𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝗰𝘂𝗮𝘁𝗿𝗼 - 𝗜𝗩
—¡Mierda! —exclamó Joyce agitada— ¿Las habéis visto?
—Las estamos buscando mamá —Jonathan.
—Yo no la veo por ningún lado —dijo Lia buscando en la cocina.
En otra situación se hubiese escondido, pero después de Halloween Will pidió permiso para que su amiga se quedara, y después de que la rubia se quedara tantas tardes a Joyce le pareció perfectamente bien, aunque no podía evitar pensar que los niños gustaban entre ellos, cosa que no podía estar más lejos de la realidad.
—¡Las tengo! —avisó Bob mientras le daba las llaves a su novia— Debajo de unos vaqueros las muy puñeteras.
—Gracias, gracias. Me has salvado la vida —le dio un beso de recompensa antes de dirigirse a Jonathan—. ¿Podrías llevar a Will y a Dahlia al colegio? No puedo llegar tarde —el chico murmuró algo que Lia no llegó a entender—. ¿Puedes llevarlos, por favor?
—Puedo hacerlo yo —se ofreció Bob con una sonrisa.
—¿Te asegurarás de que lleguen bien?
—Sí por supuesto. ¿Qué decís?, ¿Damos una vuelta en el Bob móvil? —Lia y Will no pudieron evitar compartir una sonrisa divertida.
Al principio el viaje fue algo incómodo, nadie decía nada ya que Lia no quería hablar con él, y Will no estaba de humor realmente.
—¿Eras tú el que se movía por la casa anoche o era un fantasma? —preguntó Bob al chico rompiendo el silencio.
—Sí, seguramente era yo.
—¿Una pesadilla?
—No —respondió secamente.
—¿Te he hablado del señor Valdo?
—¿El señor Valdo? —preguntaron Will y Lia a la vez.
—Yo era un poco más joven que tú —empezó a contar—. Hacía cola para la noria en la feria del condado Row, y de repente noto un enorme guante blanco que me toca el hombro, me di la vuelta y ahí estaba, el señor Valdo "Hola niño, ¿Quieres un globo?" —imitó con una voz chillona, provocando que ambos se rieran—. Adelante ríete, es gracioso. Pero entonces no lo era, te lo aseguro. Cada noche, se me aparecía en sueños. Y cada noche cuando lo veía salía huyendo. Empeoré hasta tal punto que obligaba a mi madre a quedarse en mi habitación hasta que me durmiera cada noche.
—¿En serio? —preguntó el niño Byers.
—En serio, y estuve así durante meses. Y luego un día las pesadillas, no sé, desaparecieron. ¿Quieres saber cómo?
—¿Cómo?
—Pues me dormí, y como siempre el señor Valdo se me apareció. Pero esa vez no salí huyendo, esa vez decidí enfrentarme a él. Miré fijamente al señor Valdo, a esa cara de idiota, y le dije "¡Vete de aquí!, ¡Vete de aquí! —gritó— Y sin más, desapareció. No volví a verlo. Pan comido, ¿No?
—Pan comido —repitió Will, pensando en hacerlo
[...]
—¿Y qué hago yo mientras? —preguntó Lia cuando llegaron a la clase de Will.
—Puedes explorar el colegio, pero ten cuidado, si te pillan nos meteremos en problemas —advirtió— Vuelve aquí en tres horas, ¿vale?
Ella solo asintió con la cabeza, sabiendo que si alguien la veía solo tenía que volverse invisible, no era un gran problema. Se dedicó a leer cada póster o anuncio que encontraba pegado en la pared, no hacía falta mencionar que era su actividad favorita. Al principio era entretenido descubrir esa parte del mundo de Will, pero al cabo de un rato se volvió aburrido, al menos hasta que llegó la hora de que Will saliera, porque básicamente los niños salieron en manada de tal manera que acabó con la espalda en el suelo.
—¿Dahlia? —preguntó Max sorprendida.
—¿Qué haces aquí? —Mike.
—Pues... Yo... —empezó a titubear hasta que Dustin la cortó.
—¿Qué más da? Tengo algo súper importante que enseñaros, venid todos —se giró hacia Lia al ver que todos andaban menos ella—. Tú también, vamos.
Dustin los llevó a una sala que la rubia había estado curioseando antes, y dejó su caja para atrapar fantasmas sobre la mesa. Todos los niños se asomaron rápidamente para ver qué había dentro.
—Se llama D'Artagan —explicó el rizado con una leve sonrisa en su rostro cuando había tomado a la criatura entre sus manos. La atenta mirada de sus amigos lo seguía. Todos ellos con una mueca de asombro—. Es mono, ¿Verdad?
