𝗖𝗮𝗽í𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝗶𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗰𝗶𝗻𝗰𝗼.
Una semana después.
Dobló el cuello tronando sus huesos y músculos, estaba algo estresado con tanto trabajo pendiente, faltaban mínimos detalles para la inauguración del hotel en Isla Jeju, las invitaciones al gran evento ya habían sido enviadas y los invitados solo debían confirmar asistencia.
Acomodó sobre el puente de su nariz los lentes de lectura de armazón negro, tecleaba en su laptop apoyado sobre un soporte de madera mientras mantenía la espalda sobre el respaldo de la cama, sus ojos se desviaron en la parte inferior de la pantalla mirando la hora, eran casi las diez de la noche.
El sonido de una llamada entrante hizo que apartará la atención de la pantalla atendiendo al ver el nombre.
—Señorita Lee.
—Buenas noches, perdón por la hora, quería comentarle los medios de comunicación que se presentarán al evento, le he enviado un mail con todos los nombres —habló la mujer con entusiasmo— ya casi tenemos todo listo, DeaHan, su secretario me comentó que solo falta que envié los nombres de las personas de su familia para poder instalarlos en las suites.
Antes de que pudiera contestar, la puerta de la habitación se abrió dejando entrar a Beomgyu y Young-nam con unas bolsas y sus pijamas puestas. El pelinegro chitó llevando un dedo a sus labios y los niños subieron a la cama en silencio acomodando lo que comerían y beberían en su noche de películas.
—Si, señorita Lee.
—JiEun, por favor —lo interrumpió— estamos en confianza y creo sentirme más cómoda si me llamará por mi nombre, ¿no cree, JungKook?
El pelinegro sonrió ladinamente llamando la atención de sus hijos quienes comenzaron a observarlo.
—JiEun —remarcó, coqueto— claro, déjeme ver eso, todavía no estoy seguro sobre los invitados por parte de mi familia —miró a los dos quienes cuchicheaban en el oído del otro— Min Yoongi y su esposa me han confirmado personalmente, Park JiMin y su novia no podrán porque no estarán en el país para ese momento —suspiró— ahm, y aún no tengo respuesta por parte de Jung HoSeok.
—Me atreví a revisar el listado y no, no ha confirmado absolutamente nada.
JungKook sabía que llevaría más tiempo el que el castaño lo perdone, desde la muerte de NamJoon las cosas entre ellos se agravaron un poco marcando más distancia.
—Bien, manténgame informado, sé que dejó todo en muy buenas manos.
—De eso no dudes, JungKook, tú también me llamas cualquier cosa que necesites —dijo y el pelinegro sintió la sonrisa con un tono coqueto.
Se despidió dejando el aparato a un costado de su laptop encontrando los rostros inquisitivos de los niños. Exhaló aire quitando todo de encima y colocando sobre la mesa de luz para acomodarse mejor en el colchón dejando que su hija se sentará sobre sus piernas.
—¿Quién es JiEun, appa? —preguntó curiosa, y JungKook sabía que solo era una pregunta inocente. Beomgyu lo miraba atento con una sonrisita pícara.
—Es nuestra publicista, trabaja en la empresa y me ayuda a difundir sobre nuestro trabajo entre otras cosas —peinó con sus dedos los cabellos azabache de la pequeña— ¿por qué?
—¿Es bonita? —preguntó con entusiasmo haciendo reír a los dos.
—Si, es muy bonita —comentó Beomgyu también con entusiasmo— la conocí la otra vez cuando fui a visitar a hyung a la empresa, fue muy amable conmigo y me mostró fotos del hotel donde será la fiesta.
La sonrisa de la niña se desvaneció, hacia días que su appa Kookie y su omma bonita no hablaban. Young-nam quiso pasar el fin de semana con su padre y Beomgyu, era la única manera de no sentirse mal o llorar por su appa Nam, lo extrañaba muchísimo y la única manera en que se le pasará el enojo a su omma.
—No podré ir —dijo ella con un puchero en sus labios, JungKook la abrazó escondiendo su rostro en su cuellito y olfateando su olorcito a bebé.
—Haremos algo nena, no te preocupes —besó su frente.
—Podríamos invitar a Hye noona para mi cumpleaños y allí intentar convencerla, ¿no cree, hyung?
