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𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝘂𝗮𝗿𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗲.

❝Al final de esta pesadilla interminable
La existencia que eres tú me levanta todos los días.
Eres mi destino, no puedo explicarlo bien con palabras. Eres la salvación que salvó mi cansado ser.❞
Stay Alive - JungKook (BTS)
•••

06:01a.m.

La sensación de caricias sobre su rostro y el arrullo suave de una vocecita en su oído comenzaron a despabilarlo del sueño, se removió entre las sábanas abriendo sus ojos y encontrando la sonrisa más hermosa de su mundo.

—Despierta appa dormilón, despierta, el sol ya salió —canturreó Young-nam casi encima de su cuerpo atreviéndose a besar su mejilla— harabeoji ya despertó y omma hizo panqueques para desayunar —los orbes oscuros de JungKook no se despegaban de la niña, percatándose de que está se veía mucho más grande.

Levantó su mano izquierda a la altura de su rostro somnoliento observando la alianza dorada en su dedo anular sintiendo la calidez de la argolla alrededor.

—¿Qué están haciendo? —la voz alegre de Hye-min se hizo notar cuando ingresó por la puerta de la habitación, JungKook frunció el ceño mirando estupefacto todo su alrededor— ¿están teniendo una mañana de cariños sin mí? —el cabello castaño de la mujer iba muy bien peinado en un rodete bajo, llevaba un vestido largo y ceñido a su cuerpo color azul y su rostro bien maquillado refulgía de felicidad como si jamás nada malo hubiera pasado.

Se recostó al lado de ellos en la cama desecha aprovechando de besar la coronilla de su hija. JungKook aún no salía de su asombro. Por inercia rodeó con su brazo derecho a la menor aproximándola a su torso, observó a la castaña con ojos deslumbrados mientras una sensación de extrema felicidad ahondaba su pecho, su cuerpo entero.

—¿Mi amor? —Young-nam y Hye-min se miraron por un segundo a causa de la inquietud y la sorpresa en la voz del pelinegro, Hye-min le sonrió de forma dulce asintiendo.

—Omma es tu amor, yo soy tu princesa —corrigió la menor, logrando reír a su madre y deleitando los oídos de JungKook con aquella risa que tanto extrañó. La puerta volvió abrirse de repente sin darle tiempo a reaccionar a lo anterior revelando la presencia de otra persona corriendo a dónde ellos.

—¿Por qué me dejan solo? —chilló el niño de regordetas y sonrosadas mejillas subiéndose a la cama con los demás, abrazándose al pecho del pelinegro.

No entendía que sucedía, no entendía nada, todo era tan real que por un momento se detuvo a analizar la situación. Ya no había dolor, no había preocupaciones, ni tristezas, era como si nunca hubiera existido aquello, era otra realidad, la verdadera realidad, una dónde él era feliz.

Observó las sonrisas de sus hijos y la de ella, la de su mujer al lado. Atrajo a los niños entre sus brazos y besó sus cabecitas, olfateó los olorcitos de ambos queriendo tener todo el día esa sensación en sus sentidos, escuchaba con atención sus risas y voces queriendo grabar cada sonido.

—Los amo, los amo —susurró volviendo a escuchar sus risas y sus respuestas en correspondencia— te amo Hye, te amo bonita mía —susurró mirando a la castaña con lágrimas en sus ojos. Ella con la sonrisa más perfecta le susurró un 'te amo' en correspondería y un beso volador uniéndose al abrazo grupal, JungKook cerró sus párpados dejándose llevar.

Tenía a los tres amores de su vida sintiendo el calor corporal de cada uno, los latidos del corazón, inclusive el tacto tan cariñoso y la sangre recorrer llenas de calidez las manos de Hye-min quien sostenía su rostro repartiendo besos en su regordeta nariz. Está era la verdadera realidad, no la otra, esa era solo un mal sueño o mejor dicho, era una pesadilla de dónde al fin despertó.

Al abrir de nuevo sus párpados sus ojos vieron la luz del día entrar por la ventana de la habitación, el calor manando de su cuerpo, pero el ambiente era gélido y su pecho pesaba. El lugar no tenía esos colores cálidos sino todo era su realidad soñada solo fue eso, un sueño que parecía tan real, un sueño que pareció construirse en otra realidad. Una dónde si debió ser.

