|CAPÍTULO 27|
Si te aferras, puede que me quede para siempre.
━We go down together - Dove Cameron feat. Khalid.
•••
—Debemos irnos ya.
—Si, si, ya voy.
Mingyu se levantó en modo mal humor. Nos quedan un par de minutos para llegar al salón de clases. Todo lo está haciendo lento y a regañadientes. Ni siquiera me aceptó un paquete de galletas oreo que usé regalarle y eso es raro. Tampoco le simpatiza que lo apuren, pero si no lo hago no llegaremos a tiempo y es el primer examen final de los tantos que tenemos está semana. Esperando en el umbral de la puerta reviso mi teléfono. Tengo varios mensajes que aprovecho en responder. El último con SunTae fue de ayer por la tarde. Creo que nos acercamos poco más luego del viaje a Seúl, específicamente, desde la noche en que nos entregamos.
—Y luego me apuras a mí. —reprocha mi compañero pasando a mi lado. Niego divertido, cierro la puerta y lo sigo.
—Cuando esto acabe, te invitaré a cenar samgyeopsal, ¿qué te parece? —golpeteo amistosamente su hombro con el mío.
—Mejor que sea pollo frito y un kimchi jjigae, —no puedo apreciar su rostro por completo, tiene la capucha del hoodie sobre la cabeza, agrega con un poco más de emoción— es bueno para el frío.
Suelto una risa nasal, al menos le quite una sonrisa y hasta que procedemos a llegar al salón no para de hablar. El único momento en que decido desviar la mirada hacia él para responderle advierto el choque de mi cuerpo con el de alguien más.
—Lo siento. —me disculpo de inmediato agachando la cabeza un poco por la mínima diferencia de altura. Es Joy.
—No te preocupes. —me sonríe, restando importancia. Asiento con la cabeza dispuesto a entrar, pero ella me detiene cuando pregunta:— ¿SunTae, cómo está?
—Bien, supongo. Debe estar adentro.
—No está. —eso es raro, ella es muy puntual, odia que la gente sea impuntual, ¿Le habrá ocurrido algo?— Te pregunto porque ahora son inseparables y las malas lenguas dicen que en Seúl se los vio muy íntimos.
¿Por qué no me sorprende?
—Y tú seguramente les crees ya que siempre dicen la verdad, ¿es así? —ironizo— nadie piensa que tal vez somos dos personas que congeniaron, por lo tanto tienen una sincera y bonita amistad.
Resopla una risita a la vez que pone sus labios rectos.
—Hare de cuenta como que no fue una indirecta. —esta inquieta, se nota en la manera en que mueve la punta del pie en el piso. Suspira— Tampoco para que estés a la defensiva. Solo quiero saber cómo está ella, con lo ocurrido, tampoco se ha acercado mucho a las chicas.
—SunTae está bien, tan desquiciada y altanera como siempre.
—Esa es la que demuestra ante los demás, la que yo conocía era todo lo contrario. —lo dice afligida, con la mirada en el piso inmersa en algún recuerdo pasado y una sonrisa melancólica.
Me da curiosidad saber por qué hizo lo que hizo si extraña a SunTae. Recuerdo que Joy —antes de la tragedia— la tenía presente todo el tiempo, si dudaba de algo recurría a ella, si se sentía mal, si necesitaba hablar, siquiera una opinión o crítica. Joy siempre decía: Le preguntaré a Sun. Entonces, ¿por qué diablos se metió con el idiota de EunWoo y terminó esa amistad? ¿Por qué? Aún sigo sin entenderlo. Y no es que quiera defender a SunTae, tiene sus cosas, pero como amiga. Ella realmente se preocupa por sus más cercanos, está pendiente y es amorosa. Aún cuando le desagrada todo eso de las muestras de cariño.
—Joy…
—¿Pasarán a dar el examen o debo entender como que no les importa su futuro?