JungKook lo sopesó por unos minutos, en unos días sería el cumpleaños de Beomgyu e irían a cenar juntos, no le parecía mala idea invitarla ya que sabía que no salía a ningún lado y estaba encerrada con la excusa de la mudanza.
—Hay tiempo todavía, ya le avisaremos —acomodó a la niña en medio de él y el chico— ahora quiero ver una película con mis dos personas favoritas.
—¿Qué veremos?
—¡Marvel! —dijeron los varones al unísono.
—¿Qué es eso? —preguntó ella mirando a ambos con sus rostros indignados.
—No puedo creer que no sepas que es el mundo Marvel, Nami.
—Como digna hija mía, aprenderás un poco de cultura.
Young-nam rio divertida mientras veía a su padre elegir la película frente al televisor de sesenta pulgadas empotrada a la pared mientras Beomgyu repartía los snacks en pequeños cuencos que colocó frente a ellos.
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JungKook le pidió a Beomgyu que esperará dentro del auto en lo que iba a buscar a Hye-min y Young-nam. Esa noche saldrían a cenar por el cumpleaños número trece del chico. Y aunque la invitación se había hecho antes, la confirmación había quedado en veremos.
Tocó timbre esperando unos minutos, la señora que el pelinegro sabía ayudaba con los quehaceres de la casa le abrió dejándole pasar. Al instante, abrió sus brazos recibiendo a su hija quien chilló emocionada de verlo.
—Hola, mi preciosa bebé —canturreó, olfateando el cuellito de la menor y apretándola entre sus brazos.
—Appa, que bueno que viniste —Young-nam sonreía acunando entre sus manitos las mejillas de su padre.
—Vine a buscarlas para ir a cenar con Beomgyu —la niña sonrió apenas para luego bajar su mirada frunciendo sus labios.
—Me parece muy bien, appa —suspiró— pero no sé si omma quiera, no ha querido salir de su habitación hoy.
Exhaló aire un poco decepcionado, no iba desistir de sus planes. Se había propuesto ayudar a Hye-min de alguna manera, sabía que la última vez no todo quedó bien, pero sentía que debía hacerlo. Quería sacarlas del vacío, llenarlas de regalos y lindos momentos, recompensarlas por el tiempo perdido. En partes, pensaba en su propio beneficio, era egoísta sabiendo que Kim NamJoon había dejado una marca indeleble en ambas imposible de borrar.
Pero también sabía que ellas merecían ser felices de nuevo, como también lo necesitaba él. Así que lo intentaría muchas veces más. Todas las necesarias para que ellas vuelvan a sonreír con alegría.
Dejó a la niña en el piso indicándole que se preparé en lo que él iba a buscar a su madre. Se sentía un tanto nervioso y no sabía porqué.
Tocó dos veces a la puerta sin obtener respuesta alguna, se le cruzó por la cabeza que tal vez estaría dormida. Volvió a tocar otras dos más, una tenue voz se hizo escuchar del otro lado con un “no necesito nada, gracias” dándole el paso para abrir la puerta y entrar en el interior encontrando a la rubia en pijama sentada en el sillón de la esquina de la habitación acurrucada sosteniendo sus piernas.
—¿Qué haces aquí, JungKook? Young-nam está seguramente en su habitación —habló con voz rasposa por el llanto de hace minutos atrás. Sus almendrados ojos aún se veían rojos.
—Lo sé, ella me recibió —respondió, colocando sus manos entrelazadas en su espalda— vine por ustedes para ir a cenar tengo un lugar muy bonito que seguro les...
—Llévatela si quieres —interrumpió sin siquiera mirarle— no regresen tan tarde —se levantó del sillón a duras penas en dirección a la cama, en el trayecto siendo detenida por la mano del pelinegro.
—Dije que vine por las dos y no me voy a ir con un no.
—JungKook —reprochó ella con algo de fastidio.
—Hye-min. —reprendió él de la misma manera elevando una ceja. La mujer suspiró cansada.
—No me siento bien —llevó una mano a su frente fingiendo una mueca de dolor.
—Encerrada te sentirás peor, la noche está muy linda afuera a pesar del frío —murmuró con tono dulce, Hye-min lo observó de soslayo, JungKook tenía una minúscula sonrisa en sus labios, su semblante relajado, nada en comparación con el hombre frío que encontró después de años. Era como si su Kookie estuviera allí junto a ella.
—No sé si...
