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|CAPÍTULO 11|

Despierto aún sintiendo la pesadez en mi cuerpo. No recuerdo mucho, eso hace que mi cabeza duela. Me levanto de la cama como puedo y algo que me obliga a devolverme llama mi atención. Me duele una nalga, ¿Qué diablos? ¿Por qué demonios siento ardor en mi trasero? No entiendo, me emborrache y terminé saliendo del closet. Me siento algo mareado también, al menos el horrible dolor estomacal que tenía se fue. Estoy pegajoso, no tengo camiseta puesta. Okey, estoy intentando recordar si me metí con alguien pero lo último que recuerdo es… es ¿A Kim SunTae? No, no. Ves, ya estás desvariando. Que hayas soñado con ella una vez no quiere decir que ahora nos obsesionaremos. Bueno, fueron tres veces. No significa nada.

Me percato que sobre mi mesa de luz hay unos sobrecitos transparentes con píldoras, una botella de agua, otra de isotónica color azul y un frasquito con antiácidos. No recuerdo haber puesto eso allí. Cuando reviso la hora en mi teléfono son las cinco casi seis de la tarde. Tengo llamadas perdidas de mis padres y mensajes de otras personas que no tomo importancia. Me siento incómodo y lo único que quiero es tomar un buen baño. Está vez me levanto intentando ignorar la molestia en mi nalga derecha y salgo de mi habitación para dirigirme al baño. ¿Dónde estará Ara?

Entro a la ducha, el agua fría cayendo por mi cuerpo hace que todo malestar o molestia se vaya disipando de a poco. Comencé a sentirme mal de repente ayer en la tarde. Quise creer que no fue por los mariscos que comí el otro día cuando fui a cenar con Joy pero cuando devolví parte de los camarones por el retrete supe que no volvería a probar comida de mar por un prolongado tiempo. Salgo cuando me siento satisfecho y fresco, deberé cambiar las sábanas de mi cama y poner a lavar las sucias. Cepillo mis dientes frente al espejo, las ojeras por no haber dormido correctamente se notan bastante. Debo de finalizar pendientes de la universidad primero, tratar de comer algo, luego seguiré durmiendo.

Me pongo algo cómodo para estar en casa. Siempre me ha gustado la ropa holgada y de colores monocromáticos, es más fácil para mí. Apenas estoy quitando las sábanas, al menos las ventanas están abiertas pero sigue el calor. Me detengo unos segundos para responderle a mamá, parece preocupada y dice que Ara ya le explicó lo del médico que vino a verme. ¿Qué médico? El silencio a mi alrededor hace que preste atención con más claridad. Es entonces que escuchó música proveniente de abajo. ¿Qué está haciendo Ara?

Me llevo dentro de una de las fundas las sábanas junto a la ropa sucia y bajo las escaleras. El ruido se hace más fuerte al acercarme a la sala, yo solo trato de quedarme entre la pared y el umbral observando a dos locas bailando en medio de la habitación. ¿Qué hace Kim SunTae en mi casa? Ambas se mueven en sincronización del estribillo de SOMETHING AIN’T RIGHT de XG. Cubren casi todos los puestos con una soltura espectacular. El teléfono en mi mano se levanta y sin quererlo —queriendo— comienzo a grabarlas, estoy haciendo todo el esfuerzo del mundo en no ser descubierto, joder, esto será oro puro. Es admirable la manera en que cantan la canción con diversión cuando la letra no tiene nada de divertido a mi parecer y como a SunTae no se le sube ni un mísero centímetro esa corta falda negra de cuerina que lleva puesta.

Llega la línea de Harvey sino me equivoco, la del rap y es donde Ara me sorprende por como logra recitar de forma sublime con precisión el inglés mientras mantiene el acting. Siguen dándolo todo hasta el final de forma muy profesional diría, finalizan con el último paso sonriéndose satisfechas por como salió. Parecen llevarse demasiado bien ellas dos, suspiro, mi estómago se removió con una singular sensación de envidia.

Ara se da cuenta de mi presencia escondido detrás de la pared y grita. SunTae gira su rostro de medio lado ubicándome. Se queda estática con ojos bien abiertos mientras la tonalidad de su piel es blanco papel. Resoplo una risita, reproduzco el vídeo para luego guardar el teléfono en el bolsillo de mi pantalón e ingreso de forma altiva con mis manos entrelazadas detrás de mi espalda.

—Así que vas a incursionar en el kpop, Kim.

Inhala una cantidad de aire, la retiene por unos segundos y la suelta despacio. Con la insólita elegancia que siempre la caracteriza coloca las manos sobre el dobladillo de su falda tomando asiento en el sillón de tres cuerpos manteniendo su espalda recta y de sus labios sale un ácido.

