esta familia estaban, menos el del hermano menor". El rubio se sorprendió por aquello y mientras dejaba aquel informe de lado y seguía su trabajo se indagaba así mismo: Si el cuerpo del hermano menor no se encontró entre los escombros ¿Dónde está?
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🌿Aldea de Konoha—Biblioteca de Archivos.
Un rubio de ojos azules y marcas de dos bigotes en sus mejillas estaba sentado en una mesa alrededor de unos libros de diferentes sellos que se habían hecho a través de los años, también intentaba buscar y recopilar la mayor información que pudiera de los Ōtsutsukis para poder entender porque Momoshinki lo había elegido precisamente a él como receptáculo. Boruto era un estratega nato y un prodigio en la escuela, tal vez sea un poco idiota a veces pero cuando se trata de defender a sus compañeros y familia se ponía serio y tomaba cartas en el asunto. Kara se había convertido en una nube negra en su día soleado y con solamente pensar que un rayo de aquella nube prendiera en llamas toda su familia y amigos era algo que le aterraba en el fondo.
Suspiró mientras cerraba el libro que tenía en sus manos anteriormente para luego ponerlo en el montón de su izquierda, puso una mano en su mejilla derecha apoyando su rostro contra la mesa. Luego pensó que él ahora no era el único que se preocupaba por su familia, Kawaki dio de su parte aquel día salvando a su hermana y padre de aquel rayo devastador de Delta, y devolverle el favor era algo que deseaba . Buscó y buscó como loco alguna información de la marca en forma de diamante negro que tenía en su mano, quería saber más del Sello Karma para poder ayudar a su hermano adoptivo. También buscaba aquellos poderes oculares que existían o existieron para poder averiguar que demonios tenía él si no era el Byakūgan.
Gruñó internamente al no encontrar nada después de 5 horas de búsqueda mientras se llevaba sus manos a la cabeza, el rubio no se rendía tan fácilmente, así que se levantó de su silla y volvió a buscar en la misma sección de la biblioteca, tomó unos 3 libros más y se devolvió a su sitio para seguir buscando. Mitsuki se le había ofrecido esa mañana para ayudarlo a buscar, pero su terquedad era tan grande que era difícil saber si en verdad era hijo del Séptimo Hokague y no algún bastardo.
—¡Maldición!—exclamó a lo bajo mientras ponía los tres libros en la pila—A este paso terminaré en un fuerte de libros, agh.
Ni modo, agarró todos los libros que podía cargar y los llevó a sus respectivas secciones en la librería, y para no alargar más el proceso usó sus clones de sombra, con el paso de los minutos la mitad de los libros ya estaban en su lugar y como solo quedaban unos cuatro libros deshizo sus clones para terminar el trabajo. Suspiró mientras ponía dos libros en su lugar, había desperdiciado otro día buscando respuestas a sabiendas que nadie, ni siquiera su Sensei saben de aquella maldición en su bendita mano, el Uchiha mayor logró encontrar un poco de información del sello que tenía en su mano pero no fue solo que una mísera porción del resto. Justo cuando iba a poner el último libro en su lugar se tropezó y le cayó un libro encima, se sobó la cabeza y tomó el libro que le cayó como ladrillo. Limpió la tapa carmesí con detalles dorados en el lomo para ver qué este no tenía título. Abrió el libro y solo encontró una firma, intentó leerla pero no logró entender ni un pio. Pasó las páginas mientras se encaminaba a su mesa, al llegar a la mitad encontró una foto de una familia de tres; un jóven adulto de pelo castaño y ojos rubí, tenía unas marcas rojizas en el comienzo de sus mejillas, la que estaba al lado era una mujer joven de pelos anaranjado y rizados.
Los ojos naranjas de la chica parecían brillar con intensidad, luego dirigió su mirada al último de los tres, un chico de cabellos rubios, ojos azules con la forma de la de un gato y piel mixta. Los rasgos y la apariencia física eran similares a los de su abuelo Minato... Aunque algo le llamaba la atención, revisó la información de aquella familia y se quedaron sus ojos como platos al ver que esa familia existió hace siglos, y hace siglos los Ōtsutsuki vinieron a la tierra para plantar al dios Árbol. Le interesó saber más de aquella familia de tres. Se dirigió a uno de los bibliotecarios para llevarse el libro, inesperadamente el objeto no tenía un código de barras ni estaba registrado en el sistema, pero se lo dejaron llevárselo sólo con la condición de que lo cuidara. Y eso iba hacer.
