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11

Los sueños pararon y Momoka estaba agradecida, pero no quitaba el hecho que su abuela le dijiera de golpe que Ran moriría.

Trato de explicarle pero su madre llegó a tiempo, ¿lo malo? La anciana se quedaría en su casa por que estaba enferma o estresada, eso les explicaron sus padres.

La canosa no la dejaba de seguir y repetirle que tenía algo que contarle sumamente importante, pero la ignoro como siempre y corría, estar las veinticuatro horas con ella era molesto para la menor, no espero que así fuera su única abuela que conocía.

Su madre le explicó que ella estaba loca y que tratara de soportarla... Aunque físicamente no se veía mal, vestía extravagante a donde fuera y con una elegancia en cada movimiento que hacía, igual era sorprendentemente guapa para tener su edad.

Gracias a los cielos los Haitani saldrían antes de lo esperado del reformatorio gracias a su buena conducta, así que no dudo en ir por ellos aunque no le dieran permiso.

Rápido se cambió de ropa y bajo las escaleras en silencio, usaría el metro y ya había planeado su excusa por si llevaban a preguntar por ella cuando regresara; para cuando salió y cerro la puerta giro sobre sus pies acomodando su mochila, pero un auto lujoso de color negro estaba en frente con ventanas oscuras que no dejaba ver hacía dentro, claramente era sospechoso.

La ventana fue bajando mostrando a la canosa mujer con un traje rojo y fumando con una pipa—Sube mocosa—le ordenó sin dejarle mucha opción. Cuando la iba a rechazar e irse corriendo la mujer se adelantó en hablar—Me acompañas o le digo a tu madre que irás por los dos problemáticos.

Momoka fruncio el ceño sin saber cómo ella sabía que iría por ellos, pero no quedó de otra que rodear al carro y subir.

—Abrochate el cinturón—recomendó antes de conducir—¿Fumas?

—Soy menor de edad y esa malo para mi salud.

—¿Pues que edad tienes?

—Trece.... Casí catorce.

—¿Y que haces para divertirte?

La menor se quedó pensando un segundo—Dibujar y estoy aprendiendo a cocer.

—¿Te diviertes con eso? Yo para divertirme en mis tiempos molestaba a los pandilleros y hablabamos de la guerra—se rió de su propia anécdota—Tu madre me contó sobre tu historia con los vecinos, los homicidas, mejor cuentame de ellos.

¿Por qué no le sorprendía? Sus amigos mataron a una persona y así lo veían todos, incluso los pandilleros dejaron Roppongi city por los nombres de los hermanos Haitani.

—Son mis únicos amigos...

—Vaya amigos.

Ya ninguna de las dos volvió a cruzar palabras todo el camino hasta llegar a el reformatorio.

—Esta horrible—exclamó la mujer bajando del vehículo, poniéndose unos lentes de sol y viendo el lugar—Sinceramente creí qué estaría más bonito por ser de menores de edad.

—Solo por fuera... Por dentro esta peor—murmuro la chica encogiendose de hombros.

Esperaron afuera hasta que el portón de metal de abrió mostrando a los dos rubios, Rindou estirando su cuerpo y Ran despidiéndose de los guardias burlón.

—¡No fue un gusto conocerlos, espero nunca volver a verlos en la vida!—sacudió su mano.

—Rin—al primero que abrazo fue al chico de lentes ya que fue el primero en notarla.

Era más alto que ella y se suponía que tenían la misma altura la última vez que se vieron.

Él de lentes tenía su cabello suelto y más largo, no dudó en cerrar sus ojos y dejar su barbilla recargada en el hombro de la fémina gustoso por el abrazo y caricias en su cabeza, se sentía como un hijo siendo recibido por su madre.

—¡Momo-chan!—bramo Ran con una sonrisa, extendiendo los brazos celoso al no ser el primero en ser abrazado por la chica.

La peli negra delicadamente se liberó de los brazos de Rindou para ir y saltar sobre Ran que sujetos sus piernas para que no cayera.

—Los extrañe demaciado—su voz tembló y escondió su cabeza en el pecho del más alto.

—Nosotros también.... Yo más, pero igual te extrañamos—comentó escondiendo a la Takahashi con su largo abrigo.

—Niños, vamos a desayunar que me estoy muriendo de hambre—le grito su abuela interrumpiendo el mágico momento que estaba pasando.

—¿Quién es la señora?—cuestiono Rindou a la chica que avergonzada se bajo del Haitani mayor.

—Mi abuela...

—Ya sabía que tus genes eran buenos pero tampoco a tal grado, ¿te verás así de grande?