—Saldrás con nosotros, Beomgyu desea mucho verte y que estés con él en su día y no acepto un NO, te lo repito —demandó con firmeza señalando con su dedo indice— sino me veré en el atrevimiento de cambiarte yo mismo y ambos sabemos que eso no sería bueno.
Hye-min evitó mirarle con sus ojos desorbitados por la sorpresa antes aquellas últimas palabras, era como volver al pasado. Observó que la mano masculina aún la sostenía suavemente del brazo, se soltó despacio abrazándose a si misma mirando al piso.
—Dame un tiempo a qué me arregle y para que ayude a Nami.
—No te preocupes por eso, yo la ayudaré, para eso soy su padre —dijo antes de salir atreviéndose a besar la frente de Hye-min dejándola pasmada en su lugar— te esperamos afuera.
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El pelinegro reservó una habitación especial en el mejor restaurante, dónde una mesa giratoria con lo mejor de la comida coreana los acompañaba. Los niños estaban contentos de poder comer, entretenidos en conversaciones y anécdotas del pasado de cuando JungKook y Hye-min trabajaban en aquel orfanato que trajo tanto a sus vidas.
Por lo menos, ella volvió a sonreír.
Una torta con frutillas y crema chantilly fue depositada frente a Beomgyu, encendieron las velas de colores junto al cartel de “Happy Birthday” y el chico no pudo evitar mirar a su alrededor mientras le cantaban la típica canción.
—Pide un deseo, bebé —dijo el pelinegro descansando su mejilla en la palma de su mano.
Beomgyu lo miró agradecido con la vida por darle un hermano mayor que lo amaba sin importar su origen y que le dio mas de lo que merecía al ser alguien huérfano. Miró a la niña de sonrisa tierna esa con la cual al principio no supo congeniar y ahora quería como a su propia hermana, la cual sería cuando los papeles de su adopción fueran oficiales, la cual era porque ya la sentía tan cercana.
Luego miró a Hye-min, a su adorada noona, está apenas tenía una sonrisa en sus acolchonados labios que no llegaban a sus ojos, aquellos ojos que se veían tristes y que quería volver a verlos llenos de brillo como en el pasado. Como cuando ella era la que molestaba al pelinegro haciendo reír a los demás. La que sonreía todo el tiempo y los cuidaba con mucho amor y dedicación.
Quería verla feliz de nuevo, quería verlo feliz a él de nuevo. Cerró sus ojos con fuerza que comenzaron a aguarse un poco, su corazón retumbaba en su pecho y pidió desde lo más profundo y sincero que su familia vuelva a unirse y vuelvan a ser felices. Sobre todo que vuelvan a ser felices.
Beomgyu sopló aquellas velas recibiendo los aplausos de los demás.
—Discúlpame cielo, no pude comparte un regalo —dijo Hye-min sorbiendo por la nariz, la emoción.
—No importa noona, usted es mi regalo, me hace feliz que esté aquí con nosotros.
—Yo si te hice un regalo —habló Young-nam bajando de la silla dirigiéndose hasta el chico— no es mucho y tampoco gaste demasiado, pero lo hice de corazón.
El chico desdobló la cartulina de color blanco dejando a la vista un dibujo de ellos dos jugando en un parque. Beomgyu se sorprendió de la ilustración tan bien hecha con lápiz negro y colores, una pequeña nota debajo con la fecha y un feliz cumpleaños finalizando con un te quiero seguido de muchos corazones.
—Gracias Nami —la abrazó fuerte haciendo que los adultos se murieran de la ternura en sus lugares.
JungKook no pudo evitar mirar a Hye-min quien sonreía con lágrimas en sus ojos mirando a los niños, tampoco pudo evitar alargar su mano y secar aquellas lágrimas. Él le sonrió concediéndole una sonrisa de tranquilidad y ella se la devolvió con algo de incomodidad y agradecimiento, sobre todo con agradecimiento.
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Habían pasado primero a dejar a Beomgyu al orfanato, aún debía permanecer allí hasta que los papeles de adopción fueran oficiales. Hye-min había aprovechado para visitar ese lugar y encontrar que casi todo había cambiado, había mejorado, que los niños que antes vivían allí ya no estaban. Se había enterado de todo lo que el pelinegro había hecho en el transcurso, de lo mucho que había ayudado y que lo seguía haciendo no pudiendo evitar ponerse más nostálgica y eso no pasó desapercibido por él.