Salió de la instalación y volteó su mirada encontrándose a Kawaki arrecostado contra el muro.
—Ya decía yo que ibas a dormir aquí y yo en tú cuarto.—habló en tono burlesco hacía Boruto el cual soltó un bufido indignado.
—Al menos hago algo por nuestras vidas.—Respondió con un gruñido recibiendo una leve risa por parte de Kawaki.
—Ya regresemos a casa, Hinata-sama se va cuestionar si estás con alguien—bromeó
—¡Cállate!—exclamó alborotado y se fue meneando las manos llevandoselas a los costados de su cabeza para taparse los oídos.
El de cabellos negros y rubio giró sus ojos con una sonrisa para seguir al rubio de ojos azules con las manos en los bolsillos, desde que empezó a vivir en la residencia de los Uzumakis su manera de pensar de la gente había cambiado mucho, y más cuando eres el hermano adoptivo de un pequeño girasol de nombre Himawari, ella no era un girasol de verdad pero su nombre tenía ese significado y le era grato pasar tiempo con ella, después de todo la menor no le gruñó cuando accidentalmente rompió su jarrón. El de ojos grisáceos sintió una mirada posada en su nuca, se volteó levemente para encontrarse con la nada, hizo una mueca extrañado por ello, normalmente sus instintos no le fallaban en la mayoría de las veces, sin embargo siempre había una primera vez para todo. Escuchó el grito de Boruto llamándolo por su nombre para que viniera, dio pasos rápidos hasta donde estaba el rubio y caminó al lado suyo empujándolo de vez en cuando para jugarle bromas.
Le parecía divertido en su interior ver a su hermano de esa forma e internamente reía divertido.
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🌿 Konoha—Residencia Uzumaki 🌿
Después de la cena, el hijo mayor del matrimonio Uzumaki-Hyūga subió a su habitación y cerró la puerta, la luz de su cuarto estaba apagada pero tenía una pequeña luz de estudio en su escritorio, tomó el libro que estaba en su cama y se sentó enfrente de su escritorio, prendió la luz que tenía para estudiar de noche y empezó a releer aquel libro rojo que se llevó de la biblioteca, lo empezó a leer desde los primeros capítulos y para su sorpresa había muchas cosas que en los otros libros no había; salía la descripción exacta del Rinnegan, también sobre los hijos de Harogomo Ōtsutsuki y su hermano Hamura, también salía una pequeña carta que el mismo Sabio de los Seis Caminos escribió a su hijo Asura hace años ¡Esa información era más que invaluable era precisa! Siguió leyendo asombrado hasta que llegó a un capítulo del libro titulado “Los Primeros Ōtsutsuki” y allí aparecían los dibujos de dos seres, uno era Kaguya y el otro según el libro era Isshiki.
Siguió leyendo aunque quiso dejar de hacerlo pero la curiosidad era demasiada, le consumía bastante y quería saber más, fue entonces que llegó a la página de esa familia de tres: Los Raitobêru. La descripción de los tres miembros de la familia era muy precisa, pero los dos hermanos mayores no era lo que le interesaba, su tema de interés era ese joven rubio de la foto y el menor de los tres. Puso una mano apoyando su mejilla con pereza, pasó su dedo delineado la imagen del chico de la foto, que según lo escrito su nombre era "Bêtte", rió por el nombre de aquel joven, le parecía extraño que ese nombre era casi identico al de una chica. Tomó un lápiz y papel en blanco que tenía en su cajón y empezó a dibujar ese rostro tan parecido al de su abuelo sin serlo.