Tragó saliva evitando siquiera llorar, todo se sintió tan real que aún creía estar en una pesadilla. Y si aquello no fue real, por lo menos haría lo imposible por volver a ser feliz al lado de ellas.


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12:45 p.m.

Terminó de meter a su boca la última cucharada de arroz seguido de su jugo de naranja exprimido especialmente por su madre, miró de reojo a su tío HyunWoo frente suyo terminando de almorzar entretenido en su teléfono celular. Giró un poco su cabeza para mirar a Ga-yeon, su niñera también almorzando y sonriendo por algún mensaje recibido en su celular. A ella no le permitían tener uno por su corta edad, aunque era muy inteligente y utilizar cualquier tecnología se le hacía fácil si solo observaba o le explicaban una sola vez.

Avisó a la chica a su lado que había terminado, que iría a la cocina a dejar su plato vacío, está accedió dándole permiso. Young-nam caminó con el cuenco y los palillos entre sus manos. Sus ojos cayeron de repente en su muñeca derecha donde tenía una pulsera obsequio de su amigo Kookie, quien a través de su appa se lo había dado. Le encantaba, era de plata, tenía dijes en forma de florcitas, coronas y corazones. No pudo evitar pensar en él, en lo raro que se sentía extrañarle tanto cuando apenas llevaba poco tiempo de conocerle.

Tomó una pequeña banqueta del costado de la cocina colocándolo frente al fregadero, subió colocando los platos sucios dentro, tomó la esponja con un poco de detergente abriendo la canilla y lavando los trastes. Se le dificultaba un poco el regular la corriente del agua porque no alcanzaba lo suficiente, antes de caer y golpearse en el suelo fue sostenida por unos fuertes brazos.

—Menos mal que te hemos dicho que pidieras ayuda —reprochó NamJoon mirando a la niña.

—Solo quería ayudar, appa —su puchero hizo sonreír al mayor dejándole ver a ella aquellos hoyuelos tan tiernos y que tocó con sus deditos mojados— perdón, no quise mojarte.

—Esta bien, cariño —besó la frente de la niña y la ayudó a terminar de lavar antes de que Ga-yeon y HyunWoo entrarán a la cocina juntos con sus platos sucios en mano. NamJoon dejó a la niña en el suelo y ella se dirigió al salón de la mano de su tío mientras la niñera terminaba de limpiar— Ga-yeon —llamó la atención de la chica haciendo que está lo mirará atenta— por hoy puedes salir más temprano, estaremos en casa con Nami —la chica asintió con una pequeña sonrisa en sus labios— disfruta de tu tarde noche.

La chica agradeció con una reverencia despidiéndose y saliendo para tomar sus cosas al despedirse de los niños.

16:00 p.m.

—¿Qué haremos hoy oppa? —preguntó con sus ojos en el libro donde pintaba muy cuidadosamente con crayones.

—¿Qué tal una película? —propusó el chico aún leyendo su libro y recibiendo el visto bueno de ella totalmente entusiasmada— bueno, déjame leer un rato más y luego vamos a mi habitación para elegir algo que queramos ver ambos.

—Le diré a mi omma que nos prepare palomitas de maíz —dijo poniéndose de pie.

—Le diré a omma que nos compré cosas en lo que vuelve a casa —agregó él, tomando su celular en mano.

Young-nam asintió mientras se alejaba del playroom dónde pasaban la mayor parte del tiempo, caminó con tranquilidad el pasillo hasta dar y subir las enormes escaleras de mármol. Tarareaba una canción en inglés. No sabía cuánto había pasado desde su llegada a Corea, pero había aprendido el idioma a la perfección sin olvidar ni un poco el inglés.

Sonrió al ver la puerta de la habitación de sus padres prefiriendo dar saltitos hasta llegar allí, se detuvo de repente al escuchar la voz de su tío Jimin, la idea de visitarlo a él y a su tía Moni le pareció mejor.

—No puedes decírselo a nadie —sintió la voz de su tío muy seria extrañándole un poco ya que él siempre era muy alegre. Pensó que tal vez estaba enfermo y que sería mejor ayudarle a qué se sintiera mejor, ella era su sobrina favorita y él su tío favorito.

