♔ 07 ♔
Transcurrió una semana y no volví a ver al pelinegro; posiblemente, se arrepintió por haber llevado a cabo aquella acción que logró dejarme más confundido, no puedo negar que me gustó, pero estoy convencido de que no fue lo correcto. No debí de haber caído ante la tentación de saber el sabor y textura de sus dulces y suaves labios que deseo probar nuevamente; claramente, nunca me cansaría de probarlos constantemente, aunque pasen años y años.
Repetí los pasos que me había enseñado el pelinegro para mejorar mis movimientos con la espada con la clara intención de volverme un experto para poder aplicar mis conocimientos cuando sean sumamente necesarios.
No logro entender como ha sido posible caer enamorado de un chico del cual, no tengo información sobre su familia, no sé siquiera su nombre, ni mucho menos su edad, aun así, sé que no será fácil superarlo sin lastimarme. Me debe quedar muy en claro que no tendré una oportunidad con él, posiblemente el me besó porque tenía curiosidad y no porque realmente le atraigo; tengo un torbellino de pensamientos negativos que no me permiten concentrarme, así que, me dejé caer al suelo ya que, podría lastimarme si no presto atención a mis movimientos con la espada.
De pronto, un hombre de la aldea apareció y me tomó de la muñeca; rápidamente me levanté del suelo y lo miré con curiosidad puesto que se encuentra pálido, posiblemente, se encontró con una bestia o algo similar mientras estaba de caza.
—Minho...
—¿Qué pasa? — miré su ropa y me asusté al percatarme de que está ensangrentada.
—Atacaron... nos atacaron.
—¿Quién? ¿Por qué?
—Los hombres del emperador— dijo tras caer de rodillas al suelo —, hay muchos heridos.
Lo ayudé a ponerse en pie, pero fue inútil puesto que volvió a caer de rodillas, miré con atención su pecho y me percaté de que tiene una gran herida que ha sido hecha con una espada.
Me coloqué de rodillas frente a él y le dije—: Estarás bien.
—No, yo moriré.
—No, no lo harás.
—Minho, ten cuidado— susurró y cerró sus ojos.
Me aseguré de que el hombre no respiraba más puesto que no lo dejaría solo y herido, me levanté del suelo y tras tomar mi espada, corrí hacia la aldea con un solo objetivo en mente: encontrar a mis seres amados.
Después de unos minutos, logré llegar a la aldea y me quedé paralizado al encontrarme ante un terrible escenario que se presenta frente a mis ojos; hombres, mujeres, niños, niñas y adultos mayores, se encuentran tirados sobre el suelo y sus ropas están ensangrentadas, al parecer, los han degollado a todos.
Con temor, caminé hacia la pequeña casita del abuelo Park y entré, sentí un terrible nudo en la garganta y una opresión en mi pecho al verlo tirado en el suelo, sin vida; caminé hasta él y me coloqué de rodillas, ni siquiera tuve la oportunidad de despedirme porque todo ha sido tan repentino.
—¡Abuelo Park, despierte! — sollocé.
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