Tal vez no era como el señor Sai que la pintura era su fuerte más resaltante como el de su hijo Inojin, pero no sé daba por vencido y que le valía un bledo si Sarada consideraba sus dibujos como "cositas hechas por bebés", frunció el ceño al recordar aquello que le dijo la Uchiha cuando estaban de misión en búsqueda de Mitsuki hace tiempo. Le dio los toques finales al dibujo y soltó el lápiz viendo su obra. Comparada con los otros muñecos que hacía, ese le había quedado mejor, el rostro no quedó horrible, los ojos quedaron más o menos y el cabello... Bueno un poco mal pero no tanto, guardó el dibujo en el libro y luego los puso en el cajón de su mesa de estudio, se estiró con flojera soltando un bostezo, se levantó mientras se rascaba la espalda para luego tirarse a su cama y ver el techo, levantó su mano con el sello Karma mirándolo fijamente, para luego bajar su mano.
Mañana iba a ser un nuevo día, y mañana Sasuke, Kawaki y él iban a entrenar juntos, era la oportunidad perfecta para el ojo gris demostrar que tan fuerte era y de cómo a mejorado con el Séptimo Hokague.
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🔥Tierras del Fuego—??? 🔥
Con un puñal logró clavarle en la mano derecha a aquel shinnobi para luego darle un golpe certero con su otra mano al pecho lanzadólo contra unos árboles, con un trozo de cinta amarró la mano de otro shinnobi y se la rompió para luego lanzarlo contra otro compañero suyo, tomó unos shurinkens y los lanzó contra otros tres, miró de reojo al líder del grupo para luego esquivar una bola de fuego que venía a su dirección. Su brazo rápidamente se volvió una cuchilla y con precisión le cortó la garganta a tres del grupo. Luego tomó un kunai y fue tras el líder del equipo de Exploración y Búsqueda de Konoha para luego con varios cortes en zonas donde el dolor era insoportable logró derrotar al equipo completo él solo. Bêtte cambió sus antiguas vestimentas con unas que Kirai había confeccionado para él precisamente.
Llevaba un uniforme ANBU y una pañoleta roja, también llevaba una gabardina que parecía una capa blanca con capucha, tomó las armas que llevaban los shinnobis que venció y los guardó en su pequeño bolso de armas que tenía en amarrado a su cadera, puso un kunai en el pequeño portador que tenía en su pierna derecha y se fue tomando camino. Suspiró con cansancio mientras sus heridas eran sanadas por la demonio que lo acompañaba. Subió a la rama de un árbol y empezó a saltar, su hermano siempre lo admiró por su manera de retener información y grabarsela de memoria, y gracias a aquella habilidad logró aprender el manejo del Chakra y como usarlo, además que aprendió de las Naturalezas del Chakra, todo eso se lo enseñó la gata negra de ojos rubí. Siguió con su camino por los árboles hasta llegar a un acantilado.
Puso su mano arriba haciendo una "L" con su pulgar y dedo índice para guiarse por las estrellas, sintió el viento soplando por la misma dirección que el tomaba, indicándole que iba en buen camino. Siempre le iba a agradecer a Kain por tomarse el tiempo y las molestias de enseñarle a guiarse en la oscuridad, las estrellas eran una brújula natural que nunca iba a desaprovechar a sabiendas que no tenía un mapa de los países que actualmente existían, miró una pequeña aldea desde arriba y decidió bajar de allí. También hay que destacar que gracias a en su niñez que había aprendido a "tomar prestado" los objetos de los capitanes de la guardia de su mansión le ayuda a "tomar prestado" el dinero de los individuos de hace rato. Llegó a un puesto de bollos y pidió unos cinco a una señora mayor junto a un jugo para llevar, la señora le dio el envase y él pagó el precio de aquel alimento.
Se alejó de la pequeña villa para luego ir a las afueras y subirse a la copa de un árbol para ver las estrellas mientras comía su cena y tomaba su jugo, le daba de comer a su acompañante también mientras recordaba a su familia. Tal vez ya no era la misma era que vivió alguna vez, pero eso no justificaba que algunas costumbres se tuvieran que perder por el cambio de era. Sabía que algunas cosas nunca cambiaban, como las estrellas; sin importar nada ellas iban a estar pintadas en el cielo para guiarlo en la más oscura de las noches. Terminó su comida y se acurrucó lo mejor posible, tomaría un descanso y mañana cuando llegue la luz del alba iba a continuar su camino hasta llegar a algún lado donde pueda encajar e iniciar de cero... O tal vez seguir con el plan de su hermana y que todo vuelva a ser como era antes, como debía ser.
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