—¿D'Artagan? —cuestionó Mike.
—Dart es el diminutivo.
—Ya, ¿Y estaba en tu basura? —se burló Max.
—Buscaba comida —respondió de manera obvia, y de nuevo esa sonrisa volvió a aparecer en su rostro—. ¿Quieres cogerlo?
Max negó frenéticamente, asqueada por aquel bicho, pero Dustin hizo caso omiso a sus palabras y se lo pasó igualmente.
—¡Dios! Que pringoso —dijo antes de dárselo a Lucas.
—Es como un moco viviente —esta vez Dart fue a las manos de Will, quien solo pudo hacer sonidos de asco.
—Déjamelo a mí, yo también quiero tocarlo —dijo Lia tomando el pequeñín—. Es una monada.
—¿Qué es? —cuestionó Mike con extrañeza, preguntándose si esa cosa tendría algún tipo de parentesco con el demogorgon.
—Eso mismo digo yo —Lia dejó a Dart en la mesa con delicadeza, y seguidamente Dustin sacó una pila de libros sobre información de reptiles y distintos animales—. Primero pensé que era una especie de batracio.
—¿Batracio? —preguntó Max.
—Es como un anfibio —explicó Lia orgullosa de su conocimiento.
—Sí, también es un sinónimo de renacuajo. Un renacuajo es la larva del sapo.
—Se lo que es un renacuajo —dijo Max rodando los ojos.
—Pues sabrás que todos los renacuajos son acuáticos —cogió un libro y lo abrió—. Pero Dart no lo es, no necesita el agua.
—Ya, ¿Pero existen los renacuajos no acuáticos?
—¿Renacuajos terrestres? Sí, dos para ser exactos —abrió otra página del libro—. El Indirana Semipalmata y el Adenomera Adreac. Uno es de la India y el otro de Sudamérica. ¿Qué hacía este en mi basura?
—Puede que lo trajera un científico y se escapara —supuso la pelirroja.
—¿Habéis visto eso? —interrumpió Mike— Parece que algo se mueve dentro de él —dijo mientras acercaba la lámpara.
Dart lanzó un pequeño y agudo rugido antes de saltar fuera de la mesa de la habitación. Dustin lo tomó antes de que cayese y empezó a hablarle como si de verdad fuera un perro o una mascota común y corriente. Los niños lo miraron algo raro pero sin decir nada.
—Y una cosa más. Los reptiles son de sangre fría, Ectodérmicos. Les encanta el calor y el sol. Dart lo detesta, le duele.
—Así que si no es un renacuajo normal ni un reptil...
—He descubierto una especie nueva —finalizó con una sonrisa orgullosa dibujada en sus labios.
La alarma de clase provocó que todos se sobresaltasen. De nuevo debían entrar a clases, pero por suerte solo faltaban un par de horas y ya por fin podrían irse a casa. Recogieron todo y salieron de aquella oscura habitación. Mientras que todos fueron a clase, Lia se quedó sola de nuevo en los pasillos, deseando poder ir a clase con el resto, al menos hasta que escuchó a alguien sentarse a su lado en el suelo de los pasillos.
—¿Max? —preguntó sorprendida por su presencia— ¿No deberías de estar en clases?
—Técnicamente estoy en el baño —dijo con una sonrisa—. ¿Y tú? ¿Por qué no vas a clase?
—Es que no voy a este instituto, solo estoy aquí por-
—Porque tus padres se están divorciando, lo sé, me lo han contado. A lo que me refiero es que si llevas aquí desde septiembre estás perdiendo un año escolar, ¿Verdad?
—Es difícil de explicar —dijo abrazando sus rodillas.
—Tranquila, no te juzgo, al menos estás lejos de todo tu drama familiar.
—Sí, supongo.
—¿Pero por qué has venido entonces?,¿No te aburres?
—Un poco, pero estar en casa es mucho más aburrido. Ya he leído cada cómic de la estantería de Will, incluso todos los libros de Joyce. Pensé que aquí podría hacer amigos.
—Bueno, ya has hecho una amiga —dijo con una sonrisa antes de levantarse a mirar la hora de la pared—. Mierda, si no vuelvo ya pensarán que estoy haciendo pellas. Te veo a la salida Dahlia.
—Puedes llamarme Lia —dijo con una pequeña sonrisa.
[...]
—¿Hola? Tíos vamos, ¿podemos pasar ya? —Pidió Max al otro lado de la puerta del AV club.