—Púdrete.

—Una grosería. —finjo escandalizarme y le cubro los oídos a mi hermana, está se queja, SunTae se escandaliza también y yo me sigo divirtiendo a cuestas de estas dos— Tendrás que poner cien wones en el frasco de las groserías, Kim.

Miento, no existe tal frasco, pero su expresión es graciosa y Ara termina por arruinarlo cuando le dice la verdad.

Sigo mi camino hacia el lavadero, el cuarto se encuentra al lado de la cocina y es cuando veo que todo esta perfectamente limpio y en su lugar. ¿Qué hace SunTae aquí? Entonces recuerdo que debo preguntarle a Ara algunas cosas.

—Borra el vídeo.

Suena demandante y severa. Qué se ponga así solo fomenta mis ganas de seguir molestando sean más grandes. Ay Kim.

—¿Qué? —volteo, me hago el desentendido— Disculpa, no te escuché.

Se acerca queriendo intimidarme. Tierna.

—Me escuchaste bien. Qué borres ese vídeo, JungKook.

—¿Y si no me da la gana?

No me responde, solo se queda mirándome con fastidio y es mi señal para seguir en lo mío. Le doy la espalda, coloco el jabón suficiente en la sección correspondiente al igual que el suavizante, pero antes de siquiera iniciar el ciclo de lavado una mano se mete dentro de mi pantalón. Salto sosteniendo la delgada muñeca femenina y ella jala teniendo en su poder mi teléfono. Lo agarra con su otra mano alejándolo de mí, la empujo hacia mi cuerpo, forcejeamos. Tiene fuerza. Incluso estamos gruñendo, jadeando y soltando algún otro insulto porque ninguno quiere ceder.

Veo la oportunidad en cuanto está de espaldas a mí, la sujeto de la cintura jalando su cuerpo hacia atrás, la acorralo contra la máquina de lavar y mi cuerpo. Interesante posición. Tensión. Qué extraño. Ambos estamos agitados, su estómago contra el mío, nuestras pelvis se rozan y tengo una pierna entre las suyas. Mi mano aún le sostiene la muñeca, la otra está rozando su cintura apoyada sobre la mesada a un lado. La parte extraña es que ninguno aparta la mirada del otro. ¿Es una forma de desafío? No, la manera en que me mira no lo es.

—¿SunTae?

—¿Mmh?

—Lo borraré —le digo, despacio—, pero necesito que me devuelvas mi teléfono, por favor.

Ninguno aparta la mirada del otro, tiene unos bonitos ojos. Su maquillaje lo resalta todavía más. Me lo entrega, pasan segundos que me son eternos hasta que ella rompe el contacto y con las manos en un toque muy suave en mis brazos me empuja para ella alejarse. Entonces, a duras penas, borro el vídeo y le muestro que ya no lo tengo en la galería. Satisfecha asiente y se va. Me quedo un rato normalizando mi respiración, giro hacia la máquina e inicio el lavado, entonces entro a la nube y ahí esta. El video de SunTae y Ara bailando. Sonrío.

Ara me contó que estuve desde muy temprano ardiendo en fiebre, desvariando. Nuestros padres se quedaron sin señal, por lo tanto no podían atender a sus llamadas, entonces lo más sensato y al no haber más gente que pueda ayudarle, llamó a SunTae, ella fue quien luego llamó a su tío que es médico. Vino, me reviso, me recetó un par de medicamentos y la inyección que calmó mi dolor. Aún siento algo de molestia al sentarme, pero eso no deben saberlo.

Ahora nos encontramos estudiando, SunTae no me permitió seguir durmiendo así que, ya que estamos juntos quiere terminar el trabajo para entregarlo de una vez. La fecha límite de entrega son dentro de dos semanas, pero como ambos somos perfeccionistas y queremos que a la hora de exponerlo frente a la clase, todo este en orden. Incluso nos estamos organizando con eso.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

Que no se note que ya me di cuenta de su escrutinio que ella piensa disimulada, pero no es disimulada.

—Mejor que sean dos.

—¿Tú… en serio… —por qué de repente parece nerviosa. Nunca pensé ver a Kim SunTae nerviosa y eso que la conozco hace poco aún así aprendí a entender algunas de sus actitudes y comportamientos— ¿En serio te costó reconocerme? —frunzo el ceño—. Digo, sé que fue una sola vez y éramos niños… Sabes que olvídalo.

Vuelve a sus libros, pestañea rápido mientras remueve el lápiz entre sus dedos. Sus uñas está vez son redondas color violeta brillante. Parece estar hablando consigo misma. Si supiera que esa niña que me defendió e hizo sentir importante en mi peor momento tiene un lugarcito en mi corazón.