Subió unos momentos al apartamento para acompañarlas y porque su hija quería mostrarle su nueva habitación. Antes de despedirse quiso hablar con Hye-min o por lo menos hacer el intento, la vio un poco mejor en aquella velada, pero la visita al orfanato pareció haberla alterado y puesto melancólica temiendo que cayera otra vez en la extrema tristeza.
—Hye-min.
—Yo lo amaba, JungKook —habló con voz neutra— yo llegue a sentir algo más que cariño por NamJoon —dijo está vez mirándolo a los ojos— él ha sido mi compañero, mi apoyo, me ha cuidado y si yo no me hubiera enamorado de ti… tal vez él y yo estaríamos felices juntos ahora.
Aquellas palabras lastimaron más de lo pensado el corazón de JungKook, escucharla hablar así de NamJoon no hizo más que darle a entender que no había nada más que hacer, que él había perdido para siempre el amor de Hye-min. Aun así, eso tan intenso que sentía tampoco le permitiría desistir y menos sabiendo que tenían una hija juntos.
Hye-min sollozó desconsolada encogiéndose en si misma, dejándose abrazar cuando JungKook la contuvo entre sus brazos, sintiendo un punzante dolor en su pecho que no la dejaba respirar, sintiéndose culpable.
—Tranquila bonita, eres más fuerte que eso que te duele.
—Perdóname Kook. No quise ser grosera, te he tratado muy mal y tú has estado a mi lado a pesar de todo —sollozó, dejando las lágrimas libres recorrer sus mejillas— Siento haber dicho esas cosas, no son ciertas, siento haberte escondido a Young-nam, siento no haber luchado por ti en su momento sabiendo lo que era capaz tu padre.
—Basta Hye, basta —la aferró a él— no importa lo que haya pasado antes, está es nuestra vida ahora y seguiremos juntos a la par por nuestra hija —repartió pequeñas caricias a su espalda— de la misma manera en que tú me dijiste que podía contar contigo, te lo diré a ti, siempre contarás conmigo sea la decisión que tomes. Todo estará bien, bonita. Nuestras vidas mejorarán, ya verás, volverás a enamorarte y ser feliz, verás a Nami crecer. El día de mañana estaremos sentados bebiendo un té y mirando todo lo que hemos logrado.
Hye-min rompió en llanto escondiendo su rostro en el pecho del pelinegro recibiendo de este confort. Dolía demasiado y no entendía que había hecho para que tantas cosas malas le pasarán. Solo quería que todo sea un mal sueño. JungKook la contuvo en silencio, no importando más que seguir apoyándola, lo haría solo por volverla a ver feliz.
El llanto de Hye-min comenzó a cesar de a poco, JungKook se dio cuenta de que sus brazos perdían fuerza alrededor de su cintura y no tardó en sostenerla más fuerte cuando cayó desmayada en sus brazos.
•••
—¿Omma se pondrá bien? —preguntó Young-nam jugando con la solapa de la camisa de su papá.
—Si, bebé, omma se pondrá bien porque los dos la cuidaremos —susurró, besando la mejilla regordeta de la niña y secando una lágrima que cayó de su ojo— no llores pequeña, no llores por favor.
—Extraño a mi appa Nam, no quiero que se vaya —se aferró rodeando el cuello del pelinegro, JungKook suspiró sintiéndose impotente por no poder protegerlas de ese dolor.
—Namjoon siempre va estar con ustedes, jamás se va ir —murmuró, acariciando la espalda de la niña— él ahora es su ángel de la guarda.
—¿Y tú? —preguntó con un adorable puchero separándose unos centímetros para mirarlo— ¿nos dejarás también?
Kook la miró fijamente acariciando una de sus mejillas, sonrió tenuemente.
—Jamás me iré, ustedes dos son mi vida, las amo con toda mi alma a ti Young-nam y a tu omma.
La niña recostó su cabeza en el hombro de su padre recibiendo la caricias de este, los dos en silencio mirando hacia la ventana de la habitación el paisaje de las calles y edificios de Seúl. Mientras desde la cama Hye-min lloraba en silencio al escucharlos, sintiendo una extraña calidez después de días horribles de perdida. Queriendo negar lo que había escondido bajo siete llaves.
Que aún amaba a Jeon JungKook y él también era su vida entera al igual que su hija.
Cómo dije, cosas buenas vendrán. Todo se empezará a arreglar.
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