🍲¦capítulo 23
El frío calaba sus huesos, el mal olor era desagradable para sus fosas nasales, el suelo polvoso y duro un martirio para su cuerpo.
Jungkook cumplía un mes de estar en esa maldita cárcel, sus padres le habían dicho que tratarían de solucionar el problema lo más rápido posible, pero se estaban tardando, Jungkook sentía que iba a enloquecer.
La semana pasada había estado junto con él un hombre que, le había hecho la peor amenaza a Jungkook, como se dio cuenta del porque estaba en ese lugar, Jungkook no tiene la más mínima idea.
Pero le amenazó con hacerle las peores cosas cuando le den sentencia, que, él siendo un violador de mujeres debe pagar con la misma moneda, y bien dicen que la mente es el peor enemigo, porque a su mente vinieron miles de imágenes de todo lo que le podían hacer, si así se sentía solo en su mente, no quería imaginar vivirlo en carne propia.
Es por eso que cuando sus padres y hermano le fueron a visitar ese día,sus lágrimas no fueron capaces de quedarse entre sus ojos, porque salieron y les pidió a sus padres sacarlo de allí.
Las pesadillas le atormentaban cada noche, podía ver sangre en sus manos, el cuerpo de Mina lleno de heridas y moretones, pintado de sangre, su sangre y le asqueaba a Jungkook, porque, quizás no llego a esos extremos, pero un poco más y la chica moría.
Todo el amor que una vez le tuvo, desapareció, se esfumó como cenizas, ahora lo que albergaba en su corazón era odio y rencor, se sentía como un idiota por haber caído así por una omega, era un alfa idiota, se enamoró a lo estúpido que ahora que estaba allí, encerrado en unas paredes blancas y unos barrotes, se daba vergüenza y asco.
Cuando sus padres se fueron, Jungkook recuerda haber vuelto a la celda con las esperanzas por el suelo, y lo peor era que tenía un nuevo compañero, se iban, pero luego a los días llegaban más.
En la madrugada, una mano se poso en su boca impidiendole formular palabras, el hombre lleno de tatuajes que Jungkook no sabía su significado, pero que estaba seguro que cada uno tenía un trasfondo terrible.
- ¿Eres de esos riquillos que hacen cosas raras?- La voz áspera llego a los oídos de Jungkook, ¿como es que cada quien que llegaba allí, sabía su situación?
Él negó, el hombre rio y le propino un golpe en el estómago que hizo retorcerlo de dolor, y.... Apenas era el primero.
- Se porque estas aquí maldito asqueroso, no es que yo sea un santo - mostró sus dientes de forma cínica -Pero no ando abusando de las mujeres y práctico cosas raras.
Más golpes fueron dejados a su cuerpo, ni uno llegó a su rostro, el hombre era inteligente y solo golpeó su abdomen y piernas.
- Cuando te trasladen a una cárcel real, te daremos la mejor bienvenida maldito violador.
Jungkook esa noche no durmió, sus ojos no dejaron de brotar lágrimas, su cuerpo dolía, pero, no se comparaba con el dolor que sentía en su corazón, porque cada palabra Jungkook empezaba a creeerla, sintiéndose el peor alfa de todos.
Esa madrugada, en la esquina del pequeño cuarto, se prometió jamás enamorarse, jamás caer rendido a un omega, porque no valía la pena, no valían la pena, porque cualquiera le creería a un omega, tan indefensos, más no sabían la clase de omega qué se había atravesado en su camino, y maldijo ese día, porque esa omega arruinó su vida y le hizo vivir el peor de los infiernos.
Recibió golpes, recibió amenazas, y cada una más desagradable que la anterior.
Llevaron a juicio su caso y mostraron las pruebas suficientes, Jungkook tenía conversaciones con Mina, donde la chica le mandaba fotos de diferente objetos para hacer cualquier cosa, se mostraba que Jungkook se negaba, pero que la omega siempre lograba salirse con la suya, además había evidencia de las cámaras de los hoteles a donde iban, claro que pagaron una multa, mientras que Mina, sus padres con el poder que tenían, pagaron una fuerte cantidad de dinero para dejar libre a la omega.
Pues había hecho acusaciones falsas.
Jungkook salió libre, pero sus padres sabían que su hijo había cambiado, que el Jungkook qué todos conocían, había muerto.
♡
El olor a rosas y chocolate llego a Jungkook, su lobo se levantó emocionado, el alfa trato de tranquilizarse, había hecho una promesa, que no iba a romper, se estaría fallando a él mismo, a su palabra, se prometió algo y iba a cumplirlo. Los omegas no valen la pena.
