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—Lee, ve al frente— me ordenó el emperador tras salir del elegante Palacio Real; ninguno de los dos hemos hablado sobre aquel beso que fue interrumpido por un chico igual de atractivo que el emperador, sinceramente, siento demasiada envidia hacia la familia real dado que, son prácticamente perfectos.
Acaté la orden del emperador y tras montar el caballo, lideré el camino para el emperador sin demostrar si quiera un poco de temor; me siento realmente feliz porque será mucho más fácil obtener mi venganza ahora que tengo la oportunidad de estar al lado del emperador la mayor parte del tiempo.
El supuesto hermano del emperador nos ha acompañado en esta misión secreta, al parecer, ambos quieren obtener algunos territorios que no han sido poseídos por ningún otro ser de alto rango dentro de la familia real y ellos creen tener todo lo necesario para lograrlo; no puedo negar que ambos hombres cuentan con inteligencia y valentía, pero no considero que sean dignos de liderar el pueblo porque claramente, les hace falta ser más humanos y menos egoístas.
Después de unas horas, llegamos a una aldea que no ha sido domada por nadie más, tras asegurarme de que todo estaba bajo control a los alrededores junto con algunos guardianes más, me bajé del caballo y me acerqué al carruaje.
—Su Majestad, todo está limpio— le informé. El emperador abrió la puerta y me sonrió abiertamente, extendí mi mano y le ayudé a bajar.
—Irás conmigo— sentenció tras acomodarse la corona y comenzó a caminar con elegancia hacia la pequeña cabaña en donde supuestamente vive el líder de la aldea.
Lastimosamente, recuerdo mi viejo hogar, aquel lugar que consideraba una parte de mi vida con alta importancia y que, me lo arrebataron de una manera tan cruel que me hizo cegarme por el odio.
Caminé detrás del emperador mientras miraba alrededor para estar al tanto de que nadie le haga daño porque es mi presa y no planeo compartir. Otros diez hombres caminaban detrás de nosotros a unos cuantos metros de distancia de nosotros con el fin de asegurarse también de que el emperador se encuentra fuera de peligro.
—Su Majestad ha venido a visitarle— anuncié tras golpear un par de veces la puerta.
No transcurrió ni un minuto, cuando de pronto la puerta fue abierta y elevé la mirada del suelo hasta encontrarme con la de un chico que parece sonreír de manera sumamente arrogante, sin importarle que el mismísimo emperador se encuentre frente a él ahora mismo.
—¿Qué se supone que desea, Su Majestad? — soltó con un deje de burla.
—Líder Seo, me gustaría llegar a un acuerdo con usted a cambio de obtener el absoluto poder sobre su aldea.
—¿Qué ganaría yo?
—Lo que más desees, será tuyo— le aseguró el emperador. —¿Cuánto oro quieres por tu aldea?
—Es una pregunta muy difícil— admitió el hombre —, aunque realmente no me gustaría venderla.
—En ese caso, no hay nada más que hacer— sonrió el emperador con perversión tras girarse nuevamente hacia el carruaje y comenzó a caminar tranquilamente.
—Lee, asesina a todos— me ordenó con frialdad. —Nadie va en contra de mis deseos.
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