No me di cuenta que solo éramos nosotros dos los únicos afuera, rápidamente entramos tomando nuestros respectivos puestos. No parece la misma que conocí al principio. A todo esto, mi morena de largas piernas no está presente. Se supone que ella también daría el examen y que no esté presente es preocupante. Tengo el impulso de salir, pero eso sería un sentencia de muerte con este profesor que a nadie cae bien. Así que recurro por tomar mi celular disimuladamente por debajo del alargado escritorio enviando un mensaje a Jaehyun pidiéndole que le pregunté a Rosé por SunTae ya que la susodicha no contesta ni a mis mensajes ni a mi reciente llamada.
Jaehyun
Dice que pidió licencia médica.
09:05a.m.
La pareja unos metros más adelante se voltea, me miran y Jaehyun se encoge de hombros. Rosé le susurra algo al oído y este parece escribir rápidamente algo en su teléfono haciendo que el mío vibre en mis manos.
Jaehyun
Recomienda que después
vayas a verla.
09:06 a.m.
—¿Hay algo más importante que el examen, señor Jeon?
Elevo la cabeza para ver el semblante ceñudo del profesor, tiene una hoja entre sus dedos y no parece contento.
—Lo siento. —guardo el teléfono en la mochila y recibo de mala gana mi examen. Entonces en voz firme y autoritaria expresa.
—Espero tengan en cuenta que cualquier falta que vea, su examen automáticamente será reprobado y tendrán que esperar a otra próxima oportunidad para poder terminar su carrera. Sería una lastima que por una tontería arruinen su vida.
Ese último comentario fue desacertado e incoherente. De todos modos no me puede importar menos, pretendo terminar esto e irme.
Lo poco que SunTae pudo expresarme a través de un mensaje de kakao fue que está en sus días, a eso se le suma que ha tenido un bajón de glucosa y se sintió fatal como para presentarse al examen. Por mi madre supe que sus padres están fuera del país y llamar a su abuela no es una vía factible que a ella le sirva, por lo tanto, voy a cuidarla y acompañarla. Ni bien terminé de dar los tres exámenes del día salí directo a una farmacia para comprar lo necesario y luego a una tienda naturista donde venden dulces apropiados a su dieta. Me tomé el atrevimiento de entrar sin siquiera avisarle. Recordaba vagamente la contraseña de su apartamento de la primera vez que vine con Jimin y supongo que a ella no le importará que lo haga.
Apenas ingreso por la puerta, la encuentro sentada en el piso con medio cuerpo recargado del sillón. Me quito el abrigo, zapatos y mochila dejando las bolsas en la primer superficie que veo y voy a ella para levantarla. Gimotea ante la sorpresa y el dolor. Está palida, con marcadas ojeras y algo de temperatura. La acomodo a lo largo del mueble cubriéndola con la manta de lana. Si sigue así, tendré que llevarla al médico.
—¿Qué haces aquí? —balbucea a duras penas.
—Me preocupe por ti, por eso vine.
Sus ojos llorosos me miran con reproche, niega, intenta decirme algo y sus brazos abrazan su estómago haciendo una mueca de dolor.
—Digas lo que digas no me iré, SunTae. Me quedaré a cuidarte. —esconde su rostro sin maquillaje entre la manta, lloriquea y siento sus dedos buscar los míos. Está helada, la temperatura del ambiente gracias a la calefacción es suficiente, cálido ante el frío de afuera. Reviso sus pies que al igual que sus manos están helados, así que busco unas medias de lana que le sirvan y vuelvo para colocárselas— Quédate aquí, si necesitas algo solo llámame.
Me dedico a ordenar lo que traje. Haré sopa de algas. Antes me aseguró de entregarle la bolsa de agua caliente para sus cólicos, también dejo sobre la mesita una taza de té de manzanilla y unas pastillas que son para el dolor. No me dice nada pero por el suspiro de alivio que suelta interpreto que está agradecida. Es demasiado orgullosa como para pedir ayuda y bastante terca para aceptarla. Así tenga que soportar sus cambios de humor drásticos me quedaré. Además, me preocupa que no haya podido dar sus exámenes y que por eso, se atrasé.
Que digo, ella es Kim SunTae. Si quisiera podría cambiar los estatutos de la universidad a su favor.