Momoka miro a Ran y le pegó en su mano cuando trato de tocarla, abrazando el brazo de Rindou para caminar ambos al coche y subir, dejando atrás al mayor. Ran agarro su trenza para jugar con ella, celoso al ver como su chica favorita se fue con su hermanito menor; camino al carro para subirse y sentarse a un lado de Rindou que estaba siendo consentido por Takahashi y contándole sobre sus clases.

Mentalmente Ran ya le había declarado la guerra Rindou.

—Un gusto conocerlos niño con trenzas y lentecitos.

Los sobre nombres eran muy notables por sus físicos, pero la ansiana tenía algo con decirles distintos apodos y nunca el nombre, Momoka solo esperaba que los hermanos se ofendieran o se enojaran.

—Gracias por llevarnos—habló educadamente Rindou.

—Igual es un placer conocerla señora.

—Me pueden decir Nana—dijo apagando su pipa y dejarla en un espacio especial para que no se cayera—Un buen desayuno después de estar tanto tiempo en ese lugar será un manjar para ustedes, espero que si sepan disfrutar la maravillosa comida.

[....]

Al final del día y que la mayor llevará a muchos lugares llegaron a su casa y se despidieron, Ran quería dormir con ella en su cuarto como siempre y lo consiguió.... Entró a su casa para ponerse ropa para dormir y subió por el árbol que tenía y cruzó la ventana, Rindou por otro lado dijo que si quería dormir en su comoda cama.

La menor entró a su habitación luego de bañarse y lavarse los dientes encontrando al rubio con su cabello suelto mirando sus dibujos.

Se tensó y rápido se los quito.

—¡Que haces aquí!—le susurro en gritos guardando las hojas en su mochila—Mi mamá no quiere que me junte con ustedes, ya te había dicho.

—Pero me gusta dormir aquí—se dejó caer en la cama y se cubrió entre las colchas pra dejar todo su cuerpo subiendo menos sus ojos para arriba—Ya acuestate conmigo que tengo sueño y no e podido dormir, tú serás la cura de mi sueño.

No podía decir que no extrañaba al caprichoso de Ran.

Dejó sus pantuflas y brinco al contrario para estar pegada de la pared, metiéndose entre las colchas y sonreír.

Extrañaba esa sensación a la que ya se había costumbrado alguna vez.... Abrazandola y subiendo su pierna que la aprisionaba, con tanta confianza él que no era nuevo.

Apagó la luz de la lámpara que tenía cuando Momoka dormía a solas por tenerle miedo a la oscuridad, dejando en claro que otra vez estaba con ella y no debía tener miedo de la horrible obscuridad del cuarto.

—¿Sigues teniendo pesadillas?

—Van y vienen, pero siempre me atormentan—respondió cerrado su ojos.

—No lo pienses demaciado.... Al fin al cabo son lo que son, simples pesadillas creadas para asustarte—mencionó igual cerrando sus ojos para dormir.

Que es fácil es decirlo para quien no las vive en carne propia.

Se sentían reales por que lo eran, como si estuviera viviendo un recuerdo de nuevo o en este caso futuro. Terminaba muerto por lo mismo, protegiendo a su hermano, impacto de bala, acuchillada, ahogada o electrificado y cada vez que se enteraba por noticia era el mismo dolor, se cansaba de llorar, diciéndose que no eran reales.

Pero esa noche ocurrió de nuevo.

La adolescente empezaba a respirar agitada por el miedo, apretó las colchas y despertó de golpe sentándose; Ran se encontraba a su lado completamente dormido.

Salió de su habitación con el miedo aún recorriendo por sus venas y se adentro a la cocina por un vaso de leche que podría relajarlas.

—Es el flacucho de trenzas verdad—la voz de su abuela hizo brindar a Momoka y tirar el vaso de plastico.

—Nana, debe dejar de aparecer así de la nada—la regaño sosteniendo su pecho con su mano—Ahora tengo que limpiar esto.

—Ni se te ocurra volverme a ignorar mocosa.

—Baje por un vaso de leche, eso es todo.

La mujer se acercó más a la menor le arrebató el trapo que tenía en sus manos.

—Mientras lo sigues negando el tiempo se te acaba y terminara muriendo.

—¿Y cómo creerte? Mamá dice que estas loca—quería creerle pero no podía, se soltó de su abuela y camino a la puerta para salir de la cocina.

—Tenemos el mismo don... Pero la diferencia de nosotras es que la persona que yo veía sí terminó muriendo—confeso deteniendo a la peli negra—Y tú si puedes salvar al chico aún.

No me olvide de ustedes, solo que yo ando bien salada que me han pasado varias cosas.

Perdónenme.

Lamento faltas de ortografía.

@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎🥀



















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