Apoyó sus manitos en la puerta que no estaba entreabierta mirando a todos lados. Sus padres siempre le dijeron que escuchar conversaciones ajenas era de muy mala educación, pero en ese momento algo le decía era necesario que ella escuchará.

—Te lo diré porque eres mi novia, eres parte de mi familia y hay cosas que no entenderás al ver a JungKook más seguido por aquí —dijo su tío bajando la voz, este suspiró y prosiguió— él y mi hermana fueron pareja en el pasado, tenían una relación linda e intensa… sobre todo intensa —hubo una pausa dónde Young-nam jugó con sus dedos más atenta aún por la mención del nombre de su nuevo amigo y su omma—  JungKook es el padre biológico de Young-nam, no NamJoon.

Escuchó el jadeo de sorpresa de parte de su tía. Young-nam no entendía absolutamente nada, pero no era tonta al haber escuchado esa confesión. Porque eso había sido una confesión a viva voz que la puso nerviosa y temerosa.

—Pero, ¿cómo, acaso él...

—Escucha, JungKook jamás supo que Hye se embarazó por más que ella lo intentó, pero en este viaje en algún momento, el destino tal vez, hizo que se vieran y él ahora sabe que Nami es su hija y por eso está viniendo casi siempre a visitarla.

—¿Y NamJoon?

—Namjoon ayudó a Hye durante mucho tiempo, en el transcurso se enamoraron y de un día para el otro se casaron, así que decidieron darle a la niña una familia. No estaba en Hye darle un padre a su hija, pero Nam se ganó ese puesto y Nami lo adora —escuchó el suspiró de su tío y sus ojitos contuvieron lágrimas de impotencia— pero me temo que tarde o temprano se lo tendrán que decir. Que ella en realidad, es hija de Jeon JungKook y no de NamJoon.

Y allí cayó en cuenta de sus dudas, de sus preguntas o del por qué no se parecía en nada a su appa Nam, o por qué ella llevaba el apellido de su madre o por qué no había fotos de su appa con su omma antes de que ella naciera. Por qué de repente este tal JungKook aparecía de la nada y le regalaba muchas cosas, la llamaba de forma tierna o la trataba con la mejor de las delicadezas.

Trotó el pasillo hasta entrar a su habitación metiéndose al baño, colocó frente al lavamanos otro banquito y subió en el hasta tener su reflejo frente al espejo, se observó con calma y atención, ella también tenía un lunar debajo de su labio inferior al igual que Kookie, sus ojos redonditos le recordaban a los enormes ojos negros de Kookie. Dejó caer sus manos a los costados de su cuerpo y se impidió llorar presa del enojo. Quería una explicación inmediata.


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15:50 p.m.

Hye-min leía sentada en una silla de madera disfrutando del calor del sol que apaciguaba el frío en el enorme patio verde. La señora ama de llaves le avisó sobre una nueva visita y ella dejó a un lado todo lo que hacía para recibirlo sabiendo de quién se trataba. De repente encontrándose a si misma arreglando su aspecto y sintiéndose un tanto incómoda con esa acción.

Carraspeó su garganta llamando la atención del pelinegro quien volteó a verle, se veía tan diferente y fresco con aquellos jeans azules ceñidos a sus piernas, camisa blanca de botones holgada, chaqueta de cuero, zapatos negros y su cabello azabache alborotado dejando su frente expuesta. En su mano derecha llevaba una bolsa con dibujitos que supuso un nuevo regalo para su hija mientras en la izquierda traía una bolsa de una reconocida pastelería y un pequeño ramo de flores.

—Hola Hye —saludó él con una inclinación de cabeza y una leve e ínfima sonrisa en sus delgados labios— he traído esto para ustedes —dijo extendiendo la bolsa con los dulces y que ella sujetó en su mano— y esto es para ti —agregó tendiéndole el ramo de rosas amarillas sorprendiéndole que aún haya recordado el detalle de sus flores favoritas.

Hye-min las tomó sonrojándose un poco, sorprendiéndole la actitud tan dulce y tranquila que JungKook tenía, muy diferente al que encontró cuando volvió a Corea. Le sonrió mirándole a los ojos agradeciéndole su gesto. Lo observó entretenido mirando a cualquier otro lado menos a ella, intuía que buscaba a la niña y no podía sentirse más divertida por ello.