—Flaquita, ¿cómo te sientes? —me hago espacio sentándome a su lado, su semblante no es el más prometedor y mientras deja su teléfono algo brusca a un lado sus palabras ácidas, tampoco se alejan.
—Imagina que estuvieran cercenando tus testículos por dentro.
Auch.
Inhalo y exhalo, evitando reírme. —La sopa ya está lista, comer un buen plato te hará bien.
No dice nada, la ayudo acomodarse en el sillón mientras ella acomoda la bolsa de agua sobre su vientre y luego la manta de lana sobre sus piernas. Su teléfono suena con mensajes, gruñe hastiada pero aún así contesta. Sirvo sopa para ambos, le llevo su plato y se lo entrego con cuidado de no que no se queme. Mis ojos se desvían unos segundos hacía el televisor encendido, en realidad, toda mi atención va hacia un nombre en particular en la lista de programas vistos. Jamás pensé que SunTae siendo de las que rehúyen el romanticismo y sus derivados, siquiera considerará una película como Titanic.
—¿Qué tal si vemos alguna película o…
No me permite terminar cuando lanza la cuchara dentro del cuenco efectuando un ruido seco.
—Anda, búrlate. No me importa. —bufa— Sí, me gusta esa película, es mi favorita desde que tengo uso de razón, y nada de lo que digas me hará cambiar de opinión, a menos que quieras que te clave la cuchara en la yugular.
Lo dudo, la cuchara es de plástico, pienso. Más no lo digo porque en su estado es capaz de hacerlo y aún no estoy dispuesto a morir teniendo muchos planes a futuro pendientes. Me siento a su lado una vez tengo mi plato. Automáticamente apoya sus pies sobre mis muslos compartiendo la manta.
—Solo sugerí que podríamos escoger algo para mirar, sino podemos conversar un poco. —remuevo las algas y llevo un poco a mi boca disfrutando el sabor. Al mirarla de reojo la veo hacer un puchero en sus agrietados labios. Es bonita incluso en su faceta nada arreglada y me hace sentir privilegiado verla de esa manera. Decido ser sincero— También es mi película favorita. —digo. La tome por sorpresa, con el utensilio entre sus labios me mira con ojos abiertos. Me encojo de hombros— ¿Qué? Yo sí creo en el amor verdadero y esas cosas. Mis papás son evidencia de ello y anhelo algún día encontrar a mi compañera.
—Tsk, que ridiculez, yah, se supone que la deprimida, enferma y ciclotímica soy yo. —lleva otra cuchara a su boca soltando un jadeo de goce. Nos mantenemos en silencio degustando. A diferencia de ella estoy seguro con lo que quiero, mejor dicho, con lo que deseo. Claro que deseo enamorarme, encontrar a una mujer que me acompañe a lo largo de mi vida y construyamos algo bonito en el proceso, que a pesar de las adversidades podamos superarlas sabiendo que estaremos juntos y para el otro— Mi sueño es tener cinco hijos.
Dice de la nada.
Wuaa. Cinco.
Cinco niños. Es… digo, lindo. ¿Creo? ¿No?
Suspira. Lleva el cuenco a sus labios sorbiendo el liquido.
—El sueño de papá era tener cinco hijos. Omma quería cumplirle ese sueño, pero lamentablemente les costó mucho, de hecho, concebirme les costó. Por eso han cuidado de mí con mucho esmero —cuenta—. Además, nunca he tenido hermanos, así que me causa un poco de curiosidad eso.
Claro, como si tener cinco bebés. No, no. Concebirlos, mantenerlos en el vientre durante nueve meses, con los cambios que sufre el cuerpo humano femenino, parirlos y cuidarlos no fuera la gran cosa. Y eso que soy hombre, eh. Creo que SunTae no es consciente de lo que requiere ser madre. No digo que sea imposible, solo, supongo que llegado el momento ella lo sabrá.
—¿Así que cinco, eh? —resoplo una risa. Asiente, orgullosa.
—¿A ti no te gustaría tener hijos, Jeon Jungkook?
¿Me gustaría?