Solo es hasta que la marca desaparezca, se dijo a si mismo.
Por supuesto que quería preguntarle porque no vino la noche anterior, pues se había quedado preocupado y su lobo era otro caso peor. Pero sentía que se estaba preocupado mucho por ese omega, y tenían la cena con el hermano de este. Jungkook sentía que estaba en un camino sin salida. Y se encontraba perdido.
El omega cuando entro le sonrió, pero al ver que no fue correspondido, su sonrisa fue bajando hasta morderse los labios.
- Jungkook... - Jimin hablo con cierto miedo, miraba al alfa serio y no sabía si en ese momento era debido llamarlo por su nombre.
¿Estará enojado porque no vine ayer?.... Se preguntó Jimin, pero, no fue intencional. Y además no tenía el valor de decírselo al alfa.
- Ayer... Me surgió un problema y no pude venir.
- Entiendo, tienes cosas que hacer al igual que yo.
Jimin asintió sin saber que más decir, el alfa lucia como cuando lo conoció, serio y sin expresiones.
- Yo le traje su abrigo - Jimin saco el abrigo qué el alfa le había prestado el día de la playa- Está limpio. - Jimin lo extendió hacia el alfa, quien lo miro por unos minutos y luego poso sus ojos en él omega.
- Quedatelo, ya tienes otro mío , quedate los dos.
Claro que Jimin no se hubiese sentido mal por las palabras del alfa, pero la forma en que las decía, y lo inexpresivo de su rostro le hacía doler su corazón y sentía a su omega triste.
Asintió, y guardo el abrigo.
El alfa le marco con su olor, porque pareciera que su omega había enloquecido por el simple hecho de que no había visto a su alfa el día de ayer.
No se ofreció a ir a dejarlo a casa, y eso hizo sentir mal a Jimin, preguntándose si había hecho algo malo.
Cuando llego a casa su hermano estaba afuera, abrazándose por el frío, Jimin corrió hacia él, quitándose el abrigo que llevaba puesto y envolverlo.
- JiHyu, ¿Por que estas afuera?
Jimin lo tomo de las mejillas.
- Mamá, esta adentro.
Jimin siempre fue un buen omega, siempre se porto bien en la escuela y con sus padres, él cuido de JiHyu, jamás le ha gritado a alguien, mucho menos se ha enojado como lo estaba en ese momento.
Se levanto apretando sus manos por la cólera, ¿Como podía hechar a JiHyu a la calle, con ese frío y con la enfermedad de alfa menor?....
Jimin abrió la puerta con su llave y su rostro demostraba lo enojado que estaba, su madre estaba en el sofá, quien al verlo le sonrió, y como siempre una botella de alcohol adornaba su mano.
- Mi hijo favorito esta en casa.
- ¿ Como eres capaz de botar a JiHyu a la calle? ¡ A tu propio hijo! - exclamó.
La mujer borro la sonrisa de su rostro.
- Soy tu madre, no me grites.
- Te equivocas, tu no eres mi madre, eres una persona irreconocible, mi madre jamás haría lo que hiciste, jamás lastimaría a su propio hijo.
Lágrimas empezaron a salir de sus ojos por el coraje.
- Soy tu madre, te guste o no. Al igual que no quiero alfas en esta casa.
- JiHyu es tu hijo, no puedes decir eso.
- Ya lo dije.
- Mi hermano no tiene la culpa de lo que papá hizo.
- ¡No menciones a ese bastado!
- ¡Deja de comportarte así!
- No lo volveré a decir otra vez, no me grites Jimin. - la omega le señaló con el dedo.
- Entonces deja a JiHyu en paz, porque no me importara si eres mi madre, pero protegeré a mi hermano de cualquier persona, y si esa persona es mi madre, lo haré.
Jimin le miro serio, su rostro rojo y lleno de lágrimas, pero su rostro manteniéndose firme ante sus palabras.
-¿ Me estas retando?
- Tomalo como quieras.
Su madre empezó a reír, sin poder creerlo. Cesó su risa y lo miro seriamente para propinarle una bofetada.
- Mirándote bien, tu también te pareces a tu padre. Tienes los mismos ojos que él.
La mujer tomo su botella y se encaminó a la salida, Jimin le siguió rápidamente. JiHyu estaba allí, Jimin se puso frente a su hermano protegiendolo, su mejilla estaba roja y ardía.
- Ni en mi casa puedo estar en paz.
Murmuró para irse, ¿adonde? A Jimin ya le daba igual.
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