—JungKook —Namjoon apareció en escena saludándolo— me alegra que hayas venido, quisiera hablar contigo antes de que veas a Young-nam.

—Claro —siguió al moreno pasando al lado de la rubia sin mirarle, Hye-min los siguió minutos después de organizar los dulces en un plato especial y poner las flores en agua.

—Esto es serio, Nam, no puedo dejar que esto se salga de las manos, necesitamos más información que nos diga sobre sus movimientos todo lo que tenemos no sirve de nada —lo escuchó un tanto alterado cuando entró al despacho dejando la puerta entreabierta.

—Por mi sigan —habló ella sabiendo que ambos hombres callaron ante su presencia— ¿Van a seguir escondiéndome lo que están haciendo? —Hye-min se sentía excluida sabiendo muy bien del tema que hablaban.

JungKook y NamJoon se miraron cómplices, el pelinegro estaba más cerca de ella mientras el moreno se encontraba recostado del respaldo de una silla un poco más atrás.

—Por tu bien es mejor que no lo sepas bon…Hye, mientras menos personas lo sepan mejor.

—Siempre quieres hacerlo a tu manera, de la misma forma en que me alejaste de todo en vez de poder ayudarte.

JungKook la miró con ojos desorbitados percatándose de las lágrimas que supuso de rabia tenía en sus almendrados ojos.

—¿Quieres volver al mismo tema de antes? —mordía su labio inferior en acción nerviosa.

—Lo que sé es que inclusive a mi esposo lo tienes con que no me diga nada y eso me preocupa más porque no sé de que son capaces ustedes o los de afuera —su voz perdía fuerza y se sentía tonta de sonar débil.

—Estoy haciendo lo mejor que puedo Hye, por ti y por nuestra hija.

Ella negó de un lado a otro con la cabeza, se sentía de la misma forma que cuando supo la verdadera razón del porque él la abandono en el pasado. Absoluta e irremediable impotencia.

—Por eso no quería quedarme —susurró para ella misma abrazándose— por eso quería irme —miró a los ojos de su esposo— Ella no necesita toda esta maldad, ¡no necesita esto! —dijo mirando al pelinegro.

NamJoon desvío por un momento sus ojos de la discusión encontrando los de alguien más en la entrada, su voz intentando advertirles de la nueva presencia.

—¡¿Acaso piensas que me gusta esto?! ¡No poder hacerles pagar a todos los que nos han hecho daño!  Young-nam también es mi hija, Hye.

NamJoon volvió a elevar su voz llamando la atención de los dos, ambos llevando sus ojos hacia la dirección donde el moreno lo hacía.

Young-nam los miraba muy atenta, sin emoción en su redondo y pequeño rostro.

—Mi cielo —la voz de Hye-min sonó rota cuando se acercó a su hija hasta ponerse a su nivel. La niña la miró para luego hacerlo en el pelinegro.

—Usted es mi appa también —aquella declaración dejó a los adultos pasmados en sus lugares. La niña vio boquear a su madre que se encontraba pálida. Fijó sus ojos en el pelinegro y lo vio de la misma manera, pálido, pero con tristeza irradiando en su rostro. En cambio, su appa Nam solo se veía muy serio, con la mirada en el suelo avivando en ella su enojo— ¿Por qué jamás lo supe? —preguntó mirando a su madre.

—Bebita...

Young-nam se soltó de la mano de su madre frunciendo su ceño.

— ¡¿Me mentiste?! —gritó con enfado. JungKook se arrodilló también frente a ella intentando tomar una de sus manitos— ¡No! No quiero que me toques, tú también me mentiste.

No conteniendo sus lágrimas corrió a los brazos de NamJoon quien la contuvo intentando explicarle que no debió contestar de esa manera mientras ella negaba con su rostro escondido en la cuenca de su cuello.

JungKook ayudó a Hye-min a ponerse de pie justo en el momento en que la niña volteó a verlos con sus mejillas empapadas de lágrimas, su corazón se torció al ver a su madre llorar y miró con más enojo al pelinegro.