—Nunca lo he pensado, en realidad. —llevo otra cucharada de sopa, ya casi estoy terminando— Supongo que sí, si encuentro a la persona indicada. Digo, me gustan los niños, crie a mi hermana, así que si. Tal vez uno o dos serían suficientes, al menos mi esposa no sufriría tanto si fueran cinco niños.
Rueda los ojos bufando.
—La que va traer al mundo a tus hijos es ella, no tú. Y tú única obligación será cuidarla, soportarla y darle todo lo que ella te pida.
De algo estoy seguro, y eso es que sería el hombre más consentidor del mundo con mi esposa.
—¿Qué más sueñas, Kim SunTae?
Ladeo mi rostro, tiene mejor semblante cuando termina su comida, relame sus labios e inclina dejando el cuenco vacío sobre la mesa.
—Ya te he dado demasiada información.
Comienza a quitar todo lo que tiene encima para levantarse diciendo que irá al baño, aunque no llega a dar un solo paso cuando se dobla en si misma ante el dolor volviendo a sentarse. La obligo a que recueste la espalda y presiono la bolsa de agua caliente contra su vientre al mismo tiempo que masajeo su espalda baja.
—Ojala hubiera alguna solución. —susurro más para mí mismo. Ella mira al techo, concentrada en algo al estar mordiendo sus labios. Suspira de forma sonora cuando gira su rostro para verme.
—De hecho, —comienza titubeante. Eso es raro en ella— podríamos considerar una no tan convencional —aprieta sus labios y agrega— no sé que tan abierto estés a ciertas ideas.
No estoy entendiendo nada.
Y aún así siento mis nervios alterándose.
Trago.
—¿A qué te refieres?
No me responde, solo me mira fijamente y aunque tengo mis límites puedo asegurar que solo con ella los podría exceder.
Así que no me sorprende que ambos terminemos en la calidez del baño sin ropa que nos cubra. ¿Vergüenza? Ceso en el momento en que empezaron los besos inocentes después de soltar su propuesta.
Sexo. La relaciones sexuales durante el período menstrual pueden traer muchos beneficios. Aparte de liberar endorfinas, una lubricación natural y mayor placer colaboraba en reducir los dolores que la aquejaban. A mí me convenció antes de siquiera terminar su discurso. No me malinterpreten, solo quiero ayudarla y bienvenido sean las opciones. A quien engaño. Volver a tenerla de esa manera me fascina, atrae y como dije anteriormente, me dejaría llevar solo de la mano de SunTae.
El único ruido es el agua de la ducha cayendo, su rostro contraído de ojos cerrados denota dolor, y lo único que anhelo es quitárselo. Tomo sus manos entre las mías, las llevo a mis labios y beso sus dedos sin apartar la mirada de su persona. Mi cuerpo aprisiona lentamente al suyo contra la pared de cerámicas cuando permito que se sostenga de mis hombros. Me acerco rozando sus labios con los míos, mi brazo rodea su espalda y mi mano derecha se dirige despacio hacia su intimidad. Suelta un bajo suspiro, se estremece cuando tanteo su húmedo sexo. Viscoso, resbaloso y caliente. Así se siente cuando mis dedos acceden despacio entre sus pliegues.
Sus manos temblorosas viajan con dificultad de mis hombros a mi nuca jalando los cabellos de la zona cuando introduzco un poco mas en su interior. Gime despacio permitiendo que su cabeza hacia atrás se apoye contra los azulejos. Paso a besar su cuello embistiendo con mis dedos. El agua se lleva todo vestigio de lo que pueda incomodar dejando solo el gozo de tenernos, de tenerla, de escucharla gemir mientras sus caderas moviéndose me piden más.
SunTae es delgada, tiene hermosas curvas, las indicadas para que mis manos exploren dejando huella y a la vez, me permita disfrutar la suavidad de su piel. Es del tamaño y la altura perfecta para mí. Puedo tocarla y besarla a mi manera, aprenderme sus lugares favoritos, esos que parecen hacerla estremecer. Mi satisfacción se sitúa en otro plano al verla tan entregada, tan mía, y que su placer está, literalmente, en mis manos.