—¡No! —Contestó Mike rápidamente. Ante la respuesta recibida la pelirroja golpeó la puerta con su mano.
—¿Siempre son así? —preguntó dejándose resbalar por la pared.
—A veces —dijo recordando las veces que sin querer decían algo del mundo del revés o de Once y inventaban excusas o la dejaban fuera de la conversación, cuando en realidad lo sabía todo incluso mejor que ellos—. Te acabas acostumbrando.
—Pues me parecen unos capullos —se cruzó de brazos mirando a la pared.
—Son unos bichos raros —dijo recordando la conversación de Will y Jonathan.
—Sí, bichos raros —repitió mientras se reía—. Pero tú molas.
—¿De verdad lo crees? —preguntó con un brillo en sus ojos.
—Pues claro, eres la única que no murmura a mis espaldas o que me sigue como un perrito.
—Pues tu también molas mucho, eres la primera persona que conozco que monta en monopatín —aunque había sido un cumplido extraño, a la pelirroja le pareció realmente adorable, hasta que se escucharon unos ruidos desde dentro de la habitación.
—Tíos, ¿Qué ocurre? —preguntó Max dando golpes a la puerta, y al no recibir respuesta abrió su mochila sacando un clip— ¿Sabes qué? Que les den.
Deformó el clip e intentó usarlo como llave girándolo sin parar hasta que la puerta cedió y las chicas vieron a un Dart con patas nuevas correr hacia ellas. Iban detrás de Dart pero Dustin al correr sin mirar empujó a Max, quien giró sobre sus talones y cayó encima de Lia, dejándola debajo de ella por completo. Ambas se dieron cuenta de lo cerca que estaban sus rostros, pero no pudieron evitar quedarse unos instantes mirándose la una a la otra. Max avergonzada y Lia algo asombrada, pero ninguna parecía estar muy incómodas con tal cercanía. Mayfield quería no sentirse bien, pero no lo pudo evitar, quería convencerse a sí misma de que no estaba nerviosa ni avergonzada. La rubia por el contrario, no quiso pasar por alto los sentimientos que estaban en su cabeza en ese momento.
Max se levantó rápidamente, y sin dudar ayudó a su amiga para ponerse de pie.
—Uh, ¿Estás bien? —preguntó Max con algo de timidez, cosa que no era normal en la pelirroja.
—Sí, ¿Tú lo estás? —Lia recibió un sí de su amiga.
—¿Dónde está? —quiso saber Mike agitado.
—¿Qué era esa cosa? —preguntó la pelirroja tratando de olvidar lo que acababa de pasar.
—¡Dart! —le gritó el azabache— ¡Lo has dejado escapar!.
—¿Por qué le has atacado? —cuestionó Dustin, quien fue completamente ignorado y apartado del camino por Mike— ¡No le hagas daño!
El grupo de niños se dividió para poder encontrar a Dart más fácilmente, cada uno fue por su lado pero Lia siguió a Will, no quería dejarlo solo con esa cosa fuera, más aún teniendo en cuenta cómo había reaccionado al ver a la criatura por primera vez. Fueron corriendo por el instituto, pero lo que no sabían es que Once estaba andando por el mismo pasillo que ellos, pero ninguno se dio cuenta de la presencia de la otra.
Después de recorrer algunos pasillos más decidieron buscar en los baños. Fue un éxito porque Dart estaba en una esquina del último baño, gruñéndoles en cuanto los vio.
—Tíos, lo hemos encontrado.
—¿Dónde?
—En el lavabo —dijo antes de guardar el Walkie—. Tranquilo, no queremos hacerte daño.
Cuando Dart gruñó, Will no pudo evitar soltar el aparato del susto y empezar a correr lejos de él.
—¡Will! —lo llamó ella, siguiéndolo.
Cuando el chico Byers se paró en el medio del camino, pareció como si la voz de Lia hubiese desaparecido por completo, a pesar de que gritara su nombre no se movió. De pronto como si algo lo hubiese asustado echó a correr hacia la salida, y la rubia no tuvo más remedio que seguirlo. Apenas pudo seguir su ritmo sin hiperventilar. Corrieron hasta el campo de fútbol Americano, donde Will se quedó quieto durante unos segundos, murmurando algunas incoherencias.
—¡Will! —siguió llamándolo— ¡Por favor Will contesta!
Y ahí fue cuando sus nervios se desbordaron, Will empezó a moverse incontrolablemente en su sitio, como si algo lo estuviera abduciendo. Sus ojos se movían de lado a lado sin parar y podía apreciarse la parte blanca de sus ojos.
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