—Nunca la olvidé. De hecho… —No, me detengo abruptamente. Si le digo que conserve todos estos años el broche que me dio va sonar patético. Como al estilo esos kdramas asquerosamente románticos que miran Ara y mamá.

—De hecho, ¿qué…

Me mira expectante. Ahora soy yo el que pestañea procurando no tartamudear mientras pienso que decir. Bebo un poco de agua y asiento queriendo sonar casual pero sincero.

—Tengo un bonito recuerdo de la SunTae niña.

—Una estrafalaria y habladora.

—Una niña valiente y bonita.

Silencio, nos miramos fijamente y como en el lavadero el ambiente se siente extraño. Estamos sentados en el suelo sobre cojines frente a la mesa de café con todos nuestros libros y apuntes, ella en la punta y yo al costado, a su lado. Suspiro, es ella quien desvía la mirada y se me hace divertido. Me dio sed.

—¿Qué hiciste con el broche que te di?

Me atraganto con el agua que bebí, siento el líquido traspasar parte de la nariz provocando una horrible tos y que los ojos me ardan. Siento golpecitos a mi espalda.

—¿Estás bien? —asiento, le recibo un pañuelo descartable y me secó la boca. Le agradezco, carraspeo intentando normalizar mi respiración. Siento que me arde la garganta, me pica—. Bueno, no me respondiste.

—¿Cuál es la necesidad por saber qué hice con ese bendito broche?

—Era mi favorito. —espeta— Una señora especial me lo regaló cuando estuve con mis padres viajando por Turquía.

—No recuerdo.

—Cómo no recuerdas, si yo… —se detiene, ¿ella qué? Suspira, se acomoda—. No me digas, lo tiraste.

—No recuerdo.

—Si te golpeo tal vez lo puedas recordar.

—No, eso sería violencia y puedo acusarte a la policía.

—Los que se pelean se aman.

Ambos volteamos a Ara, en el primer escalón de la escalera con una sonrisa bastante pícara. La conozco, puedo reconocer la maldad en sus ojos. Kim Ara se mostrará muy tierna ante los demás, pero es un demonio en miniatura.

—Me encantaría saber la razón del porqué esa frase aún se menciona creyendo que puede ser coherente. —digo, jugando con la pluma en mis dedos. Ara llega y se sienta al lado de la pelinegra.

—Así se dice cuando dos personas con tensión sexual discuten tonterías como ustedes y no admiten lo mucho que se gustan.

—¿¡Dónde aprendiste eso, Kim Ara!?

Beh, está malcriada. Me miran, yo estoy indignado. Ara es una niña pequeña aún, bueno, entrando a la pubertad. Cómo puede saber sobre esas cosas, mencionar la palabra sexual.

—¡No me respondiste!

SunTae hace un gesto con su mano pidiendo que termine con la cuestión. Estoy por refutar y ambas me ignoran.

—Tu hermano no me gusta. Me enerva, no puedo evitar que su personalidad infantil me sulfure. Además tengo novio.

Nos miramos con Ara. Ella hace una mueca de desagrado con sus labios. Si supiera quién es realmente EunWoo, estoy seguro que no tendría filtro en decirle todo a SunTae.

—¿Qué vamos a cenar? —pregunta Ara.

—¿Pizza? —propone, SunTae.

Me siguen ignorando.

—Delicioso, no como pizza hace mucho.

—No puedo comer nada grasoso.

Murmuro y ellas, al fin me miran. Entonces, cuando creo que nada puede sorprenderme, SunTae dice.

—Te cocinare. ¿Qué?

—¿Sabes cocinar?

Rueda los ojos.

—Para tu información soy nutricionista. Hice cursos sobre alimentación sana, proteica y del ámbito deportivo. También aprendí a cocinar comida europea mediterránea y japonesa.

—A ver, quiero algo de cada cosa.

—Chistosito, no puedes.

Le saco la lengua. De hecho estoy empezando a sentir dolor en el estómago.

—Tienes veintisiete años, compórtate cómo alguien de tu edad.

—No me da la gana.

—De hecho, es hora de tu medicina. —dice. Ara la secunda.

—Es verdad. 

Entonces sale trotando escaleras arriba, SunTae se levanta también y se pierde por la cocina. Tuve que prestarle un pantalón para que no andará en esa peligrosa falda. Regresan ambas al mismo tiempo y es cuando se me lanzan.

—Abre la boca.

SunTae recibe un jarabe de la mano de mi hermana, con el vasito dosificador comienza a verter el líquido espeso color marrón hasta cierta medida. Huele asqueroso. Me dieron náuseas, también menciona una inyección. Retrocedo colocando mis brazos como protección, el sillón no me permite seguir entonces escapo y subo escaleras arriba. Ellas detrás me gritan, tengo náuseas. Trato de cerrar la puerta pero son más rápidas y entran, Ara se cuelga de mi espalda, SunTae me sujeta fuerte el brazo, caigo sentado a la cama con mi hermana anclada a mi torso como monito. Me niego a meterme a la boca esa porquería.