Su boca busca la mía, y los gemidos se ahogan. Nuestros cuerpos mojados elevados en temperatura están combinados con impetuosas emociones que emanan a través de las acciones. Un tercer dedo, mi pulgar masajeando su hinchado clítoris, su interior expresándome que está al borde, aumento el ritmo. Su cuerpo se aferra al mío y tiembla segundos más tarde cuando llega a la cúspide. Mientras recobra la respiración y la cordura me permito abrazarla, repartir pequeños besos a sus sonrojadas mejillas.
—¿Estás bien? —asiente. Sus ojos se entrecierran mirándome. Sus dedos se deslizan a través de las hebras de mi cabello, los jala ocasionando que termine sobre su boca, en un beso lento y apasionado guiado por ella— SunTae. —su nombre sale en una ahogada exhalación cuando siento su pelvis rozar adrede con mi erección. Mi idea no era más que complacerla, mitigar su dolor y hacerla sentir mejor. Sin embargo, tampoco soy de piedra, soy consciente que mi necesidad básica y mundana como hombre no quedará satisfecha y que ella intenté provocarme no ayuda a que me aleje.
—Solo un poco más. —emite jadeante, inquieta y demandante. Eso es todo para ceder a la tentación.
A duras penas me separo de su cuerpo para abrir la mampara de vidrio y tomar de encima del mármol del lavamanos el pequeño paquete cerrado del condón. Sé que dije que no iría más allá, pero uno debe ser precavido en todo momento y este no es la excepción.
SunTae de inmediato me atrae a su cuerpo, besa mis labios. Una vez el látex puesto mis manos aprietan la cintura femenina, cada uno de nuestros movimientos aunque desordenados conducen a un solo objetivo que se logra en segundos cuando su estrecho interior me recibe dónde me pierdo y ya no quiero ser consciente de mi alrededor.
Nos llevo un poco más de lo pensado estar dentro de la ducha. Ambos queríamos mantener el control pero ninguno pretendía ceder. De hecho tuve que soportar un par de divertidos golpes al acabar por haberla estampado contra la pared teniéndola de espaldas. No sé quejo cuando se arqueo dejándome su trasero a mi merced, tampoco cuando me pase de brusco con dos certeras palmadas o que la haya sujetado del cuello mientras la embestía. Fue todo lo contrario aún cuando no quiera aceptarlo.
—¡Apúrate!
Está un poco más animada, mandona como siempre. Tiene ganas de repasar temas para los exámenes, y como aún se siente indispuesta como para moverse debo buscar lo que me pide a su habitación. Lo que necesito está sobre su escritorio, debajo de un par de cuadernos amontonados. Tomo el que necesito de uno de los laterales sin darme cuenta a tiempo y caen estrepitosamente hacia el piso.
Unas hojas sueltas se desparramaron en diferentes direcciones. Chasqueo la lengua agachándome para levantar uno por uno rápidamente. Intento colocar todo en su lugar cuando contemplo con más atención un papel en particular. Por el color desvaído del material es viejo, tiene dibujado corazones en rojo descolorido en los laterales pero por la tinta parece haber sido usada recientemente. Es una lista de deseos.
¿SunTae con una lista de deseos?
Me causa gracia lo que escribió. Se nota que lo hizo cuando más joven, hay un par que están subrayados y eso quiere decir que cumplió algunos.
Cada ítem se vuelve complicado y en cierta medida, profundo. SunTae es soñadora, un tanto romántica podría agregar. Procura hacerse la dura para protegerse pero sé que esa pequeña que un día conocí, tan alegre y vivaz sigue ahí.
Y yo estoy dispuesto a intentar cumplir la mayor parte de esa lista para hacerla feliz.
El JK en corto luego de leer la lista:
Dueña de mi corazón, mi dinero (que no tengo) y mi cuerpo. Difícil decisión pero lo que mi colibrí pida se cumple.
Con ese control podría manejarme la vida entera si quiere. 🤭 Yo sé lo permito.
Diciembre 2025, llega ya queres?? Devolveme a los 7 🥺
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