—¡La hiciste sufrir! ¡Hiciste llorar a mi omma y no te lo voy a perdonar! —chilló una vez tuvo sus pies en el suelo para salir corriendo de allí.


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17:00 p.m.

Estaba sentada en el suelo de brazos cruzados y un puchero en sus labios fingiendo interés en las cortinas rosas de su habitación, JungKook fue acercándose hasta sentarse en pose indio frente a ella en silencio, tragó saliva cuando escucho suspirar a la niña.

—Young-nam...

—No quiero hablarte, déjame —exclamó con su voz rota— todos son mentirosos, todos me mienten —sus ojitos comenzaron a llenarse de lágrimas y eso al pelinegro lo destrozó por dentro.

—No quise mentirte, hija, no fue mi culpa el que no hayamos estado juntos —susurró con la voz en un hilo— fueron mentiras y enredos de personas malas que querían vernos a tu madre y a mi separados y lo lograron. Te amo, Young-Nam, te adoro bebé, perdóname por ser un cobarde, por no haber luchado por ti y tu madre —sus palabras cada vez se hacían imposibles de pronunciar por el nudo en su garganta.

No pudiendo contenerse soltó un sollozo lastimero cubriendo su rostro con las manos. Sintiéndose totalmente abatido y destrozado, una mierda por haberles fallado de esa manera. Advirtió el tacto cálido de algo tocando sus manos destapando su rostro para encontrarse con el de la niña quien lo miraba sin ninguna emoción aparente en su redondito rostro.

La manito de la pequeña acarició la mejilla de su padre secando una lágrima y haciendo calentar el corazón de JungKook ante tal acción, abrazó la pequeña extremidad con su mano que era mucho más grande atreviéndose a besarle en la palma.

—No llores, te perdono, pero no llores.

Ante esas palabras  no dudo en sostener a la pequeña entre sus brazos acurrucándola en su pecho.

—Te amo bebé, no sabes cuánto te amo.

—Yo también.

Su corazón se aceleró a un ritmo altísimo, veloz sintiendo la sangre congelarse en su torrente sanguíneo, más lágrimas cayeron por su mejilla apretando a la niña en sus brazos y sonriendo contento por aquella respuesta.


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Sintió un toque cálido en su hombro, fue tomando consciencia y con ello el dolor en su cuello y una pesada presión en su pecho. Abrió sus ojos lentamente encontrándose en el cielo o por lo menos a un ángel. Hye-min lo miraba desde su posición arrodillada a su lado, ella chitó con su dedo índice sobre sus acolchonados labios indicándole algo con la mirada.

Bajó su mirada hacia su pecho cayendo en la conclusión de sus dolores corporales, se encontraba tendido en el suelo con la niña sobre su torso mientras sus largos brazos la contenían y ella dormía tan plácidamente sobre él. No pudo evitar sonreír.

Y con toda la tranquilidad posible se sentó en el suelo sin moverla de su regazo, solo acomodándola mejor para no molestar su sueño.

—Gracias Hye —susurró acariciando el cabello de la menor sin apartar sus ojos de ella— gracias por darme algo tan hermoso como nuestra hija —prosiguió, está vez mirando a la rubia y dejándola estática de la sorpresa en su lugar.

Desvío la mirada de nuevo a su hija, besó una de sus mejillas que se encontraban enrojecidas y con ayuda de Hye-min se levantó del suelo dirigiéndose  hasta la cama donde depósito con mucho cuidado el cuerpecito de la niña.

Sintió de repente un frío helado en su cuerpo, realmente se le haría muy difícil separarse de ella ahora que Young-nam sabía la verdad y que podrían tener una oportunidad de relacionarse. Pero no podía evitar sentirse pleno y feliz al mismo tiempo, había logrado el cariño y amor de su propia hija y eso, eso era lo único que le bastaba de momento para ser completamente feliz.

😭 Les advertí que prepararán sus pañuelos. Es mi capítulo favorito lejos. Porque: cuando lo estaba escribiendo, la escena del sueño no estaba para ningún capítulo, era algo suelto y sin querelo encajo acá mientras sonaba la canción, la cual también encajo, aaaaaaahhh!!!!

Todo va empezar a mejorar y veremos qué nos depara más adelante.

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