Por tercera o cuarta vez está mujer me sorprende, se sienta sobre mis muslos a horcajadas. Me sujeta la mandíbula con la mano mientras sostiene el jarabe en la otra y en medio de mi enorme conmoción logra meterme esa cosa viscosa, luego para que no escupa me tapa con la palma de su mano.

—¡Traga!

Fuerte y demandante.

JungKook no es momento de tener pensamientos fuera de lugar. Trago más por inercia y la sensación que sus palabras cargadas de emociones me tomaron por sorpresa.

Ellas festejan satisfechas quejándose de lo horrible que es cuidarme y que Ara le ayudara hacer mi comida. Me quedo un par de minutos tratando de asimilar todo lo que ocurrió, básicamente a SunTae siendo mi enfermera en mi propia casa.

El timbre suena. Es cuando me levanto de mi jungshock y bajo lentamente por las escaleras. Ara desde abajo me mira expectante, SunTae abraza a alguien, una mujer, entonces cuando se separan las dos amigas reparan en mí y Joy me sonríe desde el umbral de la puerta.

—Yo le dije que viniera. —responde la pelinegra a mi pregunta mental.

—Bienvenida.

Apenas piso el último escalón de la escalera tengo a Joy rodeando mis hombros con su cuerpo contra el mío. Al igual que SunTae, es de las mujeres que visten como si fueran a un evento importante. Cuando se separa me mira con dulzura y acaricia con los nudillos de su mano mi mejilla.

—Sun me contó lo que te ocurrió. —evito desviar mis ojos a la mencionada— ¿Te sientes bien? —asiento con una leve sonrisa en mis labios cerrados— Traje algo de comida especial para ti. También dulces para las chicas y algunas medicinas.

Las veo. Ara explica.

—Planeamos con unnie tener una tarde noche de películas. Pensé que seríamos nosotros tres. —sonríe tímida. Se siente incomoda con la nueva visita, lo sé.

—Bueno, ¿no hay problema si incluyen a alguien más?

Pregunta Joy risueña anclándose a mi brazo. De reojo puedo ver a Ara nada contenta con el contacto. En realidad no le gusta que ninguna chica tenga tanta confianza conmigo, por eso me sorprende que se lleve tan bien con SunTae.

—No, no hay problema. Organicemos las cosas.


Solo fue cuestión de tiempo para que Ara y Joy congenien. Ahora son tres mujeres hablando de cosas que yo no entiendo, no me dejan entrar a la cocina para saber que hacen. Han preparado snacks saludables y algo liviano para mí. Mi estómago no duele pero está revuelto. Eligieron una película animada y solo queda acomodarnos. SunTae se fue hace un largo rato y no ha vuelto. Les digo a las otras dos cotorras que iré a avisarle, ni siquiera me prestaron atención. La encuentro en el patio, frente a la piscina. Está hablando por teléfono, tiene una mano sobre su cintura y está de perfil. Parece sonreír. Juro que iba a dejarla luego de avisarle con señas que ya estamos listos solo esperándola a ella.

—Te juro que está bien, nunu. Ya no quiero discutir más… Yo también te extraño, ¿tú me extrañas? —sonríe cuando recibe la respuesta, se ve feliz mientras yo no sé si interrumpirle para decirle lo idiota que es o dejarla para que sigan jugando con ella— Cuando vuelvas hablaremos, ¿si? No tienes que preocuparte por él o por nadie, sabes que eres el único al que amo… Está bien… Sí, jagiya.

Ya no sigo, mis piernas al fin respondieron y me hicieron volver a la sala. Ella vuelve al minuto, tiene una sonrisa radiante en su rostro y se sienta al lado de Ara.

—¿Estás bien, JungKook? —me pregunta— ¿Aún te sientes mal? ¿Necesitas algo?

—No, gracias.

Soné seco y grosero, lo sé. No entiendo mi malestar y eso me enoja aún más. Me siento junto a Joy en el sillón e intenté solo concentrarme en la televisión.

Falle en el intento.


Habrá más perspectivas de SunTae, incluso de algún que otro personaje. Iremos viendo más adelante.

Recuerden que como siempre intento que mis personajes tengan su crecimiento personal, que vayan enamorándose de a poco e inicien de a poco la relación. Habrá tensión y momentos eróticos. Tengo un plan determinado para esta pareja. 🤭😌

Así que paciencia y disfruten la lectura.

Qué tengan un hermoso domingo.

💜💜💜

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